¡Feliz Navidad!
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Skip Beat no es mío. Nakamura sensei no quiere regalármelo…
FELIZ CUMPLEAÑOS
—Feliz cumpleaños, Mogami-san —dijo Ren.
Kyoko se quedó mirando la cajita de terciopelo rojo, incapaz de abrirla con sus manos temblorosas. Ren se apiadó de ella, intentando disimular la sonrisa, y la abrió, mostrándole su contenido.
Un colgante de plata, en forma de luna menguante, con un hada pensativa sentada en ella. Y en sus alas el brillo de lo que Kyoko esperaba que fueran circonitas y no diamantes.
Ahogó un suspiro de éxtasis para luego quedar con la boca abierta de pasmo y admiración.
—¿Me permites? —preguntó Ren, sonriendo (ahora sí) al ver su reacción.
Kyoko salió de su estupor y se giró, ofreciéndole su cuello, para que le abrochara la fina cadena. Sintió por un momento sus dedos rozar la piel de su nuca y se estremeció. Luego él la tomó de los hombros y le dio la vuelta para volver a quedar cara a cara.
—Muchísimas gracias… —dijo ella, acariciando la pequeña figura que ahora descansaba sobre su piel—. Es hermosísima…
—No más que tú… —replicó él, audaz.
Ella alzó la cabeza para buscar su mirada, mientras luchaba contra un feroz sonrojo. Obviamente, perdió.
—Habíamos quedado en que no volverías a regalarme joyas, Kuon. Son demasiado caras… —añadió con cierto reproche en la voz. No es que fuera a deshacerse del colgante, ni mucho menos, pero una mujer tiene que mantenerse firme. O por lo menos, aparentarlo…
—Ah, pero esto lo tengo desde antes de que 'hiciéramos' ese trato —responde él, con ese tono de 'tengo la excusa perfecta'.
—Claro, por eso aceptaste tan rápido, ¿verdad? —concluye Kyoko.
—No sé de qué me hablas… —dice él, fingiendo inocencia.
—Eres un tramposo, Kuon… —protesta ella, pero sonríe.
—Creo que te confundes, Kyoko… —y Ren duplica la sonrisa de Kyoko con la suya.
—¿Y a qué viene eso de llamarme Mogami-san otra vez? —pregunta ella, dándole un golpecito en el antebrazo.
—Porque será la última vez que pueda decirte esas palabras, amor mío —Kyoko da un respingo—. En tu próximo cumpleaños tendré que decir Hizuri-san…
Y ella le vuelve a sonreír, esta vez, de rubor y emoción mezcladas, y de un algo más profundo y ardiente en sus ojos que solo existe por y para él, y a Kuon le arrolla una vez más ese sentimiento en su pecho, firme e intenso, nacido en el corazón y en el alma, siempre que se pierde en sus ojos, hasta que Kyoko se lanza a perderse en sus brazos.
Siempre hay que dar las gracias por los regalos…
