NOTAS DE AUTORA: BUENO ES MI PRIMER INTENTO, ESPERO Y LO DISFRUTEN.
DISCLAIMER:INUYASHA NO ME PERTENECE SINO DE RUMIKO TAKAHASHI.
ADVERTENCIAS: NINGUNA... POR AHORA.
¡A LEER!
Un sonido no muy lejano alerto sus sentidos, que gracias al entrenamiento extenuante como sacerdotisa; se habían incrementado de manera fascinante, se levanto con un bostezo y procedió a estirarse para desentumir su cuerpo,¡si que había dormido!, su cuello trono deliciosamente y con frotarse sus ojos para enfocar mejor su vista, dirigió su mirada a sus amigos.
Shippo estaba embelesado comiendo un caramelo y a su lado, acostada en el suave pasto, siendo acariciado su pelaje por el viento estaba Kirara, con los ojos cerrados y ronroneando a causa de las deliciosas caricias que le proporcionaba el pequeño kitsune, a unos cuantos metros de ellos se encontraba Sango y el monje Miroku, la primera colgando la ropa recién lavada, y el segundo sentado en el suelo; observando atentamente todos los movimientos y gestos que hacia la exterminadora; al mover sus caderas de un lado a otro al compás de una canción que tarareaba alegremente, una sonrisa se escapó de sus labios, que al instante se borró ya que no vio a Inuyasha por ningún lado, decidida se acercó a sus compañeros .
-¿Han visto a Inuyasha? - inicio su frase al llamarlos.
-Sí, hace unos momentos se internó en el bosque para probar una nueva técnica o eso nos dijo- respondió Shippo con voz despreocupada.
- Kagome-chan buenos días – Sango acababa de terminar con la ropa.- ¿Gustas sentarte a desayunar con nosotros?.- pregunto algo dudosa al ver su semblante algo decaído.
-¿Sucede algo?.- de nuevo lo intento.
-No pasa nada, es solo que Inuyasha ha estado evitándome desde ayer y no he podido hablar de un tema serio con el.- Les conto con voz firme.
-Entonces la esperamos aquí Kagome-dono para que pueda resolver sus asuntos con Inuyasha.- Dijo Miroku con rostro serio que al momento cambio por una sonrisa pícara.- A menos que quiera aprovechar esta oportunidad de estar a solas con él, nos iremos con la anciana Kaede.
-Un sonrojo se hizo presente en las mejillas de la sacerdotisa, acompañada claro de su inseparable ceño fruncido.- Deja de decir tonterías Miroku-kun, es un tema serio.- Aunque sus amigos no le creían al ver esas líneas rojisas sobre su piel blanca.- Mou, son tan mal pensados.
Con pasos largos corrió hacia el bosque; agarrando en el camino su arco y flechas que se encontraban a un lado de su futon , y con una ojeada a sus amigos se encontró con sus rostros sorprendidos y divertidos, con un gruñido resonando de las profundidades de su pecho, se abrió paso entre los arbustos hacia su objetivo.
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