Mi ilusión llevaba demasiado tiempo tan pálida como mi piel de tiza, el tiempo era áspero esperándola…y ahora todo eran palabras que mi lengua no quería decir, por miedo a dañar a esa persona que había echado de menos incluso antes de haber conocido.
Ella podría ser el sol de esta noche que supone mi oscura existencia…no sabría explicarlo (algo extraño, pues yo siempre logro palabras para expresarlo todo con exactitud) pero necesitaba llorar, llorar para canalizar de algún modo este torrente de sentimientos contradictorios que me invadía… ¿y todo por qué? Por una chica humana…una humana con un olor capaz de mandarme al mismísimo infierno.
¿Dónde quedaba aquel odio salvaje que había despertado en mí al principio? Había desaparecido…al igual que la ponzoña en mi boca…al igual que mi deseo de desgarrar su frágil garganta y beber hasta la última gota de dulce sangre que pudiera albergar su cuerpo.
Bella era lo suficientemente especial para despertar mi corazón muerto…no podía llorar, pero ella me daría lágrimas, no solo eso, me daría vida.
Ella representaba la única oportunidad para salvar mi alma de las sombras, para demostrarme a mí mismo que era capaz de sentir, que no era un monstruo…un asesino, como me exigía mi naturaleza de depredador.
Por supuesto, tendría que soportar ese dolor, y el fuego que devoraba mi cuerpo cada vez que estaba junto a ella…pero yo quería arder…quería acariciar su pálida mejilla, fascinarme ante ese rubor tan adorable…susurrarle con suavidad en el oído: "He estado toda mi vida esperándote, eres la única capaz de borrar la soledad para el resto de mi existencia, ponle fin a mis carreras a las medias noches, acepta mi alma atormentada."
Sí…iría a buscar esos besos al final de su garganta, mis sentimientos, tras haber pasado las últimas décadas burlándose de mí, le pertenecían a ella para toda la eternidad.
