Una cosa cortita al hilo de la temporada 12
Hey Jude
- Pues lo siento, pero no soy de esas madres que te tienen el plato en la mesa y te dan un beso de buenas noches Dean, y tú ya no eres ningún niño
- No, nunca lo fui.
Han pasado meses desde aquello y a pesar de que Mary se reconcilió con sus hijos, esas palabras, sus palabras, las de Dean, no pueden borrarse de su cabeza.
Dean, su hijo mayor. A veces se sorprende observándole detenidamente, buscando en los rasgos del hombre los del chiquillo risueño con el que aún sueña cada noche. Con Sam es distinto, de Sam sólo tiene el recuerdo de un bebé regordete, y, aunque al principio la culpa la retuvo más, ha resultado más sencillo hacerse a la idea de que es su hijo, su Sammy.
Con Dean está siendo mucho más difícil, Dean era su niño, el rayo de sol que iluminaba su mundo cada vez que el secreto de su vida como cazadora, de lo sucedido a sus padres, caía sobre ella como una losa haciéndole creer que no merecía una vida sencilla. Ya no puede ver a ese niño en el cazador adulto, frío y distante que es ahora.
Quizás la culpa es de ella, porque al principio si podía ver algo de ese brillo travieso en sus ojos, esa adoración que la asustaba y la hizo alejarse. Ha desaparecido, también han desaparecido la energía contagiosa y las bromas constantes.
Ha hablado de ello con Sam, ¡cómo se parece a John! Su dulce y sensato y fuerte Sam. Él también está preocupado, él también oculta cosas a Dean, él también se siente responsable de esta faceta del mayor que preferiría no haber conocido.
"Nunca lo fui" suena en carne viva cada vez que le ve sonreír con la boca, que no con los ojos. Cada vez que da un paso atrás dándole un espacio que ya no quiere. Mary no sabe cómo arreglarlo porque está ahí, si lo necesita acude a ella sin dudar. Si quiere hablar, incluso de ello, la escucha, pero no dice lo que piensa sólo asiente, "no te preocupes, estamos juntos, es lo único que importa".
Por eso esta noche le sorprende verle borracho, tirado en la entrada de la enorme cochera del búnker con un par de fotos estrujadas en una mano y una botella vacía en la otra. Iba a volver a su habitación, darle intimidad, pero está en mangas de camisa y hace frío en el duro suelo de mármol.
Ella se acerca despacio, como si fuera a asustarlo, lo vuelve boca arriba y todo el dolor del mundo le devuelve la mirada desde los verdes ojos de su hijo. Mary hace de tripas corazón y sonríe murmurando "Ven cariño, vamos a tu cuarto, ahí te vas a resfriar"
Dean lo intenta, confuso, tambaleándose, consigue ponerse en pie, se golpea con la pared al perder el equilibrio. "No" susurra roncamente cuando intenta sostenerle "Puedo yo solo". Mary decide que no debe hacerle caso y suspira aliviada cuando ese rechazo se queda sólo en palabras y permite que lo ayude. Caminan despacio, por el largo pasillo y ella no puede evitar tararear bajito
"Don't carry the world upon your shoulders.
For well you know that it's a fool
Who plays it cool
By making his world a little colder"
- Yo, no tengo una buena noche… - se disculpa Dean, todavía borracho y aun así avergonzado – no tienes que hacer esto…
- Quiero hacerlo – dice Mary, su hijo aún mantiene estrujadas en su mano las fotos, pregunta intrigada - ¿recordando mejores tiempos?
Dean no responde a su pregunta. De repente está sobrio, podría parecer que bien. Le da las gracias al llegar frente a su dormitorio y deja un beso suave sobre su cabeza. Mary no sabe que ha hecho mal ahora. "Buenas noches mamá" murmura con una leve sonrisa el hombre que tiene los ojos de su hijo y Mary siente que le arden los ojos, la garganta, cuando la puerta se cierra suavemente.
Y ya está...
