Prologo
Habían pasado cuatro años desde la guerra, y Draco Malfoy volvía a pisar suelo Británico después de estar estudiando derecho mágico en el extranjero, en Paris para ser más específicos, el deseaba quedarse allá sin embargo Lucius Malfoy le insto a que solicitará un puesto en el ministerio de magia Británico, así que pensó que era un capricho que podía cumplirle trabajando en algo que le gustará, pero las cosas no eran tan fáciles, en realidad iba trabajar como pasante donde competiría con alguien más para quedarse con el trabajo definitivo, sin embargo él era Draco Malfoy, sabía que iba poder lograrlo con cualquier rival.
Había elegido la carrera de leyes pues una vez aprendió de alguien que a veces había que luchar por uno mismo las causas en las que creía, así que al término de la guerra supo que debía cambiar como persona, que quería demostrar que no solo se trataba de un niño rico que quería enriquecer aún más su fortuna, sino que tenía sus propias convicciones por las que dar su pequeña batalla.
Luego de dejar sus cosas en casa decidió visitar la mansión Nott, tenía que hablar con un viejo amigo, después de todo siempre podía contar con él, una vez apareció en los jardines amplios y extravagantes, toco la verja que le dejo pasar automáticamente, así que siguió y al llegar a la gran puerta de roble esta se abrió dejando ver un hombre castaño de profundos ojos azules que sonreía ampliamente.
-Tiempo sin verte Dragón
-Lo mismo digo Nott-respondió seriamente y luego sonrió
Los dos hombres se dieron un fuerte abrazo, no solían ser así, pero habían pasado un buen tiempo sin verse y en un mundo tan solitario y despiadado ellos habían seguido siendo buenos amigos.
Pasaron al estudio donde Theodore sirvió un par de copas para disponerse a charlar con su mejor amigo
-Así que has decidido por fin regresar a casa-comentó el castaño sentándose en un amplio sillón
-Si ya he culminado mis estudios, no veo la razón para seguir afuera
-Ya… pero te fuiste por una razón ¿no? - y le miro profundamente
-Solo quería alejarme mientras las aguas se calmaban-se excusó perfectamente- Te lo había dicho que recuerde
-Por supuesto-concedió su amigo – ¿Se han calmado para ti?
-Estoy saliendo con alguien-informó-se llama Astoria Greengrass, no sé si la recuerdes
-Claro, la hermana menor de Daphne, toda una belleza, castaña para variar- y Draco sonrió incomodo - en fin ¿cómo vas con ella?
-Bien-se encogió de hombros- es guapa, sexi y divertida, me desespera en ocasiones, pero en general la pasamos muy bien
-Bien por ti-respondió con simpleza
-¿y que me cuentas de ti? ¿qué tal va todo con Luna?
-Bien de hecho…-Draco no pudo evitar mirarle interrogante- le he pedido que se case conmigo
-¡¿Qué?!-Graznó- ¿Hablas enserio?
-Pues claro que sí, tu sabes que llevamos mucho juntos y no me imagino estando con otra mujer que no sea ella, me comprendes ¿no?
-Claro-respondió con las facciones endurecidas- no todos tienen ese privilegio
-Seguro que lo tendrás amigo mío, espero que no sea en vano tu regreso- y alzó la copa para que brindaran
-Eso espero- chocó la copa y con gesto que indicaba no estar muy convencido y luciendo algo azorado porque sabía perfectamente a lo que se refería su amigo y eso era una realidad que quería olvidar a toda costa.
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El día que tenía que empezar a trabajar llegó así que decidió irse bien temprano se puso una camisa azul rey con una corbata juego y una túnica negra, luego tomo polvos flu se acercó a la chimenea de su nuevo apartamento y grito ¨Ministerio de magia¨ y luego fue envuelto en llamas verdes para parecer en el atrio del ministerio.
Ahora si era hora de la cruda realidad, durante los días que había regresado había estado en su casa y solo había ido a visitar a Theo, lo que le mantenía en cierta zona de confort, tenía que pensar ahora y acostumbrarse a que los Malfoy no eran muy bien recibidos en el mundo mágico, ya que después de la guerra se tuvo que enfrentar a un juicio largo donde termino bien librado de cargos, sin embargo la sociedad mágica los señalaba con el dedo culpable de todos los cargos y como escoria que debió terminar en Azkabaan, por ello para él era un milagro que le dieran la oportunidad de adquirir una plaza en el ministerio, haría todo lo posible para quedarse con esa plaza debido a que era su oportunidad no solo de mantener satisfecho a su padre, sino él mismo mostrar ante todos que era una persona capaz y no como todo el mundo pensaba que solo conseguía las cosas por el dinero de su familia, así que camino elegantemente hasta la oficina de su próximo jefe ignorando las miradas de toda clase que recibía a su paso.
Entro y se encontró con una pequeña sala de espera, pudo observar que al parecer la otra persona que era pasante ya había llegado ya que vio su bolso en una de las sillas mientras se servía un café, sin lugar a duda era una mujer, estaba de espaldas a él por lo tanto no podía verle el rostro, pero se imaginaba que era hermosa, pudo observar que al igual que él había optado por una camisa color azul rey, solo que ella llevaba un falda color beige ajustada que llegaba hasta las rodillas, esta llevaba un delgado cinturón café que hacía resaltar la diminuta cintura de la joven, y más debajo de la falda se veían una piernas torneadas que podían ser la envidia de cualquier mujer, las cuales resaltaban gracias a los tacones de aguja que hacían juego con la camisa de ella, por ultimo contaba con un hermoso pelo castaño que tenía anudado en un moño que le daba gracia ya que ciertos risos se escapaban de este, no sabía cuánto tiempo llevaba contemplándola pero es que desde hace mucho tiempo no se deleitaba tanto contemplando una dama y podía observarla libremente ya que esta parecía muy ocupada en unos documentos que estaba revisando, todo ella le recordaba a …. Sus pensamientos se interrumpieron cuando Henry Dawson salió del despacho, era un mago bajito con una gran barriga un bigote que le hacía lucir como si estuviera sonriendo siempre.
-Que bien que los dos ya llegaran-saludó el hombre y fue en ese momento que la mujer dio la vuelta y el mundo de Draco se detuvo, la mujer a la que estaba contemplando absorto era nada más ni nada menos que Hermione Granger que al verle su cara (parecía estar sonriendo antes) se desfiguró hasta una mueca de preocupación e incredulidad, sin embargo su jefe parecía ajeno a lo contrariados que se encontraban los jóvenes- Draco te presentó a Hermione Granger la alumna más brillante de su generación, igual que tú en Francia
-Ya…ya nos conocemos-musitó el joven rubio-Estudiamos juntos en Hogwarts
-¡Qué maravilla!-exclamó el hombre – espero que se la lleven a las mil maravillas entonces
Pero aquel hombre no tenía la más remota idea que sus dos jóvenes y brillantes pasantes estaban gritando por dentro ante la situación inesperada, Hermione porque odiaba tener que trabajar con el hombre que le había hecho la vida imposible durante Hogwarts y Draco porque no sabía si su más grande secreto se iba a poner en peligro.
