Empuñaba mi espada en una mano y en la otra mi escudo, preparaba mi voz para un último grito. Estaba lista para el gran combate y posiblemente el último que tendré, pero tengo en mente el por qué; eso me impulsará a ganar.

Los cielos se nublaban por una gran niebla negra, el lugar se ponía cada vez más gélido. Eso anunciaba su llegada.

Aquellos valientes guerreros con sus voces dispersaban la niebla y con eso revelaron a mi feroz combatiente.

Estaba sola en la pelea que libraría. El bien contra el mal, pero mi destino tenía que ser, pues soy pariente de Dragones y hombres, con un descomunal poder ungido.

Soy sangre de dragón.