¡Buenos días, tardes, noches, sempais! Bienvenidos sean ustedes a mi primera historia de Avengers (owo)... Ahm, de acuerdo, no sé exactamente qué decir. Solamente que he pasado la última semana leyendo los maravillosos fics que han publicado en la sección de "Stoki" y de pronto descubrí que amaba esta pareja hasta el grado de arriesgarme ha publicar algo. Pero, de antemano aviso que nunca, nunca en mi vida me he comprado un cómic de algún superhéroe y que mi única referencia es un poco de las películas que he visto, así que pido perdón por todas aquellas incongruencias que lleguen a suceder. También me veo obligada a anunciarles que por eso, la idea tiene algo de... raro (xDU) pero que eso es normal en lo que yo escribo (owoU). Aún así, espero que encuentren este humilde fic digno de su tiempo (uwu)

Advertencias: OoC en los personajes (sé cómo son, ubicó su carácter y creo -de repente- que puedo manejarlo, pero de momento creo que al escribir este primer capítulo no lo hice del todo bien, de todos modos, trataré de que eso vaya cambiando). Yaoi (Esto se piensa para ser un Stoki y algunas otras que me vayan saliendo de repente -me encantan los triángulos amorosos x3-)

¡Atención!: Marvel y cualquiera de sus personajes no me pertenece, son de sus respectivos autores. Yo solamente los tomé prestados.

Sin más qué decir, los dejó con... esta cosa rara que se me ocurrió ayer en la madrugada (xD)


(~*~Cerúleo bajo la luna~*~)

.

Prólogo

"Sabes darle la vuelta al mundo y cruzar los mares con la mirada; pero cuando se trata de caminar, no eres más que una estatua" TheLoveIsArt

.

El local donde se había detenido hace casi una hora le traía a la nariz un delicioso aroma de café negro y algunos pastelillos glaseados que, pese a ser demasiado dulces para su gusto, contrastaban a la perfección con el de la taza blanca descansando a centímetros de la mano.

Continuaba golpeando la mesa con los dedos, produciendo un sonido que a él mismo empezaba a desesperarlo, pero si bien sentía que explotaría en cualquier momento por la ansiedad, su rostro seguía manteniéndose inmutable, acaso pretendiendo no dar señales de la inquietud que iba abriéndose paso mientras esperaba en silencio; o al menos de su parte, pues en el fondo resonaba la tranquila voz de la mujer de "The Carpenters", acompañando la letra de Can´t smile without you, de una melodía suave y delicada.

En realidad, tenía preferencia por la música instrumental; entre menos voz hubiera, mejor. Sin embargo, a comparación de las nuevas canciones que se estaban escuchando, esta era muy buena.

Dejó de tamborilear los dedos, pero justo entonces miró de un lado a otro con recelo. Sus ojos verdes escrutaban de un lado a otro con una rapidez vertiginosa, como si pretendiera guardar a todo detalle las cosas que se le cruzaran enfrente. Pero además de las mesas y las sillas blancas con café —justo en una imitación perfecta del café con leche dentro de una taza—, solamente había unos cuadros abstractos de colores pálidos y otros pocos clientes que apenas le prestaban atención. Una parte de él agradecía eso último.

Se inclinó hacia delante y se echó los cabellos negros para atrás, aunque a decir verdad, no había mechón que se escapara de su peinado. En realidad, parecía buscar simplemente una excusa para hacer algo con sus manos.

Ya desde hace rato había notado que el sitio le traía memorias de cuando era pequeño y Frigga se acercaba a él y su hermano mayor, para ofrecerles una bolsa llena de panes que Thor precipitaba a su boca a lo bruto, mientras que él se sentaba y tomaba uno o dos panes, comiéndolos despacio y limpiándose la comisura de los labios cuando se ensuciaba. Tal imagen no lo hacía feliz. Pues cuando, quizá deseaba alcanzar otra dona glaseada, Odín llegaba y le daba un suave golpe en la mano, diciéndole que ya no cogiera más. No obstante, dejaba que Thor siguiera atracándose con ellos si quería, pero el mayor inmediatamente negaba con la cabeza, o si aún tenía hambre, se aseguraba de pasarle un pedazo más debajo de la mesa, sin que nadie se diera cuenta.

Por fin, cerró los ojos y se separó del mundo tanto como pudo. Respiraba profundamente, como si estuviera meditando. En su cabeza, se reprodujeron imágenes extrañas, luces que parecían diluirse y explotar al mismo tiempo en su interior; y risas escalofriantes que hacían eco en su cabeza, resonando acaso como si le estuvieran gritando en el oído. Luego, nada más que oscuridad. Un golpe sordo que le obligaba a separar los párpados, ahogando un gemido ante la punzada que le perforaba el cerebro instantes después.

Su garganta estaba seca nuevamente, y tuvo que ponerse de pie en un intento de deshacer la sensación de que unas garras lo atrapaban en el asiento. Metió la mano en la bolsa interior del saco negro y sacó varios billetes para dejarlos en la mesa. Tal vez era más de lo que debía dejar, pero ahora mismo necesitaba salir disparado de ese sitio. Ya no esperaría ahí, no estaba dispuesto a dejarse arrastrar nuevamente por esas pesadillas.

Cogió de un lado el bastón que siempre llevaba en la mano, y se encaminó hacia la salida con un paso acelerado. Mientras pasaba al lado de la mesera que lo había atendido, observó de nuevo —y con apenas un escaso interés— que ella le sonreía y se despedía con la mano, abriendo la boca para decir algo.

—El dinero ya está en la mesa; puedes quedarte con el cambio —contestó con desdén, adelantándose a lo que creía iba a decir.

La muchacha, de voluptuosas curvas, rubia y delgada, se sonrojó y asintió, como si estuviera en presencia de algún dios nórdico o algo parecido. Por otro lado, asintió y se fue resignada, mientras al otro lado del café, Loki escuchó un par de risas estridentes e irritantes. No había dicho nada gracioso. Aunque tampoco había razón para pensar que se reían de lo que había dicho, él notaba las miradas puestas en su espalda, así que debió considerar la idea al menos un segundo antes de darse cuenta que no le importaba.

Se sentía sofocado y no paraba de imaginar que un par de manos se alzaban hacia su garganta para estrangularlo. Era demasiado real como para ignorarlo, y demasiado delirio como para no preocuparse de su estado mental. Por eso, ya no se entretuvo siquiera en girar a ver a las jóvenes risueñas.

Caminó por la banqueta, apresurándose y mirando de un lado a otro. El sonido de New York le zumbó en los oídos como molestos mosquitos, pero él volvió a hacer amago de ignorarlos. De hecho, estaba en proceso de lograrlo cuando, al girar en la esquina de la calle, chocó con alguien. Loki debió apoyarse en el bastón para no caer de sentón.

Con el ceño fruncido, alzó la mirada y se encontró con una conocida piel morena y uno de los ojos oscuros acompañado del parche que tanto detestaba. La boca del otro hombre se contorsionó en molestia, aunque Loki supo que se debía a encontrarlo yendo a dirección opuesta de donde le había indicado que se verían esa tarde y no por haber chocado y tirarle el periódico que llevaba en manos.

—Buenas tardes, Loki —le saludó Fury, aunque su tono de voz era hastiado y, con una mueca algo colérica. Él le dedicó una sonrisa desdeñosa, apenas recordando que efectivamente, era ese hombre al que había estado esperando. Se enderezó y ladeó la cabeza, sin borrar su mueca de fingida culpa.

—Serían buenas si hubiese llegado a tiempo a nuestra reunión —apuntó, arqueando las cejas. Fury se encogió de hombros—. ¿El periódico era tan interesante como para dejarme esperando otra vez? —El moreno no se agachó para recoger nada y se mantuvo serio, juntando las manos sobre la espalda e inflando el pecho, como si esperase que eso le calmara, aunque lo cierto es que lo ponía más tenso—. Descuide, no es como si me hubiese molestado en lo absoluto. Es solo que recordé que también tenía algo pendiente desde hace una hora.

—Usted no tiene muchos pendientes en su vida, y lo sé. Tenemos calibrado todo su tiempo.

Los ojos de Loki destellaron mientras su sonrisa se ensanchaba más.

—Tenía que comprar y leer el periódico —dijo, con la voz ponzoñosa. Fury se inclinó y levantó el suyo; luego, se lo extendió. Loki declinó con una sacudida de cabeza—. No, no me interesa ver cómo los humanos se matan unos a los otros. Es realmente desagradable. Todos dan asco.

Fury dobló el periódico, asintiendo como si estuviese de acuerdo; sin embargo, en sus ojos se delataba un brillo de repulsión que, lo supo inmediatamente, solo estaba dirigido a él.

—¿Te importaría acompañarme a tomar algo? Yo todavía no he comido.

Loki se encogió de hombros con elegancia y volvió a recorrer las calles con la mirada.

—¿Acaso debería importarme? Acompañarlo, quiero decir —adelantó, volviendo su atención a Fury—. No es como si fuera a dejarme declinar la oferta, ¿cierto?

—Bueno, en cualquier caso preferiría que vinieras de buena fe —admitió, pasando al lado y yendo en la dirección de donde él venía. Loki apretó los dientes un momento antes de seguirlo, resignado. Por fortuna, no volvieron a entrar en el mismo café, o quizá él realmente hubiera declinado. En vez de eso, Fury se adentró a un restaurante sencillo; pidió mesa para dos y luego se acomodó en la grande silla, frente a Loki—. Me alegra que aceptaras venir. Llegar directamente a las instalaciones de S.H.I.E.L.D sería más rápido, pero creo que un ambiente nuevo para ti será lo mejor. ¿Cómo sigues? —preguntó luego de agradecer al camarero los menús. Loki dejaba el suyo frente, sin siquiera abrirlo—. ¿Todo ha ido mejor?

—No gracias a ustedes —murmuró, observando los cubiertos y haciendo una mueca para acomodarlos, así como enderezar el mantel blanco donde ya había una minúscula mancha de salsa—. Me permito recordarles que sus medicamentos no han hecho más que aumentar mi ansiedad. —Fury escuchaba con atención, aunque no apartaba la vista del menú.

—¿Y han parado las pesadillas? —Preguntó en determinado momento, cuando Loki se quedó en silencio y apretó su bastón con fuerza, hasta que sus dedos se volvieron más blancos de lo normal—. Ya veo. ¿Quieres decirme qué pasa ahora?

—¿Sirve de algo hablar?

—Es una de las cosas que haces bien, ¿no? Lengua de Plata, creo que me gusta y te queda bien. —Comentó con cierto desdén.

—Lo que realmente quiere decir —comentó Loki, arqueando las cejas y arrugando ligeramente la nariz, dando a entender que realmente no gustaba de su apodo—, es que usted piensa que es lo único que hago bien, ¿cierto?

—Estás malinterpretando. Creo que tienes un gran potencial, por lo que vengo a hacerte una pequeña sugerencia —El camarero que los había atendido llegó para pedir la orden de ambos, y Fury pidió una orden de langosta y un vino blanco. Loki despreció al chico con un ademán indiferente—. De cualquier modo, es importante que empieces a detectar los avances por ti solo… ¡Mira nada más! —Exclamó, señalando el sitio—. Ahora ya puedo permitirte salir de las instalaciones y salir a la calle para encontrarte conmigo en un restaurante cualquiera. Eso es un buen indicio.

Loki permaneció estático, mirando más allá de la cabeza de Fury. En una de las mesas estaban sentados unos hombres que hablaban entre ellos. Él empezó a ver sus movimientos algo distorsionados, como si al sacudir las manos dejaran un rastro de halo borroso de colores entre el morado y el verde esmeralda. Frunció el ceño hasta que sus cejas prácticamente se tocaban. Su respiración se aceleró mientras veía la forma arrugada y grisácea que aquellas manos empezaban a adquirir.

Su corazón latió con rapidez. Tenía miedo, y el raciocinio se vio ligeramente acorralado por la paranoia de hallarse atrapado. Sacudió la cabeza para alejar los pensamientos y los ruidos extraños que taladraban su oído; voces salidas desde el propio Infierno y que le susurraban palabras amenazantes.

"No habrá galaxia donde puedas esconderte. Ni nadie que pueda protegerte. Él va a hacer que conozcas el dolor verdadero".

—¿Loki? —Llamó Fury, muy, muy a lo lejos. Él abrió los ojos (apenas dándose cuenta de que los había cerrado) y volvió la mirada al rostro adusto del mayor, que se giraba en torno para verificar el sitio—. ¿Sucede algo?

—Nada importante… —murmuró en respuesta y se forzó a poner atención. Atrás de Fury, los hombres volvían a ser hombres, y una parte de él se sintió relajado—. ¿Cuál es esa sugerencia que vino a hacerme, entonces?

—Bueno, después de algunas últimas pruebas de tu… estado —empezó a decir el moreno, entrelazando los dedos frente al rostro—, mis jefes y yo hemos considerado que estás listo para pasar al siguiente nivel.

—¿Ósea que saldré al fin de ese cuarto? —se burló el chico, sonriendo con fingida felicidad. O quizá, no tanto—. No veo la hora de partir de ahí.

Fury apretó la mandíbula y chasqueó la lengua.

—¿Qué dirías de empezar a entrenar en la milicia? O tal vez, con algunos de nuestros agentes.

La mueca de Loki fue instantánea, no dio pie a pensar que aceptaría. Pero eso, el mayor ya lo sabía. Se encogió de hombros para aliviar la tensión, o al menos eso supuso el de ojos verdes, porque se enderezó inmediatamente en el respaldo de la silla.

—Quizá estar con la sociedad aligere el peso de tu situación —insistió.

—La sociedad está más podrida que mi propia mente. Los hombres son algo retorcido; roban como ratas, hablan y atacan como serpientes y tejen mentiras como las arañas.

—Podrías darle una oportunidad. No todos somos así —susurró el hombre, arqueando su única ceja. Loki lanzó una especie de risa.

—Está de más darle una oportunidad a los humanos; está en su naturaleza ser egoístas y destruir, en la vana búsqueda del poder. —Hizo una pausa—. Un poder que aniquila todo. Y la diversión que ofrece a los Dioses ver el caos y las mentiras, es la única razón por la que existimos.

—¿Eso piensas incluso de ti mismo? —Preguntó Fury, a lo que el moreno se señaló los labios con el dedo índice.

Lengua de Plata —es lo único que respondió.

0*0*0

Necesitaban trabajar más a Loki, pensó Fury esa noche mientras cruzaba los largos pasillos de las prisiones de S.H.I.E.L.D.

Era algo arriesgado a lo que se estaban jugando, pero de cualquier manera, al hombre no le remordía la consciencia usar al semidiós para el nuevo proyecto de sus jefes. ¿Cuál era este? En realidad, él mismo ignoraba qué planeaban conseguir borrando la memoria del —ahora— desterrado y desprotegido asgardiano, pero en teoría, lo único que parecía resaltar era que poco a poco, Loki debería convertirse en un leal perro del ejército, que no discutiera las órdenes; alguien dócil al que pudieran mandar cualquier cosa, así fuera asesinarse él mismo. Al parecer, su intención era crear una legión de soldados perfectos; por supuesto, consideraban justo que fuera Loki quien empezara a probar del suero que los científicos habían creado.

A Fury no le molestaba. Pero sí le causaba irritación pensar en qué sucedería una vez perfeccionado el suero. Por otro lado, empezaba a temer que Loki recuperara la memoria; sus pesadillas parecían muy relacionadas a la batalla que aconteció hace meses. Y, por si eso no fuera poco, ¿qué pasaría cuando Thor se enterará de lo que le hacían a su hermano? El rubio había defendido hasta el último momento la integridad del asgardiano, alegando que él era trabajo de Odín.

Era curioso, pensó entonces, que el Dios se limitara a escupir a Loki en la Tierra una vez más, como castigo. Al menos, lo había despojado de sus poderes.

Miró por el rabillo del ojo a Loki, que lo seguía en silencio. Puede que fuera idea suya, pero en esos ojos todavía se reflejaba un destello que le producía escalofríos. A decir verdad, temía por los tratamientos de amnesia que le creaban; la imagen de un Loki amarrado a una camilla, mirando el techo blanco de un consultorio y sacudiéndose como un poseso, era algo que todavía no se podía quitar por esos meses. Y ya fuera el capricho o los siglos y siglos que Loki había vivido, esa escena seguía repitiéndose una vez a la semana… sino es que dos, cuando daba señales de recordar más de lo debido.

Se estremeció. En esos tratamientos nunca escuchó gritar a Loki, aunque no dudaba que el dolor debía ser insoportable, pero la mirada de odio que les dirigía, le parecía tan real que lo perseguía en las noches. Después, cuando él "olvidaba" todo, se permitía una ligera relajación, que en realidad, no duraba mucho y tampoco era muy diferente.

Loki se paró en una de las puertas; la veía con cierta añoranza melancólica, como si estuviera tratando de descifrar qué significaba toda esa blancura. Fury no sabía muy bien los recuerdos que le estaban inventando al semidiós, pero a seguro, era digno de lástima ver a un hombre que estaba perdiendo todo en su interior y que además, no lo sabía. Era una marioneta a la que pronto le cortarían los hilos, una que se convertiría en no más que un cascarón vacío y otro de tantos experimentos que, consideraba, algo de muy poca humanidad.

Porque, ¿qué pasaría cuando el suero hiciera el efecto deseado? ¿Empezarían a ponerlo en criminales, o en soldados? Quitarles su humanidad era algo cruel, y aunque estaba de acuerdo en que Loki era un monstruo que destruyó su ciudad y amenazó con conquistar el mundo, ver reflejado en él a sus futuros hombres, le ponía enfermo.

—Una visita muy amena —murmuró Loki, como si acabase de despertar de un sueño. Fury asintió—. Consideraré la opción de no tratar de retirarme la próxima vez.

—Tú y yo sabemos que te encontraríamos, a donde fueras —sentenció Fury, con severidad. Loki se encogió de hombros.

—¿Hoy no vendrá nadie a mi habitación?

—¿A qué te refieres con eso? —La tensión de sus hombros era palpable. Loki acarició la puerta y sonrió de nuevo—. ¿Loki?

—Quién sabe. —Dijo antes de que con cautela, Fury abriese la puerta metiendo sus huellas dactilares en una pequeña pantalla que lo reconoció segundos antes de recorrerse y que Loki entrará.

0*0*0

Una camilla blanca, con sábanas blancas. Un buró blanco, con un florero vacío. Y seis paredes blancas que lo encerraban ahí dentro, como en una especie de purgatorio con intenciones de cielo. El aire ventilado emitía un suave murmullo mientras Loki tomaba asiento en la cama. Se quedó mirando un punto en la nada, con una expresión vaga. No tenía ventanas o puerta de cristal, como el resto de los pacientes —aunque él prefería llamarlos inquilinos—. Vivía en esa habitación, desde hace años. No tenía memorias específicas, solamente la rara visión de unos rostros difusos. Su vida entera era como un cuadro que se desdibujaba o un montón de pintura fresca a la que lanzas agua.

A él ya no le molestaba. Poco a poco se le iba olvidando cómo era el sol, los colores, el calor de un abrazo. Lo único que permanecía era el rojo sangre; aquí y allá. Y ruidos secos junto a voces roncas que decían en un extraño idioma, que no iba a poder escapar.

Más allá, solo él succionado por un abismo. Oscuridad y mundos extraños; todo parte de un delirio que intentaban curarle.

Y ahora, nada más que el silencio segundos antes de que la acostumbrada explosión sorda en la cabeza, le recordara de golpe unos ojos azules como el cielo, que se inclinaban hacia su cuerpo. Ya lo estaba olvidando; formaban parte de un sueño extraño y lejano.

Se recostó en la cama, sin hacer sonido alguno. Y dejó que esa visión lo consumiera varios minutos: Los edificios grises que se alzaban a su lado, el dolor de que lo estaban golpeando. Se deshizo de las sombras; una, dos, tres… y luego algo se clavó en su costado, filoso e increíblemente doloroso, que le hizo supurar sangre tanto de la herida como de la boca. Aun así continúo moviéndose, tratando de golpear a sus contrincantes, que parecían extender miembros con garras. El miedo era irrefutable y aún más, el hecho de que sabía que todo estaba mal.

Corrió y corrió. Todo era silencio y entonces cayó al suelo. Las sombras volvieron, gruñendo. Y apareció alguien que los alejó, pues en cuanto llegó a su lado, todas ellas corrieron a las esquinas de los callejones, perdiéndose entre la oscuridad. Para entonces todo le daba vueltas y justo cuando se inclinaron a llamarlo, perdía la consciencia. Una voz suave que a veces, era suficiente para alejar los malos sueños; un sonido tan preocupado y conciliador que estaba olvidando.

Volvió a abrir los ojos. ¡Blanco, blanco, blanco! Y en la esquina, al otro lado de la cama una figura encapuchada que se inclinaba hacia delante, cubriéndose los rasgos. Loki se sentó como un resorte, con la respiración entrecortada al ver esa figura deforme. De ella salía un silbido extraño; y cuando se enderezó le mostró una boca descarnada, o acaso, como la superficie de una roca, y repleta de dientes como púas. Los ojos escondidos en la capucha no brillaban, pero a él le dio la sensación de que lo observaban con odio.

Se hizo para atrás, ahogando un grito. En un segundo, esa figura atravesó la recámara y estiró una mano hacia él, hacia su cuello.

—No hay. No hay. No hay lugar del que puedas esconderte de Él —murmuró la figura antes de que Loki alzara los brazos como para protegerse.

Pero no llegó nada. Solamente silencio, y un frío helado que le hizo temblar.

0*0*0

Steve se obligó a fruncir el ceño mientras Fury volvía a entrar en la oficina e inmediatamente le dedicaba una negativa. El hombre se sentó detrás de su escritorio y empezó a revisar sus papeles, sin decir nada durante varios segundos. El Capitán tensó la mandíbula; a pesar de todo, estaba ante su superior.

—Ya le dije, Capitán —anunció Fury, sin apartar la vista de los documentos—. Usted no puede estar viniendo con esa actitud de averiguar todo cuanto pasa en S.H.I.E.L.D.

—No quiero saber todo —se defendió el rubio—. Solamente quiero…

—Preguntar por Loki. Ya lo sé.

—¿Qué tiene de malo? —Preguntó Steve, con los ojos brillando como fuego azul—. Tengo derecho a saber, ya que Loki está en sus instalaciones gracias a mi llamado.

—Como todo buen soldado —apuntó Fury, dejando los papeles y mirándole—. Pero, ¿sabe? Su trabajo en este caso ya ha terminado y nosotros nos encargamos.

—Creí que todo lo de Loki atañía solamente a Asgard. ¿Y qué hace él aquí? ¿Ha escapado?

—Según parece, el inconsciente de Odín lo ha desterrado con nosotros. —Se encogió de hombros—. Es por eso que tomamos medidas de seguridad. Más preguntas están de sobra, Rogers —le advirtió un momento después.

El Capitán hizo una mueca y se mordió el labio. Hace un par de meses había caminado por las calles de New York, puesto que el insomnio parecía formar parte de su vida en determinadas épocas del año, cuando de pronto escuchó una confronta. Había corrido en esa dirección y se encontró con Loki escapando de quién sabe qué, aunque en un principio parecía que era el Diablo quien lo perseguía. Lo veía sujetarse el costado con una mano y exclamar mientras lanzaba golpes a la nada; no parecía él, es como si la locura lo transformara en otro. Parecía un niño asustado cuando cayó al suelo y se revolvía de un lado a otro, emitiendo gemidos adoloridos. Era como si un grupo de abusivos le estuvieran pateando y quizá, hasta apuñalando.

Reaccionando a un instinto muy viejo, Steve corrió a su lado. No encontró nada, pero en cuanto estuvo a un lado, Loki se quedó quieto. Tenía la respiración entrecortada y miraba un punto en el cielo. Él se inclinó a su lado y lo llamó, sintiendo la calidez pegajosa de sangre escurriendo de todas partes en el cuerpo del asgardiano. Los ojos verdes abiertos que lo miraban mientras un borbotón rojo escurría de la barbilla entretanto el moreno tosía y se convulsionaba en sus brazos.

Y entonces se dio cuenta de que no había sido realmente locura lo que hizo ver al hermano de Thor tan diferente: Sino miedo a la muerte, uno que se reflejaba en unos ojos demasiado humanos.

Sin saber exactamente cómo reaccionar, cargó en sus brazos al asgardiano. Aún lo llamaba mientras prácticamente corría por las calles en dirección al hospital. Loki mantenía los ojos tan abiertos que le sorprendía que no le salieran de sus cuencas, y lo miraba entre la expectación y la burla. Como si preguntara si acaso no podía ir más rápido. "Patético humano" se lo imaginaba diciendo. El primer hospital que encontró fue donde se metió, y ahí atendieron a Loki.

No obstante, los médicos no sabían cómo empezar a tratar las heridas, en especial porque en todo el cuerpo tenía las hojas de las armas clavadas. Cada vez que las tocaban, éstas se hundían más. Loki tenía una mirada de dolor que ponía nervioso a Steve, aún más al ver que la sangre seguía supurando y se estaba muriendo.

Sabía que no tenía por qué preocuparse ni alterarse por el moreno, pero la histeria de no ser capaz de hacer nada aparte de ver el dolor en los ojos esmeralda, hicieron que contactara a S.H.I.E.L.D. No bien pasaron veinte minutos, los agentes vestidos de negro se llevaron a Loki… y él, que lo había entregado, fue dejado de lado. Tuvo que correr detrás de la camioneta donde llevaban al asgardiano. Hubo que hacer un esfuerzo aún más grande para convencer a Fury de salvar a Loki.

"¿Por qué haríamos tal cosa?" Le preguntó entonces el moreno. Steve, jadeando le respondió lo primero que le vino a la mente:

"Porque está sufriendo".

"Él mató a ochenta personas en dos días, ¿No se lo merece?".

"Y alguien se propuso a matarlo" respondió, agarrándose a una excusa cualquiera.

"De poder hacerlo, lo haría yo.

Le sorprendía pensar siquiera en la idea de que Loki continuara vivo. Pero Fury se encargó de asegurarle que solamente lo hicieron para no ganar enemistad con Asgard; que tal vez ellos vendrían por el moreno… pero no había señales de que fuera esa su intención. Tanto si ha escapado como no, en vida estaba al llegar a la Tierra, quién sabe qué pasaría si Odín se enteraba de que su sentencia había sido… amenazada por quién sabe qué personaje.

A pesar de todo, Steve creía tener derecho a saber…

Bajó la mirada. Estaba obrando mal, lo sabía. Pero incluso así, no se deshacía de su mal presentimiento. Por lo que nuevamente, había insistido en ver a Loki.

—No se le permitirá la entrada a ver a Loki —anunció Fury, afilando la mirada. Y antes de que pudiera responder, un pequeño foco rojo se encendía en el escritorio y una suave alarma empezó a sonar. El moreno se enderezó rápidamente, con la boca abriéndose apenas. Steve bajó la mirada.

—¿Qué pasa?

—Nada bueno —anunció y se apresuró a correr fuera de la oficina, con Steve pisándole los talones mientras el hombre lanzaba órdenes a diestra y siniestra.

Fury corrió hacia los pisos inferiores, más precisamente a los de los prisioneros. El Capitán miraba de un lado a otro, frunciendo el ceño e intuyendo que, quisieran o no, lo llevarían a ver a Loki.

Sin embargo, cuando el moreno abrió la puerta de una celda y vio al asgardiano gritando y jalándose los cabellos con fuerza suficiente para arrancárselos, estuvo seguro de que hubiera preferido no ver nada. El ex rey, apretaba los ojos y emitía sonidos estrangulados, lanzándose hacia las paredes de cabeza, dejando manchas rojas en ese lugar tan blanco.

Fury, un par de soldados y varios enfermeros entraron a tropel e intentaron detenerlo, pero no bien se acercaron, Loki se lanzaba a golpearlos con una histeria y fuerzas sorprendentes. Se retorcía y gritaba; una vez que se libraba de las manos de los enfermeros volvía a estrellar su cabeza contra la pared.

—¡Disparen! —Gritó Fury, apoyándose en la mano. Los dos soldados apuntaron con sus armas a Loki, quien no parecía siquiera notar nada. Fue al ver eso que Steve se adelantó a la habitación y, cogiendo a Loki de los hombros le tiraba al suelo justo antes de que los disparos se hicieran presentes. El asgardiano soltó un alarido y volvió a retorcerse mientras Fury soltaba una maldición—. ¡Rogers, aléjate ahora mismo de él!

Pero Steve solamente cubrió a Loki con su cuerpo, esforzándose en contenerlo mientras éste se movía de un lado a otro.

—¡Hey, basta! —Exclamó el Capitán luego de recibir un fuerte codazo en la sien derecha, por lo que Loki se quedó quieto y alzó la mirada. Sus ojos se encontraron durante un segundo, y Steve identificó un poco de aquel hombre que se proclamó un dios, aun cuando de la frente le escurría un montón de sangre y podría ver una herida abierta; no había nada más humano que la sangre.

Los cabellos negros del otro estaban esparcidos por el suelo y contrastaban a la perfección con la pálida y fría piel. Sin embargo, Steve no se movió al ver que el otro ya se estaba calmando. Loki dejó de resistirse a la idea de verse tumbado sobre el suelo, en especial cuando notó las balas en esas aburridas paredes blancas. Parecía recuperar un poco la consciencia.

—Está bien —anunció Steve mientras detectaba la tensión de los otros hombres, pero en cuanto dijo eso, sintió que lo poco que Loki continuaba tensado se relajó al escuchar esas palabras, como si se las hubiera dirigido a él solamente—. No pasa nada; ya está calmado.

Loki continuaba mirándolo, con los ojos verdes expectantes y brillosos. De cerca, Steve tuvo que admitir que también se veían muy humanos y —¿para qué iba a decir que no?—, también muy hermosos. Contuvo sus pensamientos mientras se enderezaba ligeramente.

—Tú… —murmuró Loki antes de que unas manos le sujetara de los hombros. Steve se quedó estático, apenas sin darse cuenta de nada mientras uno de los enfermeros clavaba una aguja en el cuello del asgardiano. Durante un segundo, éste abrió los ojos desmesuradamente y soltó un gemido entretanto un líquido morado se adentraba a su organismo.

Después, simplemente se quedó dormido, abriendo la boca como si quisiera decir algo. Pero ya no hubo tiempo. A Loki eso ya se le estaba terminando; aunque nadie parecía darse cuenta de eso, como siempre.

Continuará.


Bueno, no hace falta que lo digan (xDU), sé que esto no es muy bueno, pero no me aguanté las ganas de intentar dejar un tributo a la pareja. Tengo la maldición de enamorarme de las que no tienen mucho material (u-u) -y soy muy lenta para el inglés (e.e)-. De cualquier modo, de verdad esperó que le hayan encontrado puntos positivos y que haya sido merecedor de su tiempo y algún review (owo). Eso sí, por favor, tengan paciencia conmigo, que les reitero que apenas estoy entrando al tema de Marvel y no sé... prácticamente nada -de hecho, quería hacerlo en un mundo alterno, pero no sé... (xD) de verdad quería arriesgarme-.

Otro asunto que debería anunciar desde el principio, es mi -mala- fama a tardarme los años en publicar. Lo siento, pero a veces la Universidad me consume el tiempo (._.U). Igual, trataré de no exagerar (xD) Aunque, como va el gustito por esta linda parejita, creo que podría no ser el caso... Espero (.w.)

En fin, les agradezco leer y sus comentarios y sugerencias que, como a cualquier otra autora, llenan de gran felicidad (nwn)

¡Hasta luego!