Después de ver las primeras dos partes de "La Casa de Papel" tuve que escribir un fin más satisfechando... Aún no sé si voy a continuar esta historia; depende de vosotros ;)

- Todavía busco a un betareader que sea un hablante nativo del castellano (porque yo no lo soy). -

- I'll probably upload an English translation of this story soon. -


Respirar. ¡Respira!, coño. Sintió el calor. El calor que estaba extendiéndose en su cuerpo. Vi masas negros inclinándose sobre él.

- Hola, les saludó y sonrió.

- Necesitamos a un médico, Suarez gritó en su walkie-talkie.

- ¿Ahora que sí permitáis médicos dentro? Berlín río. En este momento se enteró de que Ariadne todavía estaba sollozando silenciosamente al lado de él. Ella estaba recostado contra la pared y le miraba. Era la primera vez que él pudo interpretar su cara corectamente: ella tenía miedo. Culpa. Asco.

Asco.

Esto era lo que él sintió. Realizó que asco era la primera emoción que sintió desde hace la conocía. Ni afección, ni amor. Ella le había convertido en algo que nunca había querido ser. En el monstro como cual la policía le presentó al público. Un monstro que violaba a las mujeres. Siempre había tenido sus límites. No eran las mismas límites que otros ladrones tenían. No era un límite como no matar o no torturar. Sino no violar. No forzar a la gente. No forzar a nadie. Lo único que pidió de la gente era que le respetaran. Y Ariadne le había hecho cruzar este límite.

- Sabes, Ari, es tu culpa. Tú misma decidiste. – Sonrío y río, y su risa se convirtió en tos. La sangre chorreó de sus heridas.

- Llévadla fuera, Suarez gritó a sus hombres. Uno de ellos cogió a la chica y le subió. Ella empezó a lorrar más fuerte.

- Fuiste tú que dijo que sí, Berlín jadeó. – Nunca te atreviste decir que no. ¿Cómo lo hubiera podido saber? Pensaste que te iba a matar. ¡Pero qué no! Nunca iba a hacer esto. Nunca era el plan. Tú nunca fuiste el plan. Fuiste tú quien me hizo hacer estas cosas. ¡Fuiste tú! – Terminó gritando y tosiendo hasta que no pudo más. Estaba perdiendo demasiado sangre.

Cuando Ariadne había salido de su vista, los médicos llegaron. Le pusieron vendajes. Aplicaron presura a las heridas.

- Qué no. ¡Qué no!, gemió Berlín.

Pensaban que tenía dolor. Fue así, pero fue tolerable. Siempre había considerado el dolor tolerable. Era la única forma de sentir. Lo que no consideró tolerable era que le atendaron. Quiso morir. Quiso morir para algo. Para alguien. Quiso dar importancia a su muerte. Morir para una causa. Morir para la visión de su hermano. Morir ser bueno. Algo que nunca ha aspirado. Morir por sus compañeros. Algo que nunca ha expectado. Morir por su hermano. Morir por el amor. Algo que nunca ha entendido.

Y con este sentimiento, su vista se convirtió negro.


¿Queréis que continue? Por favor, escribadme lo que penséis y también correcturas. No soy hablante nativa.