Este fic es una continuación de la segunda parte (el cofre del hombre muerto) aunque echándole mucha imaginación…

No moriré siendo engullido

Capítulo 1: Orgullo de pirata.

"No moriré siendo engullido por esta mala bestia, para matar al capitán Jack Sparrow es necesario mucho más." Esos fueron los últimos pensamientos que pasaron por la cabeza del pirata segundos antes de que el Kracken lo sumergiera en la más absoluta oscuridad.

Después sintió como si le faltara el aire y la cabeza no paraba de darle vueltas. No era capaz de abrir los ojos por temor a lo que pudiera ver si lo hacía. Se sentía húmedo y mal oliente (más de lo habitual, que ya era decir) y sin embargo… seguía vivo o al menos eso le parecía de momento.

Un dolor agudo y punzante le recorrió el brazo izquierdo, cosa que le hizo pensar que se había clavado uno de aquellos dientes como sables que habitaban dentro del pulpo esperando despedazar a cualquier presa. Todo fue más rápido de lo que había esperado y en sus oídos se mezclaban los fuertes murmullos del mar y los quejidos del barco, de su amada Perla Negra, al resquebrajarse bajo el peso de los enormes tentáculos de la bestia marina. Y de pronto se hizo el silencio… Pensó que quizá estaba muerto pero alguna cosa le obligó a pensar que no se trataba de eso. Notó como su cuerpo caía al vacío y sin tener siquiera tiempo de reaccionar chocó contra algo duro y se desmayó.

Voces. Eso era lo único que llegaba a distinguir su cansado cerebro del lugar en que se hallaba. Notaba el peso de todo su cuerpo y el brazo malherido le ardía dolorosamente. En aquellos momentos de absoluta confusión, su mente se debatía en un intento por descubrir lo que le estaba pasando. ¿Estaba muerto o seguía vivo?

Luchó con todas sus fuerzas y al fin consiguió abrir los ojos. Estaba tumbado en posición fetal sobre un frío y duro suelo de piedra, bajo una escalera de hierro, donde apenas llegaba una tenue luz amarillenta. Tenía los músculos agarrotados y por ello le costó muchísimo sentarse y observar a su alrededor.

El corte del brazo estaba manchado de su propia sangre reseca, y seguía sangrando lentamente, así que se arrancó la manga de la camisa para tapar la herida. Sacando la cabeza de su "escondite" descubrió que se encontraba en una gran construcción, en la que centenares de personas paseaban por todas partes charlando animadamente.

Nadie reparaba en la presencia de Jack pese a estar magullado y a sus ropas extravagantes, y él pronto descubrió el porqué. Algunas de las personas tenían una apariencia muy extraña, demasiado raras incluso para el pirata: chicas con orejas de gato, hombres con grandes espadas hechas de madera, gente con alas en sus espaldas, e incluso le pareció ver a un niño de unos tres años con una melena rizada de color verde.

Un grupo de niñas ataviadas con las faldas más cortas y extrañas que jamás hubo visto se paró cerca de él permitiéndole escuchar parte de su conversación. Llevaban los párpados pintados de blanco, cosa que los hacía destacar porque ellas eran de piel morena. Hablaban su mismo idioma, eso sin duda, pero usaban una jerga extraña e indescriptible.

"- ¡Aún me parece increíble haber conseguido el primer manga de Fullmoon en español- decía la más cercana – o sea, es que pensaba que este día no llegaría nunca! Aunque para mi gusto hay demasiados otakus y el salón se está quedando pequeño. ¿Porque no nos piramos a comprar merchandising? He visto unos stands con llaveros de Inu-yasha súper cucos."

Todavía asimilando lo que captaban sus oídos empezó a reflexionar sobre lo ocurrido. Para empezar no sabía donde estaba, aunque algo era seguro: estaba vivo. Necesitaba salir de aquel edificio y dirigirse a algún lugar más silencioso y menos concurrido donde poder descansar y pensar tranquilamente.

Intentó escabullirse entre la multitud, e incluso tuvo tiempo de aprovecharse en las zonas de más concentración para tocar el trasero disimuladamente a más de una chica despistada que pasaba por allí. Al menos lo tranquilizó pensar que al fin y al cabo él seguía siendo la misma persona, y no había cambiado ni lo haría por nada del mundo. Por suerte aquellas muchachas no se dieron cuenta de nada y pudo pasar bastante desapercibido.

Había tanta gente que incluso chocó sin querer contra una parejita que estaba la mar de acaramelada y rompió su atmósfera romántica interrumpiendo un largo y apasionado beso. El pirata se sorprendió porque aquellos chavales no parecían tener vergüenza alguna, sino no habrían estado besándose de aquella manera en un lugar tan abarrotado. Se disculpó un tanto avergonzado, pero luego miró al chico con ojos desorbitados: ¡Llevaba la misma ropa que él!

Incluso había conseguido imitar los más pequeños detalles. La única diferencia era que el atuendo de Jack dejaba mucho que desear en aquel momento, porque estaba casi todo hecho jirones. El joven también lo observó con cierta curiosidad, y luego se dirigió a él para hablarle mientras mostraba una pícara sonrisa que ni el mismísimo Casanova la habría hecho mejor, cosa que hizo enfadar un poco al corsario porque él había inventado aquella sonrisa para hacer caer a sus pies a innumerables damas.

- Bonito cosplay, pero un poco estropeado… ¿Nos hacemos una foto los dos juntos?- Y antes de darle tiempo para contestar se acercó a él poniéndose a su derecha y le ofreció un pequeño utensilio a su chica.

De aquella cosa apareció una luz que cegó al pirata por un momento, y su cara no pudo mostrar más asombro. Sin poder contenerse huyó de allí gritando y corriendo de una forma un tanto cómica que provocaba que todo el mundo se girara a mirar para después reírse.

Mientras se movía casi en círculos entre la gran marea de gente, no paraba de escuchar como pronunciaban su nombre y se preguntó si realmente era posible que toda aquellas personas tan extrañas lo conocieran. Durante algunos momentos volvió a ver haces de luz que surgían a su paso de más objetos extraños parecidos al que tanto lo había atemorizado. Cuando por fin se cansó tanto que tuvo que sentarse, pudo pensar más pausadamente mientras la gente lo miraban y hablaban de él, y entonces se le ocurrió una idea.

Vigiló a la pareja desde lejos y cuando vio que se separaban se fue hacia el chico sin levantar sospechas. Lo siguió hacia una habitación contigua vacía, que luego se dio cuenta de que eran los baños.

Mientras observaba como el joven sacaba agua de un grifo un tanto extraño para Jack, se decidió completamente a hacer aquello que había planeado pocos minutos antes. Deseando que el muchacho no reaccionara a tiempo para esquivarlo, el pirata lo golpeó en la nuca dejándolo sin sentido. Después lo arrastró a uno de los lavabos y cerró con el cerrojo. Cambió su ropa desgastada por la nueva del chico y luego salió arrastrándose por el espacio de debajo de la puerta dejando adentro el cuerpo aún sin consciencia del joven.

En aquellos momentos pensó que pasar hambre de vez en cuando tampoco era tan malo, puesto que si hubiese estado un poco más relleno no habría podido pasar por allí. Se acercó a los lavamanos dispuesto a asearse, y aún suerte que recordaba como el muchacho había sacado agua, porque si no por él mismo nunca lo hubiera conseguido.

Si el chico despertaba dentro de unos minutos aún tenía un precioso y valioso tiempo para escapar de allí y salir airoso de la situación. Un poco más calmado se dirigió hacía la salida del edificio sin muchos problemas, a parte del hecho de que una mujer histérica casi lo mataba a abrazos y besos diciendo que se parecía mucho a Jack Sparrow y que ella era una gran fan del personaje.

El pobre se quedó un tanto sorprendido por aquella actitud, pero no quiso darle muchas más vueltas y simplemente se escabulló de allí en cuanto le fue posible. Al fin y al cabo todo lo de aquel lugar le había parecido raro desde el principio, así que si en aquellos momentos hubiese aparecido una vaca voladora, no habría mostrado ni la más insignificante muestra de admiración. Estuvo seguro de que en el caso remoto de que aquello ocurriera, él lo primero que haría seria disparar a la vaca y cocinarla, porque se moría de hambre.

Así que sin más ni más le robó a un par de personas lo que estaban comiendo distrayéndolas un poco, y luego salió por fin al exterior y recibió los rayos del sol con alegría.

Sin poder evitarlo, en su rostro se dibujó una cálida sonrisa al comprobar que al menos algo seguía igual que siempre y no había cambiado. No creía en los dioses, pero algo le estaba obligando a cambiar de parecer. Sin duda todo lo ocurrido debía ser obra de alguna gran divinidad.

El seguir con vida después de encontrarse con el Kracken cara a cara no podía ser nada más a parte de un milagro. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz diurna, un grito de exclamación casi mudo escapó de su garganta, causado por lo que veía. Una especie de carruajes de hierro que emitía extraños sonidos transportaba a la gente sin necesidad de que los arrastrara un caballo. A cada paso que daba descubría nuevas y emocionantes cosas.

En un arrebato de incredulidad por lo que encontraba en su camino, le dijo a cada una de las personas que caminaban por allí lo magnifico que le parecía todo, a lo que el resto respondieron con miradas de "este hombre se ha vuelto loco".

Jack cada vez encontraba todo aquello más intrigante; la gente miraba aquellas cosas como si para ellos fueran lo más normal del mundo. Y además los gritos del pirata provocaban que todos se cambiasen de acera para no coincidir con él. Aunque a él tampoco le importaba mucho: iba demasiado distraído con otras cosas como para fijarse en eso.

Tras caminar durante un rato se fijó en que las vestimentas de allí donde solo Dios sabía que se encontraba también eran muy diferentes a las suyas. Lo que más gracia le hizo fue la poca ropa con la que caminaban las jóvenes damas por las calles más concurridas y el hecho de que la gran mayoría iba con pantalones.

No sabía si aquellas mujeres eran o no de dudosa reputación, y más de una vez estuvo tentado de pedirle a alguna que le hiciera compañía. Sobre todo a unas que llevaban la cara muy pintada y debían serlo sin duda según el pirata, pero el simple hecho de no llevar dinero encima le obligó a quitarse la idea de la cabeza.

Pasada la euforia del momento empezó a preocuparse. Pensó en la forma de descubrir donde se encontraba y lo mejor que se le ocurrió fue preguntarle a alguien, por muy simple que pareciera. Y además estaba el hecho de que ni Will ni Elizabeth sabían que seguía vivo. Aunque en aquellos momentos no le alegró demasiado pensar en ellos después de lo ocurrido en su último encuentro.

Sobre todo cuando recordaba a Elizabeth casi deseaba haber muerto en manos del pulpo, porque no estaba seguro de cómo reaccionaria ninguno de los dos si por alguna remota casualidad volvían a verse. Y encima estaba expuesto al peligro de que Will se enterara y le cortara la cabeza literalmente. Así que temiendo un poco por su vida fue a hablar con un hombre de aspecto autoritario que estaba parado delante de muchos de aquellos extraños carruajes dándoles paso y controlando. Tuvo que parar el tráfico de repente porque Jack se dirigió hacia él sin mirar a los lados y estuvieron a punto de atropellarlo.

- ¿Pero que demonios está haciendo? ¿Es que no se ha percatado de que podrían haberlo matado?- Le recriminó el hombre nerviosamente haciendo aspavientos con los brazos; el pobre era ya bastante mayor y parecía fatigado con tanto trabajo.

El pirata no se habría dado ni cuenta de no ser porque aquellos trastos empezaron a hacer mucho ruido y a pitar estruendosamente, así que se puso al lado del guardia lo más rápido que pudo para intentar hablar con él mientras se tapaba los oídos. Cuando todo cesó, se decidió al fin a preguntar, aunque no estaba muy seguro de que el hombre le escuchara porque no parecía prestarle la más mínima atención.

- Esto… Disculpe… Necesito que me aclare algunas cosas…- Empezó a hablar- Si fuera usted tan amable de decirme donde me encuentro, se lo agradecería mucho.

Iba a volver a preguntar cuando por fin él se giró y contestó.

- Pues ahora mismo se encuentra frente a la "farga del Hospitalet". Y por lo que veo- dijo fijándose en la ropa de Jack- va buscando el salón del manga, ¿no es cierto? Si es así ya ha llegado, es este edificio de delante.

Acto seguido señaló el lugar donde Jack había despertado. El pirata no quedó para nada conforme con la explicación, así que volvió a intentarlo más concretamente.

- En realidad me refería a si podría decirme en que región me encuentro… De una forma más general.

El hombre lo observó totalmente extrañado y sin disimulo alguno miró a Jack de pies a cabeza como intentando descubrir si se trataba de algún loco o bromista, aunque igualmente decidió contestar.

- Pues estamos en Barcelona- pero viendo que Jack levantaba una ceja siguió- en Cataluña…- La cara del pirata no cambió y el hombre se empezaba a enfadar- en España.

Al fin la cara de Jack se iluminó al escuchar un nombre conocido. Dio las gracias al hombre y se marchó con cuidado de no cruzarse en el camino de alguno de esos "coches" que había dicho el guardia. Entonces se le ocurrió que tampoco estaba tan lejos de su casa. Aunque jamás se hubiera imaginado que al otro lado del océano tuviesen tecnologías tan avanzadas.

Pensó que para regresar junto a su tripulación tan solo tendría que llegar a la costa de España, conseguir un barco y navegar hasta el Caribe.

Al menos eso era mucho más tranquilizador que imaginar que se encontraba solo y perdido en un lugar recóndito de la tierra del que nunca había oído hablar. Aunque como mínimo la gente de allí hablaba su mismo idioma, no quería ni pensar en la cantidad de problemas que habría tenido de no haber sido así.

En aquellos momentos una brisa fresca le recordó que pronto llegaría el atardecer, así que decidió buscar un lugar donde poder pasar la noche. Caminó y caminó sin conseguir nada, y cuando al fin cayó rendido se encontraba en un callejón solitario. No le iba a pasar nada por dormir una noche de verano a la intemperie, y menos en un lugar tan cálido.

Así que se acomodó, y deseando reencontrarse con los suyos se acabó durmiendo. Creía que el hecho de estar en España solo sería una aventura más que contar a su regreso. El pobre Jack no podía imaginar lo equivocado que estaba sobre eso.