Hola.

Este fic nació de la idea de que si Isshin hubiera tenido a sus hijos en la SS, ellos serían nobles, pues los Shiba eran una Casa Noble… que cayó por Isshin… vaya ironía. Es medio mundo alterno.

Desde aquí aviso que este fanfic va a tener dos "versiones", una va a ser Ichiruki y la otra Hitsukarin, ambas van a estar ligadas y metidas en el fic pero para no mezclar todo y confundir (a mí y a quien lo lea) los publicare separados, para quien guste leer el otro, puede ir a buscarlo en mi perfil, desde aquí aclaro, no odio a Orihime o a Hinamori, por su alguien se hace esa idea.

Umm… adoro al Hitsukarin, y como últimamente ha estado cayendo… ¿porque no ayudo a que no se hunda? ¡No dejemos que los hitsuhinistas dominen el mundo!

Espero les guste.

-¡mira, mira, mira!- decía un hombre con cara de ser de los más infantil mientras jalaba a un pequeño niño peliblanco con cara de aburrido, tras ellos corría una mujer de voluptuosa delantera.

-espere capitán, ¡deme a mi sobrino!

-¡tendrás que alcanzarme~!

¡No lo podía creer! Su capitán le había robado a su sobrino, el que si no cuidaba, ella quedaría expulsada de la familia. Maldita la hora en la que se le ocurrió llevarlo al trabajo en vez de dejarlo solo en su casa… con todo su preciado sake… mejor así, no quería arriesgarse.

De las oficinas del décimo escuadrón pasaron a correr por toda la ciudad, el pobre niño ya no sentía la mano, ni siquiera el brazo, de tanto tiempo que llevaba siendo jalado por aquel hombre barbudo. Ya cuando el pequeño Toshiro Hitsugaya pensó que tendría que amputarse el brazo, al fin paro y lo dejo tirado en el piso.

No dijo nada, no hablo. Solo se paró, y dispuesto a irse, se dirigió a la puerta. Ya casi se iba, ya casi se libraba de ese loco… pero no… parecía que el destino lo odiaba.

El barbudo había cerrado la puerta en sus narices justo cuando apenas iba a tocarla. Ese maniaco lo miro fijamente y le dijo –no te iras tan fácil Shiro-kun

Al pequeño le salió una venita en la frente- es Hitsugaya

-como sea, ¡ven!

En el centro de la habitación había una gran cuna, al lado, se encontraba una mujer que arrullaba lentamente lo que sea que se encontraba ahí. Toshiro miro a su alrededor, todo era rosa y había peluches por donde sea, demasiado infantil para su gusto, pero no podía decir mucho, apenas tenía 3 años.

PUMM

Exaltado, miro hacia la puerta donde se podía ver la figura de Matsumoto, su loca tía, estampada en la puerta. Parece que no pudo detenerse. Vaya incompetencia, si lo hubiera cuidado bien no tendría que estar sufriendo que lo jalara de la mano con mucho entusiasmo, demasiado para un viejo de su edad.

Un llanto.

Toshiro se alarmo, odiaba escuchar a la gente llorar. Miro para todos lados buscando el origen pero no lo encontraba. Se detuvo.

La mujer que estaba sentada al lado de la cuna se levantó y tomo un bultito, le susurro algo y paro. Eso sí era magia.

Curioso, se acercó inconscientemente cada vez más, quería saber que había adentro. Se levantó de puntitas pero aun no alcanzaba a ver nada.

-¿quieres verlas?

El solo asintió, expectante.

Aquella mujer lo levanto lo suficiente para que él se subiera en la silla donde a antes había estado sentada. Sus pequeñas manitas agarraron el borde de la cuna y se asomó, un pequeño mechón de su pelo blanco cayó sobre sus ojos que brillaban de emoción.

Frente a el había dos seres diminutos y aun así eran como el, ¿cómo podían existir seres tan pequeños?

Dos niñas, una lloraba y la otra le miraba con reproche como preguntándose porque lloraba, pero cuando se dieron cuenta de la presencia de Toshiro ambas voltearon a verlo, el diría que eran idénticas, de no ser porque una tenía el pelo castaño y la otra era pelinegra.

La castaña no le presto atención y se dio la vuelta para volver a dormir, sin embargo, la otra se acercó a él gateando, aunque en el proceso se tropezó y cayo unas cuantas veces, ella se levantaba y seguía.

-Karin, él es Hitsugaya Toshiro, el sobrino de Rangiku-san

La pequeña esturo su mano, él se puso tenso esperando el suave tacto de la manita...

Pero no, el destino lo odiaba.

La niña le jalo el cabello mientras decía -¡Toshiro!

El nunca lo admitiría pero se decepciono de que le jalara el cabello, el esperaba algo más tierno.

-¡Es Hitsugaya!

Entonces la niña le jalo más el pelo.

Cuando su tía entro ya recuperada de la colisión con la puerta, al verlo tan tiernamente enojado, no se pudo resistir a abrazarlo... enterrándolo en sus pechos... quitándole el preciado oxigeno...

La pequeña se comenzó a reír mientras que sus padres solo sonreían, pero a todos les causo gracia

Sí. El destino lo odiaba.