Una vida llena de recuerdos

Los personajes no me pertenecen.

Trama

Rakelluvre

Betas

Sarobari

Lillian McCarty P

Miry Alvarez

Ludwika Cullen

Soudtrack - The reason (Hoobastank)

Por Bella Rocio.

Bienvenidos esta es la tercera temporada del fic Por amor.

Capítulo 1

Una nueva vida

Llegué a una residencia de clase media. La casa era blanca, aunque su pintura se mostraba un poco desgastada. Subí las escaleras que conducían a la puerta y di tres toques. Entonces la puerta fue abierta por un hombre joven muy parecido a mí. Sus ojos verdes del mismo tono que los míos me evaluaban, tanto como los míos a él. Entonces dijo:

—¿Edward Cullen?

—Si —respondí desconcertado. ¿Por qué sabía mi nombre?

—Si estás aquí, es porque ya sabes la verdad, ¿o me equivoco? ¿He hablado de más?

—No. ¿Quién eres tú? —le pregunté entrecerrando los ojos.

—Soy tu hermano. Pasa, volverás loca a mamá —di un paso pero al momento colocó su palma en mi pecho deteniéndome—. Sólo te advierto, que si has venido a juzgarla y a portarte como un idiota, ni te molestes en entrar. A menos que quieras que te eche a patadas —sonreí a la vez que negué con la cabeza de un lado a otro.

Mi hermano me llevó hasta la sala y me señaló el sofá para que tomara asiento. Así lo hice, y sin decir nada salió de la habitación. Observé a mí alrededor, la casa parecía pequeña, los muebles estaban algo desgastados, el librero donde se encontraba la televisión tenía una fotografía que al instante llamó mi atención. Me puse de pie y fui hasta allí para tomarla entre mis manos. Era yo, en mi cumpleaños número seis. A mi alrededor estaban mis amigos del colegio; frente a mí, estaba un enorme pastel. Todos llevábamos puestos nuestros gorros de fiesta. Esme estaba detrás de mí, del lado derecho y Carlisle del lado izquierdo. Alice se encontraba en brazos de mi padre. Todos sonreíamos.

—Cada vez que estaba a punto de salir por esa puerta, y correr hacia ti para decirte la verdad, miraba esa foto para convencerme de que eras feliz con tu familia y que hacía lo correcto —habló una mujer a mis espaldas.

Cuando me giré para enfrentarme a aquella persona, me quedé sorprendido al ver a Elizabeth. Era hermosa y mis facciones eran parecidas a las de ella. Su cabello cobrizo y ojos verdes, era nuestra característica particular.

—Gracias. Por hacerte a un lado por mi propio bien y mi felicidad. Me diste una buena vida, una gran vida —al verla llorar, supe cuán difícil debió ser para ella haber renunciado a mí.

Ese fue el primer encuentro con la mujer que me dio la vida, pero fue el más significativo, porque aprendí que si en verdad amas a las personas, debes hacer lo correcto dejando a un lado tu egoísmo.

La visitaba todos los viernes; ella me hablaba de su vida, de sus padres, sus amigos de la infancia, me contaba anécdotas y finalmente de mi progenitor, nunca supo más de él. Me mostró la única fotografía que tenía de ese hombre. Hoy doy gracias a la vida por no parecerme a él físicamente. En realidad me parecía más a mi abuelo Anthony, de ahí mi nombre, y aunque lo detesto por haberme abandonado en un orfanato, alejándome de mi madre Elizabeth, porto su nombre, porque fue mi madre quien me lo puso, para siempre tener algo que me ligara a ella. Me habló de su esposo Ethan Reader. El hombre que la ayudó a buscarme, el padre de Seth.

Ella nunca me preguntó el por qué la había buscado, pero si había notado mi forma de actuar un tanto extraña. Siempre nervioso, mirando a través de las ventanas. Hasta que un día al fin me preguntó.

—Has mirado por esa ventana más veces hoy, que otros días. ¿Quién está siguiéndote?

—Nadie —le respondí tajante, soltando la cortina para volver a tomar a siento frente a Elizabeth.

—Negar los monstruos que atormentan tu alma no te servirá de nada. Sólo vivirás aterrado el resto de tu vida —me dijo, y tenía razón. No podía pasarme la vida entera huyendo, porque ese no era yo.

—Me secuestraron —le dije, decidiendo desnudar el alma, como lo hizo ella conmigo.

—Lo sé —respondió tranquila.

—¿Qué?

—Seth trabaja en el departamento de policía. Tu comportamiento le extrañó, por lo que te investigó. Para todo el mundo tú estás desaparecido.

—No debería estar aquí, yo… lo siento los he puesto en peligro y…—me sentía culpable, y no culpaba a Seth por investigarme, cuando yo no les hablaba jamás de mi.

—No tienes a donde ir. Comienza una nueva vida, comienza aquí —me ofreció, y mi corazón sintió calidez por primera vez, después de casi un año.

Comencé a llorar; era cierto, nadie podía saber de mí, y ella mi madre, me abría los brazos para comenzar de nuevo. Me negaba a portar el nombre de Anthony, por lo que en mi nueva identidad, mi nombre es Ethan Anthony Reader Masen. En nombre del hombre que me encontró y que gracias a él hoy tengo un nuevo hogar.

Mi hermano Seth era un chico agradable, pero muy temperamental cuando se trataba de competir por el amor de nuestra madre. Celos, eso era lo que él me tenía y no lo culpaba. Alguna vez yo llegué a sentir ese sentimiento por causa de Alice. No era lo mismo un hermano que una hermana. Pero aun así he llegado a amarlo.

Durante estos cuatro años estuve lejos de ella, Isabella. Jane me enviaba fotografías en las que aparecía físicamente llena de vida, estaba hermosa, repuesta, pero su mirada aún era triste. Cada día que pasaba para mí era una tortura, impidiéndome a mi mismo no mandar al demonio todo e ir tras de Bella. Pero el saber que podría perderla por manos de Eleazar o sus socios, me detenía en este lugar.

Pasó el tiempo, los negocios no podían seguir estancados, al fin el día en que ella debía volver llegó. Ella debía parar mi búsqueda, tenía que tomar las riendas de su vida y de lo que ahora era suyo. Eleazar la obligó a volver.

Desde que había regresado me convertí en su sombra, la seguía a todas partes. Cuando la veía con Emmett, ardía en celos y la furia se apoderaba de mí. Pero ¿qué podía hacer? Estaba muerto para ella y para todos. Por su bien y por el mío. Durante este tiempo trabajé en mi cambio de imagen, sólo por si era necesario acercarme a Bella y a mi familia, o por si algún día me llegara a topar con alguien conocido. Me sometí a un cambio de imagen con un cirujano plástico, sólo realizó los cambios necesarios para parecer otra persona muy parecida a mi anterior imagen. Cuando estuve secuestrado rompieron mi nariz, por lo que mi estructura ósea se modificó. La cicatriz de mi ceja y otra de mi labio inferior también las dejaron. Oscurecieron mi cabello y depilaron las cejas, por último, tenía que utilizar lentillas cambiando mi color de ojos. Ese fue el cambio físico, pero el emocional y mi comportamiento, fueron la transformación más difícil. Opté la personalidad inmadura, manías y lenguaje corporal de mi hermano Seth, dándole vida a Ethan, si no quería ser descubierto debía ser cuidadoso.

Hombres contratados por Eleazar comenzaron a seguirla. Entonces decidí entrar en su vida y mantenerme cerca. Cuando me presenté ante ella por primera vez, perdí el control y fui más allá de lo permitido, besé su mano, quería sentir de nuevo su piel bajo mis labios. Ella por supuesto se molestó, cuando salí de su oficina sonreí, ella no me había reconocido, lo que me beneficiaba porque podía conquistarla sin las sombras de un pasado tormentoso. Lo único malo y tedioso fue haber tenido que aceptar el caso de Rose. No puedo negar que sentía mis entrañas removerse al saber que había sido golpeada por su esposo. No eran celos ni mucho menos amor, pero después de todo ella era una mujer y de tan sólo pensar que Bella pudiera toparse con una alimaña como Paul, me carcomía el alma.

Continúe siguiéndola a todas partes, cuando preparé junto con mi confidente y amiga Jane el plan para verla en el Bar, hablé de mí, lo más sincero que pude. Había estado enamorado y la perdí, ella no supo que yo hablaba de ella. Tenía un hermano y una hermana, Leah no lo era de sangre pero si de pena. Vi morir a su prima frente a mí. Ella me vio sufrir por no tenerla a mi lado.

El plan había sido embriagarla y llevarla conmigo. No falló y terminamos en mi departamento. Me partió el corazón verla sufrir por mis actos anteriores, tanto que desee poder decirle que era yo. Tenía tantas ganas de hacerle el amor, que tuve que utilizar todo mi autocontrol para poder negarme a sus avances.

Ella estaba tumbada en la cama, dormía plácidamente con mi playera puesta, sus piernas desnudas me invitaban a acariciarlas. No era un príncipe azul, simplemente un hombre deseoso de la mujer a mi lado. Todo era tan tormentoso, yo parecía un alcohólico con la botella de licor frente a mis ojos, a tan sólo centímetros para poder tocarla y beber de ella. Bella era el licor. Olí su cabello y le susurre al oído:

"Déjame amarte. No quiero causarte daño. Hoy recuerda cuanto te amé al principio y cuanto te amo ahora. Permíteme darte lo que un día tú me diste, dame una oportunidad para amarte"

La besé suave y con ternura. Después me levanté de la cama antes de que perdiera el control y terminara seduciéndola.

A la mañana siguiente jugué con ella como nunca antes lo había hecho, cuando fuimos novios o aun después de estar casados. Esta nueva Bella, este nuevo yo me gustaban, era como volver a un inicio en el que te volvías a enamorar por segunda vez de la misma persona.

Mi señora Cullen.

…..

—Feliz aniversario, mi amor.

Su mirada era incrédula y llena de dolor. No podía soportarlo por más tiempo, mucho menos ahora que sé que no me ha olvidado. Que me sigue amando a mí, a Edward.

—¿Edward? —me preguntó con voz entrecortada.

—Si, todo este tiempo siempre fui yo —le respondí, sin perder el contacto visual de su mirada a través de nuestros reflejos en el espejo. Ella se giró. Frente a frente, llevó su mano derecha a mi rostro intentando descifrar qué modificaciones había sufrido. Lo acarició con ternura, al fin reconociéndome. Yo sólo me dediqué a sentir su suave caricia con los ojos cerrados. Me sentí perdido cuando ella de un momento a otro se alejo de mí.

—¿Por… por qué? Me has engañado —afirmó.

—¡No!

—¿No?

—Todo tiene una explicación —respondí desesperado por sus conclusiones erróneas.

—¿Explicación? Me has seducido bajo otro nombre, con otra imagen… ¿Y me dices que todo tiene explicación? —se giró para quedar frente a mí— Dime, ¿este era tu plan? ¿enamorarme de nuevo y luego decirme que eras tú? ¿es que no te cansas de jugar conmigo? ¿Qué te he hecho para que me trates así?

—No estoy jugando contigo —le respondí intentado tomarla de los brazos, pero ella empujó mis manos, rechazándome y a su vez hiriéndome.

—¿No? ¿Por qué no me lo has dicho antes de llevarme a la cama? ¿Eh? —me abofeteó.

—Lo siento… —le respondí mirándola a los ojos, queriendo mostrarle que hablaba con la verdad— yo te necesitaba tanto que temí me rechazaras yo… te amo y no puedo seguir sin ti. Ha pasado tanto tiempo, tantas cosas…

—Exacto, ya nada es lo mismo. Toma tus cosas, vístete y vete —sus palabras sonaron tan frías, que me costó trabajo creer que hacía un par de horas habíamos hecho el amor.

—No, Bella. Escúchame por favor —intenté de nuevo hablar con ella.

—¿Por qué debería de hacerlo? ¿Acaso tú me escuchaste cuando te lo imploraba? ¿Cuándo te rogaba tan sólo unos minutos de tu valioso y estúpido tiempo?

—Espera, no. No, tú no Bella, no lo hagas. No cometas mi error —el dolor a través de sus palabras rasgaron mi corazón. Cuánto daño le había causado, cuánto resentimiento guardaba en su interior.

—¡Basta! ¡No tienes derecho a aconsejarme absolutamente nada! Tú eres una mentira, siempre lo has sido —sus lágrimas bañaban su rostro—. Mi vida jamás ha tenido una verdad desde que te conocí. ¿Jane lo sabía cierto?

—Bella, déjame explicarte —intenté tocarla por los hombros pero ella me empujó haciéndome retroceder un paso.

—Vete ahora, no quiero verte o escucharte. Me has humillado haciéndome creer que estuve con alguien más y no fue así.

—No hubo engaño porque tu corazón me llamaba a mí. Tú decías mi nombre.

—¡Vete al diablo! ¡Lárgate! —ella me empujó de nuevo y señaló la puerta del baño indicándome que saliera de ahí.

—Tenemos que hablar —rogué nuevamente.

—Ahora no… por favor —sus lágrimas me conmovieron.

No pude más que rendirme a sus deseos, yo sabía que aún me ama, y que solo sería cuestión de tiempo convencerla de que mis sentimientos por ella son verdaderos y palpables.

—Estoy en un programa de protección a testigos. Nadie puede saber que estoy vivo.

—Nadie sólo Jane… —su voz guardaba ira.

—Estábamos protegiéndote.

—Yo era tu esposa, por mucho daño que me hayas hecho, nunca te hubiera traicionado —me dijo, ella se veía tan dolida, tal vez pensaba que no confiaba en ella.

—Lo sé —dije con pesar, pero sabiendo que hubiera sido un error decírselo.

—Vete.

Salí del baño, tomé mi ropa y comencé a vestirme sin ganas de hacerlo en realidad. Estaba poniéndome el pantalón, cuando ella salió del baño con una toalla cubriendo su cuerpo. Mi espalda estaba desnuda. No la vi acercase, ella me tocó las cicatrices.

—Dios mío ¿él te hizo esto? —preguntó con horror.

—Fue el hijo mayor de Uley, pero él estaba ahí —le respondí, girándome para quedar frente a ella, tomé sus manos y las llevé a mi corazón— ¿Puedes sentirlo? Mi corazón late por ti. Por favor Bella danos tregua esta noche. Déjame entrar a tu vida sólo este instante. Ambos lo necesitamos y lo sabes —pegué mi frente con la de ella y cerré los ojos porque mis lágrimas salieron sin mi permiso, las emociones que sentía en ese momento eran demasiado intensas—. Ya no puedo seguir adelante, estando cerca y lejos a la vez de lo que un día fue mi vida, sin ti o mi familia. Sólo esta noche olvidémonos del pasado y el presente. De nuestra historia y de aquello que nos falta por contar. Déjame amarte y ámame sin compromiso si tú así lo quieres. Pero te ruego. No. Te imploro, hoy no me alejes de ti, de tu cuerpo y de tu vida —caí de rodillas a sus pies y me abracé a su cintura como si fuera mi salvavidas—. Imagina que soy tu sueño hecho realidad, que he regresado del inframundo y que esta noche sólo estoy para ti. No nos reprochemos, no removamos la herida. Sólo permíteme amarte, dame sólo este momento, me iré antes del amanecer. Sin decir nada como si esto fuera sólo un sueño. Ya habrá tiempo de hablar.

Sentí sus manos acariciar mi rostro, y de pronto gotas saladas cayeron, humedeciendo mis cabellos. Ella lloraba. Suavemente me apartó de ella y me tendió su mano. Me puse en pie, tomé su rostro, acercándome lentamente para besar sus labios con suavidad y con todo el amor que le tenía. Bajé lentamente en una suave caricia mis manos a su cintura y la atraje hacia mí. Ella correspondió mi beso, llevando las manos a mi cuello, acariciándolo y relajándome al instante. Era mía, seguía siéndolo aun después de tanto tiempo, a pesar del daño causado, su cuerpo respondiéndome no podía negarlo, como yo tampoco podía negar que estaba perdido sin su cercanía. La necesitaba de una manera enfermiza, la amaba más que a mi propia vida y siempre daría mi vida por la de ella.

Tiré de la toalla dejándola de nuevo desnuda, la besé apasionadamente, tal vez como nunca lo había hecho, no llegaba a mi mente ningún recuerdo de algún arranque de pasión como éste. Porque cuando pierdes algo amado, y lo sufres de la manera en que ambos hemos sufrido, demuestras tu aprecio cuando lo recuperas, con besos y abrazos, diciéndole todo aquello que por estupidez y cobardía jamás dijiste. Hoy era mi noche, mi oportunidad y no perdería el tiempo. Podría ser que mañana ella no me perdonara, ni mi traición, ni mis mentiras, ninguna de ellas. Ya hubieran sido para bien o para mal, al final no dejaban de ser mentiras.

Pero hoy, la amaría como si no hubiera un mañana, porque tal vez no lo haya.

—Ámame como nunca lo has hecho. Has de mi lo que te plazca, muéstrame al verdadero Edward, no a mi esposo, el que siempre se contuvo por no lastimarme o por darme un respeto. Hazme el amor suave, ámame con pasión, tómame sin reservas, tócame como a ninguna otra mujer has tocado. Sedúceme y enséñame como a ti te gusta. Basta de vergüenza o mojigaterías, ya no las quiero. Te perdí por eso y quiero sentir que me necesitarás y que nadie podrá llenar mi vacío nunca más.

Me partía el alma pensar que ella creía que no me satisfacía, esa fue mi más cruel y grande mentira.

—Nunca me perdiste, y esa no fue la razón de mi engaño…

—No más pasado esta noche… —me interrumpió, pero yo no estaba dispuesto a dejarlo pasar.

—No dudes de ti, eres perfecta, pero sí te mostraré lo que soy. No seré paciente porque he pasado mucho tiempo lejos de ti, y no estoy dispuesto a perder más nuestro tiempo. No seré dulce, porque lo único que deseo es fundir nuestros cuerpos, marcarlos para toda la vida.

—Hazlo. No tendré miedo.

Me entregué a ella, como con nadie. La recorrí con mi lengua, lamiendo su cuerpo, saboreando cada centímetro de su piel, la escuché gemir de placer. Mordí sus senos marcando mi paso por ellos, mientras ella gritaba de dolor y placer al mismo tiempo. Poseí su cuerpo fundiéndome con ella, en un sexo salvaje, con embestidas fuertes, profundas y rápidas. Bella, gritaba mi nombre dejándose llevar por el momento, enloqueciéndome cada segundo un poco más. Los detalles sobran. Salvo que la tome con perversidad, tatuando mi nombre en su piel, haciéndola arder en las llamas de la exaltación, negándole el clímax para tomar de su cuerpo lo que me satisfacía, y haciendo realidad mi fantasía sexual de poseerla sin reservas, por el único lugar donde nunca fui capaz de tomarla, por su temor, por mi inutilidad como amante, mostrándole a su vez que también podía ser placentero para ella si se dejaba hacer. Finalmente le di lo que tanto me suplicaba. Su orgasmo. Media hora después de ese arrebato de pasión le hice el amor de manera suave y tierna. No importa de qué manera la amara, nuestro orgasmo fue de igual manera intenso, placentero y hermoso.

Había estado observándola dormir lo que pudieron ser segundos, minutos u horas, no importaba el tiempo, para mí esta noche el tiempo carecía de sentido. Pero para el universo no funcionaba igual, pude ver el cielo comenzar a aclararse. Debía irme porque se lo prometí, ese fue el trato para tomar de ella lo que quisiera esta noche. Cumpliría mi promesa, aunque eso significara volver a esa terrible vida, llena de fría soledad y angustiosa pérdida; porque la amaba y lo último que quería era verla incomoda al verme despertar a su lado, antes de siquiera haber arreglado nuestros problemas del pasado. Intenté levantarme despacio y sin que ella me sintiera marchar, pero fue inútil. Despertó, su mirada me hacía arder en expectación. Pero ni una sola palabra salía de sus suaves e hinchados labios. Me vestí lentamente, con el deseo latente de alargar mi partida. Esperando, deseando que ella me detuviera. Cuando hube terminado me acerqué a su cuerpo, sentándome a su lado. La observé por un momento. Su hermoso cabello castaño estaba hecho una maraña por la actividad de horas antes, en las que mis manos se enredaban y tiraban de ellos entre toda esa desenfrenada pasión. Estaba sonrojada, supongo que como a mí, a ella también la azotaban los recuerdos. Cubría su desnudez con la sabana. ¡Maldita tela! yo anhelaba que fuera mi piel la que envolviera su cuerpo. La vi tragar pesado, la hora de la despedida había llegado. ¿Cómo decir adiós sin palabras? Lo había prometido "Sin decir nada".

Lentamente fui bajando mi rostro hasta el suyo, la miraba a los ojos pidiendo su permiso, y terminé de cerrar la distancia cuando cerró sus ojos y entreabrió los labios en una suave invitación.

Me levanté de la cama y caminé despacio hasta la puerta sin mirar una sola vez atrás, pero con el anhelo de escuchar de ella un "Detente". Cuando abrí la puerta la escuché decir:

—Gracias por la noche inolvidable Ethan.

Escucharla darme las gracias me dolió, pero llamarme Ethan, eso mató mi corazón. Porque sólo podía significar que jamás me perdonaría.

—Adiós señora Cullen.

Nota: Gracias por sus comentarios los Reviews los respondo en cuanto me sea posible gracias.