El mejor regalo de cumpleaños

Aoko caminaba por la playa con la vista perdida en el horizonte y una mirada triste y melancólica se reflejaba en sus ojos. Ya hacía dos meses que no veía a Kaito, ya que se tuvo que ir de viaje con su padre por uno de sus casos. Otra de las razones de su tristeza era que dentro de unos días sería el cumpleaños del chico, y desde que se fue no había vuelto a saber nada mas de él. "Casos, casos y mas casos…" pensaba Aoko algo enfadada mientras caminaba en dirección a su casa. "¿Es que mi padre no sabe pensar en los demás?" mientras pensaba esto último, una pequeña lagrima traicionera se le escapó, pensando en que no volvería a ver a Kaito en mucho tiempo, y eso le molestaba, sobretodo porque su cumpleaños estaba cerca y no lo iba a poder ni felicitar. Otra de las cosas extrañas, es que desde que Aoko y su padre se fueron, no ha vuelto a saberse nada de Kid y eso le desconcertaba al inspector.

– ¡Ya estoy aquí! –dijo Aoko cuando entraba en su casa y se dirigía donde estaba su padre dando vueltas de un lado a otro de la habitación.

– No lo entiendo... –decía Geizo muy nervioso haciendo caso omiso a la entrada de su hija en casa y caminando de un lado a otro sin parar mientras Aoko lo observaba imaginándose a que se debía eso.

– ¿Que pasa papá¿Por qué caminas de un lado a otro de la habitación, si se puede saber? –le preguntó imaginándose lo que iba a contestarle, ya quedesde hace algún tiempo estaba así.

– ¡Que siguen sin tener noticias de Kid en la comisaría¡Y lo que no entiendo es el porqué ha desaparecido así de repente sin dejar rastro desde que vinimos aquí por lo del caso este…!

– Papa… –suspiró resignada– mientras estés aquí no podrás averiguar nada, primero acaba el caso que tienes entre manos y luego, cuando volvamos, ya te pondrás con Kid ¿vale? Y ahora ven al comedor que voy a hacer la cena.

– Tienes razón… Espero acabar pronto con este caso y así poder volver a casa.

– Y yo también… –pensó triste la chica mientras se caminaba hacia la cocina

Mientras tanto en otro lugar, un chico de pelo castaño alborotado y ojos azules maquinaba un plan en su escondite.

– Espero que esto funcione para que Aoko vuelva… –decía tristemente el chico, pero pronto esa tristeza pasó a una sonrisa un tanto malvada– Pobre Inspector… lo haré venir del caso para nada, pero si con esto consigo que ella vuelva…

Varios días después, a solo un día del cumpleaños de Kaito, el inspector llegaba a su casa más pronto de la hora. Con una sonrisa de oreja a oreja, fue al comedor donde se encontró a su hija viendo las noticias de diferentes emisoras de televisión, buscando cualquier indicio de Kid que hiciese que volviesen antes de tiempo a casa y así poder ver a Kaito en su cumpleaños.

– Núnca estás cuando se te necesita de verdad... –decía susurrando la chica con el ceño fruncido.

– ¿Aoko que estás buscando? – le preguntó su padre algo extrañado por el comportamiento de su hija.

– ¡Ah…! Hola papá, no buscaba nada… – le contestó un tanto nerviosa Aoko.

– Como no haces más que cambiar a diferentes canales de noticias pues… -insistió Geizo.

– Tranquilo, que no pasa nada…. Por cierto ¿como es que vienes tan pronto de trabajar hoy?

– ¡Ah si! Venía a decirte que ya he acabado con el caso y ya podemos volver a casa.

– ¡De verdad! –dijo Aoko dando un salto hacia su padre y abrazándolo por el cuello– ¡Que bien¿Y cuando vamos a volver?

– Volveremos dentro de tres días.

Esto ultimo desmoralizó a la joven, ya que aunque iban a volver a casa, era dentro de tres días, y el cumpleaños de su amigo era al día siguiente, así que al final resultaría que no podría verle en su cumpleaños y el regalo, que todavía estaba por comprar, se lo tendría que entregar pasado varios días, cosa que no le hacia mucha ilusión, ya que todos los años le felicitaba el mismo día y se iban a celebrarlo por ahí pero ese año era distinto.

Se sentó en el sofá intentando esconder su rostro para que su padre no la viese así, y en la caída le dio a un botón del mando de la televisión que cambió de canal. La sorpresa del inspector y de Aoko, fue enorme cuando escucharon a lala chica de las noticias decir que Kid el ladrón, retaba a volver al inspector Nakamori porque iba a robar una joya valorada en millones de yenes que estaba en un museo que acababan de inaugurar hace poco y que el robo seria al día siguiente, el día del cumpleaños de Kaito. Aoko no podía salir de su asombro, lo que no había conseguido encontrar en varias semanas buscando apropósito, lo encontraba en un segundo cuando, sin querer, apretaba un botón del mando a distancia. Geizo sin salir de su asombro, desapareció de repente por la puerta de casa sin decirle nada a Aoko, que ya se imaginaba lo que iba a hacer. Fue a la cocina para hacer la comida y un rato después escuchó a su padre que entraba por la puerta respirando agitadamente por la carrera que había hecho y entraba al comedor a buscar a Aoko que estaba poniendo la mesa.

– Aoko deja eso para cuando tengamos un rato, si es que lo tenemos, porque nos vamos esta tarde a las seis –le dijo Geizo todavía respirando con dificultad y sentándose en el sofá bruscamente del cansancio.

– ¿¡Queeeé!? –dijo Aoko muy alarmada- ¡¡Papá que son las tres¡¡Y tenemos que tener el equipaje y todo recogido en dos horas y media!!

– ¿No eras tú la que quería volver antes de mañana?

– Sí pero…

– No hay peros que valgan Aoko –dijo su padre levantándose del sofá con un puño en alto– Mañana por la mañana estaremos allí, y por fin atraparé a Kid. Así que será mejor que hagamos las maletas ya… –dijo mientras corría a su habitación a hacer sus maletas, que rápidamente las tenia ya todas hechas, algo que sorprendió bastante a la chica que le costó un poco mas de hacer.

Comieron deprisa, porque no les quedaba mucho tiempo antes de tener que salir de camino al aeropuerto para coger el avión. Cuando acabaron de comer, su padre se llevó casi arrastras a Aoko hasta el aeropuerto donde cogieron el avión por los pelos. La única que pudo conciliar el sueño fue Aoko, ya que el inspector de lo nervioso que estaba porque después de tanto tiempo por fin aparecía el ladrón, no pudo dormir en toda la noche. Pero si que durmió, al final, cuando se iban en taxi a su casa, mientras Aoko poco a poco se ponía mas nerviosa porque por fin estaban en casa, y por fin podría ver a Kaito, precisamente en el día de su cumpleaños cosa que había visto imposible en un principio.

En otro lugar, se veía una figura de un chico sentado sobre un edificio mirando por unos prismáticos una casa. Su semblante serio se volvió uno de felicidad al ver que un taxi se paraba en frente de esa casa y de allí salía una chica de pelo castaño alborotado que sonreía feliz, y luego salía un hombre somnoliento que pagaba al taxista mientras sacaban las maletas y luego entraban en la casa.

– Al final si que han venido… –sonreía todavía quitándose los prismáticos de la cara y mostrando unos preciosos ojos azules– Bien… esto va como lo planeé –y saltó, cambiándose de ropa de repente y apareciendo con un traje blanco con corbata roja y camisa azul un monóculo en el ojo derecho y un sombrero de copa blanco– Será mejor que siga con el plan –y saltó del edificio desapareciendo en el azul cielo.

Un rato después, Aoko llamó por teléfono a Kaito, pero como no estaba en casa en esos momentos le dijo a su madre que le avisara de que ella había llegado ya, pero antes de colgar, la madre de Kaito le dijo que por la tarde iría a por ella Kaito, porque como todos los años, el día del cumpleaños de Kaito salían a dar una vuelta y ese día no iba a ser menos. Aoko intentó excusarse diciendo que no hacia falta porque a lo mejor él tenia planes, pero ella le contestó.

– Créeme Aoko, esto es lo que él quiere –dijo con una sonrisa en sus labios y mirando a un chico de 17 años que acababa de llegar y escuchaba la conversación.

– Vale, pues muchas gracias, lo esperaré. ¡Adiós!

– Adiós Aoko –y colgaron las dos. En ese momento, la madre de Kaito se giró hacia el chico sonriendo.

– Todo va según lo planeado ¿no mamá?

– Si hijo, pero yo de tiprocuraría no enfadar mucho al inspector...¬¬

– Tranquila mamá, sé lo que hago... –y se dirigió hacia su habitación para cambiarse de ropa, ya que iba con el traje de Kid.

– Lo sé –acabó su madre con una sonrisa divertida.

Antes de que Kaito llegase a casa de Aoko, Geizo salió deprisa hacia el lugar donde se iba a producir el robo donde estaban ya todos los policías situados en sus lugares y los helicópteros, pero todavía estaban llegando más refuerzos. La gente se iba reuniendo alrededor del museo esperando impacientes la aparición de Kid. Mientras tanto, en casa del inspector, un chico con el pelo alborotado y ojos azules llegaba la puerta de su casa y esperaba a que Aoko saliera. Estaba un tanto nervioso porque hacía mucho tiempo que no la veía y se preguntaba si seguirían igual que siempre o habría cambiado algo. Aoko apoyaba la mano en el pomo de la puerta preguntándose lo mismo, pero abrió la puerta y se encontró con el chico mirándola mas contento de lo normal mientras le sonreía y ella le devolvía la sonrisa.

– ¡¡Feliz cumpleaños Kaito!! –gritó Aoko mientras corría hacia él. Este, le volvió a sonreír y le contestó.

– Gracias Aoko, pero la próxima vez... ¡¡¡No grites tanto que casi me dejas sordo!!!

"No ha cambiado nada" ¬¬ –pensó la chica mientras se iban a pasear.

Donde se encontraba el inspector ya hacia 10 minutos que debería haber llegado el ladrón cuando, de pronto, se fijó que cerca de la joya que supuestamente iba a robar Kid, se encontraba un sobre blanco que ponía en el: "Para el inspector Nakamori". Se acercó muy confundido al ver el sobre allí y pensando si no sería otro de los jueguecitos del ladrón. Lo abrió, y leyó en la carta que encontró dentro:

Inspector, como siempre, he conseguido lo que quería, y sé que se estará preguntando a que me refería, ya que la joya sigue en el mismo lugar que siempre, muy simple, he conseguido que volviese… y no diré para que quería yo esto, pues tendrá que descubrirlo por usted mismo.

Atentamente:

Kid.

PD: Discúlpeme por no ir a recibirlo como es debido, pues me ha salido un compromiso al que no debo faltar, nos veremos la próxima vez.

El inspector cuando leyó esto, arrugó la carta en su puño muy enfadado y maldiciendo a Kid por haberle hecho volver tan deprisa para nada, y luego no dignarse ni siquiera a aparecer. Pero también se preguntaba en el fondo el porque quería exactamente que volviese precisamente ese día si luego no iba a ir. Así que muy indignado se dirigió a sus hombres diciéndoles que volviesen a la comisaría que Kid no iba a aparecer ese día, ya que había estado antes allí y les había dejado una nota. Geizo, siguiendo a los policías que ahora se dirigían a la comisaría sin entender nada, volvió a su despacho para poder reflexionar sobre aquella pregunta que tanto le rondaba por la cabeza desde que leyó aquella carta. En otro lugar de la ciudad dos jóvenes hablaban animadamente mientras seguían dando un paseo e iban felices por volver a encontrarse de nuevo y precisamente en el cumpleaños del chico.

– No has cambiado nada Kaito – decía Aoko mientras seguían caminando, ya que el comportamiento del chico seguía siendo el mismo que cuando ella se fue.

– ¿Ah si? Pues tú tampoco has cambiado nada Aoko –le contestó, después de haber levantado la falda de una chica– ¡¡Porque sigues teniendo el mismo genio que siempre!! –reía el chico.

– Muy gracioso... ¬¬ Por cierto Kaito, siento no haberte traído nada por tu cumpleaños, pero con lo del desafió este que Kid había hecho a mi padre, hemos salido muy rápido y...

– No te preocupes Aoko... –la interrumpió Kaito– Verte hoy aquí es el mejor regalo de cumpleaños que pudiese tener.

– Kaito... –dijo la chica muy sorprendida por las palabras de su amigo.

– Rosas.

– ¿¿Qué?? –le preguntó atónita y sin entender nada. "¿Porque de repente dice eso?" se preguntaba para sí– Un momento...no será que… –susurró entendiendo a lo que refería y recibiendo una sonrisa divertida del mago.

– Si estás pensando en lo mismo que yo, mi respuesta es que son rosas –reía Kaito mientras recibía un bolsazo de su amiga que esquivó fácilmente.

– ¡¡Pedazo de pervertido¡¡Como se te ocurre decir esas cosas en un momento así!! –decía la chica corriendo detrás de su amigo que se reía de ella y le sacaba la lengua divertido– ¡¡Como te pille verás, y me da igual que sea tu cumpleaños!!

Y mientras la chica corría detrás de Kaito, este sonreía feliz de volver a verla y de que no hubiese cambiado nada entre ellos después de tanto tiempo. Y en el fondo, Aoko también pensaba igual.

"Definitivamente,ella esmi mejor regalo de cumpleaños" –pensó el chico con una sonrisa mientras volvía a esquivar otro bolsazo.

FIN