Prologo
Y así susurro en voz baja una vieja saloma que había oído hablar de su madre tiempo antes de que muriera, la vieja saloma decía más o menos así:
¡Y te esperaré!
¡Tú aquí y yo allá!
¡Cuando el crepúsculo aparezca!
¡Ambos miraremos hacia lados opuestos¡
¡Encontrando nuestras miradas en ese momento al cambio a luna¡
Así haciendo caso a la dichosa saloma cada tarde acercándose la oscuridad Madox se acercaba a un lugar lo suficientemente despejado y veía hacia el horizonte buscando con esperanza la mirada de sus antepasados, así hasta que el claro de la tarde ese convertía en obscuridad absoluta y mirando con melancolía se retiraba.
Dicha acción la repetía diariamente como parte de una especia de tradición.
