Hacía tan solo unas horas que todo había ocurrido, y que todo se había acabado: la gran batalla, Voldemort había caído, muchos de sus amigos estaban muertos, Hogwarts estaba semi destruído... Pero todo aquello no conseguía nublar ni lo más mínimo el gran pensamiento que invadía la mente de Hermione. Ese gran pensamiento es que hacía tan solo unas horas, algo más que todo había ocurrido: ella y Ron se habían besado en la Cámara de los Secretos, por primera vez desde hacía cuatro años había conseguido obtener aquello que tanto deseaba: los brazos de Weasley a su alrededor, y sus labios rojos contra los suyos, besándola, su lengua acariciando la de ella. Pero... "¿Y qué pasa ahora?" se preguntaba Hermione constantemente, en la cama de la Madriguera, donde ella, Harry y los que quedaban de los Weasley se hallaban tras la batalla.
Varias paredes finas y telarañas más abajo, Ron se tumbaba en su cama sin poder conciliar el sueño. A su lado no descansaba Harry, que seguía abajo en esa larga charla que estaban manteniendo los miembros de la Órden del Fénix que continuaban con vida. Sin embargo, su mente estaba ya muy lejos de todo lo que tuviera que ver con aquella brutal batalla que había vivido, en su lugar había una gran confusión. Tan solo algunas horas antes había besado a Hermione, por la cual estaba loco desde hacía unos cuatro años. Trataba de evocar el momento en su mente pero era incapaz, era como si nada hubiera ocurrido. Llevaba tanto tiempo deseando que algo como eso pasara, que ahora que había ocurrido se preguntaba... "¿Y qué pasa ahora?".
"Lo mejor será dejar que el hable primero, que diga lo que piensa" pensó Hermione para si, en la cama. "Haré como si nada hubiera pasado, si de verdad me quiere, vendrá por mi".
Curiosamente, por la mente del pelirrojo pasó el mismo pensamiento. "No haré nada hasta que ella no me diga algo, así estaré seguro de que ella me quiere de verdad, y no haré el ridículo".
De pronto, algo que ya Ron conocía bien le estaba ocurriendo de nuevo. De pronto, volvió a sentir ese calor inusual recorrerle todo el cuerpo, concentrándose especialmente en su entrepierna. Sabía que aquello iba a pasar, porque era lo que siempre ocurría cada vez que se acordaba de Hermione. Y más aun desde que se habían besado, aquello le había ocurrido como unas tres veces en tan solo unas horas. Era incontrolable. Notó como su sexo se excitó , y sintió la presión bajo el pantalón del pijama y los bóxer. No podía aguantar más. Y aunque le diera vergüenza reconocer que hacía ese tipo de cosas, y sintiera que era un monstruo por pensar así de su amiga Hermione, lo cierto es que cada vez que aquello pasaba, Ron agarraba su sexo con la mano y pensaba en Hermione mientras se tocaba, pensaba en todas las cosas que le haría si ella le dejara ponerle una mano en cima. El la llevaría al cielo.
Conforme subía y bajaba la mano por su miembro viril, los pensamientos de Ron iban haciéndose más morbosos y pasionales, imaginaba el cuerpo de su amiga desnudo, y el recorriéndolo con la lengua, imaginó como serían los pechos de Hermione, su sexo... Pensó en Hermione, y esa cara de listilla que ponía en clase, y luego la imaginó con la cara de placer que pondría si Ron estuviera penetrándola. Entonces, cuando llegaba a ese momento, Ron siempre gemía en voz muy bajita acabando su tarea y dejando una mancha en las sábanas, que tendría que quitar después con varios hechizos y las mejillas sonrojadas.
Siempre se sentía mal después de hacerlo, porque había hecho esto desde hacía al menos cuatro años. Las sensaciones que su amiga Hermione despertaba en el eran incontrolabes, y había crecido con ellas desde su adolescencia. Había asumido que no podría controlarlas y que no podría saciar su sed, así que se conformaba con tocarse y pensar en ella, pero se había acostumbrado a sentrise culpable cada vez que lo hacía.
Como si estuvieran conectados por una magia que va mucho más allá de la que se enseña en Hogwarts, mientras Ron estaba tocándose unos pisos más abajo, Hermione desde su cama notó aquella vergonzosa sensación que la atormentaba desde hacía años. Esa curiosa sensación que su cuerpo experimentaba cada vez que pensaba en Ron, y más ahora que había probado sus labios. Hermione movió las piernas inquieta en la cama, y notó como su sexo estaba mojado, derramando aquel líquido... Alguna vez había tratado de tocarse a sí misma, para saciar aquella sensación desesperada que la invadía, pero había terminado por rendirse muerta de vergüenza, y dándose cuenta de que ella no sería capaz de darse tanto placer como lo haría el proipo Ronald. Se conformó con abrazar su almohada con las piernas, y pegarse mucho a ella, notando la presión de la tela contra su sexo, y dormirse en esa postura, pensando en Ron.
Y así fue como los dos muchachos acabaron su noche, Ron limpiando sus sábanas sucias, y Hermione con la almohada entre las piernas, conteniendo sus verdaderos deseos, deseosa de que algún día pudieran hacerse realidad.
