UN ENCARGO MUY RÁPIDO
NOTA: Los personajes de league of legends no son míos, pertenecen a una empresa llamada riot games que tiene su propio universo con estos personajes. Esto tan solo es un fanfiction creado por un usuario adorador de las obras de riot games pero con una opinión muy diferente a lo que se respecta presentado por la empresa creadora del juego. Añadir que esto es un fic romance/comedia con un toque de acción más adelante así que por favor, no os lo tomeis muy en serio, lo principal que quiero hacer con este fic es divertir y hacer que el corazón de alguno o alguna se agite un poco al leerlo.
OTRA NOTA menos importante: estoy haciendo esta historia porque se me jodió el archivo de la principal y ahora tengo que hacerlo todo otra vez.
UN ENCARGO MUY RÁPIDO
Un hermoso día soleado con pequeñas nubes moviendo a aire lento, las aves cantan, el ambiente se siente limpio y el oxígeno es puro acompañado de una agradable brisa que surca toda la ciudad de Piltover. Nadie creería cómo se veía la increíble ciudad moderna de Valoran ahora mismo, tan tranquila y en calma que casi se puede olvidar que hay una secta de locos bajo ella. La ciudad llevaba una racha de paz y tranquilidad, y esto hacía a la tecnología avanzar con más facilidad. La ciudad se veía en sus mejores momentos, puentes de energía, hologramas que podían hacerse reales, vehículos que superaban la luz con facilidad, alarmas para indicar la hora del té y mucho más en la moderna y avanzada ciudad de Piltover.
Al menos para los ricos.
En las calles más estrechas de la ciudad se encontraba una chica joven de una apariencia cuidada y energética, con ropas de uniforme blanco acompañada de una gorra roja, corriendo en la ciudad portando unas cajas planas a su espalda. Era veloz: rápida pero torpe. Por cada cincuenta metros que avanzaba, más se tropezaba; sin embargo, no dejaba caer las cajas de su espalda por nada del mundo. Su mirada era seria y decidida, como si el objetivo de su vida era proteger esas cajas con todo lo que tuviera a mano, incluso su vida si hacía falta. El sudor en su frente y en su cuerpo era muy notable, su respirar era rápido pero controlado, parecía estar ardiendo por dentro y por fuera a la vez, pero no se detenía. Nada la haría detener de su carrera.
Estaba determinada en correr, su aliento agotado, sus ojos azules celestes que ahora reflejaban el fuego del calor en su interior, el sudor de su cuerpo por su ropa, el viento que empujaba mientras corría haciendo apartar a los transeúntes de su camino. Su carrera era importante, su carrera era decisiva, su carrera era lo único que la mantendría con vida.
La chica se detuvo de golpe frente a un gran edificio y llamó al timbre de este. Un hombre de gran estatura y con apariencia intimidante salió del portal del edificio, la miró con mala cara y ella le devolvió una sonrisa forzada. Aquí estaba: su momento, su destino por el que había corrido tanto, el objetivo que tenía planeado para todo este tiempo de carrera, lo que tanto ansiaba ahora mismo…
— ¡Pizzas armadurillo! ¡Siempre con una pizza y una sonrisa! Aquí tiene su triple familiar de queso y beicon señor —
….
— ¿Otra entrega con retraso, Sivir? — preguntó una chica rubia con su voz aguda.
No hubo respuesta de la persona a quien iba dirigida la pregunta: la chica energética de antes ahora era una simple masa derretida que rebosaba de tristeza y miedo.
— Por dios, ¿quieres parar de lamentarte? Me deprimes incluso a mi — le reclamó.
— Déjame, es mi quinto fallo esta semana. El jefe me dijo que una más y me echaba a la calle — le contestó Sivir con su presencia deprimente.
La rubia se reía en bajo de su decaído estado. Para la rubia que ya había visto a Sivir de esa manera cientos de veces no era gran cosa, pero siempre le entristecía ver a su amiga tan mal. Por parte de Sivir que aún lloraba sobre una mesa en el edificio de su oficio como repartidora de pizzas, solo hubo lamentaciones desde que llegó de su última entrega.
Si tan solo hubiera sido más rápida o más ágil, tal vez lo hubiera logrado, pero la presión de las últimas palabras de su jefe armadurillo la puso en tanta tensión que no olvidaba cada sílaba mientras pasaba sus últimas horas de trabajo.
'' La próxima vez que falles, no habrá más oportunidades, ¿me oíste Sivir? ''
— Li proximi viz qui fillis ti dispidi blablabla — Se burló la pizzera, moviendo sus manos de lado a lado.
La rubia que la observaba divertida desde la barra para atender al cliente suspiró y se movió hasta Sivir, quedando sentada junta a ella en la mesa, comenzó a acariciar el pelaje de la pizzera mientras le daba un pequeño beso en la frente.
— Vamos, vamos, relájate: todo estará bien, celestina — Le dijo mientras seguía con las caricias.
— Owwww, Luxanna ¿por qué no puede mi jefe ser como tú? — le dijo abrazándola con fuerza.
— Créeme, no querrías tenerme de jefa. Al menos eso dice Katarina — contestó la rubia.
Sivir soltó enseguida a Lux, quien la miraba con una sonrisa agradable. Se limpió las lágrimas y puso una cara seria. Recordó lo que paso la última vez que Lux la trató de esa manera: tan cariñosa y comprensiva.
— ¡No vuelvas a hacerlo! — le reclamó a su amiga.
— ¿Hacer qué? — respondió Lux, mirando a los lados, evitando la mirada directa de su amiga.
— ¡Lo que has hecho! La última vez tu novia casi me mata, ¡tan solo me tocaste el hombro y me lanzó un cuchillo de cocina a la cabeza! ¡A la cabeza! Aún sigo sin creerme que haya esquivado eso — comentó Sivir, con cara de miedo.
Lux empezó a reír ruidosamente, recordó ese momento, cuando Sivir falló un pedido por culpa de estar bebiendo jugo de fresa, su favorito, durante todo un día y tuvo que parar en medio de la entrega para vomitar. En una de las paradas, la rubia, preocupada por su amiga, le acarició el hombro para consolarla. Pero a la pelirroja que estaba detrás de ambas no le pareció muy bueno el gesto de Lux hacía por su amiga.
— Ese día fue épico, aún recuerdo que por cada dos calles parabas a vomitar en algún rincón — dijo, y siguió riendo de forma ruidosa.
— ¡Ese día estuve a punto de morir dos veces! ¿Cómo te puedes reír de algo así? — preguntó, mirando preocupada a su amiga.
Lux sólo levantó sus hombros y siguió riéndose de sus recuerdos con su amiga, la risa de la rubia era tan ruidosa y aguda que no tardó mucho en contagiarse a Sivir, quien también empezó a reír como tonta.
Las dos habían compartido muy buenos recuerdos, tantos buenos como malos y se conocían de hace bastante. Sivir venía de Shurima, un continente algo lejano de la ciudad de Piltover, escuchó que la ciudad moderna le ofrecía más oportunidades que su antigua tierra, casi arruinada por las constantes tormentas de arena, y Lux venía de Demacia, que era una próspera ciudad no tan avanzada como esta, pero sí organizada y cegada en su propia gloria. Vino por que odiaba pasar tiempo lejos de su pareja además de que su nación no le permitía verla directamente, y ahora trabaja como profesora de magia en las escuelas de alta categoría en Piltover. A ella la suerte le había sonreído, vestida tan elegante y atractiva con una apariencia adinerada, pero por el lado de la pizzera, que cuando llegó tuvo que dormir su primer día en la ciudad bajo un puente, los trabajos disponibles no fueron muy agradables.
El ruido de una puerta abriéndose sacó de sus constantes risas a la pizzera y a la profesora, que caían rendidas de risa en la mesa.
— Con que no tienes tiempo para entregar una pizza en condiciones pero si para echarte unas risas, ¿eh? Así me gusta, Sivir — le reclamó una bola con pinchos a su espalda.
Sivir saltó de la mesa y se puso frente a su jefe, se inclinó ante él y le hizo una reverencia de súplica.
— ¡Perdóname, jefe! De verdad, ¡No ha sido a propósito! Estaba muy lejos y no tenía la moto ya que estaba en el taller, además había mucho tráfico y también… — Rogo la repartidora.
— Sí, sí, sí: que hizo mal tiempo y mucha gente. Las excusas de siempre, Sivir, y te recuerdo que la moto está en el taller por tu culpa, es que… ¿¡Quién demonios te manda a saltar desde un puente levadizo!? — le reclamo enfadado la bola a la pizzera.
Ésta sólo se dedicó a mirar con pena a su jefe mientras aguantaba las lágrimas que casi se escurrían de sus ojos. Ella sabía que su jefe tenía razón en todo lo que decía, pero odiaba que le echasen la bronca.
— Aunque tuvieras la moto no podrías usarla de todas formas, ¿así que para qué discutir de algo así? — comentó Luxanna, aún sentada en la mesa.
El jefe de Sivir miró extrañado y furioso a la pizzera, sus ojos gritaban que le explicase lo sucedido del ''por qué no puede volver a usar la moto''. Sivir miró esos ojos directamente y se encogió ante la idea de que un sermón aún más grande que el que recibió le caería encima.
— Sivir, ¿por qué… no puedes usar la moto otra vez? ¿Qué has hecho con la moto de la empresa? — preguntó la bola respirando profundo.
— Yo!? ¡Nada! ¡Nada! ¡Lo prometo! ¡No le hice nada a la moto! Aparte de lo del puente… — Respondió Sivir asustada.
La bola con pinchos la miró curioso, y Sivir seguía inclinada mostrando sus respetos a su superior. No sabía qué pensar en ese momento: si despedir a su única empleada o arruinar los ingredientes en pìzzas que seguramente no llegarán nunca a sus clientes.
— Espera, ¿no se lo has dicho? —preguntó Luxanna, recogiendo una mochila y una caja de pizza pequeña.
Sivir se giró para mirar a la rubia con furia, si las miradas matasen, la mujer de luz resplandeciente ya habría sido masacrada cinco veces, en cambio Lux la miró con su mejor sonrisa, no parecía que le importase mucho el futuro de su amiga. La rubia estaba por marcharse después de haber recogido todas sus pertenencias, pero el jefe de la pizzera la llamó antes de salir por el escaparate de la pizzeria.
— ¡Perdone, señorita! Un momento ─ Le llamo La bola rodando hasta posicionarse frente a la rubia.
─ ¿Podría decirme qué hizo mi empleada para no poder conducir otra vez la motocicleta? ─ Preguntó a Lux.
Lux se agachó hasta quedar a la altura del jefe de su amiga y le susurró algo en su oído, donde sea que éste lo tenga. Tras unos minutos susurrando cosas y mirando juguetona a Sivir, la cual respondió de manera miedosa al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo poniéndole la piel de gallina.
— Uhum… Ya veo, muchas gracias por su tiempo, señorita — Le agradeció la bola, volviendo a rodar frente a Sivir.
— ¡De nada! ¡Hasta más tarde, querida Sivir! — Se despidió Luxanna.
Ahora estaba sola con su jefe, su amiga la había abandonado y sospechaba lo que le dijo a su superior, que la miraba con una cara de decepción y enfado. Pasaron unos minutos en silencio total, nadie entraba a la pizzería y ninguno de los dos dijo nada. El silencio estaba atormentando a Sivir, que miraba a cualquier lado, evitando el contacto con su jefe.
— Con que Caitlyn te quitó el permiso de conducir — Finalmente habló su jefe.
Sivir cerró los ojos y asintió con la cabeza.
— Y también te puso una multa — Comentó de nuevo.
Sivir volvió a asentir.
— Y además te buscan para hacer servicios comunitarios por molestia a la ciudadanía —Acabó de reclamar.
Sivir volvió a asentir dejando caer una pequeña lágrima por su ojo izquierdo. Una extraña sensación se sentía en su interior, una mezcla entre decepción, tristeza, depresión, traición, furia, odio y ganas de matar a una rubia particular con una voz muy aguda.
— Sivir, escucha, me pones en una situación muy arriesgada, me obligas a despedirte, no tengo más opciones, lo has intentado, pero no lo has conseguido y oportunidades no te han faltado. Lo siento mucho, pero tengo que hacerlo — le dijo con tristeza su superior.
Sivir sólo al escuchar ''Me obligas a despedirte'' ya había comenzado a sollozar ligeramente. Odiaba ese hecho, pero entendía la situación: llevaba meses trabajando para la empresa de pizzas armadurillo y de todos los pedidos que tenía que entregar sólo cuatro fueron exitosos. Trabajar tanto y que no la echaran por hacer tan mal las cosas era milagroso, pero todo tiene un límite y ella parecía haberlo alcanzado.
El superior de la pizzera notó las pequeñas lágrimas de Sivir. Le daba mucha pena ver a su única empleada en tan mal estado, pero no sabía qué hacer, se arruinaría si la siguiese cuidando.
— Hey, hey, no llores, preciosa: todo saldrá bien. Seguro encuentras un mejor trabajo, tienes mucho potencial, podrías ser modelo o corredora de atletismo… o más. Seguro que puedes hacer mucho — Le recomendo, intentando consolarla.
Pero las palabras buenas que salían de la boca de su superior no parecían calmar los llantos de lágrimas de la pizzera. Se rascó la panza por unos segundos. La gente normalmente se acariciaba la barbilla o se rascaba la cabeza o miraba al cielo para pensar en ideas; él se rascaba la panza.
Y entonces recordó, recordó algo que tal vez podía hacer que la pizzera recuperara su trabajo.
— ¡Ya sé! Digo… esto… Sivir, para de llorar y escucha esto — Le exigió su superior.
Sivir calló su lloriqueo y se secó las lágrimas que caían por sus mejillas, la triste mujer miró a su jefe que la contemplaba con una sonrisa. En una de sus pequeñas manos tenía un papel.
— ¿Sí? — Preguntó, aún triste.
Este papel es una dirección: tienes veintiocho minutos para entregar este pedido y será la última, la definitiva. Si llegas tarde no vuelvas, quédate con el uniforme si quieres, pero no vuelvas — le reclamó el armadurillo.
Sivir sonrió ampliamente, iba a abrazar fuertemente a su jefe cuando puso una mueca de dolor al recordar lo que pasó la última vez que lo abrazó. Aún le duele el estómago de los pinchazos. No pensó en más felicitaciones o agradecimientos a su superior, cogió el papel con la dirección, lo leyó y cogió un par de cajas de pizzas de piña.
'' ¿Piña? Creía que era la única a la que le gustaba este tipo de pizzas'', pensó Sivir al oler el ingrediente de la pizza.
Después de amarrar la pizza a su espalda y ponerse sus zapatillas de correr, salió disparada de la tienda. Esta sería su oportunidad, su momento decisivo. Demostraría que era capaz de hacerlo.
Nada más salir se resbaló con un helado tirado en el suelo, cayendo en un puesto de frutas cercano: pero al menos las pizzas seguían enteras. Sivir se levantó y miró al escaparate donde trabajaba y en la puerta estaba Rammus observándola con cara de pocos amigos. Retomó su carrera ignorando el hecho de que las personas responsables del puesto de frutas la estaban llamando de todo menos algo bonito.
'' Bien, calle Future Admin número doce, no está muy lejos de aquí '' Pensó mientras corría.
La calle Future Admin era conocida por ser una de las más tranquilas calles de la ciudad, normales por el hecho de no ser futuristas ni antiguas; eran de una época más contemporánea. Y eso le gustaba a Sivir, le gustaba la idea de que no tuviese que liarse con códigos digitales para llamar a un cliente u otro, también le alegraba no tener que cruzar los puentes de energías de los cuales no se fiaba nada. Sospechaba que en cualquier momento podría haber un apagón en la ciudad de Piltover y estos se apagarían, pero era extraño que esto pasara ya que la gran ciudad tecnológica lleva una racha de veinticuatro años sin apagones a pesar de haber sufrido grandes tormentas y experimentos que acabarían con la vida en el planeta. Aunque claro, los experimentos los realizaron los lunáticos de Zaun, que vivían justo debajo de Piltover.
Piltover era conocida por su avance tecnológico, su buena ciudadanía y susgrandes oficiales al mando de la seguridad. Pero también era el origen de un gran mal, el mal de Zaun, la versión mala de Piltover, situada justo debajo de la gran ciudad. De hecho, Zaun es Piltover y Piltover es Zaun, aunque a muchos les gustaría vivir el uno sin el otro, lo real es que no son capaces, como en Jonia: tiene que haber un equilibrio. Aunque últimamente vivir peligro en las calles de Piltover es más probable que en las de Zaun, ya que básicamente en Zaun no hay nadie en las calles. En la ciudad superior, el peligro era constante por la noche, muchas bandas salían de sus escondrijos a hacer fechorías por la doquier, por no hablar de los asesinos y la famosa rebelde experta en pirotecnia que acechaba por las noches en la gran ciudad. Con detalles así de grandes casi era una broma que esta ciudad se considerase la más segura de todo Valoran.
De todas formas a la pizzera no le importa lo uno ni lo otro; ella sabía cuidarse y no venía a meterse en problemas. Venía a conseguir un futuro en Piltover; pero para todo buen futuro, hay que empezar con un pasado no tan bueno. Sivir se encontraba corriendo por unas calles menos estrechas que las que normalmente se recorría para sus pedidos, el envío era para el número doce de la calle future admin y no faltaba mucho para alcanzar dicho barrio: era agradable y limpio, tenía las casas de forma individual y la arquitectura era simple, bastante agradable.
A Sivir tan solo le quedaban unas cuatro manzanas para llegar a su destino, miró al gran reloj de la torre central de Piltover, el cual era visible para todos con tan solo alzar la cabeza. Le quedaban menos de 10 minutos para llegar. No tuvo otra opción que pedir ayuda para tener algo más de prisa en llegar a su objetivo.
Sivir cerró los ojos y se arrodilló en la calzada frente a todos las personas a su alrededor, cruzó sus manos y comenzó a susurrar cosas en bajo.
— Por favor… sé que no debería pedíroslo, pero es la primera y última vez que os suplicare algo en esta vida, ayúdenme… En nombre de hija heredera de Setaka y pariente del Dios emperador Azir — Susurró en bajo.
Sivir metió las manos en sus bolsillos del uniforme y sacó un puñado de arena, que parecía cobrar vida de sus manos y rodeó su cuerpo. Abrió los ojos de golpe y como un rayo se levantó y salió corriendo, dejando tras de sí un ligero rastro de arena. Las personas que la miraban pasar se quedaban boquiabiertas. La velocidad a la que iba la pizzera era demasiado rápida, pero a la vez el tiempo que pasaba mientras ella corría era muy lento, todo a su alrededor iba más lento, como un reloj de arena ligeramente inclinado: las arenas del tiempo.
Sivir no supo cuando se detuvo, miró a los lados desconcertada y vio cómo las personas que pasaban a su lado la miraban con una expresión de confusión. No le dio importancia y volvió su mirada al frente para orientarse, metió la mano en su bolsillo y cogió el papel, abrió la mano y vio pura arena en esta. Se sorprendió de tanta arena en sus bolsillos, no recordaba traer esa cantidad de Shurima.
Sivir soltó las cajas a su espalda, las cuales se sentían más pesadas que antes, y miró sus bolsillos intentando encontrar el papel con la dirección. Tras varios segundos comenzó a desesperarse: había perdido el papel, su última oportunidad para seguir en el trabajo y ahora la tiraría a la basura por culpa de un simple papel.
Se agachó para buscarlo, y sospechaba que se le había caído por algún rincón cercano. Gateaba de forma desesperada buscando el pequeño trozo de hoja con la dirección. Hasta que chocó con algo y todo se volvió oscuro.
— ¿Eh? ¿Qué ocurre? ¿Quién apagó el Sol? — Sivir no veía nada, solo oscuridad, en sus ojos todo se veía negro, pero podía diferenciar un poco de color violeta.
Sivir sintió un agradable aroma que le encantaba, era el reconocible olor de las fresas, que deseaba respirar aún más. Sivir hundió su rostro en la oscuridad y se dejó llevar por la fragancia.
— ¿Has visto eso? — Escuchó decir a alguien.
— ¿Es algún tipo de ensayo para un circo? - Volvió a escuchar.
— ¡Hey, colega! ¡Agarra la cámara, que están haciendo una película de adultos en plena calle! — Escuchó, ahora más confusa que nunca.
Sivir dejó de profundizar en el agradable aroma e intentó alejarse de la oscuridad que la rodeaba. Poco a poco a su borde pudo ver la luz: quería agarrar, sentirla otra vez. Llevó su mano al borde de donde ésta provenía e intentó atraparla con fuerza, pero al hacerlo la luz se le escapó y sus manos agarraron algo extrañamente blando a la vez que firme.
— Perdón… podrías… parar... Esto es un poco vergonzoso — escuchó una voz suave decirle de cerca.
Sivir se alejó más de la oscuridad y por fin vio la luz. Le dolía, le cegó momentáneamente y pudo apreciar después de unos segundos una figura alta y esbelta frente a ella. Una mujer de cabellos oscuros y ojos violetas le sonreía tímida y roja, mientras que a su alrededor mucha gente la observaba con mala cara y vergüenza. Se quedó embobada con la hermosura de la mujer frente, pero entonces se dio cuenta de donde provenía dicha oscuridad. Su rostro se volvió un semáforo en rojo en cuanto vio que la mujer frente a ella llevaba una falda hasta los muslos y una camiseta de cuello sin mangas.
'' Eso explica por qué estaba todo oscuro, ¿pero por qué olía a fresas? '' Pensó Sivir al recordar el agradable aroma que sintió hace unos momentos atrás.
— Pero… ¡Dios mío! ¡Perdóname! ¡Perdóname! De verdad que no ha sido a propósito, estaba buscando un papel y sin querer... — Sus palabras se vieron interrumpidas por su propia mano, que seguía agarrando aquello tan blando y firme.
Miró su mano y lo notó, le estaba agarrando el trasero a la pobre mujer que no hizo nada malo. En cuanto ésta se dio cuenta, retiró su mano rápidamente llevándosela a la cara dándose un torpe golpe a ella misma.
— ¡Auch!... Ay… Eso dolió… esto… Perdona, no fue mi intención — Dijo Sivir mientras se levantaba.
Se sacudió el polvo que acumuló en su ropa al agacharse y miró apenada a la bella mujer que no se atrevía a devolver la mirada.
Se estaba odiando por causar semejante espectáculo y, para colmo, en público, se odiaba por humillar sin querer a la pobre chica frente a ella. Pero la chica de ojos violetas no parecía molesta, más bien avergonzada, y era normal: ¿quién no se avergonzaría de algo así? Pero a pesar de todo lo que le pasó a la pizzera, todo el embrollo en el que se metió ahora, recordó enseguida su único objetivo, tenía 10 minutos desde hace… no sé cuánto, pero tenía que entregar la pizza cuanto antes.
— Verás… a mí no me molesta que hayas hecho eso, pero la verdad es que podrías haberme invitado a cenar antes — Intentó disculparse la chica.
Sivir le agarró las manos uniéndolas junto a las suyas y la miró seriamente a los ojos.
— ¡Por favor, perdóname, pero tengo algo urgente que atender! ¿Sabes dónde está el número doce de la calle Future Admin? — preguntó con desespero y seriedad.
La mujer la miró extrañada, y sonrió segundos después de comprender la situación. Ésta se soltó de las manos de la pizzera y volvió a entrar en el portal del edificio. Sivir observó otra vez embobada como la mujer de pelo oscuro se marchaba por donde vino, no le respondió, pero no le importaba: tenía que encontrar su destino cuanto antes.
Recogió las cajas que dejó en el suelo y se las amarró de nuevo a la espalda. Estaba por salir corriendo como un rayo otra vez si no fuera por un tirón que recibió en la camiseta por la parte de atrás del cuello. Sivir giró a ver quién lo había hecho y vio otra vez a la mujer ojos violetas mirándola con la misma sonrisa con la que se despidió.
— Oh… Hola, de nuevo te pido perdón, y tengo que pedirte perdón otra vez, debo marcharme cuanto antes porque… —
La mujer alzó su mano hacia Sivir, en ella se encontraba unos billetes y monedas, lo mismo que valía las dos cajas de pizzas que llevaba a su espalda.
— Es el precio, ¿no? Por las dos pizzas de piña — Le comentó la mujer.
Sivir miró sobre el hombro de la mujer de pelaje oscuro y vio al lado del edificio un cartel con una dirección.
'' Calle: Future Admin '' Lo consiguió…
Número: 12
Con una alegría infinita Sivir comenzó a dar saltos como loca alzando sus manos al cielo y gritando al grito de: ¡SÍ!
Corrió en círculos y volvió a dar saltos: estaba muy feliz por completar una entrega después de un mes fallando todo, por fin sus esfuerzos hicieron fruto, al fin podría tirarle en la cara a su amiga de voz ensordecedora que consiguió algo sin que su tío se lo diera.
Vio a la mujer de cabellos oscuros observándola curiosa y con una sonrisa divertida. Sivir abrazó a la de ojos violetas con toda la fuerza que tenía, la mujer se sorprendió dando un pequeño brinco al hacer contacto con la repartidora. Tal era la fuerza y felicidad de Sivir que la alzó y comenzó a girar como una peonza hasta las cejas de farlopa. La mujer no se quejaba, más bien parecía compartir la alegría que sentía la pizzera. Sivir no se sentía así de bien desde que ganó el concurso de boomerangs en el torneo continental de Shurima. Propio de la hija de Setaka, y aún guardaba el premio con orgullo en su departamento que comparte con su amiga y la pareja de esta.
Tras un rato dando alegres saltos y giros con la chica de ojos amatistas, se detuvo de su alegre danza de victoria para respirar. La mujer, sin embargo, embriagada por la felicidad de la pizzera, siguió saltando y sonriendo hasta que notó la cabeza de la repartidora en su hombro.
— Perdona, eso fue… repentino, estaba demasiado alegre y… respondí de manera muy fuerte pero entonces, ¿tú eres la que encargó las pizzas? — Preguntó
Sivir, mirándola con curiosidad.
— Sí, fui yo, aunque no me esperaba que la repartidora fuese… tan peculiar — Respondió mordiéndose el labio.
Sivir se sonrojó al escuchar ''peculiar''. Se había olvidado de la situación de antes y cómo ésta olisqueo… olió a la mujer de ojos violetas como si fuera un chucho.
— ¡Perdona otra vez! ¡De verdad! Fue sin querer. Estaba buscando tu dirección y no la encontraba: estaba desesperada, por favor, compréndelo — Le suplicó Sivir, juntando sus palmas.
La chica de pelo oscuro se sonrió divertida, le estaba gustando ver a la repartidora de forma tan graciosa y triste a la vez. Un poco cruel de su parte, pero no podía negar que aquel numerito era de comedia.
— No pasa nada, enserio, no hay problema. De hecho, tienes suerte de que me haya tocado a mí y no a Vi: ella te hubiera llenado la cara de baches, o Cait, que te la hubiera llenado de plomo o las dos que directamente te hubieran matado — Le comentó riendo — . Y creo que sería un desperdicio hacerle eso a un rostro tan… perfecto — Dijo acariciando la mejilla de la repartidora.
Sivir se sonrojó ante su comentario y acción, pero no entendió lo que quería decir. ¿Vi? Era la ayudante de Caitlyn, la oficial que más miedo y respeto aportaba en la ciudad, pobre el que la quiera enfrentar o medir fuerzas contra ella. Pero no entendía: ¿por qué mencionar a tal bestia de puños pesados?
— Perdona, ¿como que menos mal que me ha tocado a ti y no a Vi? — Preguntó.
La mujer de ojos amatistas soltó un ligero suspiro, metió su mano en el bolsillo del jersey que llevaba y de ella sacó una placa metálica.
— Supongo que aún me queda mucho por hacerme un nombre en la ciudad, después de todo recién acabo de empezar — Alzó su mano con la placa y se la mostró a la repartidora — ¡Oficial novata Kai'sa, al servicio de la comunidad! — Le dijo con orgullo, guiñándole un ojo.
¿¡QUÉ!? —
…
Primer capítulo y vendrán más, he adorado hacer este fic, me ha encantado cada detalle que le he puesto, de verdad me ha hecho muy feliz escribir esta maravilla, espero que a vosotros también os agrade leerla. Yo por mi parte seguiré escribiendo y trayendo esto cada semana, no días, semana o mas. No me quiero exigir mucho, aunque seguramente acabe corrigiendo este fic también.
Tenía planeado subir otro fic, uno más serio y lo tengo subido, sí. Pero jodido, mi computadora me rompió el archivo donde guardaba el fic principal (corregido y reescrito) pero después de pasar dos semanas haciendo el principal y haberlo perdido casi todo, he preferido subir esto ya que aprovechando que sacaron la maravillosa skin de mi segundo main ad carry (primero Kai'sa), no he perdido la inspiración, me encanta esa skin y aún más la historia. Y no hago este fic solo por que las dos sean mis main adc, lo hago por muchas cosas mas, las dos son de Shurima, las dos tuvieron que creer solas, las dos tuvieron que soportar muchas cosas y mucho mas.
Decir también que me sorprende la aceptación que tienen estos fics que hago, hace unos años una tía algo niñata subía por mi: (el ultra espadón de la sonora armonía, Riven x yasuo o personajes inventados por ciertos personajes de lol) y ahora que me dedico a hacerlo yo, es mucho mas comodo y agradable, y mi mente fluye mejor sin tener que imaginarme nada innecesario. Ahora con estos nuevos escritos que de verdad espero que os guste, me siento bien y a gusto conmigo mismo.
¡Y GRACIAS CHICA EXTROVERTIDA! Gracias a ti y a cierta persona mas, e conseguido mejorar bastante en unas semanas, gracias a:
I'm Missy por darme un empujón.
Andre P. Lancer por mostrarme tantas cosas a pesar de que hice el ridículo.
Valkirye -Maiev Windrunner Por lo mismo que Andrea, me habéis ayudado muchísimo las tres a pesar de que yo sea un desconocido que dijo: hey, ¿me hechais una mano?
¡Hasta el próximo capítulo!
