Disclaimer: El Ciclo de la Luna Roja pertenece a José Antonio Cotrina.

Nota: Este fic participa en el reto "Emociones" del foro "Bajo la Luna Roja". Las emociones que me han tocado son ansiedad, sorpresa y esperanza.


Ansiedad


Allí está otra vez. Ya no es una sorpresa para ti encontrarte en este escenario. Las primeras semanas que te empezó a pasar, te sorprendió, pero luego se convirtió en algo normal; como una rutina que tenías que seguir día tras día. Sin embargo, después de todo ese tiempo, ahora te resulta difícil de afrontar. Eres un demiurgo, y eso cambia las cosas.

Maldices en voz baja dentro del sueño; te has quedado dormido una vez más. Aunque sabes que por mucho que te apliques a ti mismo hechizos para no dormir, llega a un punto en el que tu cuerpo dice basta; y regresas otra vez a ese eterno sueño.

Levantas la mirada del suelo, y la diriges hacia ellos. Están todos sentados en las primeras filas. Son demasiados para acordarte de sus nombres, del momento en el que los conociste; pero hay una persona que te es fácilmente de reconocer: tu madre. Y te quedas mirándola.

Como las demás personas que están allí, su mirada está fija en ti. No lo entiendes; no sabes que es lo que esperan. ¿Acaso quieren que hagas algo? Pero eso ahora mismo no te importa.

Otra vez vuelves a ser preso de ese sentimiento de culpa. Tu pecho vuelve a moverse agitadamente y quieres huir de allí. Te ahogas. No eres capaz de aguantar su mirada. Ni la de ella; ni la de nadie. Y aparece una vez más esa palabra en tu cabeza. Asesino. Porque eres un asesino. Lo sabes. Llevas arrebatando las vidas de las personas que están a tu alrededor desde el momento de tu nacimiento. Incluso la de ella. Tu propia madre.

Pronto la gente aprendió a estar alejado de ti. Tu padre también, incapaz de soportarlo más. Incapaz de estar con la persona que le arrebató la vida a su mujer por muy hijo suyo que fuese. Solo tu abuelo tuvo el suficiente valor para quedarse contigo, diciéndote la verdad por delante: que era tu culpa. Cosa que los demás no se atrevían a hacer.

Fue un poco irónico de que lo que te pasara estuviera relacionado con Rocavarancolia. Y aunque no se lo digas a nadie, te alegras de haber venido aquí. De no seguir haciendo daño a las personas que están a tu alrededor; y también de encontrarte a ti mismo. Pero, a pesar de todo, el peso de sus muertes quedará siempre sobre tu consciencia.