Los personajes de Ranma 1/2 no me pertencen. El resto son de mi propiedad intelectual.
Estasis: Un estado de estabilidad de poco o nada de cambio evolutivo en la hipótesis de Gould y Eldredge.
"ESTASIS"
Capítulo 1.
Quizás todas las historias tienen el mismo comienzo. Ésta, como una sin más, empieza con el mismo momento, en el mismo lugar y tras la misma sucesión:
La Maldición. El Dojo. Él. Ella. Los Demás. China. Zaffron. Muerte. Dolor. Lágrimas.
Y por fin… Apaciguar el Dolor.
En los pensamientos de Akane Tendo parecía como si aquella sucesión se reiterara ininterrumpida hasta la última gota. Extinguiéndose y colmando de pobreza los restos de su fracasada memoria. Poco a poco, paso a paso, se disipaba la vaporosa turbiedad del momento y ella trataba de aceptar con melancolía como iba a cambiar todo. Absolutamente todo.
Por su puesto que ya nada iba a ser igual. Cualquiera que pensara lo contrario era un Imbécil irremediable. No era descabellado predecir que cada hecho tiene sus inevitables consecuencias, en este caso absolutamente conspicuas. Para empezar, todo el mundo escuchó los gritos de Ranma. Alguien apretó puños y se volteó; alguien se hizo el distraído pero…. Los gritos fueron reales y todos los testigos debieron llegar a comprender. Sin embargo, y lamentablemente, comprensión era un quimérico favor a pedir. La mezquindad perpetua y presente nunca dejaba de abrirse camino. Y por mucho que todo fuese a cambiar…la déspota mezquindad de cada uno de Los Demás iba a permanecer en estasis: en un estado inalterable e inamovible.
Akane abrazó sus piernas mientras apoyaba la cabeza sobre sus rodillas. En otra dimensión, en otro universo quizás… quizás ahora estaría compartiendo cuarto con Él. En una noche de bodas, de camino hacia una luna de miel. Quizás… si todo hubiera sido así, o asá… Probablemente si hubiera sido sincera y si él hubiera tenido el valor, ahora, ahora… Ahora simplemente sería diferente. Todo pensamiento le condujo a apretar los ojos con fuerza y negar la cabeza ya que el momento del Ahora era lo único que le quedaba.
En este ahora el aire era denso. Nocturno. Pesado. Pesaba tanto que era el comienzo de descreer todo aquello que había pasado tal vez en algún momento, en algún lugar, tiempo adelante o tiempo atrás. Lo que había oído, lo que había sentido, lo que había sido. Todo quedaba donde las memorias del corazón se desvanecen y se confunden de forma sutil con la esperanza o la pérfida imaginación. Al presente solo agarraba sus rodillas sentada sobre la cama y con la espalda sobre la pared. Mirando la lluvia sin apenas simular ni rabia, ni odio, ni miedo, ni ira, ni desesperación.
—¿De nuevo sufriendo por tonterías? —Una voz conocida le extrajo de su ensimismamiento y se volteó para mirar hacia la puerta. Nabiki había entrado sin llamar a su cuarto y ella no estaba de humor. La lluvia tamborileaba y resbalaba por el cristal de la ventana y por eternos minutos Akane no podía dejar de mirarla.
—Qué quieres, Nabiki —Rompió su silencio mostrándose a la defensiva.
—¡Vamos Akane! De veras que vengo en son de paz
Akane se volteó seria y encaró los ojos castaños. Nabiki tomó asiento junto a ella en la cama.
—¿Y bien?—Inquirió sosteniendo la mirada a su hermana. —Dime de una vez qué es lo que quieres.
—¿Todavía sigues enfadada por lo de esta tarde?
—No, en realidad no me importa nada.
—Mientes.
—No miento, Nabiki. —Su mirada triste se volvió a perder tras la ventana entre los grises cielos.—Me da igual que mandaras las invitaciones a toda la pandilla de lunáticos de Nerima.
—Sé que no es verdad Akane.—Ella carcajeó.—Te conozco demasiado. Mírate, eres tan transparente hermanita…
Nabiki Tendo cruzó piernas llevándose el dedo meñique a los labios. Akane la miró expectante por un segundo. Después volvió a perder la vista entre la lluvia del cielo y adoptó una fingida determinación.
—No realmente. —Declinó. Sin embargo los intentos por aplacar su pesadumbre fueron totalmente en vano. – No me importa en absoluto.
- Está bien, está bien. Aunque estoy segura de que algún día me agradecerás el favor. – La miró con media sonrisa y posteriormente volteó el rostro _ y por ser tú te será totalmente gratis. - Y sólo en aquel entonces Akane sintió la furia.
—¿Estarás de broma no, Nabiki?
La hermana mediana la observó con su perenne media sonrisa y descruzó las piernas observándola con una repentina determinación.
—Dime la verdad Akane, esta tarde… ¿ibas en serio al pensar en casarte con Ranma? — Akane se llevó una mano al pecho y frunció el ceño.
—Yo…. – apenas logró articular. Akane escondió la frente en sus rodillas. Un amasijo de cabellos oscuros se desparramó sobre sus piernas.
—Touché. – Se mofó. — Lo sabía. Menos mal que no hay mal que por bien no venga.
—N- no… no es tan fácil contestar a eso.
—Tú lo haces difícil hermanita. Para mí es muy simple. – Se encogió de hombros.- Se trata de una transacción a partes iguales. Ambos han de salir beneficiados.
—Lo sé pero en este caso…
Akane permitió arrastrar sus pensamientos hasta el silencio. Nabiki Tendo se puso en pie de un grácil salto y se encaminó hacia la salida de la habitación.
—No sabes lo que quieres Akane. Realmente ninguno de los dos.- Atravesó unos gráciles dedos por sus cabellos castaños. – Ya que ambos sois unos inmaduros… Hazme caso por una vez: por tu felicidad y porque sé lo que te conviene mejor que tú misma hermanita. Nunca te dejes afectar. – Y en aquel entonces la observó seria, muy seria. – óyeme bien: NUN-CA.
Akane se asomó del escondite de sus cabellos revueltos y la observó sorprendida - ¿C- cómo? ¿Qué quieres decir?
Su hermana recuperó aquella permanente despreocupación y con la sonrisa de medio lado, se encogió de hombros y colocó la mano sobre el pomo de la puerta a punto de salir del cuarto de Akane.
—Muy fácil. Que lo único que te domine sea el hielo. – Le guiñó un ojo y antes de salir replicó risueña. —y de nuevo otro consejo que te ha salido gratis.
A la mañana siguiente el mutismo había dominado de camino a la escuela.
La boda: aplazada.
Corrían como siempre camino a la preparatoria Furinkan. Un día más como otro cualquiera tras uno de esos periodos de locura frecuentes en sus vidas. Sin embargo, sólo esta vez, permanecían callados como si el hablar fuera algo ajeno, lejano y los gritos por siempre silenciados. Ella sobre el pavimento, él sobre el cerco que rodeaba el canal. El viento seco, hosco y fuerte de Septiembre golpeando sus rostros. Habían pronosticado que se acercaba un tifón por aquellos días. Un acontecimiento totalmente oportuno que conjugaba a la perfección con el humor de Akane Tendo.
De pronto él se detuvo y Akane lo sobrepasó. Akane frenó las puntas de sus pies sobre el pavimento mientras su cuerpo se aventaba sutilmente hacia delante. Sus cortos cabellos oscilaron revoloteando sobre su frente y volteó su cuerpo para encararlo y gritar algo de lo que solía gritar en aquellas ocasiones.
—¿Qué haces Ranma? ¡Corre que vamos a llegar tar…!
Ranma se había agachado de cuclillas sobre la cima de la valla ofreciéndole la espalda a Akane. Parecía perdido entre el cielo y la tierra, entre la corriente del canal y la aspereza de sus dedos que tan serio veía. Su rostro sin duda disipaba tristeza y Akane no pudo sino permitir que aflorara en el suyo propio lo que había estado escondiendo desde la noche anterior.
—Akane. – Dijo en tono prudente sin mirarla. Como si hablara directamente hacia el canal, los pisos de Nerima o a la oscura nubosidad del cielo de la mañana. —No sé si quieres que te diga esto…. Quiero decir, yo-yo no planeé nada. Es decir, yo…. Lo siento. – Dijo al fin.
Ella no contestó enseguida. Se tomó un instante para observarlo. Desde ahí podía alcanzar a ver su espalda, la trenza que rozaba su hombro y un atisbo de su perfil. La claridad de sus ojos en aquel momento se descubría opacada, abrumada a la sombra de sus largas pestañas. Ella se tomó otro segundo para percibir como apretaba los labios. Akane definitivamente no sabía qué pensar, ni cómo tomarse esas palabras, todas esas emociones que la cara de su prometido reflejaba. Lo sentía pero… ¿por qué?
¿Por arruinar el traje que la tía Saotome le había ofrecido y ayudado a vestir?
¿Por ser uno de los responsables de arruinar la boda?
¿Por echarse a atrás sobre lo que ella creyó oír en Jusenkyo? ¿Y si realmente ella creyó oír aquello? ¿Y si lo soñó?
Lo más lógico era que estuviera furioso. Akane debía tomarse un momento: ¿Qué era lo que Ranma Saotome deseaba más del mundo? ¿Por encima de todas las cosas? Una pelirroja se configuró en sus pensamientos. Tener plena consciencia de ello alteró sus sentimientos. Entonces sintió ira.
—No importa Ranma. De todos modos estoy harta de que Los Demás decidan por mí lo que he de hacer. – Deseó que se volteara para observar su reacción. – Yo también siento que perdieras tu agua del Nannichuan.
—Siempre cuando creo que ya la tengo. – Comentó frustrado de espaldas todavía. – Se me escapa la posibilidad de ser un hombre completo entre los dedos.
—Ranma… no le des tanta importancia. Seguro que encontrarás nuevas oportunidades.
- Ha pasado ya tanto tiempo que no recuerdo alguna vez no haber sido chica a tiempo parcial. Y cuando estoy así… y tú…tú… contigo... Por eso ayer cuando vi una posibilidad lo arruiné. Yo lo arruiné y tú… no sé… - Dejó caer los hombros como vencido. - ¿Me entiendes?
Ella se acercó hacia su prometido. No entendía absolutamente nada, la tabula rasa de su comprensión sólo sabía que debía animarlo. Se le acercó palmeando su espalda. Intentó sonreír y adoptar una mezcla de despreocupación y optimismo que suprimiera todas las sombrías sensaciones que a ambos hostigaban.
—Lo entiendo Ranma, deja ya de ser dramático. Después de todo tú sin tu parte femenina no serías tú y...
—¿Dramático? – Él permitió que continuase y saltó de la valla para enfrentarla. - Ahora que hemos estado tan cerca de… ¿Has pensado tan siquiera alguna sola vez en…qué podría pasar s-s-si… en… en... .- Apretó los puños junto a sus piernas y pegó la barbilla al pecho hasta que de pronto escupió:- ¡Mierda Akane! ¿Has pensado tan sólo una vez en algo de ESO? ¡¿Eh pedazo de idiota?!
—¿Qué?- Ella lo miró ofendida y de pronto se sonrojó. ¿Acaso él podía estar pensando en alguna estúpida perversión? El sólo hecho la descolocó. Ella nunca había pensado en nada y mucho menos podía imaginárselo a él pensando en NADA- ¡¿De qué hablas imbécil?! – Espetó.- Estoy harta de tu maldita obsesión con la maldición. ¡Harta!- Levantó los brazos como para disipar su propia desesperación. – Es como si fuera lo único que te importara en el mundo. ¡A ti y a toda esta pandilla de pesados lunáticos!
—¡Maldita sea Akane! – Ahora la observaba fijamente con rabia contenida en sus labios, en sus puños, tras el tinte azul de sus ojos. – ¡Sabes que eso no es verdad!
—¡Sí que lo es! – Se cruzó de brazo y cerró los ojos. Se sentía furiosa, rabiosa, asqueada pensando en todos ellos: Shampoo, Mousse, Genma – Tú y todos Los Demás… tan asquerosamente ruines como para no importarles nada ni nadie por encima de la estúpida cura. Estoy cansada de todo el mundo. – Su ira iba in crescendo. —nadie desaprovecha la oportunidad de pisotear a quien sea por sus propios intereses. ¡No me hagas recordarte lo bajo que has caído en ocasiones, Ranma!
—Es… ¡ESTÚPIDA!- Contestó él reforzando con desagrado cada sílaba. – ¿Tú crees que si fuera lo único que me importara….?
—Ah ¿no? – Akane sentía que su cara estaba roja de la ira. —¿Acaso te importaba ayer alguien más que tú mismo cuando corrías desesperado tras el barril? Destrozándolo todo a tu paso, claro.
—¡M-me he disculpado por ello! ¡¿Cómo te atreves a soltarme esta retahíla de estúpidas acusaciones a tan solo unos días de todo lo que pasó en Jusenkyo?!
—¿Me vas a mencionar lo de Jusenkyo, Ranma? ¿Qué es lo que quieres? ¿Volverte a retractar de lo que dijiste?- Ella lo desafió repleta de inflamable rencor.
— Y-y-yo… ¡Yo no dije nada de eso que tú crees! ¡Tú y tu absurda imaginación!
— ¿Es eso cierto? – Se mostró sarcástica. – ¿Tampoco lloraste porque creías que había muerto? ¿Eso también lo imaginé, Ranma?— El combustible de rabia le daba más fuerzas para retarlo. – Si es así, quizás hubiese sido mejor que mejor que me hubieses dejado morir allí.
- Maldita seas Akane…. - Y en aquel entonces el tiempo se detuvo un poco. Ranma perdió su mirada en el suelo. Los nudillos blancos. La comisura de su labio mordida con rabia. Akane observándolo pudo notar como cierto rubor se apoderaba de sus mejillas. Él así tan furioso, llevado al límite le hizo sentir algo indescriptible. Pero entonces Ranma la observó de vuelta a medio camino entre fulminante fiereza y la determinante burla – Venga ya Akane. Estamos hablando de la ma-ri-ma-cho menos atractiva de todo Japón. Por muy desesperada que estés, ¡yo jamás te diría nada semejante! ¡Jamás! ¡Jamás!
Akane se llevó una mano al pecho porque en ese momento sintió como si algo se hubiera resquebrajado en su interior. Esa sensación le era tan conocida, tan familiar…De nuevo una y otra vez ella siempre terminaba siendo dañada y se preguntaba por qué. Siempre ella. Así que permaneció indecisa en aquel intervalo de tiempo. De algún modo sintió la estúpida estasis: el congelamiento del tiempo. Siempre decían que el dolor era ineludible, sin embargo el sufrimiento era una opción. Pero y entonces… ¿Lo golpearía de nuevo? ¿Dejaría que afloraran las lágrimas que ahora se amontonaban quemando el interior de sus párpados? ¿Saldría huyendo de nuevo para que él no viera su compungido rostro bañado en lágrimas? No. nada de aquello. No más comportamientos infantiles. El sufrimiento era algo opcional.
—¿A-akane? ¿No piensas golpearme?
La sorprendida voz de su prometido pareció expulsarla de ese extraño trance. Akane vio que la observaba desconcertado. E intentó concentrarse en el hielo. El frío. El viento. El cielo poblado de nubes oscuras. Así debía de ser. Akane levantó la barbilla hacia el cielo y sintió que un fortísimo viento despeinaba sus cabellos, borraba de un golpe su tristeza y elevaba el borde de su vestido por encima de sus rodillas. Una inesperada gota de lluvia resbaló desde su frente a su barbilla. Parecía avecinarse el dichoso tifón. Era apropiado porque arrastraría el estúpido dolor. El hielo se llevaría el dolor.
—¡Vamos Akane! ¡Golpéame! – Lo desafió mientras adoptaba la guardia. – ¡Golpéame de una maldita vez Akane, diablos!
Akane sin embargo lo ignoró y comenzó a caminar hacia el lado opuesto.
No más comportamientos infantiles. Ya había soportado suficientes insultos, desprecios y sufrido en silencio todo aquel daño imperdonable. Esto era demasiado. Por encima de los sentimientos que ella creyó vivir, por encima de la vida y la muerte. El hielo. El juego. El fin.
Acogiéndose al hielo se marchaba. A la suave templanza del gélido escudo que se esforzaba por forjar alrededor de su corazón. No más lágrimas. No más huidas apresuradas. El paso era lento pero decidido. No más reproches. A partir de ahora solamente la verdad.
—Cobarde. Sin ningún valor para...- Alcanzó a decir cuando ya se había alejado algunos metros. No se dignó a mirar hacia atrás. - Y tú que dices querer ser un hombre completo y eres el más cobarde de todos los que conocí. Aunque llegaras a curarte de tu maldición… Seguirías siendo medio hombre. Un adolescente miedoso. Un hombre cobarde a tiempo completo.
Se negó observar la reacción de él a sus palabras. Se sentía fría como un témpano de... Pensó que todavía estaría esperando que lo golpeara como en multitud de ocasiones. Quizás simplemente estaba tan dolido por haber expuesto en el reproche sus puntos débiles, (su hombría y su valentía), que bien pudiera estar ya a metros de distancia. Lo imaginó saltando como un energúmeno sobre los tejados de la ciudad. De cualquier forma, Akane Tendo no pensaba averiguarlo, puesto que la rabia del momento impulsaba sus propios pasos lejos de allí y su gran testarudo orgullo le impedía volver la vista atrás. Por todo ello cuando sintió aquel roce sobre su muñeca se sorprendió tanto. Primero fue un roce. Después una sacudida, un aferramiento que tiró de ella con tenacidad hasta que le obligó a mirarlo a la cara.
A la par, viento comenzó a agitar todo a su alrededor. Era tan fuerte que la mayoría de las ventanas y puertas de las casas comenzaron a moverse y chocar con violencia. Objetos varios salían despedidos a través del cielo. Placas y maderas se desprendieron de casas cercanas chocando estrepitosamente contra el asfalto, los coches aparcados o contra cristales de ventanas. Sin embargo todo ello no le había conseguido distraer del oscuro flequillo rebelde que con el que el viento jugaba. Sus ojos azules brillaban de rabia, combustionado en una violenta sed de venganza, clavándose en ella como si fueran puñales anhelantes de piel.
—Tú… ¿De verdad piensas eso de mí, Akane?
—Yo...- La repentina furia de sus ojos, la mano que quemaba en su muñeca y la grave seriedad de su rostro no dejaron pensar a Akane. El viento azotaba con potencia todo a su paso. Otra gota de lluvia cayó y resbaló esta vez por la mejilla de Ranma. No más insultos infantiles. Sólo la Verdad - ¡Es lo que me has demostrado a Mí, Ranma! ¡Puedes enfrentarte y vencer a cualquiera! ¡Pero nunca has tenido el mínimo valor para….!
Indeliberadamente Ranma atrajo su muñeca hacia él con rabia. Tanta rabia que hasta que su espalda colisionó con violencia contra la fachada del edificio. Aquello le lastimó. Después ambas manos cercaron cada lado de su cuerpo dejando a Akane sin escapatoria. Aquello le hizo temblar. Ranma la observaba tan intensamente que no supo qué hacer. Sin idea de si su rostro denotaba furia, ira, frustración, rabia o resarcimiento. Sus ojos eran tan opacos que el azul se había diluido en una resentida oscuridad y sin pestañear, sin vacilar, se dirigía hacia ella desbordando tantos sentimientos contenidos. Demasiados como para poder descifrarlos.
- ¿Q-qué qué crees que haces, Ranma?
Tomó entre sus rudos dedos la nuca de ella y, arañando su piel de fuerza con la que la aferraba, se tomó el atrevimiento de aproximarse mirando la boca de Akane, enardecido a probar sus labios. Otra gota. Estaba tan cerca que aquello rozó el límite de la demencia. El aliento de él… Se mezcló con su propio aliento. Fue tan brusco y rudo que fue hasta grotesco. Y sintió de nuevo el tiempo congelado. Uno sólo. Un milímetro más y Ranma le hubiera robado aquel beso. Sin embargo la gota que cayó aquella vez fue seguida de muchas otras más. Y tras la inevitable transformación, era Ranma en forma de mujer el que la miraba con furia, avidez, resentimiento. Apenas un milímetro para rozar sus labios. De pronto Akane pudo interpretar toda la desesperación contenida en los ojos turquesas que ahora la enfrentaban desde la misma altura. Efectivamente lo que aquellos ojos destilaban no era más que desesperación. Ranma desesperado en bella y transparente forma de chica, no se tomó más de un segundo en romper el momento. Se dejó caer un paso hacia atrás imponiendo distancia. El gesto que portaba era de decepción. El cabello rojo comenzó a tapar su mirada y el horror asomó apoderándose de su boca. Entonces, sin tan solo mencionar una sola palabra emprendió la furiosa huida a saltos a través de los tejados de Nerima.
Akane quedó sola. Y mientras el vehemente viento y la estrepitosa lluvia jugaban con su solitaria figura.
Después de mil años puff parece una eternidad... He retomado mi afición a la lectura de fanfics de Ranma y me he puesto en marcha en un nuevo proyecto. Esta vez será algo más romántico y menos dramático de lo que acostumbro a escribir, en un estilo más relajado y simple. Y esto lo escribo por si alguien de los que leían mis historias sigue por aquí aunque lo dudo mucho :)
Espero que os guste esta historia tanto como a mí me está gustando escribirla.
Abrazos
