Porque InuYasha jamás llegó por ella. Prometió buscarla y nunca volvió.
Disclaimer: 犬夜叉 (Inu-Yasha) pertenece única y exclusivamente a Takahashi Rumiko.
Advertencia: Fic con escenas no aptas para todo público. Si crees que puede hacerte daño, por favor abstente a leer.
—Soledad—
Capítulo primero partícipe en
[La lista de los fickers malditos: Mes del terror, en ¡Siéntate!]
[Horror/Angst]
[Drabble]
«Kagome, Kagome…»
Sus ojos se abrieron con lentitud, sin necesidad de acostumbrarse a la escasa luz de la habitación debido a la cantidad de drogas que era obligada a consumir día a día.
Las blancas y acolchadas paredes eran lo único que tenía a su alcance además de ella misma en ese lugar. No podía siquiera moverse, se ponía en pie con costo debido a que sus brazos no podían ayudarla a sujetarse.
No distinguía los colores ya, hacía mucho que solo veía el color blanco.
Sus ojos estaban secos, ya no podía llorar siquiera.
«Eres como un pájaro en una jaula…»
Se había quedado sin voz varios meses atrás, cuando su garganta no pudo con sus propios gritos desgarradores.
Había olvidado todo lo que sabía. No recordaba si había tenido una familia antes de estar ahí, su cerebro había sido completamente manipulado. El único recuerdo que jamás pudieron borrar fue el de él.
—Siempre voy a protegerte.
¡NO!
«Nunca podrás ser libre…»
Abrió la boca, intentando gritar y llamar a quien debía ser su salvador, pero ningún sonido salió de la misma, tan solo su seco respirar.
Pataleó, se removió y convulsionó con desesperación, sin sentir dolor alguno debido a la seguridad del lugar.
Quería estirar los brazos y golpear algo, quería gritar, quería salir de allí, quería que él viniera por ella.
La camisa de fuerza le impidió cualquier movimiento que intentó hacer con sus brazos y sintió los ojos arder pero sin ser capaces de liberar una sola lágrima.
¡No!
Su interior gritaba, lloraba y sollozaba escandalosamente, pero en ese lugar nadie podría oírle, ni siquiera ella misma.
— ¡No hay forma en la que te deje sola!
Un grito seco fue todo lo que pudo emitir, un grito casi inaudible. Una lágrima seca cayó de su ojo derecho, no alcanzando a llegar siquiera a la mitad de su mejilla.
Porque InuYasha jamás llegó por ella. Prometió buscarla y nunca volvió.
Él la había abandonado y había permitido que se la llevaran a ese lugar, ella alegó tanto que él llegaría que la creyeron loca.
¡InuYasha!
E hizo lo único que podía hacer, lo único que le daba la libertad su maltrecho cuerpo.
Se mordió el labio con desdén hasta sentir la sangre brotar y continuó hasta que pudo sentir el dolor.
Porque tampoco sentía eso, solo sentía el sufrimiento de su atormentada alma que luchaba por ser liberada.
Su cuerpo, de pronto, cayó inconsciente al mullido suelo como si fuera tan solo plomo pesado.
—La paciente 153 tuvo una crisis.
Y dejó que la droga le recorriera la sangre y albergó la esperanza en lo poco que le quedaba de raciocinio, en el lugar más profundo de su mente.
Porque lo único que aun recordaba era a ese hombre prometiéndole cosas que jamás cumplió y que jamás cumpliría. Pero sus destrozados sentimientos y su seco corazón añoraban aun por él. Ella aun añoraba por él. Lo añoraba a él.
— ¿Te quedarás conmigo, Kagome?
Continuará…
