Título: Titanio.
Sumario: "No tengo voz para decirlo. Por eso vengo y te lo escribo. He deshonrado a mis principios".
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Naruto © es creación de señor Masashi Kishimoto, pera esta historia pertenece a Nicole Luz de Luna
Ella había visto sangre toda su vida, pero esta vez era diferente. No porque fuese suya, no porque doliera mucho, no porque él no supiera… Era porque era su culpa. El cumulo de sangre indescifrable era su culpa. Y no, ya no valía la pena. Ella ya no valía la pena. Ella ya no era indestructible, ahora era parte de las estadísticas. Ella ahora estaba dañada, rota, perdida, sola.
Chapter Uno: Kakashi.
El no solía salir a hacer estas cosas. De hecho, Kakashi Hatake era de los que prefería descargar el estrés de las misiones llamando a sus amiguitas y llevando una fiesta privada él solito. Así que era un más que incomodo tener que estar sentado en una mesa de una apestosa tasca con sus amigos y las 'acompañantes'. No era lo que el imaginaba para una noche de sábado, no era lo que el imaginaba para ninguna noche.
De verdad que le agradaban los chicos, los conocía prácticamente de toda la vida, pero el peliplata creía haber pasado tantos malos tiempos junto con ellos en Anbu que el hecho de tener que reunirse sin la necesidad de desplegar auras asesinas definitivamente tenía que ser algún mal augurio. O algo malo estaba pasando o algo malo iba a pasar. Eso lo daba por seguro.
-Quita esa cara de palo, espantapájaros.
Bebió un trago de su sake.
-A ver, Genma, ¿Cómo sabes que cara tiene? ¡Lleva una jodida mascara!-Inquirió la rubia que lo acompañaba.
Kakashi se hundió en su silla. Empezarían en 3, 2…
-Oh, querida Tomoyo-chan, sabemos de lo que hablamos-sonrisa de dentífrico de Gai- Kakashi es como nuestro pequeño pupilo.
-Pensé que yo era el pupilo.
-¡Cállate, Yamato! Lo conocemos como si lo hubiésemos parido…
-¡¿Qué coño acabas de decir, Gai?!
Kakashi no pudo soltar una risita cuando vio todo el sake salir por la nariz de Genma.
-Son tan lindos, ustedes-soltó una de las gemelas que estaba sentada junto a Yamato.
Kakashi suspiro, y saco su infaltable libro, lo único que podía librarlo de las conversaciones.
El Icha Icha mantenía tres importantes razones por las que Kakashi solía llevarlo siempre consigo: A) Servía como escudo natural a las conversaciones inútiles de sus allegados. Ese bendito librito creaba algún tipo de barrera 'simplemente no me importa lo que digas' que más de una vez lo saco de un aprieto, lo que lo llevaba a B) Si no eras de sus amigos, pero si tenías el mínimo conocimiento de lo que era Icha Icha paradide, preferirías mantener distancia del pervertido que camina leyendo erotismo por la calle. Eso evitaba conversaciones monótonas con su casero, niños fastidiosos rodeándolo y admirándolo, y muchachas enamoradizas acosándolo con un futuro de cuento de hadas…Entonces así, la población de Konoha que le dirigía la palabra se reducía a C) las hermosas mujeres que comprendían que Icha Icha más que un libro erótico era una especie de manual. Alguien que pasa casi doce horas de su tiempo leyendo dicho texto, más de una cosa debía haber aprendido.
Así es como se daban ese tipo de casos en los que la cita de Genma le acariciaba con la pierna bajo la mesa.
Kakashi se levantó abruptamente.
-Voy al baño-anuncio.
-Sí, tranquilo, bebito, tienes permiso para ir.
-Me encanta cuando Genma molesta a sempai, me hace sentir parte del grupo.
-Silencio y bebe tu soda, Yamato-kun.
Kakashi intento caminar lo más rápido posible hacia los sanitarios. No era lo más prudente dejarse provocar por la cita de tu mejor amigo, mucho menos acostarse con ella.
Pero qué estoy pensando…
Abrió el grifo y se lavó las manos. Cuando levanto la cara al espejo, la pudo ver por el reflejo recostada contra la esquina de la pared bajo la muy mala iluminación del lugar.
-¿Empezamos?- inquirió soltando dos botones en su escote.
-Si-se aproximó a ella-, puedes empezar volviendo a la mesa.
La rubia pareció algo ofendida y empezó a caminar hacia la salida del baño.
Kakashi la siguió con la mirada. Ciertamente de espaldas no parecía pasar de 20 años pero con un cuerpo bien formado, más del que el autocontrol del copy nin desearía. Debía de admitirlo, las rubias lo volvían loco, o más bien, las rubias de mirada atrevida lo volvían loco.
Había algo en la mirada de la gente, algo que Kakashi no podía evitar notar. Para Hatake los ojos eran lo más expresivo de toda la cara.
Volvió a la mesa pensando en los ojos grises y felinos de la rubia en el regazo de Genma. Bebió todo su sake de un trago y palmeo el hombro de Genma como anunciándole que ya se iba.
-¿Eh, ya estas ebrio?
-No, es que me voy-le notifico y le extendió la mano en saludo a Yamato, a Gai solo le hizo una seña que este devolvió con saludo militar.
-Bueno, aburrido, vete. Intenta conseguir una acompañante cuando salgas de aquí.
Si supieras…
Y comenzó a caminar a la salida esquivando gente. Cuando noto lo dificultoso que le fue salir del lugar y el aire frio de la calle lo mareo, el peliplata comenzó a considerar que tal vez si estaba un poco ebrio.
Cruzo la calle y se metió la mano en los bolsillos empezando a caminar hacia abajo por la callejuela desierta. Hacia frio, como si fuese a llover, pero aun así a Kakashi no le importo cuando llego a ese cruce en Y, y decidió tomar el camino largo a su apartamento. Apenas había luna y ya debía ser más de media noche. Hacía ya muchos años que había restringido sus agradables paseos nocturnos, los había cambiado por una vuelta tormentosa a Anbu y luego por dedicarse a cuidar mocosos de academia. Se detuvo frente a dicho edificio y sonrió un poco. Extrañaba a sus mocosos, realmente lo hacía. Y por más que evitara pensarlo, le hubiese gustado que las cosas hubieran sido diferentes. Sin venganzas de años, ni demonio zorro… solo tres adolescentes con problemas adolescentes para los cuales él tampoco hubiese sido muy útil pero que por lo menos les hubiera restado un montón de problemas a la aldea.
Ahora Naruto era otro aprendiz de kague más y Sasuke entraba y salía de la aldea cuando quisiera, no era muy querido, pero era libre… y bueno, Sakura andaba por ahí, perdida en sus libros y ¿sentada en los columpios?
De un salto voló la cerca y camino al columpio bajo el árbol frente a la academia, parándose justo al lado de la pelirosa.
-¡Yo!
Levanto la cabeza extrañada y la penumbra a penas dejo que Kakashi le viese la cara.
-Eh, Kakashi-sensei ¿Qué haces por aquí? Es tarde.
-Lo mismo digo- sonrió y se rasco tras la nuca- Pensé que dormías temprano.
Ella bajo la cara y retorció sus manos en su regazo mientras lentamente empezaba a columpiarse.
-Es que hoy me sentía nostálgica. Extraño los viejos tiempos.
Había algo en su voz que a Kakashi le hubiese gustado descubrir. No era la de todos los días, no era nostalgia, ni tristeza…
-Yo también los extraño, pequeña Sakura-chan- y puso una mano en su cabeza, pero Sakura la aparto de un veloz manotazo.
-Ya no soy una niña.
-¿A qué te refieres?- era el alcohol lo que le hacía de lento entendimiento, o lo que sintió en la voz de su pupila había sido verdadero miedo.
-A que han pasado cosas, Sensei… Además, ya tengo 18 años y… Olvídelo- Su voz tembló un poco.
Kakashi permaneció en silencio a su lado sin comprender realmente que es lo que estaba pasando.
Había algo que no se sentía bien.
Se agacho a su lado y la obligo a mirarlo.
Ahí estaban sus preciosos ojos verdes iluminados por la luna. Apagados, turbios, con miedo. Era eso, Sakura podía verse increíblemente triste, pero justo ahora lo que el miraba era miedo. No terror, sino miedo. Del más puro, del que había visto infinidad de veces en los ojos de niños mientras estaba en Anbu.
Ella viro la cara.
-Váyase, Sensei, huele a alcohol y cigarro- dijo con la voz quebrada y los labios apretados.
-Sakura, ¿Estas bien?- le pregunto una vez que se levantó.
La pelirosa se encogió en su asiento y empezó a columpiarse otra vez mientras las nubes volvían a crear penumbra.
-Si ¿no lo ve? Estoy bien.
Dudo por un minuto ¿Lo veía?
-¿Segura?
Se meció más fuerte y empezó a reír un poco.
-¡Sí! Kakashi-sensei, deja de beber, estas imaginando cosas.
El copy nin se reprochó mentalmente. Tal vez si estaba imaginando babosadas. Las noches tristes lo volvían muy triste, le hacían pensar en infancias perdidas y personas que ya no estaban. De repente a Sakura le sucedía lo mismo, ¿Qué más razón tendría para estar en este lúgubre lugar recordando cuando era una niña?
El peliplata metió las manos en sus bolsillos, saco una cajetilla, bajo su máscara y encendió un cigarrillo.
Sí.
Noches tristes, gente triste.
Volvió a poner la mano libre en la cabeza de Sakura y esta vez la sintió tensarse bajo su tacto. Exhalo una buena cantidad de humo y se quedó mirando por un momento como se quemaba el cigarro.
-Sakura-chan, tu para mi sigues y seguirás siendo una niña. No importa que tanto haya pasado. Me gustaría que te conservaras como tal. Nunca te manches las manos con sangre, nunca dejes que tus fantasmas te persigan. Duerme sin culpa, Sakura-chan, deja que tu viejo sensei la cargue por un rato sobre sus hombros. ¿Bien?
Y sacudió su cabello tal cual lo hizo una infinidad de veces cuando ella aún tenía doce inocentes años.
Dio otra calada a su cigarrillo y volvió a emprender camino a su departamento.
Tal vez, estaba más borracho de lo que pensaba, pero esos ojos… Esos ojos eran algo que nunca saldría de su memoria.
Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. Empezó a lloviznar y el apuro el paso.
Subió las escaleras de dos en dos y se derrumbó en su cama bajo el arrullo de la suave lluvia. Solo era una noche triste, pensó antes de dormir.
Él estaba bien y Sakura estaba bien ¿verdad? Esa noche fue la primera en mucho tiempo que soñó con miedo. Con los enormes y temerosos ojos de Sakura chan. No, no debió dejarse engañar. Sakura no estaba bien.
¡Gracias por leer!
