Anakin no estaba preocupado. Para nada. El hecho de que llevara cinco horas trabajando sin parar en los circuitos de unos droides de protocolo se debía a que estaba… aburrido. Sí, esa era la palabra. Aburrido porque su Maestro (aunque ya no fuera su maestro oficialmente tras haber superado Anakin las pruebas necesarias para dejar de ser un Padawan, para él Obi-Wan siempre sería su Maestro) se había marchado a causa de una misión en un planeta en conflicto y ya debía haber vuelto hace horas. Cinco horas y cuarenta y siete minutos para ser exactos. No era propio de Obi-Wan llegar tarde a los sitios, sino de su antiguo Padawan (aunque Anakin lo negara cada vez que Obi-Wan se lo echaba en cara) y por eso es que Anakin estaba aburrido. Sí. Nada preocupado por que le pudiera haber pasado algo a su Maestro. Después de todo, Obi-Wan sabía cuidarse él solito, no es como si Anakin hubiera tenido que rescatarle 14 veces (¡14 sí, lo de Geonosis también cuenta, Maestro!). Anakin soltó un quejido y se llevó las manos a la cabeza. Bueno, tal vez sí estaba un poco preocupado. No entendía que el Consejo hubiera decidido enviar a Obi-Wan solo en esta misión. Normalmente, Anakin y Obi-Wan trabajaban juntos, incluso después de que Anakin hubiera pasado las pruebas para ser un caballero Jedi. Después de todo, ellos hacían un equipo perfecto, eran el equipo: El Negociador y el Héroe Sin Miedo. Anakin soltó una risa al recordar la poca gracia que a Obi-Wan le hacían estos sobrenombres. A su Maestro no le gustaba la excesiva atención que provocaban entre los miembros de la República. A Anakin no le importaba, incluso le gustaba hasta cierto punto, si bien es cierto que estos halagos le acababan aburriendo y resultando vacíos. A fin de cuentas, lo que a Anakin realmente le importaba era despertar la admiración de aquellos más cercanos a él, Obi-Wan entre ellos. Sea como fuere, el Consejo pensó que esta misión no requería a ambos, y Anakin se vio obligado a ver partir a su Maestro sin él. Y así se encontraba Anakin, en su apartamento compartido con Obi-Wan en el templo Jedi, intentando descansar su mente arreglando y manipulando los circuitos del droide. Las máquinas eran algo que se le daban realmente bien, todo el mundo lo sabía. Anakin recurría a ellas cuando estaba triste o preocupado por algo. En esos momentos necesitaba hacer algo, alguna actividad en la que canalizar toda esa energía y fuerza que le caracterizaban. Arreglar objetos era tan sencillo… ojalá todo en la vida pudiera solucionarse tan fácil como eso. Anakin suspiró, se apartó un mechón de su largo cabello ondulado de la frente, y siguió trabajando.
Fue entonces cuando se abrió la puerta y la persona en la que había estado pensando todo este tiempo entró por ella.
-Ah Anakin, que bien que estés aquí, así podrás ponerme al día sobre lo que se ha discutido en la reunión del Concilio.
Anakin se dio la vuelta tras escuchar esa voz, que al instante logró calmarlo de una forma que ni las máquinas ni los circuitos podrían haberlo hecho. Sin embargo, la imagen con la que se encontró no era demasiado reconfortante. Obi-Wan estaba horrible. Su túnica, una vez de color beige claro, más se asemejaba ahora a los ropajes oscuros que Anakin elegía para vestirse: estaba totalmente cubierta por un polvo negro que Anakin no sabía, ni quería saber qué era. Anakin notó con un vuelco como manchas de sangre ocupaban la parte que cubría su torso, aunque se tranquilizó tras darse cuenta de que la sangre no debía de ser suya. Al menos en esa parte, ya que no se podía decir lo mismo de su cabeza, que presentaba un corte importante que ensuciaba su rostro con gotas de sangre. Anakin sabía que tanto él como su amigo habían sufrido heridas mucho peores, pero no por eso dejaba de tener mala pinta. Su brazo izquierdo también presentaba un corte profundo, pero parecía que Obi-Wan ya se había ocupado de ello aplicando un vendaje hecho de su propia túnica. A pesar de todo ello, Obi-Wan parecía tranquilo, como si no pasara nada, como si Anakin no llevara cinco horas preocupándose por él.
-¿La reunión a la que sin ninguna duda podrías acudir hace cinco horas, a esa reunión te refieres?
-Ah sí… hubo complicaciones.
-Vaya, eso sí que es nuevo- añadió irónicamente Anakin, con una sonrisa burlona en su joven rostro- claro que esas complicaciones habrían tardado menos en resolverse si no hubieras ido solo, como un cierto antiguo y sabio Padawan tuyo te sugirió.
-Es posible, sí. Como también es cierto que las órdenes del Consejo decían claramente que debía ir yo solo, tal y como traté de hacer ver a cierto antiguo y cabezota Padawan mío- Obi-Wan sonreía ahora al decir esto último, el brillo cariñoso de su mirada delatando que sus palabras no estaban dirigidas con mala intención.
Era algo habitual que Anakin y Obi-Wan se enzarzaran en pequeñas riñas y disputas, más propias de niños pequeños que de los poderosos caballeros Jedi que eran. Muchas veces no eran conscientes de ello, pero la verdad es que en el fondo les divertía. A pesar de que a veces se exasperaban el uno con el otro, les aliviaba poder relajarse hasta ese punto con otra persona, y olvidarse por unos instantes de sus responsabilidades y de la oscuridad del mundo que les rodeaba.
Anakin suspiró, consciente de que aquella pequeña batalla dialéctica la había ganado Obi-Wan. Al fin y al cabo, era a este último al que llamaban el Negociador, y no a Anakin. Así que Anakin desvió el tema hacia algo más importante.
-Estás horrible.
-Gracias Anakin, siempre tienes palabras agradables reservadas para mí- contestó Obi-Wan con una mirada socarrona.
Anakin rió.
-No es eso…ya sabes a qué me refiero. ¿No piensas ir a algún sitio a que te miren esas heridas?
-¿Esto? No es nada, cuatro rasguños sin importancia.
Típico. Anakin tenía la impresión de que cualquier herida que presentara Obi-Wan sería tildada de "rasguño" o "sin mayor importancia" a menos que este estuviese a punto de perder un miembro. A Anakin le molestaba especialmente el poco cuidado que su amigo mostraba por su propio bienestar. Para Obi-Wan los demás siempre eran lo primero, hasta un punto que rozaba lo extremo. Es cierto que las heridas que ahora presentaba no parecían muy graves, pero si Anakin hubiera sido el herido Obi-Wan sería el primero en insistir en atenderlo de inmediato. De hecho, así lo había hecho en numerosas ocasiones.
-De acuerdo , si no quieres ir a la enfermería a que te curen, me ocuparé yo mismo- Dijo Anakin, sabiendo lo poco que tanto a uno como a otro les gustaba acudir a ese lugar. No era por nada en especial, pero ellos estaban perfectamente capacitados para atenderse a ellos mismos.
-Anakin, por conmovedora que encuentro tu preocupación, no es necesario que…
Su preocupación. Sí, Anakin había estado algo preocupado, a pesar de que había intentado negárselo a sí mismo hacía unos momentos. Bastante, tal vez. Muy preocupado. El mero hecho de pensar que le podía haber pasado algo a su mentor, a su amigo, a la única persona a la que podía considerar familia en la actualidad, y de saber que no podía estar a su lado para protegerlo, había sido superior a él. Como si eso no fuera poco, Obi-Wan aparecía con total normalidad, lleno de rasguños y heridas y diciendo que no pasaba nada, que no era necesario preocuparse. La paciencia de Anakin se agotó.
-¡Obi-Wan!- Interrumpió Anakin acaloradamente-Apenas puedes mantenerte en pie, ¿quieres hacerme caso por una vez? No asumas que a los demás nos importa tan poco tu salud como parece importarte a ti mismo. Así que, Maestro, te voy a ayudar a tratar esas heridas, lo quieras o no.
Obi-Wan parecía sorprendido por el repentino arrebato de su antiguo Padawan. Por un momento, Anakin pensó que iba a recibir una reprimenda, pero algo debió ver en los brillantes ojos azules del joven que su mirada se ablandó y le dijo sonriendo levemente:
-Siempre tan incivilizado, Anakin, ¿qué voy a hacer contigo?- Obi-Wan suspiró y añadió seguidamente- No obstante, por una vez tienes razón.
-Siempre tengo razón, Maestro- contestó Anakin, con una sonrisa pícara.
Obi-Wan se sacudió la cabeza, no sin antes mirar cariñosamente su antiguo Padawan.
-La mayoría de veces no, pero ahora estoy demasiado cansado como para discutirlo.
-Y por eso es que ahora vamos a ir curarte esas heridas- contestó Anakin con finalidad, guiándolo hacia el baño para ayudar a su amigo, satisfecho de haberlo convencido y con una tranquilidad que solo encontraba cuando sabía que su maestro estaba a salvo.
