¡HISTORIA SIN BETEAR!
Edward POV
Estábamos perdiendo la última clase, encerrados en mi camioneta bastante lejos de la preparatoria, a la orilla de la carretera, escondidos entre un montón de arboles que permitían que nadie viera que tenía a mi preciosa Isabella a horcajadas sobre mi regazo, los vidrios polarizados estaban empañados y ella se movía deliciosamente sobre mí.
―Mi padre va a matarme si se entera que falte de nuevo a clase. ―murmuró contra mis labios, sabía que lo haría y que probablemente me culparía de nuevo, pero si algo le había quedado claro al señor Swan hasta ahora, era que intentar castigar a Isabella con mantenerla alejada de mí, resultaba incluso peor que saltarnos una maldita clase de literatura.
―Si supiera lo que haces en lugar de tomar clase, sabría que la ausencia no es por lo que debería estar molesto. ―respondí metiendo mis manos bajo su top verde y blanco, ella soltó una ligera carcajada contra mis labios. No era mi culpa que mi chica tuviera practica con las animadoras los viernes, cuando había comenzado a salir con ella, ni siquiera sabía que ese club existía.
Ella sonrió descaradamente contra mis labios y se alejó un poco, colocando una de sus manos en mi rostro, estaba sonrojada, agitada y aquel pequeño uniforme no me dejaba pensar claramente.
―El fin de semana Charlie irá a pescar con Bill. ―murmuró con esa sexy voz ronca con la que hablaba cuando estaba excitada.
― ¿Tendrás que quedarte con Sue de nuevo? ―pregunté intentando calmar una parte de mi cuerpo que se negaba a bajar, Bella podía dejarme tocarla en aquella camioneta, pero su única regla era no tener sexo ahí, no quería que la vieran desnuda, Forks era un lugar pequeño y aun con lo discreto que era nuestro escondite, podía haber algún cazador entre los bosques esperando a que la desnudara para tener una buena vista de una chica joven.
Sue y Charlie no habían llegado aun a vivir juntos, seguían siendo pareja y se veían felices, pero por alguna razón desconocida nunca habían dado el siguiente paso, Bella creía que cuando Jacob fuera a la Universidad, Sue finalmente iría a vivir con ellos, pero Jacob se había ido unos meses atrás y la mudanza no había ocurrido.
―No, Sue saldrá de la ciudad, así que estaré sola en casa. ―añadió sonriente, ahora entendía a donde iba la conversación, sonreí de lado y con mi mano bajo su blusa la empuje más contra mi cuerpo.
Hacía nueve meses, cuando ella había celebrado su cumpleaños, decidió que quería perder la virginidad, ni siquiera me pregunto, solo apareció en mi casa sabiendo que mis padres no estarían, y yo estaba encantado de seguirle el juego, no creí que llegaría a más, ella siempre me cortaba antes de siquiera tocar su abdomen con mis dedos, pero aquella tarde, cuando no detuvo mis manos, la miré con el ceño fruncido, ella me beso y me dio la respuesta que quería hacia tanto tiempo. No iba a negar que deseaba a Isabella con cada hormona de mi cuerpo, tenía sueños bastante gráficos sobre ella y no podía pasar una tarde entera a su lado sin necesitar una ducha fría, así que el "sí" en ese beso, fue la puta gloria.
Nos habíamos conocido desde pequeños, la madre de Isabella había muerto cuando tenía seis, entonces mi madre se había ofrecido a cuidar a Bella por las tardes ya que su padre trabajaba todo el día, ella era esta chica vestida de miles de colores y enormes ojos marrones, éramos polos opuestos obligados a llevarse bien, yo era un año mayor que ella, así que me sentía el adulto entre ambos, la regañaba por tocar o romper mis cosas, aunque la única ocasión en que había roto algo mío, había sido un accidente.
Ella solo quería seguirme a todas partes, de niños la obligaba a jugar lo que yo quisiera, aunque de alguna manera siempre terminaba jugando algo que ella había inventado de la nada.
Cuando iba en sexto de primaria, comenzaron los roces con las chicas, cuando te dabas cuenta de que no tenían piojos y resultaban incluso bonitas a la vista, fue entonces que salí con una chica por primera vez, Kate, rubia, de ojos azules y me regalaba su pastel de chocolate desde tercer año, Isabella se había puesto furiosa e incluso había esperado por mí en la entrada de la casa, ni siquiera mi madre tenía tanto interés en ello.
Le dije que quería que se detuviera, estaba enojado con ella por intentar que Kate se alejara de mí. Sonrojada y furiosa, me grito que no podía salir con ninguna chica, porque nosotros teníamos que estar juntos, me reí de ella por semejante tontería, teníamos once y diez años, ¿cuándo había decidido que teníamos que estar juntos? Le deje en claro que no íbamos a estar juntos nunca y le grite que se fuera de mi casa para nunca volver. Como todas nuestras peleas, creí que volvería al día siguiente a disculparse y olvidaríamos todo hasta la próxima pelea, pero no lo hizo.
Una semana después de que ella decidiera ignorarme en la escuela, en la calle, por teléfono e incluso cuando mi madre pasaba a recogernos, le reclame por estar enojada, ella no tenía derecho a molestarse cuando era ella quien había arruinado mi cita, dijo que era mi culpa por salir con otras niñas, mi madre decía que teníamos discusiones como si fuéramos un matrimonio y lo encontraba gracioso, para mí era algo serio, Isabella había decidido que yo le pertenecía y eso no me gustaba.
Tome su reclamo como un reto y de pronto invitaba a cada chica de mi salón a comer a mi casa, sabiendo que Isabella estaría ahí, me reía con ellas y les servía doble postre porque "eran lindas", ella estaba furiosa, creí que estaba por lograr que se disculpara, hasta que una tarde, después de clases, ella fue hacia otro auto en lugar de esperar a mi madre, la tome del brazo y le dije que no podía irse con otra persona, porque mi madre se preocuparía, ella dijo que su padre le había pedido a Sue que la recogiera e iría con ella y su hijo Jacob, le reclame por querer irse con otras personas, ella dijo que mi madre lo sabía.
Cuando subí a la camioneta, estaba más que enojado, conocía a Jacob y no me agradaba en absoluto, era la clase de chico que quería agradarle a todos y odiaba eso, entonces le pregunte a mi madre porque no me había dicho que Bella ya no iría con nosotros, ella dijo que Charlie la había llamado después de que me dejo en clase, al parecer, ahora Bella pasaría las tardes con Sue, según mi madre, Sue y Charlie estaban saliendo y querían que sus hijos comenzaran a llevarse, pero yo sabía que eso era idea de Bella.
En la secundaria, peleábamos por absolutamente todo, era una constante guerra de poderes entre nosotros, ella se había vuelto la chica que todos conocían, sonriente con todo el mundo, con cientos de amigos y para mi mala suerte se había puesto preciosa, ella sabía como sacarme de quicio y yo solo quería molestarla por haberme dejado, al menos en mi mente lo veía así, ella me había cambiado por Jacob Black y yo era un chico celoso.
Ellos eran como hermanos y estaba claro que Isabella y yo no lo éramos, nunca hubo una relación fraternal entre nosotros, la quería, pero no como a una hermana, en una de nuestras peleas, le reclame por salir con el estúpido de James, un chico de su clase del que no conocía más que su nombre, ella dijo que iba a salir con quien quisiera, le dije que tenía prohibido salir con él y ella se lo tomo como un reto, cuando la vi de nuevo con él en medio del pasillo, simplemente tuve que mirar al tipo con mi rostro de "voy a partirte la cara si vuelves a poner tus manos en ella", así era como Bella la había nombrado, la tome del brazo y la lleve hasta la parte trasera de la escuela, ya todo el mundo sabía que terminaríamos gritándonos así que a nadie le importo seguirnos.
Ella me llamó idiota, fue la primera vez que me insulto directamente, le dije que ella era una niña caprichosa, entre gritos terminó por cabrearme por completo cuando dijo que dejaría que James la besara si eso era lo que ella quería, justo después de haberle dicho que no la quería cerca de ese tipo.
Le dije que si se atrevía a besarlo iba a golpearlo y sería su culpa, tuve mi fase rebelde en que me peleaba con todo el mundo a golpes, me dijo que iba a dejar que la besara todos los días, que sería su primer beso y yo no podría evitarlo, entre gritos terminé por robarle su preciado primer beso, ella me miró con los ojos abiertos incrédula de que lo hubiera hecho, le dije que ahora no iba a poder tener su primer beso con James nunca y por supuesto me insulto de nuevo.
Al día siguiente, como si me hubiera estado esperando todo el día para hacerlo, decidió besar a James justo cuando salimos de clases, terminé golpeando a James ahí mismo, solo un golpe directo a la quijada, ella había soltado un grito de sorpresa, pero estaba seguro de que lo había hecho a propósito, no pude discutir con ella el tema porque me llevaron a detención y al tipo a la enfermería, Bella se fue a casa furiosa junto a Sue y Jacob.
Mi madre me amenazó con cambiarme de escuela si volvían a llamarla por golpear a alguien, así que mis días de pelearme con cualquier idiota terminaron, un par de días después, Esme me envió a disculparme con Isabella, lo que llevó a que nos gritáramos de nuevo, me dijo que si yo podía salir con una chica tras otra, ella podía salir con el chico que ella quisiera, estaba claro que aun estaba dolida por lo que había pasado años atrás, le dije que si tanto quería salir con un chico, yo saldría con ella.
Era confuso lo que sentía por Isabella en ese momento, era demasiado joven para ponerle nombre a mis sentimientos, pero sabía que disfrutaba el tiempo juntos, quería poder tenerla solo para mí de nuevo, incluso si eso sonaba jodidamente posesivo.
Seguíamos peleando como un par de idiotas, pero estaba loco por ella, tenía una personalidad intensa que me atraía de manera extraña, simplemente disfrutaba discutir y gritar con ella tanto como amaba rodearla con mi brazo mientras caminábamos por la escuela.
En la preparatoria ella se unió a las animadoras y solo consiguió llamar la atención de más hombres parecidos a James, irónicamente él no era uno de ellos, después de aquella patética pelea él se había alejado de mi castaña.
Intentaba no ser un idiota celoso todo el tiempo, pero Isabella era la chica nueva con cuerpo de bailarina, metida en esos diminutos uniformes que hacían voltear a cualquiera, así que pasaba gran parte de mi día frustrado por las miradas que recibía, había dejado bien claro que salía con ella desde el momento en que había entrado a la escuela, pero eso no impedía que todo el mundo estuviera observándola.
Sabía que Isabella no tenía interés en ningún otro chico, pero era un hombre celoso y me volvía loco ver a otros desearla y desnudarla con la mirada.
Después de arreglar nuestra ropa y retomar el camino a su casa, la vi bostezar un par de veces, sabía que había tenido un proyecto importante para la clase de anatomía, así que no me sorprendía que estuviera agotada, habíamos pasado el último fin de semana terminando esa cosa, ella era fanática de la materia, pero la maestra era algo exigente, la había tenido el año anterior y había estado a punto de suspenderla, así que aun con su amor por la ciencia, Isabella no estaba pasándola bien con los exámenes y trabajos, mientras que yo por alguna suerte del destino había encontrado interesante el tema y eso facilitaba que la ayudara.
―El sábado habrá una fiesta en Port Angeles, unos amigos de mis padres estarán en el pueblo unos días y quiero evitar las cenas incomodas, así que ¿Qué te parece si pasamos el fin de semana allá? ―murmuré estacionándome frente a su casa, tenía los ojos somnolientos y luchaba por no quedarse dormida, me miró sonriendo antes de asentir.
―Le diré a Charlie, pero claro. ―susurró antes de un largo bostezo, bajé de la camioneta y di la vuelta para abrir la puerta para ella, su padre casi siempre llegaba después de las siete, así que pasábamos las tardes entre su casa y la mía, no quería ir a pasar la tarde con los viejos amigos de Carlisle y Esme, así que nos quedaríamos.
El lugar estaba vacío como era de esperar, nos recostamos en un largo sofá en la sala para ver una vieja película de terror que Isabella podía ver mil veces, se acomodo sobre mi pecho y unos minutos después de que inicio, ella se quedó dormida. Acaricie su cabello y ella se acomodo mejor entre mis brazos, metiendo una de sus piernas entre las mías y soltando un suave suspiro de satisfacción.
La película era sobre una cinta que mataba personas o algo así, Bella la había visto por primera vez cuando tenía solo cinco años, sus padres la habían alquilado para verla cuando ella se fuera a dormir, pero ella se oculto en la esquina de la escalera que daba a la sala, para poder verla en secreto, cuando la veías siendo un adulto, en realidad no daba miedo, pero ella había tenido pesadillas después de esa noche, por meses tuvo que dormir con sus padres, decía que le gustaba verla porque le recordaba tiempos más simples, suponía que le recordaba a su madre arropándola para dormir protegida y por eso había creado un vinculo con esa terrible película.
Bella no hablaba a menudo de su madre, cuando la mencionaba era sin intención y siempre cambiaba el tema de inmediato, lo poco que sabía de René Swan, era por una conversación años atrás, cuando ella simplemente recordó el cumpleaños de su madre y decidió llevarle flores, después de despedirse y decirle que la amaba, fuimos a mi casa, nos recostamos en silencio en mi habitación y me hablo de ella, la recordaba con cariño solo no le gustaba hablar de ella, se sentía nostálgica y pasaban días antes de volver a sentirse tranquila.
Cuando éramos niños nunca se me ocurrió preguntar sobre su madre, ni siquiera intente abrazarla o algo así, solo la tome en mi vida como algo que debía estar ahí, como si mi madre la hubiera llevado para nosotros, Isabella decía que por eso le gustaba estar conmigo, porque todos le preguntaban cosas sobre su madre, querían hacerla sentir mejor mencionando cosas buenas de ella o prometiéndole que la cuidaría desde el cielo, ella simplemente estaba triste y quería no pensar en ello, pero incluso su padre le impedía dejarlo atrás, mientras yo solo la "adopte" en mi vida, sin preguntas, ni sonrisas falsas, la dejaba jugar y olvidar todo lo demás, aunque fuera por unas horas.
Cerca de las siete cuando la película se había terminado, mi madre me envió un mensaje para que recordarme que había prometido ir a cenar con ellos, así que me levanté con Isabella en mis brazos para llevarla hasta su recamara, la deje en su cama y escribí una simple nota para despedirme, salí de su casa antes de que Charlie llegara, pocas veces nos encontramos en la puerta y una ocasión me encontró saliendo del cuarto de Bella, pero a pesar de lo que podía parecer, respetaba al señor Swan, así que evitaba que eso ocurriera a menudo.
Los invitados de mis padres eran viejos compañeros de la Universidad, tenían tres hijos, una chica de diecisiete llamada Jane, Emma de dieciséis y Alec, él era mucho mayor que nosotros y por lo que sabía estaba estudiando medicina. Aro, era un amigo de Carlisle, habían estudiado juntos y la amistad había permanecido con el tiempo, sus vidas eran bastante parecidas, con la única excepción de que los Vulturi eran asquerosamente ricos, Aro nunca había ejercido la medicina, al menos no como mi padre, prefería aportar grandes donaciones a hospitales de todo el mundo, entre ellos el de Forks, suponía que podía darse el lujo de hacerlo, su fortuna llegaría hasta sus bisnietos sin que alguno de ellos tuviera que trabajar.
Conocía Jane bastante bien, no éramos precisamente cercanos, pero con la relación entre nuestros padres y la cercanía en nuestras edades, nos habíamos llegado a conocer, tenía una personalidad difícil de llevar, no me consideraba una persona fácil para tratar, pero ella era simplemente imposible, era fría y cruel con aquellos que consideraba inferiores, mientras que los que teníamos la suerte de entrar en sus estándares teníamos que soportar la falsa sonrisa en su rostro. Mientras que Emma era más reservada y había hablado con ella tan solo un par de veces. Con Alec jamás había tenido oportunidad de hablar realmente, Aro presumía sobre su hijo todo el tiempo, pero no era común que él estuviera presente.
Mientras nuestros padres charlaban en la terraza de la casa, subí a dejar mi chaqueta a mi cuarto, la lance sobre la cama sin mucho interés y revisé mi teléfono, Bella había enviado un mensaje de buenas noches y que me portara bien con los invitados de Esme, sonreí ante el comentario y lo deje sobre la mesa de noche.
―Ha pasado tiempo desde que nos vimos por última vez. ―miré hacia la puerta con cierta sorpresa y fruncí el ceño, Jane estaba recargada en la puerta con una sonrisa extrañamente diferente, sonreí de vuelta y asentí antes de caminar fuera del cuarto y empujarla para salir ambos. ―Recuerdo que peleamos porque seguías repitiendo que tenías una novia aquí y yo quería jugar a la casita contigo. ―murmuró intentando bromear, comencé a bajar las escaleras con ella siguiéndome de cerca.
Recordaba aquel día, tenía probablemente trece cuando eso paso, justo las primeras vacaciones en que fuimos a visitarlos, le había pedido a Isabella que fuera mi novia justo antes de irme, era estúpido dado que ella tenía doce y no tenía idea de que le estaba hablando, pero en mi cabeza no podía procesar la idea de irme tan lejos de ella, sentía que podía enamorarse de alguien en esas dos semanas, mi madre decía que estaba siendo exagerado, ahora que lo pensaba realmente lo había sido, pero en ese momento mi mejor manera de arreglarlo fue hacerla mi novia. Cuando llegamos a casa de los Vulturi, Jane intento colgarse de mí un par de veces, al principio no me importo en absoluto, solo la quitaba de encima y le pedía me dejara tranquilo, pero luego ella intento besarme porque según ella estábamos jugando a "la casita" y los papás se besaban, me puse furioso, tenía años sin jugar ese tipo de cosas, me consideraba demasiado grande para hacerlo, y cada que intentaba besarme tenía que decirle que tenía una novia en mi casa, por supuesto que los adultos a cargo creían que era una tontería de niños, pero para mí era bastante serio.
A Bella no le importo, al llegar a casa le conté lo sucedido aun algo molesto y ella solo se río a carcajadas, la miré mal y ella dejo un beso demasiado inocente sobre mis labios, diciendo que ella también les había dicho a todos que éramos novios. No volví a pensar en ello hasta ahora, no parecía un tema importante.
―No bromeaba, Isabella sigue siendo mi novia. ―respondí sin darle mayor importancia, ella soltó una suave carcajada detrás de mí, fuimos hasta el patio donde nuestros padres se encontraban, Emma estaba sentada en la mesa mientras ellos charlaban en las sillas de jardín.
―No tienes de que preocuparte, ya no me gusta jugar a la casita. ―exclamó con cierta diversión, asentí antes de sentarme en una de las sillas junto a Emma, Jane se sentó al otro lado aun sonriendo. ―Y me encantaría conocer a la famosa Isabella.
―Supongo que puedes conocerla, la invitaré mañana a cenar. ―ella asintió con esa sonrisa nueva.
― ¿Ya elegiste Universidad? ―asentí mirando hacia donde se encontraban nuestros padres.
―Envíe un par de solicitudes, Harvard es la primera opción. ―expliqué, desde hacía años había decidido estudiar negocios, mi padre había esperado que eligiera la medicina al igual que él, pero no tenía ni la paciencia, ni el estómago para abrir a un ser humano, probablemente vomitaría en la primera clase y me echarían del curso. Aun así, había la misma Universidad, era una buena escuela y Bella iría ahí en unos años, cuando terminara el curso pre médico, porque quería ser pediatra algún día. ― ¿Qué hay de ti?
―No iré a la universidad este año. ―la miré confundido, aun con lo extraño que era su padre, sabía que él quería que ellas tuvieran una carrera. ―Estaré en un instituto de artes plásticas en Londres por un año. Mi padre no cree que sea una carrera, así que prometí volver el siguiente año para estudiar cualquier cosa que él elija, mientras pueda ir a ese instituto.
La cena se pasó rápido, el padre de Jane no había perdido ni un solo segundo para hablar de lo orgulloso que se sentía de que su hijo estuviera preparándose para ser un gran doctor, en ocasiones sentía que era una forma de restregarle en la cara a mi padre que su único hijo no lo haría, pero conociendo a Carlisle, ignoraría los comentarios olímpicamente.
Cuando estuve en mi habitación llame a Isabella, no era demasiado tarde, faltaban unos minutos para las once, pero ella tenía ese extraño habito de bajar justo a esa hora a comer cereales, incluso si estaba demasiado cansada para hacerlo. Así que seguramente estaría preparándolos en la cocina.
―Hola. ―exclamó al segundo timbrazo, podía imaginarla en la cocina con una vieja playera que se había robado de mi armario hacia un año, descalza y evitando hacer demasiado ruido para no despertar a Charlie.
―Hola. ―murmuré poniéndome de pie para buscar mi pijama, escuché como jalaba algo y tiraba un par de cosas, la caja de su cereal favorito estaba en la parte alta de la alacena, su padre solía bajarlo donde ella pudiera tomarlo, pero siempre que Isabella decidía arreglar la cocina, terminaba poniéndolo de vuelta arriba.
―Espera. ―respondió antes de poder decir otra cosa y solo escuche como levantaba y movía cosas. ―Listo. ―exclamó de vuelta al teléfono. ― ¿Cómo te fue en la cena? ¿Hiciste enojar a Esme? ―preguntó con esa suave carcajada que encontraba tan dulce.
―Fue mejor de lo esperado. ―respondí mientras ponía el teléfono en alta voz sobre la cama, la puerta de la habitación estaba cerrada y las otras recamaras estaba lo bastante lejos para no molestarme en ser silencioso. Lancé la playera que había usado durante el día al cesto y comencé a ponerme la que usaba para dormir. ―Aunque prometí invitarte a cenar mañana.
―Creí que iríamos a Port Angeles mañana. ―respondió sin mucha emoción por pasar la noche en una aburrida cena.
―Esme quiere verte. ―mentí, ella no podía negarse a Esme, si había alguien en el mundo que le importaba a Isabella, esa era mi madre y no se negaría a pasar a verla si ella se lo pedía. ―Podemos cenar aquí y luego irnos a la fiesta.
― ¿Puedo ir a comer e irnos cuando haya luz en el camino? ―preguntó insegura, sabía que odiaba los viajes nocturnos en carretera, era una de las razones por las que si íbamos a Port Angeles debíamos quedarnos hasta el día siguiente.
―Creo que Esme está bien con eso. ―respondí con tranquilidad, terminando de ponerme la pijama volví a recostarme en la cama y tomé el teléfono. ― ¿Hablaste con Charlie?
―Sí, él está de acuerdo mientras prometas traerme de vuelta antes de que vuelta de su viaje de pesca. ―exclamó con un dejo divertido.
Después de unos minutos terminamos la conversación y me fui a dormir. La mañana fue relajada, le había prometido a Bella pasar a recogerla a medio día y le había explicado a mi madre que ella vendría a comer, claro que Esme estaba feliz de verla y de inmediato planeo una agradable cena con el platillo favorito de Bella.
Después de una ducha y el desayuno rápido, fui a buscar a mi chica. Había llegado temprano, una hora para ser exactos, pero ella estaba más que lista. Tenía preparada una maleta para llevar con nosotros a Port Angeles y usaba un vestido color vino que parecía una larga blusa con botones, ella estaba recorriendo la casa revisando que todo estuviera cerrado, mientras yo examinaba ese extraño vestido.
Era bonito, solo no parecía algo que ella habría elegido.
― ¿Qué pasa? ―preguntó deteniéndose frente a mí con una bonita sonrisa.
―Tu vestido. ―murmuré mirándola aun con curiosidad, ella se miró e hizo un gesto parecido al mío. El vestido podía fácilmente agregarle cinco años.
―Lo sé. ―exclamó volviéndome a mirarme. ―Pero Esme me lo obsequio en Navidad ¿recuerdas? ―eso tenía más sentido. Esa prenda podía ser perfectamente de mi madre. ―A Charlie le gusto. ―añadió dando una vuelta frente a mí, sonreí de lado y acomodé un mechón de cabello que se había salido de su perfecto arreglo.
―Estás preciosa. ―respondí con sinceridad, Bella hacía brillar cualquier cosa, era algo en ella que mejoraba todo a su paso. Su sonrisa se ensancho y salimos de la casa Swan rumbo a la mía, mi madre apenas la vio alabo su elección de vestido mientras Isabella sonreía feliz por alegrar Esme.
―Sabía que ese color te quedaría precioso. ―exclamó mi madre soltándola para verla entera, Bella asintió y podía ver por su rostro que no estaba segura de como responder a eso. ―Faltan unos minutos para que la comida este lista. ―asentimos y ella volvió a la cocina.
―Necesito ayuda para hacer una maleta como la tuya. ―murmuré mientras ella se giraba a mirarme de nuevo, sonrió y subimos las escaleras hasta mi habitación, cerré la puerta detrás de mí y Bella abrió la puerta del closet buscando algo de ropa. Me acerqué a ella y rodeé su cintura con uno de mis brazos, ella acomodó su cabeza contra mi hombro y sonrió de lado.
―Creí que haríamos tu maleta. ―exclamó con su voz risueña, dejé un delicado beso sobre su cuello y sonreí.
―Eso haremos. ―respondí y ella soltó esa bonita risa que podía hacer que mi cuerpo entero temblara.
No podía explicar claramente que era lo que había en Isabella, solo sabía que su sonrisa, su mirada juguetona y su personalidad perspicaz, me sacaban de quicio con facilidad y al mismo tiempo dudaba poder estar sin ella en mi vida.
Durante aquellos días en que ni siquiera hablábamos, estaba todo el tiempo de un humor apenas soportable y no perdía oportunidad de lanzar comentarios hirientes contra cualquiera que se cruzara en mi camino. Aun era un tipo sarcástico y molesto, no era un animado deportista o el amigo divertido del grupo, pero con ella a mi lado, los comentarios de ese tipo eran lanzados a quien los merecía y no a todos a mi alrededor.
Sabía que todo el mundo nos encontraba como dos piezas que no encajaban, con ella llena de colores y sonrisas, por Dios, era una porrista, se suponía que estuviera con el mariscal de campo o alguno de esos idiotas. Pero de alguna forma esa misma actitud vivaz y encantadora podía manejarme a su antojo, era patético lo fácil que Isabella podía controlarme con una sonrisa y aquella mirada inocente, no era un matón o algo así, pero después de golpear a James me había ganado cierta reputación que sin querer había mantenido con los años, y todos encontraban curiosa la forma en que ella podía manipularme.
Jasper, uno de los pocos amigos que mantenía en Forks, solía burlarse de mí cuando aparecía Isabella en mi campo de visión, decía que pasaba de un rostro de hastío a un idiota que podía vomitar corazones de un segundo a otro.
Y es que verla con nosotros era como encontrar un color vibrante en medio de sombras grises, no encajaba perfectamente, ni siquiera lo intentaba, pero era una de las cosas que amaba de Isabella, ella no iba a fingir ser alguien más para entrar a un grupo.
Hasta ahora no había logrado tener una amistad real con Rose o Alice, Emmett, por otro lado, amaba cuando Isabella aparecía en las fiestas o en el almuerzo, podía jurar haberlo visto cantando a Taylor Swift justo a Bella solo por diversión. Habían creado una relación de amistad tan profunda que solo ellos entendían, era una de las razones por las que Rosalie no tenía mucho apreció por Isabella. Ella y Emmett habían salido por casi un año y nunca había logrado ese nivel de intimidad con él.
Bella eligió un par de cosas mientras yo dejaba inocentes besos sobre su cuello, cuando un par de toques a la puerta nos hicieron tensarnos, ya nos había ocurrido que Esme entrara sin preguntar y había sido la primera vez en mi vida en que me había sonrojado frente a mi madre.
― ¿Edward? ―solté el cuerpo de Bella y ella fue a dejar la ropa sobre la cama, abrí la puerta y me encontré con Jane sonriente. ―Esme me envió a decirles que la cena está lista. ―exclamó mirándome e intentando ver a Isabella detrás de mí. ―Así que tú eres la famosa Isabella. ―exclamó una muy entusiasta Jane, Bella le sonrió de vuelta y asintió. ―Desde que tenía doce quise conocer a la novia de Edward Cullen. ―añadió divertida.
Bajamos al comedor donde ya estaban todos sentados, Jane se sentó justo al lado de Bella y durante toda la comida le hablo sobre aquel verano incomodo, mientras mi castaña se reía por los cuentos exagerados de Jane. Emma se dedicaba a mirarnos en silencio desde su asiento frente a nosotros.
Volvimos a la habitación después de la cena, para que pudiera guardar el resto de mis cosas y unos minutos después salimos rumbo a Port Angeles. El viaje era de una hora y como era habitual en Isabella, puso alguna estación en la radio que no era precisamente mi favorita, pero ella amaba escucharla.
Tarareaba y entonaba cada canción, incluso se movía al ritmo de la música, riéndose de sus propios "pasos". Llegamos a un pequeño hotel de paso donde nos quedaríamos a pasar la noche, dejaría la camioneta ahí e iríamos a la fiesta a pie, era a unas cuadras así que no tenía caso tomar un taxi. Antes de irnos ella se cambió por una diminuta falda negra y un suéter corto color morado.
Las calles estaban algo animadas aun, no era muy tarde y Port Angeles no era un sitio tan abandonado como Forks.
―Me agrada Jane, es divertida. ―exclamó de pronto, la miré de reojo y ella enredo su brazos alrededor del mío, había una dinámica entre nosotros cuando se trataba del contacto físico, casi nunca nos tomábamos de las manos, pero siempre encontrábamos la manera de tocarnos.
― ¿Cómo te agrado Alice la primera vez? ―murmuré, ella puso los ojos en blanco, su primer encuentro con Alice no había ido tan bien, Al no amaba hacer nuevas amistades, la única razón por la que aceptaba a Rose, era porque era hermana de Jasper, de otra forma probablemente tampoco habrían entablado amistad, pero a Isabella le había parecido divertida por sus comentarios irónicos, hasta que comenzó a hacerlos con mayor intensidad y Bella dejo de encontrarlo divertido.
― ¿Emmett estará en la fiesta? ―preguntó cambiando radicalmente de tema, ya estaba acostumbrado a ello, así que solo sonreí de lado.
―Sí, todos estarán ahí. ―ella solo asintió, el resto del viaje estuvimos en un agradable silencio, a una calle de la fiesta la música comenzaba a escucharse y podías ver a personas llegar al lugar. Una sonrisa ilumino el rostro de Isabella y casi podía verla saltando de emoción.
Ella aun era menor de edad, así que no podía beber aun, claro que siempre conseguía el alcohol para ambos, pero ella no lo controlaba del todo y podía terminar bailando sobre una mesa, así que debía cuidar que no lo hiciera, pero lo que realmente le gustaba era perderse entre las personas y bailar como si nadie la estuviera mirando.
Apenas llegamos conseguí un par de cervezas y nos acercamos a Emmett y Jazz, Bella escucho una canción que le gusto y dejo la mitad de la cerveza sobre la barra para perderse entre las personas, me gustaba verla moverse, era cautivante en ritmo de sus caderas y su alborotado cabello, incluso podía ver como movía los labios entonando la letra de la canción.
―Solo ve Emmett. ―exclamó Jasper mirando a Emm que intentaba no saltar de alegría cuando esa canción que tanto amaba de la chica rubia se puso en las bocinas, antes de siquiera terminar de hablar, nuestro amigo estaba en medio de la pista moviéndose exageradamente junto a Isabella. ―Nunca voy a entender esa relación. ―exclamó con una sonrisa divertida, asentí sonriendo de lado y tomé otra cerveza de una nevera que habían colocado sobre la barra.
Jasper y yo hablábamos mientras ellos bailaban y cantaban una canción tras otra de Swift. Según me explicó Jazz, Rose y Alice estaban en el patio de la casa, aunque Rosalie también disfrutaba bailar, cada que ella y Emmett lo intentaban, se molestaba porque él quería jugar como si fueran niños.
Después de un par de horas Bella regresó a mi lado sonriente, agitada y sonrojada, tenía los ojos algo nublados y tenía esa sonrisa tonta que delataba que había estado bebiendo. Estaba seguro de que no había regresado por su cerveza, así que Emmett debía haberle dado otra mientras bailaban, enredo sus brazos en mi cuello y dejo un sutil beso en mis labios.
― ¿Estás mareada? ―pregunté con una sonrisa de lado, ella soltó una suave carcajada.
―Y cansada. ―exclamó mirándome directamente a los ojos, la tome de la cintura para levantarla y dejarla sentada sobre la barra, ella sonrió encantada, ahora solo debía vigilar que no se levantara a intentar bailar ahí. Me atrajo a sus labios de nuevo, jugueteando con mi cabello y enredando sus piernas a mi cuerpo.
―Quizás deberíamos irnos ya. ―murmuré contra sus hinchados labios, ella asintió, pero volvió a besarme buscando mi lengua con la suya.
―No pueden follar en la barra. ―exclamó el que suponía era el dueño de la casa, me separé de los labios de Isabella mientras ella se reía risueña.
―Vamos, preciosa. ―la ayude a bajar de la barra y después de despedirnos de los chicos salimos de la casa.
― ¿Crees que nos casaremos algún día? ―preguntó mientras caminábamos rumbo al hotel. Debía pasar de la media noche, pues las calles estaban vacías y todo a nuestro paso estaba cerrado.
―Sí. ―respondí sin decir nada más, si se trataba de matrimonios no era un experto, pero sabía que si algún día llegaba a casarme sería con la preciosa castaña que se sostenía de mí para no caer.
―Y tendremos un montón de bebés. ―añadió, solté una carcajada, la idea de ser padre tampoco estaba fuera de mis planes, pero definitivamente no tendría un motón de niños.
―Quizás dos. ―ella me miró sorprendida y sonrió, estaba realmente pasada de copas.
― ¿Cinco? ―me reí de semejante idea.
― ¿Qué vamos a hacer con cinco niños? ―exclamé algo confundido por el alcohol. Llegamos al hotel y intentando ser silenciosos subimos hasta nuestra habitación, apenas pusimos un pie dentro, ella se quito la diminuta falta y el resto de la ropa, quedando en un bonito conjunto de lencería, camino hasta la maleta y tomó la playera para dormir, nos sentamos en el sofá con sus piernas desnudas sobre mi regazo.
―Podemos tener tres. ―murmuró de pronto, llamando mi atención de nuevo, sonreí mirándola con curiosidad, su mejillas tenían un leve tono rosado y sus ojos brillaban con picardía. Se levantó para acomodarse sobre mi regazo a horcajadas y tomo mi rostro con la punta de sus dedos, mis manos buscaron el final de su playera, tocando con delicadeza el inicio de su espalda, podía sentir su piel erizada y su bonita sonrisa sobre mis labios. ―Y luego unas gemelas.
―Esos son muchos niños, cariño. ―susurré contra sus labios. ―Estarás ocupada todo el día siendo una maravillosa doctora y luego toda la tarde la pasaremos corriendo detrás de pequeños humanos gritones. ―murmuré con un gesto extraño en mi rostro, ella soltó una sincera carcajada y movió inconscientemente sus caderas sobre mi regazo, no podía pedirme tener una conversación tan seria como la elección de cuantos hijos tendríamos, con ella haciendo eso. ― ¿Cuándo te tendré solo para mí?
―Toda la noche. ―susurró antes de besarme, sus labios eran la medida perfecta, algo hinchados y rojos como una cereza, siempre tenía un sabor dulce y su lengua era tan vivaz como lo era ella.
Sostenía su cuerpo por la cintura, mientras ella se balanceaba deliciosamente sobre mi regazo y recorría mi cuello con sus labios. Subí la tela de su playera y ella levantó los brazos para que la quitara, en cuanto la prenda cayó al suelo sus labios tomaron los míos de vuelta y mis manos subieron desesperadas por su espalda.
Encontré el broche de su sujetador y sonreí sobre su cuello logrando abrirlo, el negro resaltaba la belleza de su piel, pero prefería verla libre de la molesta tela. Me levanté tambaleante, con ella rodeando mi cuerpo con sus piernas llegamos hasta la cama, mientras me quitaba la ropa a un costado, ella me miraba con una combinación de deseo e inocencia que agitaban mi miembro bajo la ropa interior. Subí a su cuerpo, dejando un camino de besos por su pecho y cuello hasta encontrar sus labios de nuevo.
Nos despertamos cerca de medio día, debíamos entregar el cuarto a la una, así que apenas tuvimos tiempo de recoger nuestras cosas y tomar una rápida ducha, antes de volver a Forks pasamos a una pequeña cafetería para comer algo, Charlie llegaría a las cinco y nos quedaba una hora de camino, así que regresamos mientras Bella tarareaba un par de canción.
Llegamos a mi casa ya que aun faltaban unas horas para que Charlie apareciera y moríamos de hambre, suponía que, con los invitados de mi madre, tendría algo de comida extra para nosotros y Bella amaba la cocina de Esme, así que acepto la idea. Había algo de pasta y ensalada, así que servimos nuestros platos mientras mi madre charlaba afuera con los demás, nos quedamos en la barra de la cocina, puesto que todos habían comido ya y no tenía interés de involucrar a Bella en la aburrida conversación de Aro. La comida estaba deliciosa, pero tenía que llevar a Bella a casa, así que después de limpiar la barra y lavar nuestros platos, salimos rumbo a la camioneta sin hacer mucho ruido. En realidad, no quería que mi madre intentará que lleváramos a Emma y Jane con nosotros. Charlie llegó unos minutos después de que estacionamos frente a su casa y por lo visto estaba feliz con lo que había pescado.
Planeaba hacer una cena con ello y me invitó a quedarme, llamé a mis padres para explicarles que me quedaría unas horas más en la casa Swan y cenaría con ellos, mientras Bella se encargaba de llamar a Sue para invitarla también por petición de Charlie. El padre de Bella no era bueno en la cocina, tenía un par de recetas con las que, según mi castaña, sobrevivían cuando era más joven, pero cuando se trataba de lo que había pescado, parecía un experto y era uno de los pocos que había probado aquello.
Durante las siguientes semanas nuestra dinámica fue la misma, el semestre estaba siendo terrible, estaba agotado por los trabajos y proyectos, pero era mi último año y quería tener un buen promedio, así que me mantenía en ello, mientras que Bella había pasado el primer parcial de la maestra de anatomía con una calificación perfecta, así que podía bajar el ritmo un poco para practicar con las animadoras, cada año las de último grado elegían a la siguiente capitana y ella quería ese puesto.
El grupo de porristas eran como una hermandad de Universidad, un montón de chicas que se protegían unas a otras, al menos así era como Bella lo describía, nunca había sido parte de una junta o lo que sea que tuvieran, así que solo me quedaba creer en su palabra. Cerca de las vacaciones de invierno, recibí una llamada de Jane pidiéndome vernos, en todos los años que tenía de conocerla, jamás había querido hablar conmigo en privado, así que debía ser importante, quedamos de vernos en una cafetería a las orillas del pueblo.
Bella estaría ocupada con Sue, Jacob vendría de visita así que su madre estaba preparando una gran cena familiar. El viernes en que nos veríamos estuvo lloviendo toda la mañana, así que la practica de las animadoras se había cancelado y Bella se había ido temprano a casa.
No había tenido oportunidad de explicarle a donde iría, pero no creía que fuera para tanto, había pensado que quizás Aro estaba obligando a Jane a ir a la Universidad o algo parecido y solo quería a alguien de su lado para hablar con él.
Cuando llegué a la cafetería la lluvia había acrecentado el frío permanente en la ciudad y la niebla era exagerada para la hora. Baje de la camioneta y avance con rapidez dentro del lugar, Jane ya estaba ahí, había ordenado un té y me sonrió con algo más parecido a lo que recordaba de años atrás.
―Edward, empezaba a temer que no vinieras. ―musitó después de que la camarera se alejara de la mesa, me quite la chaqueta que había quedado algo mojada por las grandes gotas que caían desde el techo por la entrada del lugar.
―Ha estado todo el día igual, tuve que venir despacio. ―respondí con simpleza, no había llegado demasiado tarde, tan solo unos minutos. ― ¿Vas a decirme para que querías verme?
―Claro. ―exclamó frunciendo extrañamente los labios y saco un sobre amarillo de su bolsa, extendió el mismo para que lo tomara y me insto a abrirlo, eran solo papeles, parecían análisis de laboratorio, de los que no entendía nada.
―No entiendo. ―mascullé entregándole de nuevo el sobre con todas las hojas dentro, ella rodó los ojos dejándolo a un lado.
―Es una prueba de embarazo. ―levanté la mirada sorprendido e incrédulo, ella permanecía en una calma casi frustrante.
― ¿Qué? ―balbuceé sin tener una respuesta para noticia, la idea de Jane embarazada sonaba a una muy mala broma. ― ¿Estás embarazada? ―murmuré, definitivamente era lo último que habría siquiera cruzado mi mente de camino a nuestra cita.
―No. ―suspiré aliviado, ni siquiera era algo que me afectara, pero me había dejado bastante inquieto la noticia. ―Es Emma.
― ¿Emma? ―articulé exageradamente, si creerlo con Jane era difícil, con Emma resultaba casi imposible, ella era esa chica callada y tranquila que prefería apartarse de los demás, aparte de su aspecto casi infantil, tenía el rostro de una niña aún. ― ¿Quién es el padre?
―Bueno, ese es precisamente el problema. ―susurró dejando la taza vacía a un lado y mirándome de nuevo. ―No lo sabe.
― ¿Cómo puede no saberlo? ―cuestioné cada vez más fuera de lugar, sentía que era una conversación para alguien más, no sabía como encajaba en todo esto.
―El fin de semana que pasamos aquí hace casi dos meses, se me ocurrió que podríamos salir, así que la noche en que tú y Bella fueron de fiesta. Llevé a Emma a un club de Forks, fue terrible, no me di cuenta de que era un bar hasta que estuvimos dentro, pero decidimos quedarnos un rato, me encontré con un viejo amigo de la familia, es hijo de un socio de mi padre y dejé a Emma sola por unos minutos y cuando fui a buscarla, ella ya no estaba. Cuando finalmente la encontré dijo que solo se había alejado del bullicio, le creí, ella suele hacer eso. Pero hace una semana me dijo que tenía un retraso y me dijo que esa noche estuvo con un chico. Ni siquiera entiendo cómo paso. ―murmuró todo a prisa e intentando que nadie a nuestro alrededor escuchara, jamás había estado con alguien que conociera de unas horas, así que no podía explicarlo tampoco, pero Jane se veía furiosa y desesperada.
― ¿No recuerda su nombre? ―pregunté con el ceño fruncido, ella suspiró pesadamente.
―No, ni el nombre, ni el rostro. ―la única buena razón que encontraba para eso, era que Emma hubiera estado bebiendo hasta perder el juicio. Pero pasando la sorpresa inicial, seguía sin comprender que tenía que ver en todo esto. Si su plan era que me dedicara a buscar al padre en cada hombre de Forks, estaba acercándose a la persona equivocada.
― ¿Por qué estás contándome todo esto? ―musité en el mismo volumen en que ella había estado hablando.
―Emma tiene que decirle a mi padre todo esto. Ahora puede ocultarlo, pero en unos meses será bastante evidente. ―levanté una ceja y ella trago en seco antes de volver a mirarme. ―Mi padre podría perdonarle que saliera embarazada, pero no que el niño sea un bastardo sin padre. ―podía imaginar la reacción de Aro, gritos e insultos hasta que Emma rompiera en llanto, había sido testigo de un fuerte regaño a Jane años atrás, ella había llorado por horas escondida en el cuarto bajo las escaleras, incluso me había sentido mal por ella. ―Estoy buscando al hombre, contrate a alguien que pueda averiguar algo. Pero tardara unos meses en encontrar a un hombre del que no tenemos información alguna. ―farfulló realmente molesta, Emma era más joven y debía estar aterrada, al menos imaginaba que esa era la razón por la que Jane se estaba haciendo cargo de todo. ―Y necesito a alguien que la cubra durante ese tiempo.
― ¿Quieres que la esconda en mi casa? Porque si Esme la ve, llamará a tu madre de inmediato. ―respondí con voz atrancada, sentía que me latía el corazón demasiado a prisa, era mucha información que digerir.
―No. Necesito a alguien se haga pasar por el padre hasta que encuentre al verdadero. ―solté un soplido combinado con una carcajada ahogada.
―No conozco a nadie que quiera aceptar algo así, Jane. Puedes pagarle a alguien, un buen actor quizás. ―ella negó de inmediato.
―Mi tarjeta está conectada a la cuenta de la familia. El pago del investigador lo tuve que hacer en efectivo, mi padre siempre llama al banco cuando encuentra un movimiento inusual, no puedo arriesgarme. ―asentí, aunque esto parecía demasiado exagerado. Debería solo decírselo a Aro y esperar lo mejor.
―Jane, ninguno de los chicos que conozco va a aceptar hacerse cargo de un embarazo. ―expliqué mirándola a los ojos.
―No quiero a uno de tus amigos, necesito que tú lo hagas. ―exclamó demasiado alto y llamando la atención de algunas personas.
― ¿Yo? ―articulé sin poder creer que siquiera lo hubiera pensado. ―Jane, yo no puedo tomar esa responsabilidad, primero está Bella, no voy a arruinar todo con ella porque tu hermana no sabe usar un maldito condón y mis padres van a matarme si les digo que embarace a una chica que he visto un par de veces en toda mi vida. ―murmuré clavando mi mirada en la suya, Jane estaba perdiendo la razón intentando arreglar los problemas de su hermana. ―Dile la verdad a tu padre, quizás se moleste, pero será mejor ahora que dentro de unos meses.
―No lo entiendes, él va a echarla de la casa si se entera. Aro Vulturi tiene un jodido sentido de la decencia que no encaja con una hija embarazada de un desconocido. ―pocas veces en la vida la había escuchado maldecir. ― ¿Sabes porque Alec nunca está en la casa o en los viajes familiares? ―me miraba con cierta desesperación y solo entonces noté que se le veía pálida y ojerosa. ―Él dejo embarazada a una chica cuando salió de la preparatoria, le dijo a mi padre que tendrían al bebé y se casaría con ella, Aro no lo tomó bien y lo echó de casa. Le dijo que la zorra esa no vería un solo centavo de su fortuna, no le importo dejar a su hijo en la calle. La chica perdió al bebé en su primer trimestre y se separaron, mi padre le acepto "de vuelta en la familia", pero Alec no ha podido perdonarlo por lo ocurrido, así que solo aceptó el dinero para terminar la carrera, pero no han hablado en años.
Eso no sonaba a la historia que Aro se dignaba en contar cada maldito día.
―No puedo hacerlo, Jane. ¿Qué pasaría con Bella? ¿Qué voy a decirle a mis padres? Y si tu padre fue capaz de echar a Alec, quizás haga lo mismo con Emma y yo no puedo hacerme cargo de un bebé. No tengo donde caerme muerto. ―murmuré intentando que ella escuchara razones, no podía arruinar mi vida de la noche a la mañana.
―No lo hará, él admira a tu padre. Los considera una buena familia, aceptará que Emma tenga al bebé y me dará algo de tiempo para arreglar las cosas por ella. ―comencé a negar cuando ella tomo una de mis manos sobre la mesa. ―Alec es fuerte, es el único que puede desafiar a nuestro padre. Emma no es como él, en cuanto esté sola y en la calle, va a perder la razón, es muy joven, está asustada y cometió un maldito error. Serán solo unos meses, cuando todo terminé, hablaré con tus padres y con Isabella, será como si nada hubiera pasado. Irán a la graduación juntos y en el pueblo nadie va a saberlo, Emma se quedará con nosotros, solo tendrás que aparecer unos días en esos meses, convencer a Aro de que eres el padre y eso será todo.
―Estás pidiéndome que acepté un hijo que no es mío. Que altere mi vida entera por el error de alguien más. Mis padres van a entenderlo, pero dudo que Bella entienda que voy a jugar a la familia por unos meses y después regresaré con ella.
―Si te ama como dices que lo hace, va a entenderlo. Ella es una buena chica, cuando hable con ella, va a entender tus razones. ―no podía ni pensar como le diría a Bella algo así. ―Créeme, Edward. He intentando todo, no puedo acelerar más la investigación y Emma se niega a deshacerse del problema. Sé que cometió un error, pero es mi hermana. No puedo dejarla sola.
Podía ver en los ojos de Jane que ella en verdad estaba aferrándose a la última opción, pero al aceptar estaba arriesgando todo lo que tenía y ni siquiera estaba seguro de si podría recuperarlo. El problema era que tampoco podía solo olvidarme de todo eso, Emma era una buena chica que había perdido el juicio unas horas en un bar, era demasiado joven para que la echaran de casa y toda su familia le diera la espalda.
―Tengo que pensarlo. ―susurré tomando mi chaqueta y poniéndome de pie. La lluvia aun golpeaba la ventana del lugar y había acelerado en la última hora, pero no podía, ni quería quedarme un minuto más ahí.
―Solo llámame cuando lo sepas ¿de acuerdo? ―asentí y salí de la cafetería corriendo hasta mi camioneta.
Los días después de esa incomoda conversación pasaron lentamente, lo había pensado realmente cuando había vuelto a casa, pero no podía arriesgar mi vida entera por ellas, no se trataba de cubrirlas y ya, Bella se pondría furiosa si un día aparecía Emma embarazada diciendo que el niño era mío y mis padres probablemente tendrían mucho que decir, así que había desechado toda intención de participar en ello, Jane me había llamado en tres ocasiones desde entonces y en todas ellas había colgado sin darle más vueltas al asunto.
Estábamos a finales de noviembre, era una noche particularmente helada y estaba agotado por ayudar con los arreglos para el baile de invierno, había terminado cargando cosas junto a Jasper y Emmett, porque Bella había buscado ayuda por todas partes. No era la clase de actividad curricular que disfrutaba, pero no podía dejarla sola con las ideas extrañas que se le metían en la cabeza.
Era la una de la mañana y apenas había logrado cerrar los ojos cuando ruidos estridentes me despertaron, se escuchaban voces en la sala y gotas golpeando mi ventana, supuse que había iniciado una tormenta y mi padre estaba cerrando alguna ventana, así que volví a la cama para intentar dormir unas horas más, solo para que unos minutos después alguien abriera mi puerta.
―Edward. ―mi padre estaba parado en la entrada de mi cuarto y no se veía animado, estaba bastante serio.
― ¿Qué pasa? ―gruñí saliendo de las cobijas, estaba molesto, odiaba no poder dormir y dudaba que hubiera hecho algo lo suficientemente importante para despertarme en medio de la noche.
―Vístete y baja, tienes muchas explicaciones que dar. ―lo miré con el ceño fruncido y sin una pista de que era todo esto. Carlisle se fue y me puse una sudadera encima de la pijama, no pensaba vestirme a la una de la mañana.
Mientras bajaba las escaleras pensé en cada día de la semana, algo que pudiera justificar que estuviera a punto de tener una larga charla con mis padres con ese maldito clima afuera y a esas jodidas horas. Para cuando llegué a la cocina estaba aun más enojado, no había razón alguna para esto y solo quería volver a la cama. Hasta que vi un rostro bastante familiar, su cabello castaño claro y sus ojos llorosos se clavaron en mí antes de levantarse y correr hasta estrellarse contra mi pecho, su rostro llegaba a la altura de mis hombros y su ropa estaba algo empapada.
Emma tenía el rostro lleno de lágrimas y la nariz roja, su pelo estaba mojado y se pegaba a sus mejillas, temblaba de frío y sollozaba contra mi pecho mientras yo permanecía rígido frente a la puerta de la cocina. Levanté la mirada hasta mis padres y por la mirada consternada de mi madre y los ojos fulminantes de mi padre supe que ella les había dicho una gran mentira.
―Emma, cariño, lo mejor será que te cambies o vas a enfermarte. ―susurró mi madre levantándose del taburete y caminando hasta nosotros. Sentía que había perdido todo el aire de mis pulmones y estaba al borde de un desmayo, ellas no iban a meterme en su maldito juego. Emma asintió contra mi pecho y lentamente sus brazos me liberaron, levantó el rostro intentando mirarme a los ojos.
―Lo siento, pero mi padre ya lo sabe y no tenía a donde más ir. ―susurró, ni siquiera quise mirarla, estaba furioso y probablemente la mandaría al mismo infierno. Suspiró y siguió a mi madre fuera de la cocina, dejándome con Carlisle colérico. Cuando escuche que subían las escaleras y mi padre soltó un largo suspiró supe que tenía que hablar antes de que esto se fuera por las ramas.
―Antes de que digas algo, es mentira. Lo que sea que te haya dicho, es una jodida mentira. ―exclamé fuera de mí, no iba a hacerme cargo de ese embarazo, ni de ella. ―No tengo nada que ver con ella o con el bastardo que lleva cargando.
― ¡Edward! ―sabía que sonaba como un imbécil sin corazón, no podía importarme menos cuando ellas habían decidido introducirme en sus mentiras. ―Necesito que me digas la maldita verdad antes de llamar a Aro para aclarar todo esto. Incluso si fue un error de una noche, necesito saberlo. Esa chica acaba de cumplir dieciséis años, quizás estés asustado, pero no te voy a permitir botarla así nada más. Si tuviste los pantalones para acostarte con ella, vas a tenerlos para asumir tu responsabilidad. Así que habla de una maldita vez.
―Esa es la verdad, jamás me he acostado con Emma. Podemos hacer una prueba de ADN si es lo que se necesita. ―gruñí frenético, era mi padre se suponía que creyera en mí, no en una chica que aparecía en medio de una tormenta diciendo tonterías.
―Si es por Bella…
― ¡No metas a Bella en esto! ―rugí fulminándolo con la mirada, jamás le había hablado de esa manera a Carlisle, pero era esa sensación de sentirte atrapado y sin defensas. ―No voy a ser parte de esto, la estúpida de Emma se revolcó con un desconocido y ahora pretende que sea su cuartada para evitar que su padre se de cuenta que es una cualquiera. ―jamás me habían golpeado, ni cuando tenía peleas en la escuela mi padre había decidido darme una bofetada y definitivamente no había esperado una ahora. El golpe me dejo descolocado y lo miré receloso.
Tenía tantas palabras atoradas en la garganta que sentía que iba a ahogarme, mi respiración estaba alterada y de no ser él había devuelto el golpe sin pensarlo. Detrás de nosotros los sollozos de Emma se hicieron notorios y mi padre salió a la sala lanzándome una mirada desaprobatoria, me giré lentamente para encontrarme con el rostro de mi madre marcado por la decepción.
¿Cuándo me había ganado tal nivel de desconfianza?
―Diles la verdad. ―exigí mirando los llorosos ojos verdes de Emma, ella se aferraba a la mano de mi madre como si en verdad ella fuera la víctima en todo esto.
―Edward y yo estuvimos juntos cuando vinimos de visita. ―gimoteó, ¿cómo podían creerle?
― ¡No! Yo jamás me acosté contigo. ―rugí desesperado y ella soltó un montón de lágrimas contra el hombro de mi madre. ―Di la maldita verdad.
― ¡Esa es la verdad! No voy a mentir para que puedas seguir con la zorra de Isabella. ―la sola mención de su nombre encendió algo dentro de mí que me hizo desear poder golpear a Emma. Ella lloriqueaba aferrada a mi madre y ellos osaban creerle su cuento.
― ¡No te atrevas! ―di un paso adelante perdiendo el control de mis impulsos y solo sentí el brazo de mi padre deteniéndome. ― ¡Tu maldito bastardo no tiene mi sangre! ¡Eres una maldita zorra que se acostó con el primer imbécil que la saludo en un bar! ―veía rojo todo frente a mí, no iba a controlarme ni por sus lágrimas ni por los gritos de mi padre, ni el rostro pálido de mi madre. ― ¡¿Cómo pueden creerle a ella y no a mí?! ―clamé desesperado y jalando mi cabello mientras caminaba por el comedor con la lluvia y el llanto de Emma de fondo.
―Estaba esperando que tú nos lo dijeras. ―susurró mi madre sentada en el sofá, me detuve a mirarla incrédulo y confundido.
― ¿Tú sabias sobre esta tontería? ―murmuré mirándola directamente a los ojos, ella soltó a Emma para ponerse de pie, camino hasta el mueble de la televisión y saco un sobre amarillo que reconocí de inmediato.
―Encontré esto en la camioneta hace días. ―mi mente corría a mil por hora, intentaba recordar si había tomado ese sobre por error, pero solo podía recordar ponerlo de vuelta sobre la mesa. ―Solo creí que era por Isabella, supuse que estaban pensando cómo decirnos la verdad. No esperaba que fuera la hija pequeña de los Vulturi, ni que ibas a intentar mentirnos a la cara.
―La única razón por la que tenía eso, es porque Jane me los dio cuando me pidió que mintiera por ellas. ―murmuré desesperado, esto no podía estar pasando.
― ¡Basta! ―el grito de mi madre me tomo por sorpresa y me di cuenta de que no importaba lo que dijera, ellos no iban a creerlo. ―Puedo entender que estés asustado, pero deja de mentirnos.
Había un nudo en mi pecho, me sentía acorralado y no había a donde correr, buscaba un signo de duda en los ojos de mis padres, pero no lo había. Lo único que podía hacer era hablar con Bella antes de que esto llegara a ella, porque no iba a perderla por una farsa bien elaborada.
―Bien, si quieres creer en lo que ella dice, créelo. Pero en cuanto su jodido bastardo nazca, voy a pedir una prueba de ADN. ―susurré con las manos en puños y mirándolos a los ojos.
No había logrado volver a dormir, mis padres habían dejado Emma se quedará en la habitación de huéspedes y llamarían a sus padres por la mañana, estaba desesperado y una rabia que me resultaba imposible controlar, impedía que cerrara los ojos. Todo mi cuerpo estaba tenso, quería salir de habitación ir hasta la de Emma y obligarla a decir la verdad, pero antes de siquiera llegar a ella, Esme estaría protegiéndola de nuevo.
Cuando solo quedaban los restos de la tormenta y afuera el cielo empezaba a verse con claridad, me vestí y baje para buscar las llaves de la camioneta, necesitaba ver a Bella lo antes posible o me volvería loco encerrado en esa casa.
― ¿A dónde vas? ―ignoré la pregunta de Carlisle, no quería ver su maldito rostro que me dejaba en claro lo decepcionado que estaba de mí, ni siquiera podría soportar un discurso sobre como todo se arreglaría, no necesitaba nada de eso ahora. ―Si buscas las llaves de la camioneta, las he guardado. ―murmuró de nuevo y me detuve, me sentía tan impotente en ese momento. ―No puedes salir de esta casa hasta que los padres de Emma aparezcan. Irás a explicarle a Isabella todo esto cuando hayas dado la cara por tus acciones. ―lo miré fijamente, el hombre que me acusaba no se parecía al padre que conocía de toda la vida.
― ¿En verdad vas a obligarme a ser parte de la mentira de Emma? ―pregunté con la voz casi rota, era demasiado joven para jugar a la familia, estaba asustado de tener que pasar mi vida al lado de esa chica y criar a un niño que no era mío, ellos no confiaban en mi palabra y necesitaba aferrarme a alguien que pudiera creerme o perdería la razón.
―Siempre te enseñamos a cumplir con tus responsabilidades, Edward. Sé que la idea de tener un hijo siendo tan joven debe ser aterradora, pero cuando te calmes podrás ver que esa chica está igual de asustada que tú y su familia ya la echo de casa. Lo último que necesita es que tú intentes sacarla de tu vida también. ―podía gritarle a la cara y él seguiría creyendo en esa chica. Mordí mi labio intentando liberar la impotencia que sentía de alguna forma. ―Aro quiere que te cases con ella. ―abrí la boca para intentar decir algo, pero todo se quedaba atascado en alguna parte de mi cuerpo. ―He intentado interceder y explicarle que puedes hacerte cargo sin casarte, pero podría demandarte porque Emma es aun una menor de edad. ―iba a ahogarme con todo lo que contenía dentro de mí, tragaba en seco y mis puños estaban tan apretados que mis nudillos eran blancos. ―Así que harás lo correcto y cuando busques a Isabella terminarás con esa relación. Podemos ayudarte con el pequeño que viene en camino, pero no podremos hacer nada si terminas en un juicio contra la familia Vulturi.
―Eres patético. Te asusta tanto esa horrible familia que estás dispuesto a hundirme con ella con tal de seguir recibiendo su apoyo en el hospital. ―murmuré ganándome una mirada sorprendida de su parte. ―Haz lo que tengas que hacer, Carlisle. Pero si pierdo a Isabella por tu causa, no voy a perdonarte jamás. ―añadí antes de volver a mi habitación, Esme estaba en el pasillo e intento tocarme, pero sacudí su mano de inmediato.
No podía llamar a Bella, necesitaba decírselo en persona y debía ser pronto. No había querido salir de mi cuarto en toda la mañana, no pensaba tomar responsabilidad por una situación que no me incumbía y mucho menos consolar a una chica que estaba dispuesta a lanzarme bajo los rieles para salvarse.
Por la tarde finalmente llegaron los padres de Emma, Aro y Sulpicia no habían aparecido con los rostros sonrientes de meses atrás y ni siquiera tuvieron la decencia de saludar a su propia hija. Estaba parado lo más alejado posible de todos ellos, pero antes de que Carlisle pudiera iniciar una conversación, Aro le pidió hablar en privado. Pidiendo que solo estuviéramos él y yo presentes, Carlisle lo guío hasta la oficina y entre detrás de ellos renuente a hacerlo.
Permanecí pegado a la pared junto a la puerta, mientras Aro avanzaba hasta el escritorio y tomaba asiento frente a éste, mi padre le siguió y tomo su lugar tras el mismo, hubo un largo silencio hasta que Carlisle decidió hablar.
―Aro, sé que debes estar molesto por toda esta situación y créeme que nosotros no estamos mejor. Pero casar a los chicos no me parece una buena idea. Son demasiado jóvenes y no tienen idea de como enfrentarse al mundo real. ―mi padre buscaba mi mirada cada cierto tiempo, no sabía que esperaba ver realmente en mí, no iba a agradecerle por impedir la boda si de todas maneras creía que debía cumplir como padre de ese niño.
―Lo voy a dejar muy claro, Carlisle. ―comenzó Aro levantando la voz y mirando fijamente a mi padre, no había balbuceos de por medio. ―La boda no era una propuesta, es un hecho. Mi hija no va a tener un hijo fuera del matrimonio y si Edward se niega, no solo voy a retirar mi apoyo a tu hospital, me voy a dedicar a que su vida sea un infierno. Para empezar, se va a despedir de la Universidad, tengo los contactos suficientes para dejarlo fuera de cualquiera con un buen programa de estudios. Y hablaré con mis abogados para tomar las medidas necesarias en esta situación. ―parecía que Carlisle veía por primera vez al que decía su amigo desde hacía décadas, levantó la mirada hasta encontrarse con la mía y me quede en silencio ¿qué podía hacer realmente si ni mis padres podían creer en mí? ―Emma tendrá un matrimonio real, así que no quisiera enterarme de que la chiquilla que salía que Edward sigue en su vida. ―el silencio de Carlisle era enervante, Aro se puso de pie y me miró un segundo antes de volver la vista a mi padre. ―Creo que lo más correcto será que Emma venga a vivir aquí, me haré cargo de los gastos de su embarazo, quiero que la atienda el mejor especialista y terminará la preparatoria aquí, para que Edward pueda hacerse cargo de su familia.
Me dolía la cabeza y mis opciones se desvanecían sin que pudiera hacer nada. Aro salió de la oficina y sentí la mirada de Carlisle sobre mí.
―Edward. ―no podía verlo sin sentirme defraudado y perdido. Así que salí de la habitación sin mirar atrás.
Quería buscar a Bella, pero no tenía un plan, si le explicaba todo lo que estaba pasando la hundiría conmigo, no podía hacerle eso, ella no necesitaba todo esto en su vida. Ella podría superar un ruptura, quizás me odiaría para siempre, pero podía soportar su odio si eso la alejaba de la vista de Aro.
Bella POV
Jacob llegaría a casa ese fin de semana, había terminado sus exámenes antes de lo esperado y había decidido pasar todo ese tiempo libre con nosotros. Lo había extrañado demasiado y anhelaba esa Navidad con nosotros cuatro abriendo regalos. Cuando éramos niños, nuestros padres habían mantenido esa clase de celebraciones por separado, Charlie siempre decía que estaba esperando que fuera algo serio para hacerlos parte de nuestros vidas.
Así que nuestra primera Navidad juntos había sido hasta que cumplí doce, la recordaba llena de adornos en la casa, con galletas y chocolate, un enorme árbol en la sala y una gran cena en la mesa. Era justo lo que Sue estaba planeando para este año y sonaba simplemente maravilloso.
Colocamos luces por todos lados y el árbol estaba repleto de viejas esferas de colores, faltaba una semana para que iniciara diciembre y nuestra casa ya parecía una esfera de nieve con todos los adornos en ella.
Charlie bromeaba con Sue sobre adornar la casa para no tener todo eso en la suya, Sue respondía que el la dejaba hacer la cena ahí para no tener que cocinar él y ambos se reían en su pequeña burbuja.
Durante el largo fin de semana no pude hablar o ver a Edward, había estado actuando raro y no contestaba mis llamadas, así que estaba algo ansiosa por verlo cuando regresamos a la escuela, pero por la mañana envió un mensaje explicando que no podría llevarme, tenía la vieja camioneta de Jake para llegar a clase, pero eso solo logró ponerme más nerviosa, estaba evadiéndome sin razón alguna.
No lo vi en los pasillos, ni en la cafetería, así que espere afuera de su salón de biología para lograr hablar con él, lo vi al final de la clase, tenía el rostro demacrado y se notaba distraído, fue el último en salir y paso frente a mí sin notarme, tome su brazo y él me miró sorprendido.
―Hola. ―exclamé sonriéndole sinceramente, él solo me miraba con curiosidad, se acercó y dejo un beso en mi frente, fruncí el ceño y él se alejo de nuevo, tomo mi mano para bajar las escaleras y seguimos por los pasillos hasta las gradas del campo. El pasto estaba empapado y los asientos tenían lagunas de agua acumulada por la tormenta del fin de semana. ― ¿Estás bien? ―susurré mirándolo a los ojos, él paso la punta de la lengua por encima de su labio inferior y mantuvo ese rostro sin emoción alguna.
―Necesito un tiempo. ―murmuró sin mirarme realmente y con la voz contenida, fruncí el ceño en señal de confusión y él soltó el agarre entre nosotros. ―Necesito un tiempo lejos de ti.
― ¿Qué? ―sabía que había estado de mal humor por tener que quedarse hasta tarde para arreglar el auditorio, pero parecía exagerado incluso para nosotros. ―Edward estás exagerando, fueron solo unas mesas. ―murmuré intentando tomar sus brazos de nuevo, pero él se alejo dando un paso atrás.
―No es por las mesas, Isabella. ―sentía un nudo en la boca del estómago, no entendía que estaba pasando y no comprendía su actuar, nunca se había alejado de mí, incluso cuando las peleas eran a gritos, jamás dio un paso atrás para evitar que le tocara. ―Desde hace semanas que me siento diferente respecto a ti. ―busque su mirada casi desesperada, pero cuando finalmente sus ojos encontraron los míos, no había nada, era esa maldita mascara que usaba con todo el mundo. ―Creo que ya no estoy enamorado de ti. ―sus palabras me hicieron perder el aliento, parpadee intentando contener las lágrimas y busque las palabras para arreglarlo.
―Estás terminando conmigo. ―murmuré con incredulidad, tenía cientos de preguntas y aun así ninguna necesitaba una respuesta, se sentía como una muy mala broma y por primera vez en mucho tiempo me sentí pequeña y asustada intentando agradarle al niño alto de ojos verdes. Una lágrima recorrió mi mejilla y como si de un tic se tratara la atrapo entre sus dedos, lo aparte con fuerza y me aleje dejando que las lágrimas salieran a montones.
―No quiero herirte, pero estar a tu lado sin sentir lo que solía sentir, va a lastimarnos a ambos. ―susurró sin emoción alguna en su voz.
Podía repetirme cien veces que ya no me amaba y yo seguiría sin poder aceptarlo, éramos nosotros, se suponía que pasaríamos la vida juntos y de pronto todo se estaba derrumbando sin que pudiera detenerlo.
Pensaba en cada noche, cada charla y cada toque de sus labios, preguntándome que había pasado o quien tenía la culpa.
― ¿Hay alguien más? ―susurré sin poder encontrar una razón en mi cabeza para esto, él no podía solo dejar de amarme de un día a otro. Quería gritarle que no podía hacerme esto, que no podía sacarme de su vida, quería aferrarme a su cuerpo hasta que volviera a quererme con cada latido de su corazón. Su silenció se sintió como una eternidad, Sue siempre decía que no hicieras preguntas de las que no quisieras escuchar su respuesta.
―Sí. ―de pronto el nudo se rompió y la rabia dentro de mí se extendió por todo mi cuerpo, lo empuje con todas mis fuerzas, ¿cómo podía amar a alguien más?
― ¡Eres un idiota! ―grite empujándolo como si pudiera hacerle algún daño.
No recordaba su rostro, ni sus palabras después de eso, sabía que me había ido sin mirar atrás y había llorado por el resto del día encerrada en el baño hasta que las chicas aparecieron porque alguien les había dicho donde estaba.
Tanya se había ofrecido a llevarme a casa y por suerte Sue estaba ahí cuando llegamos. Las siguientes horas la casa estuvo en silencio, ella había dejado de preguntar que había sucedido y yo intentaba asimilar las palabras de Edward, repitiéndolas un millar de veces en mi mente. Para cuando Charlie llegó solo bastó con que dijera mi nombre para que buscara refugió en sus brazos, solloce contra su pecho aferrándome a su camisa como cuando Edward me había gritado que me fuera de su casa.
―Tranquila. ―susurró apretándome contra él, aun cuando Sue y Jacob eran parte de nuestra familia, nadie entendería el lazo entre nosotros, en el fondo ambos sabíamos que solo nos teníamos el uno al otro desde que mamá había muerto. Charlie era la única persona en el mundo que no me dejaría jamás.
La noche fue larga y agotadora, apenas había logrado dormir unas horas y por la mañana la idea de enfrentarme a verlo con alguien más me causo nauseas, estaba decidida a saltarme la escuela cuando aparecieron todas ellas frente a mi casa.
―Jefe. ―exclamó Kate sonriéndole en cuanto mi padre abrió la puerta, después de unos años había olvidado que ella había tenido intenciones de salir con Edward y nos habíamos convertido en grandes amigas. ―Vinimos a buscar a Bella.
―Isabella Swan, ni creas que te vas a quedar aquí a llorar por el idiota de Cullen. ―gritó Tanya en cuanto vio que bajaba las escaleras en una vieja pijama navideña. Charlie las dejo entrar y unos minutos después estaban todas en mi habitación eligiendo ropa y enviándome a tomar un baño.
Después de la muerte de mi madre me había enfocado en las cosas positivas, los pequeños momentos de felicidad de cada día, porque sabía que mi madre no quería que me quedara a llorar en casa, así que me estaba costando procesar los sentimientos que se apoderaban de mí mientras asimilaba que Edward se había enamorado de alguien más. Agradecía que ellas estuvieran ahí para no dejar que me encerrara en mi habitación por las siguientes semanas, pero no sabía que iba a suceder si lo veía con esa otra chica, había un hueco en mi pecho, recordándome el nudo y las lágrimas cada que alguien mencionaba a René cuando era una niña, sabía que no era lo mismo, no podía comparar la muerte de mi madre con un simple rompimiento, pero cuando te esfuerzas tanto por contener las lágrimas y solo tomar lo bueno de cada situación, cosas tan pequeñas como esas pueden romper las barreras colocadas.
No podía derrumbarme ahora, me miré al espejo y me obligué a sonreír de nuevo. En unos años esto no tendría significado y todo quedaría olvidado, iba a disfrutar las últimas semanas del semestre e iba a bailar como loca en la fiesta de Invierno. Estaría gritando y saltando en el partido del fin de semana y cantaría en cuanto el karaoke fuera puesto en el baile. El dolor seguiría ahí, porque al final él había sido una gran parte de mi vida, no podía cambiar eso, pero podía controlar que tanto me afectaba.
En el estacionamiento estaban el resto de las chicas esperando por nosotros, Charlotte y Ángela. Después de pedirles que evitaran mencionarlo, desviaron la conversación hacia temas de las clases, los entrenamientos y las citas para el baile. Era divertido ver a Ángela sufriendo porque el único chico en la escuela que realmente le atraía, estaba en una relación con Rosalie Hale. Todas sabíamos que ella estaba loca por Emmett desde el momento en que choco con él en medio del pasillo durante la primera semana de clases, pero aparte de observarlo desde lejos, nunca había dicho o hecho algo al respecto. Luego él había comenzado a salir con Rosalie y su oportunidad se desvaneció.
Tanya estaba decidida a ir a ese baile con James así tuviera que invitarlo ella misma y de entre todas nosotras si había alguien lo suficientemente valiente para invitar a un chico, era ella. Había logrado despejar mi mente lo suficiente para reírme junto a ellas, cuando la camioneta de Edward apareció en la entrada del lugar, incluso esforzándonos por ignorarlo, lo vimos de reojo una a una, Kate fue la primera en romper el silencio, llamando nuestra atención a ella de nuevo y presumiendo que ella tenía a su cita en camino. Garrett era un reciente graduado, había ido a la Universidad junto a Jake y ambos volverían antes, así que él y Kate podrían ir juntos al baile, lo que la tenía encantada.
Inconscientemente volví a buscar a Edward entre las personas y lo vi bajar de su camioneta. Era extraño que él no buscara mi mirada de vuelta, suponía que eran cosas a las que me acostumbraría con el tiempo, mientras escuchaba fragmentos de la conversación y mi atención se centraba en él, vi bajar a otra persona unos segundos después de que él lo hiciera.
― ¿Emma? ―murmuré, las miradas de las chicas siguieron la mía y todas observamos a la chica siguiendo a Edward a prisa por los escalones que daban al edificio.
― ¿Quién es ella? ―preguntó Charlotte mirándome con curiosidad, Lottie era experta en cada persona que estaba en nuestra escuela, así que de inmediato supo que ella no era de aquí.
―Es hija de un amigo del padre de Edward. ―susurré mirándolas de nuevo.
― ¿Crees que sea ella? ―preguntó Tanya y solo pude encoger los hombros y fruncir los labios, tuvimos que ir a nuestra clase y para sorpresa de todas, ella estaba en nuestro salón. Intentaba no darle vueltas al asunto, pero a la hora del almuerzo Lottie apareció corriendo para contarnos todo sobre la nueva chica.
―Al parecer la transfirieron aquí. ―exclamó con incredulidad en su rostro.
―Faltan dos semanas para terminar el semestre. ―murmuró Tanya con el ceño fruncido y casi molesta por tenerla ahí.
―Cuando nadas en dinero puedes tener dos semanas en una preciosa escuela privada y dos en nuestra apenas decente preparatoria. ―explicó Charlotte restándole importancia. ―Me gane una palabrota de Alice Brandon, pero Jasper dice que ella está con… ―antes de terminar de hablar su mirada se encontró con la mía y su rostro se volvió culpable callándose de inmediato.
―Está bien. ―murmuré bajando la mirada, así que sí era ella. Vimos a la mesa de Edward y ella estaba con ellos, incluso Alice y Rose intentaban hablar con Emma, una parte de mí quería ir ahí y arrancarle cada uno de sus mechones rubios, mientras la otra quería volver a casa a llorar porque él tenía a alguien más en su vida en menos de veinticuatro horas.
Mientras todas mirábamos la mesa donde se encontraban con algo menos que delicadeza, vi como ella tomaba la mano de mi Edward y le sonreía mientras él no hacía nada por detenerla.
―Voy a matarla. ―exclamé furiosa y Kate tomo mi mano reteniéndome en la mesa. De un segundo a otro había pasado de la tristeza al enojo y ese era un sentimiento que no me molestaba en esconder.
―De acuerdo, pero jalarle el cabello y gritarle en el rostro que se aleje de él, no va a funcionar tan bien como hace unos años. ―puse los ojos en blanco ante su comentario, mientras ella sonreía y las chicas se reían divertidas recordando aquella anécdota, era la favorita de Kate para contar en las fiestas.
La semana fue difícil de una manera en que no esperaba, ella cada vez se colgaba del brazo de Edward y reía a su alrededor, sentía que lo hacía cuando estaba alrededor para marcar territorio y solo había una chica que podía hacer eso con Edward.
Rose y Alice no habían perdido momento para murmurar cerca de mi casillero la bonita pareja que hacían y se reían a mis costillas porque no podía ignorarlas, ya no había lágrimas cuando me iba a dormir, solo una rabia que crecía cada maldita hora.
El sábado llegó y desde unas horas antes de que iniciara el partido nos encontramos con el resto del equipo en el campo para practicar un par de rutinas, generalmente solo entrabamos a hacer algo grande en el medio tiempo, el resto del juego animábamos y gritábamos cuando anotaban. La mayoría nos veía como un grupo de chicas que no tenía idea de nada, niñas de plástico que solo servían para animar al público, prototipos perfectos de los clichés más viejos, para algunas personas éramos la clase de chicas que se casarían al terminar la preparatoria y jugarían a la perfecta familia por un tiempo. Y los chicos eran clasificados como afeminados por idiotas sin cerebro. Sin embargo, la mayoría tenía pensado ir a una Universidad, estudiar una carrera y recorrer el mundo. Kate estaba a un semestre de graduarse y tenía planes de estudiar la escuela veterinaria.
Pero lo que más amaba de estar en el equipo era el sentimiento de lealtad y protección que había dentro de él. Tenías que tener confianza en el resto del grupo para lanzarte a metros de distancia y que ellos estuvieran abajo para atraparte. Y pasar horas entrenando con ellos y gritando para alegrar al público, era revitalizante. Podías sacar toda tu energía en esos saltos y envolverte de la energía de los asistentes.
El partido era contra una escuela que estaba a solo unas horas de Forks, así que las conocíamos, eran personas divertidas hasta donde recordaba, nuestras escuelas no eran realmente rivales, así que podíamos entretener al público con una falsa competencia para ver quienes apoyaban más a su equipo.
El juego inicio algo lento y la audiencia era alta por ser el último de este año, así que estábamos gritando demasiado pidiendo una anotación, Riley, nuestro mariscal, estaba intentándolo, pero el pasto húmedo por las lluvias de días atrás dificultaba todo y el mayor temor era que comenzara a llover ahora. El medio tiempo apareció y después de un largo silencio mientras los jugadores salían del campo, comenzamos con nuestra rutina.
Sentí un toque en mi brazo y baje la mirada buscando al responsable, solo para ser levantada por sorpresa por un completo extraño mientras las chicas se reían y yo trataba de procesar que estaba ocurriendo, para cuando volví al piso me encontré con el rostro del único chico al que no golpearía por sus acciones.
― ¡Jacob! ―grité apenas vi esa enorme sonrisa. Había pasado demasiado tiempo desde su última visita y realmente lo extrañaba, las chicas sonreían emocionadas mientras algunos de los chicos que estaban descansando en las bancas se levantaban para saludarlo. Él había estado en el equipo y los más jóvenes lo idolatraban un poco.
Después de su llegada los nuevos del equipo habían estado corriendo y anotando como si fuera por el campeonato, querían impresionar al chico que había traído el trofeo el año anterior. El silbatazo final los tenía demasiado alterados, habían ganado y estaban emocionados así que podías ver a algunas chicas sobre los hombros de algunos jugadores y la energía te mantenía sonriente incluso si habías tenido la peor semana de tu vida.
La lluvia hizo que todo el mundo saliera corriendo y la celebración duro menos de lo esperado, pero Jake nos invito a comer unas hamburguesas antes de ir a casa, así que después de cambiarnos subimos todos a la pickup de Jacob, él tenía un amor poco sano por esa cosa. Tuvimos que comprarlas para llevar porque la tormenta no parecía mejorar, sabía que se quedaría con nosotros y cuando fuimos a casa sus cosas ya estaban instaladas en una habitación que entre Charlie y Sue habían acondicionado para él.
Todo parecía ir bien hasta que volví a ver a la maldita rubia colgada de Edward como si le perteneciera, era una bomba de tiempo cada que los veía por los pasillos, él ni siquiera podía verme a la cara y por mi mente solo pasaba escenarios en los que él no era el chico leal y fiel que recordaba.
Era la última hora de clase y la rubia tonta estaba al final del salón, era la primera vez en que estaría en la clase de literatura un viernes, pero no podía concentrarme en otra cosa, cada que cerraba los ojos mi imaginación se deleitaba con formas en que podría arrancarle las preciosas extensiones.
El timbre sonó y todos salieron del salón corriendo como locos, era el último día de clases y al día siguiente tendríamos el baile de invierno, así que la agitación estaba por todo lo alto. Junto a las chicas nos reunimos alrededor de una mesa mientras guardábamos nuestras cosas para irnos, quería pasar una última vez al auditorio para verificar que todo estuviera listo y ellas querían ver como había quedado.
El tema era el invierno, así que los colores eran blanco y azul, había serpentinas colgando del techo y un precioso escenario para donde estaría una banda que los del comité habían contratado. Las decoraciones habían dejado todo encantador, el año anterior había estado enferma para asistir, pero ahora pensaba disfrutarlo con o sin pareja.
Jake pasaría a buscarme para ir a comprar regalos de último minuto, era fácil conseguir buenos obsequios cuando la lista era para solo tres personas. Así que salimos del edificio y esperamos frente al auto de Kate, vimos salir a Edward y Emma unos minutos después que nosotras y para sorpresa de cada persona a mi alrededor, ella subió al lado del conductor.
―No va a dejarla conducir la camioneta. ―exclamó una furiosa Charlotte fulminando a Edward y diciendo las palabras que se quedaron atascadas en mi garganta. ―De acuerdo, ese idiota se merece una bofetada en el rostro. ―añadió indignada, todos sabían que Edward Cullen no dejaba que nadie manejara su maldita camioneta, ni Emmett, ni Jasper, ni siquiera a mí me dejaba tocar esa cosa.
―Dos jodidas semanas y la deja conducir la camioneta. ―murmuré viendo como se alejaban por la carretera. ―A veces me pregunto si en verdad llevan juntos solo dos semanas.
…
Mi vestido era rojo y largo, lo había elegido junto a Sue semanas atrás y me sentía preciosa en él. Cuando llegamos al baile gran parte de los estudiantes ya estaban ahí, la banda tocaba una melodía para ambientar mientras todos lograban entrar, nos tomamos un par de fotos y tomamos una mesa, Garrett iba con Kate como había prometido, Tanya había invitado a James y las demás habíamos decidido ir en grupo.
Fui junto a Ángela a buscar algo para tomar y justo frente al intento de ponche choque con Emmett, me sonrió emocionado y le dedico un breve saludo a Angie que probablemente la haría muy feliz el resto de la noche.
―Isabella Swan, te vez preciosa. ―sonreí divertida por sus exagerados movimientos y él miro a Angie detrás de nosotros. ―Ángela, tú también te vez preciosa.
―Gracias. ―exclamó con la emoción en su voz imposible de ocultar. ―Debo ir al tocador. ―nunca había conocido a alguien que pasara por un verdadero enamoramiento como el de Ángela por Emmett, su voz se cortaba y apenas podía manejar sus expresiones.
―Tu amiga es divertida. ―exclamó Emm mirándome con curiosidad. ― ¿Cómo estás?
―Mejor. ―susurré con sinceridad, no podía decir que estaba del todo bien, pero en retrospectiva estaba mucho mejor que los primeros días.
―Si te sirve de algo, la tal Emma no es ni la mitad de divertida que tú. ―me alegraba saber que él aun se consideraba mi amigo, sabía que los otros tres miembros del grupo de Edward, no me admiraban mucho, así que la amistad de Emmett significaba mucho para mí.
― ¿Debo preocuparme porque Rosalie venga a buscarte? ―pregunté logrando que sonriera, quizás ellos eran polos opuestos en muchos sentidos, pero él amaba a esa chica como si no hubiera un mañana.
―La perdí hace unos minutos, debe estar con Alice quejándose de lo brillante que es la decoración. ―asentí segura de que eso harían y él sonrió mientras sonaba una canción que no me parecía familiar. ―Amo esa canción, baila conmigo. ―suponía que Rose no podía enojarse por una pieza y todo el mundo sabía que Emmett y yo éramos como primos o hermanos.
―De acuerdo. ―lo seguí hasta la pista que aun estaba vacía y a diferencia de lo que hacía siempre con movimientos extravagantes, me sostuvo para una movernos con la pieza lenta y maravillosa que el chico de la banda cantaba con verdadera entrega. Mientras me daba vueltas no podía evitar reírme por sus gestos y pronto un par de parejas se unieron a nosotros. ―Quizás esto sea pedir demasiado, pero si pudieras invitar a Angie a bailar contigo al menos una pieza durante la noche, te lo agradecería eternamente. ―susurré cuando me pego a su pecho para movernos lentamente.
―Lo intentaré, si Rose desaparece de nuevo. ―respondió en el mismo tono y me giro antes de volver a sus brazos y terminar la canción.
Justo cuando volvía a la mesa y él se iba a buscar a Rose, me encontré con su mirada, una parte de mí había deseado que él no apareciera, las canciones de foto eran fuertes y divertidas, para animar a los asistentes a bailar, pero en ese instante todo se volvió un largo silencio y los demás rostros se volvieron borrosos, ese era su último baile de invierno aquí, se suponía que estaríamos juntos y no con un montón de problemas separándonos.
Por primera vez en las últimas semanas me miro, haciendo que mi corazón latiera desbocado mientras atrapaba el brillo que escondía para los demás, podría terminar de romper mi corazón si le permitía volver a entrar en mis pensamientos, así que agite la cabeza y me aleje, no iba a arruinar mi perfecta velada.
Las siguientes horas trate de ignorar que él estaba ahí a unos metros, baile con las chicas y me divertí, hasta que las baladas iniciaron y las parejas tomaron la pista, incluso Jasper había invitado a Alice a bailar con él, podía imaginarnos ahí, si cerraba los ojos podía ver su sonrisa solo para mí y su mirada angustiada por que estaba por iniciar a cantar, sería nuestro primer baile en la preparatoria y luego olvidaríamos lo delicado de nuestros atuendos para sentarnos en la parte trasera de su camioneta y comer papas fritas.
Abrí los ojos y volví a la realidad, les sonreí a las chicas en la mesa y me levanté para ir al tocador, estuve ahí hasta que pude controlar el nudo en mi garganta y las lágrimas dejaron de luchar por salir, caminé de vuelta por el pasillo y antes de abrir la puerta una mano sostuvo la mía. Lo miré sin saber que decir, estábamos solos y solo podía escuchar la suave melodía que provenía desde el auditorio. Me atrajo hasta sus brazos y contra cada parte de mi cuerpo que me decía que no lo dejara hacerlo, mis brazos se enredaron a su cuello. Cerré los ojos y sentí como nos movía lentamente en medio de la oscuridad y las lágrimas ya no eran fáciles de retener, cerré los ojos absorbiendo la sensación de tenerlo así de cerca y me emborraché con su aroma.
―Te vez hermosa en ese vestido. ―susurró contra mi hombro, negué de inmediato y suspiré pesadamente.
―No digas nada. ―rogué intentando contener las lágrimas que comenzaban a correr por mis mejillas. Mientras las últimas notas nos atrapaban, alejo nuestros cuerpos y me miró a los ojos antes de buscar mis labios, puse mis dedos sobre los suyos y volví a negar. ―No puedes decirme que la amas y luego jugar con mis sentimientos, Edward. ―su cuerpo estaba tenso y al mirar sus bonitos ojos verdes sentía que veía mi dolor reflejado. Solté nuestro agarré y luego de otro largo silencio volví dentro del auditorio.
No volvimos a vernos durante el resto de las vacaciones de Navidad y me había obligado a mi misma a no preocuparme por él, era más fácil controlar mis emociones cuando no estaba cerca. Para empeorarlo todo a finales de diciembre había tenido una terrible infección que me había tenido en cama, Sue culpaba a Jacob por motivarme a comer todas las galletas durante la cena de Navidad. Había tenido fiebre, apenas podía moverme y había vomitado en una ocasión, Charlie quería llevarme al hospital, pero odiaba ir a hace lugar, me traía terribles recuerdos, así que Sue había preparado todos sus remedios caseros para mí.
Celebramos el año nuevo con una taza de chocolate y viendo una película en la sala.
Aun estaba algo temerosa de comer cualquier cosa y volver a la cama por dolores en el vientre, pero tuve la fuerza suficiente para acompañar a Jacob hasta el aeropuerto junto a Sue y Charlie. La semana siguiente volvimos a clases y por fortuna las nauseas y la fiebre se habían detenido, después de casi un mes de haber terminado con Edward, empezaba a superarlo, no podía decir que ya no sentía nada por él o que el dolor se había desvanecido por completo, pero estaba más tranquila.
La chica seguía ahí y el hecho de verla revoloteando sobre Edward aun me hacía rabiar, pero intentaba ser madura al respecto. Jacob oficialmente me había dado su pickup y estaba obsesionada con llevar esa vieja camioneta roja a clases, podía escuchar mis canciones a todo volumen mientras conducía y las chicas también la amaban, era el primer día de un nuevo semestre y queríamos hacer audiciones para integrar a más chicas al equipo, así que subimos a la parte trasera con nuestros uniformes para el invierno, que constaban de un pants con los mismos colores que los tops de manga larga.
La escuela tenía una política con los volantes o folletos que se podían usar, así que lo anunciábamos bastante alto sobre la camioneta para atraer a las personas que llegaban y luego pegábamos un solo papel en la pizarra de la dirección con los datos de la audición.
Mientras Kate usaba el alta voz una canción de mi artista favorita inundo el lugar y pude ver a Emmett dando un saltó al otro lado del lugar. Era entretenido verlo cuando TS sonaba en la radio o en cualquier parte, se metía totalmente en la canción, aunque Jasper y Edward lo miraran como si estuviera perdiendo la razón, mientras él cantaba a lo lejos apenas para que sus amigos lo escucharan, nosotras nos movíamos cuidadosamente sobre la camioneta y llamábamos la atención, hasta que cierta estrofa de esa vieja canción hizo que Emm soltará una larga carcajada.
"I hate that stupid old pickup truck you never let me drive"
―And if you come around saying sorry to me, my daddy's gonna show you how sorry you'll be. ―por la letra supuse que estaría burlándose de Edward y no era mi intención, pero no podía decir que no resultaba gracioso. Sin esperarlo las chicas empezaron a tararear la canción también hasta que la campana sonó y todos tuvimos que entrar a clases.
Unas días después nos reunimos en el auditorio para las pruebas, Kate les pondría la coreografía inicial y luego dos de nosotras debía poner un par de piruetas para probar las habilidades de las chicas, en los partidos era difícil realizarlas, porque Forks era un sitio húmedo y podíamos ocasionar accidentes, pero cuando estábamos dentro nos permitíamos hacer algunos saltos y lanzamientos.
―Tanya ¿puedes dar la demostración de los lanzamientos y las saltos hacia atrás? ―preguntó Kate revisando la lista de las personas que se habían anotado para las pruebas.
― ¿Puede hacerlo Charlotte? No es un buen día para mí. ―murmuró con un gesto, sonreí con empatía, era terrible cuando tenías un periodo difícil, a todas nos había ocurrido que al menos en una ocasión los dolores o el periodo en sí, nos impidieran formar parte de las rutinas, por suerte desde que Sue me había llevado al médico hacia casi un año mi periodo se había regularizado y podía prevenir esos días.
―Puedo hacerlo. ―exclamó Charlotte poniéndose de pie para hablar con el chico que haría la otra mitad de los saltos, mientras Tanya se recargaba en la silla con un largo suspiro de pesadez, mi mente empezó a contar días a máxima velocidad, desde que había terminado con Edward había dejado de tomar las pastillas, así que era normal que estuviera retrasada, pero mientras más días contaba el retraso era mayor.
―Oh no.
Unas horas más tarde nos encontramos frente a la única farmacia en todo el pueblo, el plan era entrar con diez minutos de diferencia cada una, comprar una prueba cada una, para que no pudieran saber quien la necesitaba, era algo exagerado, pero en un pueblo tan pequeño como el nuestro esa clase de cosas se sabían antes de que terminaras de hacer la prueba.
―No entiendo porque no podemos ir al hospital, ahí tienen su código para no hablar de los pacientes. ―murmuró Tanya mirando como Charlotte entraba a la tienda. ―Mi madre te hará los análisis y no dirá nada.
―Por quinta vez, Tanya. El padre de Edward trabaja ahí, es su maldito hospital, si aparecemos todas ahí el doctor Cullen le preguntará a tu madre y ella se lo dirá porque es su jefe. ―Tanya puso los ojos en blanco. Kate sabía de mi miedo a los hospitales y era la principal razón por la que había propuesto comprar las pruebas en la farmacia, pero era un temor que evitaba contarle a todo el mundo.
―No todas las pruebas de sangre son para saber si estás embarazada, podría decirle que es para la Universidad o para las competencias de animadoras.
―Solo falta Charlotte, así que haremos esto y si no tenemos respuesta usaremos tu plan ¿de acuerdo? ―exclamó Kate mientras Charlotte subía al auto, debía hacer las pruebas y prefería hacerlo en mi casa, solo debía ocultarlas después de hacerlas. Pero cuando estuve parada frente al espejo observando las pruebas en el lavabo, no pude intentarlo, estaba aterrada y rogaba que fuera por los analgésicos que había tomado las últimas semanas sumado a la interrupción de las pastillas anticonceptivas.
El resto de la semana las pruebas estuvieron escondidas el fondo del closet y me dedique a inventar escusas para no haberlas hecho aún, me había cuidado cada maldita ocasión, no debería tener esos jodidos problemas ahora.
―Quizás es un embarazo psicológico, según mi mamá eso puede convencer a tu cuerpo de que estás esperando y presente todos los síntomas. ―susurró Tanya a la hora del almuerzo.
―Creí que eso solo les daba a las mujeres que deseaban tener un bebé demasiado. ―murmuró Charlotte mirándola como si acabara de salirle un tercer ojo.
― ¿Has pensado que harás si es resultas estar embarazada? ―preguntó Kate ignorado la conversación entre Tanya y Charlotte que hablaban ahora sobre el poder de la mente.
―Aun no lo sé. ―susurré sin mirarla realmente.
―Deberías iniciar con decirle a Edward. ―la miré sorprendida y suspiré miré al otro lado de la cafetería, ni siquiera podía abrir las cajas de las malditas pruebas, ¿cómo le diría si resultaba estarlo?
Tome mi teléfono y tras un largo suspiró escribí un sencillo mensaje, sería más fácil decirle que tenía algunas dudas a decirle todo de golpe.
"Necesitamos hablar"
Levanté la mirada buscándolo de nuevo y unos minutos después lo vi tomar su celular frunciendo el ceño antes de mirarme desde su mesa.
"¿Viernes?"
Lo miré y asentí guardando mi teléfono de nuevo, quizás para ese momento ya me hubiera hecho las pruebas. Las clases me pasaban de largo sin que algo se quedara en mi mente, no podía concentrarme en nada, cada minuto que pasaba sentía que Sue o Charlie encontrarían las malditas cosas en mi armario y estaba tan desesperada que rogaba porque justo en ese instante mi periodo decidiera aparecer.
El viernes decidimos encontrarnos en la parte trasera de la escuela, sería a mitad del día y aun no tenía una respuesta segura que darle, cada mañana me miraba al espejo intentando descifrar mi cuerpo, encontrar una diferencia, pero sentía que se veía igual a la mañana anterior y empezaba a temer que sino lo estaba tuviera una de esas cosas que había mencionado Tanya por pensarlo todo el maldito tiempo.
Era la segunda clase del día y estaba saltándomela porque mientras más se acercaba la hora para hablar con él más sentía que perdía el aliento.
―Isabella. ―di un pequeño saltó de sorpresa al escuchar mi nombre y me encontré con la última persona que necesitaba ver en ese momento.
―Emma. ―murmuré clavando la mirada en ella y cerrando la mano con fuerza sobre el lavabo, cada que la veía algo dentro de mí me gritaba que era ella la responsable de que Edward no estuviera a mi lado, no importaba si él era el maldito idiota que me había roto el corazón y ella solo era un peón en todo esto, esa parte de mí se negaba a dejar de odiarla. ―Ya iba de salida. ―murmuré soltando mi fuerte agarré y caminando hacia la salida.
―No. He estado intentando encontrarte a solas para hablar contigo. ―fruncí el ceño cuando tomo mi brazo deteniéndome en medio del baño. Me soltó y suspiró dando un paso atrás, por alguna razón esa mirada de la señorita perfecta no dejaba de sentirse falsa. ―Sé que vas a encontrarte con Edward hoy.
― ¿Él te lo dijo? ―cuestioné cruzando los brazos y sintiendo el nerviosismo de nuevo en mi cuerpo.
―No, pero lo vi en su teléfono. ―murmuró con esa voz suave y melodiosa, intentaba no odiarla más con cada una de sus expresiones, pero todo en ella se sentía tan ficticio. ―Quiero pedirte que canceles la cita.
― ¿Qué? ―debía estar bromeando.
―Debes dejar de perseguirlo, él ya te supero. ―maravilloso, la señorita perfecta iba a darme un sermón sobre alejarme de un chico en una relación. ―Está conmigo ahora y no me gusta que tenga algún lazó contigo. ―esa voz estaba volviéndose insoportable.
―No creo que lo que tengo que hablar con Edward te incumba, Emma. Y créeme, si quisiera volver con él, lo habría hecho hace tiempo. ―murmuré intentando mantenerme tan firme como era posible.
―Edward es un buen chico, no abandonaría a su familia por alguien más. ―fruncí el ceño y no pude evitar reírme un poco, considerarse su familia después de un mes y medio era patético. ― ¿Qué es tan gracioso?
―Estuvimos juntos más tiempo del que tienes de conocerlo, pero aun así consideras que eres su familia. ―murmuré algo molesta y desesperada por salir de ahí.
―Veo que no te ha puesto al tanto, quizás por eso sigues persiguiéndolo y creyendo que puedes volver con él cuando quieras. ―respondió y dejo su bolsa sobre la barra del lavabo. ―Edward y yo vamos a tener un hijo. ―mi respiración se detuvo en el segundo en que esa palabra salió de sus labios, un hijo, Edward iba a tener un hijo.
―Eso no… ―antes de terminar de hablar levanto el enorme suéter que había estado usando las últimas semanas y me mostro su apenas visible vientre hinchado, tenía la boca abierta y aun así sentía que no estaba tomando el aire necesario, en un instante me había convertido en nada al lado de ella.
Era la razón por la que todo había terminado, él iba a tener un hijo con ella.
―Tres meses. ―susurró colocando su mano sobre su vientre con dulzura. No podía mover la vista de la prueba de mi mayor temor, no solo se había enamorado de ella mientras estábamos juntos, no había sido algo inocente, él había estado con ella incluso antes de terminar conmigo.
Tragué en seco y salí del baño lo más rápido que pude intentando respirar de nuevo. Los pasillos estaban vacíos y mientras corría hasta la salida más cercana sentía que mi cuerpo entero se agitaba en forma de arcadas.
Imágenes de ellos juntos me torturaban en cada paso que daba, las lágrimas salían sin cesar y al abrir la puerta para salir al patio no pude soportar más mi propio peso, cayendo de rodillas sobre el pasto mojado. Respiraba agitada y mi cuerpo intentaba expulsar algo sin que nada saliera.
―Bella. ―no ahora, no podía verlo a la cara sin sentir que todos esos años de conocernos se manchaban con su mentiras, ya no era el dulce niño de ojos verdes que me había dejado entrar en su casa, ni el niño encantadoramente molesto que me había robado mi primer beso, era el maldito idiota que me había roto el corazón. ― ¿Estás bien? ―su tacto quemaba, lo empuje con todas mis fuerzas para levantarme por mí misma.
―No vuelvas a tocarme jamás. ―exigí mirándolo furiosa y limpiando las lágrimas de mi rostro. ― ¿Cuándo pensabas decírmelo? ―grité sollozando más de lo que me gustaría y manteniendo una clara distancia entre nosotros, sus manos estaban en puños y se veía tan sorprendido por mi reacción. ― ¡Dímelo! ―murmuré empujándolo para que reaccionara, quería escuchar de sus labios que me había sido infiel y había jugado conmigo todo este tiempo. ―Dime que te acostaste con ella antes de siquiera terminar conmigo. ―estaba llorando y no pensaba detenerme, dolía todo en mi interior y necesitaba sacarlo de alguna manera. ―Dime a la cara que vas a tener un hijo con ella.
―Bella. ―sus ojos estaban acuosos y se notaba tan afectado como yo, pero él no podía entender lo que sentía, yo no había roto su corazón, no había estado con otra persona y la dolorosa verdad era que quizás estaba embarazada de un chico que probablemente ya tenía la vida planeada al lado de alguien más.
―Te odio, Edward Cullen. ―susurré mirándolo a los ojos.
…
Volví a casa y por fortuna no había nadie ahí, en medio de lágrimas y sollozos saqué las malditas pruebas de la caja, necesitaba una respuesta ahora, todas se quedaron en la barra del baño mientras me abrazaba a mi misma en el piso de este, rogando que fueran negativas. No me di cuenta cuanto tiempo había pasado hasta que la sombra de Sue cubrió la luz de la ventana.
―Cariño ¿qué pasa? ―con la mirada señale la barra y su rostro se puso pálido. ―Oh, mi niña. ―ni siquiera había tenido el valor para ver el resultado, pero por su rostro pensé lo peor.
―Edward va a tener un hijo con otra mujer. ―murmuré sosteniendo la voz lo más que podía, ella tomo una a una las pruebas y suspiro antes de sentarse a mi lado. ―Ella tiene tres meses de embarazo.
―Ven aquí. ―me recargué en su hombro mientras las lágrimas salían a cantaros. ―Todo estará bien, hablaremos con Charlie e iremos al médico para que te hagan unas pruebas de sangre.
―Él va a querer matar a Edward y cuando se enteré del resto… ―tenía pánico de enfrentar a Charlie, esto no estaba en los planes, él se había esforzado tanto por conseguir el dinero para enviarme a la Universidad y yo acababa de echar a perder todo. ―Edward no lo sabe y ni siquiera sé si puedo decírselo.
―Tendremos que hacerlo, es el padre del bebé. No te preocupes por eso, hablaré con Charlie e iremos contigo de ser necesario.
― ¿Cómo voy a encajar precisamente en toda esa situación? Ellos están juntos para criar a su hijo y ahora voy a aparecer a destruir su juego de la familia perfecta. ―estaba frustrada, asustada, preocupada y todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas.
Sue se quedó conmigo el resto de la tarde, hasta que me el sueño me venció, le pedí que no le dijera nada a Charlie aun, necesitaba algo de tiempo para procesar la idea y no romper en llanto cuando se lo dijera, porque eso solo empeoraría las cosas. El fin de semana me aísle en mi recamara, Sue le mintió a Charlie diciendo que estaba enferma y también a las chicas cuando fueron a buscarme preocupadas por la información que no había tardado mucho en esparcirse por toda la preparatoria.
Edward me había llamado al menos una docena de veces, pero no me creía capaz de escuchar su voz sin llorar, el domingo en la mañana Sue me llevo al médico, ella realmente quería decirle a Charlie lo que estaba ocurriendo, pero había respetado mi petición, mientras ella hablaba con la mujer de la entrada, me senté en la sala de espera y evite el contacto visual con cualquiera, sabía que me veía enferma, tenía ojeras, mi rostro estaba pálido y mis ojos hinchados, al menos podría pasar por desapercibida.
Sue estaba tardando demasiado, deberíamos haber hecho una cita antes de venir. Mientras pensaba en la posibilidad de llamar a Tanya para pedirle que le pidiera un favor a su mamá, cuando unos ojos bastante parecidos a los de Edward se clavaron en mí acompañados de una sonrisa maternal y por primera vez en mi vida, desee no verla nunca más.
―Isabella. ―la voz de Esme era tan dulce, podía recordarla arropándome cuando era pequeña y dolía más de lo que se podía imaginar. ―Cariño, te vez terrible. Ven le pediré a Carlisle que… ―arranqué mis manos de las suyas y me puse de pie tomando la poca fuerza que me quedaba en ese momento.
―No, gracias. ―murmuré aclarándome la voz. ―Sue está pidiendo una cita.
―No te preocupes por eso, Carlisle puede atenderte ahora. Sabes que no toma citas los fines de semana, así que tendrá un espacio para ti. ―exclamó acariciando mi rostro, tome su mano y la aleje lentamente.
―La verdad, Esme, preferiría no tener que acercarme a tu familia de nuevo. ―murmuré con una voz tan fría y cruel que pude ver la sorpresa en su rostro, ella había sido tan buena conmigo todos estos años, pero verla dolía y era obvio que no podía hacerme unos análisis con su esposo. Sue levanto la mano llamándome y miré una última vez a Esme. ―Debo irme.
― ¿Estás bien? ―asentí y entramos a la consulta de la doctora de guardia, agradecía la presencia de Sue, ella podía explicar la situación sin titubear y yo no podía ni abrir la boca.
Después de tomar la muestra de sangre nos explicó que no tardarían demasiado y que trataría todo en estricta confidencialidad, el camino a casa fue silencioso y las horas posteriores no fueron muy diferentes, apenas había probado bocado en esos días, no había nauseas matutinas o algo así, simplemente no tenía apetito. Los siguientes dos días estuve en casa al cuidado de Sue, mi padre se estaba alterando por no ver mejoría y podía comprenderlo, así que le había prometido a Sue que en cuanto tuviera los análisis hablaría con él.
El martes por la tarde fuimos a recogerlos y mi peor temor se hizo realidad, estaba mal de salud porque había perdido un par de kilos en esos días y prácticamente no había dormido, la doctora me explicó que debía tomar vitaminas y evitar saltarme comidas, debía guardar reposo unas semanas hasta que mi cuerpo se repusiera, podía ir a clases, pero debía dejar el equipo hasta que el bebé llegara.
Apenas subimos al auto las lágrimas se desbordaron, no estaba lista para ser madre, aun me asustaba andar sola por la calle, dormir con la casa vacía o manejar en la oscuridad, aun me aferraba a Charlie cuando todo era demasiado, me sentía la pequeña niña aferrada a su mano entrando a aquella habitación de hospital de nuevo. Despidiéndome de mi madre para siempre y llorando en su hombro de regreso a casa.
Las pesadillas aun me despertaban en la madrugada y él aun corría a mi habitación cuando me escucha sollozar, ¿cómo iba a cuidar a un bebé cuando no había aprendido a cuidarme sola?, le pedí a Sue un día más y ella aceptó al ver mi estado, subí a mi habitación y me hice bolita en medio de la cama, no podía con todo esto, no podía hacerlo sola y seguramente sería la forma en que lo haría. Sabía que mi padre estaría ahí al igual que Sue, pero no era lo mismo, necesitaba a alguien que comprendiera mis miedos y sostuviera mi mano, ellos iban a cuidarme, pero al final no eran la persona que necesitaba.
El jueves regrese a la escuela e hice todo lo posible para no encontrarme con él, estaba usando una enorme chaqueta de Jacob, como si algo hubiera cambiado en mi cuerpo desde hacia una semana, fui a cada clase aun cuando ella estaba siempre ahí con esa mirada de superioridad y sonrisa que solo ella y el pequeño grupo de Edward creían sincera.
Las chicas estaban tanto de lo que estaba pasando y les había pedido que no hicieran preguntas ni comentarios al respecto, no estaba lista para enfrentarme a ellas. La hora del almuerzo fue demasiado para mí, así que fui hasta las gradas donde podía estar a solas, la brisa se sentía maravillosa y por primera vez en días pude respirar tranquila. Hasta que su cabello cobrizo se asomó por los escalones, tome mis cosas para irme porque realmente no tenía ganas de hablar ahora.
―Bella, espera. ―no podía ver su rostro, no quería escuchar su voz, aun no. Pero fue rápido que yo e impidió que saliera por la puerta de abajo. ―Tenemos que hablar.
―Tengo clase. ―murmuré empujándolo, pero no se movió y quise gritarle que se alejara de mí.
―No quería que te enteraras así. ―susurró mirándome a los ojos. ―No sabía cómo decírtelo.
―De verdad tengo que irme. ―mascullé intentando rodear su cuerpo, él me tomo del brazo y luche por no romperme ahí mismo. ―Por favor.
―Dime como arreglarlo. ―rogó, negué con los ojos llorosos intentando no mirarlo y contenerme lo más posible.
―No puedes hacerlo. ―balbuceé con la voz entrecortada y una lágrima recorriendo mi mejilla. ―Ya no hay forma de arreglar todo esto. ―su mirada busco la mí y vi tanto dolor en sus ojos que por un momento quise aferrarme a él con todas mis fuerzas. ―Estoy embarazada. ―las palabras salieron de mí sin poder contenerlas causando que incluso yo me sorprendiera al escucharlas, su mano soltó mi brazo y su mirada se llenó de ansiedad.
―No. ―farfulló pasando las manos por su cabello alborotado. ― ¿Es una mala broma? ―gruñó agitado y respirando con dificultad. ―Tiene que ser una jodida broma, Isabella. Nosotros siempre nos protegimos. ―masculló dando un par de pasos en el pasillo antes de volver a mirarme.
―No es una broma, estuve en el médico hace días y lo estoy. ―susurré incapaz de hilar las palabras correctamente. Todo su cuerpo estaba tenso y sus acciones eran caóticas, parecía un animal encerrado.
―No puedo con esto ahora. ―protestó con voz casi macabra, sus ojos estaban oscuros y por un momento mi cuerpo entero se erizo. ―Quieren que cuide de ella, de su bebé y ahora tú necesitas lo mismo. Debo entrar a la maldita Universidad, terminar la jodida preparatoria y se supone que me casaré con ella al terminar el semestre. No puedo con eso ahora. ―la palabra "eso" la dijo mirando directamente mi vientre y sentí una punzada de dolor recorrer mi espalada. Iba a casarse con ella, le daría una familia a su hijo, esperaba una reacción exagerada, no gritos de felicidad, pero sus palabras eran demasiado para mí.
― ¿Qué es lo que quieres decir? ―susurré con voz cortada y mirándole a los ojos, no respondió, se detuvo frente a mí en completo mutismo y miro mi vientre una vez más con desprecio. ―Podía perdonar que te enamoraras de alguien más, en algún punto habría superado tus mentiras y habría seguido con mi vida, pero la persona que está frente a mí pidiéndome que me deshaga de mi hijo porque no entra en sus planes, es alguien completamente diferente al hombre del que me enamore. ―murmuré dolida y rota. ―Cuando te miró ya no te reconozco. ―susurré tan bajo que me costaba trabajo escucharme. ―Olvida todo esto, no tiene que cuidar de mí o de mi hijo, ni decirle a nadie sobre esto. Puedes ir y tener una familia feliz con ella, con vallas blancas y un gran jardín en la entrada.
Le empuje una última vez y finalmente se quitó de mi camino. Tome aire antes de volver a dentro y limpie mi rostro lo más que pude, camine directo a mi casillero, ignorando las miradas curiosas sobre mí, estaba cansada, mareada y harta. Solo quería a volver a casa.
Decirle a Charlie había sido más sencillo, lo difícil había sido retenerlo para que no fuera a partirle la cara a Edward, los días en la escuela eran lentos y grises, podía verlo evitándome, tomando otro pasillo para no cruzarse conmigo, pero a ella tenía que verla todo el tiempo, excepto que ya no se veía tan feliz como los días anteriores, había notado que tanto Rosalie como Alice la ignoraban y prácticamente la única persona en toda la escuela que respondía sus preguntas, era él.
Charlotte nos explicó que no solo todos se habían enterado del embarazo, sino que sabían cuanto tiempo tenía y habían sacado cuentas por ellos mismos, Rosalie y Alice habían sido las primeras en romper contacto, apoyaban a la chica creyendo que la loca obsesionada con Edward era yo, pero no cuando se enteraron de que ella había estado con él antes de que termináramos y la información había corrido como pólvora.
Era un sitio pequeño y conocía a la mayoría de los estudiantes por estar en el equipo de animadoras, sin embargo, me sorprendía que todos hubieran decidido ignorarla por algo que no los afectaba directamente. Habría dicho algo, pero en ese momento no tenía fuerzas para defenderla, tenía muchas cosas en que pensar y arreglar, lo que pasara con ella no era mi prioridad.
Debía volver al médico para que me hicieran un chequeo completo, aun no sabía cuanto tiempo tenía en realidad, no podía sacar cuentas porque no recordaba una maldita vez en que no hubiera usado protección, no quería ir al hospital en Forks, el lugar seguía teniendo el mismo aspecto que años atrás y sabía que no podía estar viajando cada semana a otro hospital, era más seguro estar ahí, pero incluso las enfermeras eran las mismas y el aroma me evocaba recuerdos tristes.
Apenas podía mantenerme despierta en las clases, usaba la ropa más holgada de mi closet porque no quería que todo el mundo lo supiera, ya era bastante humillante que supieran que Edward me había sido infiel para darles más de que hablar con lo de mi embarazo.
No estaba segura porqué, pero no lograba sentir algo por el ser en mi interior, cada que trataba de imaginarlo en mi futuro o al menos sentir ese lazo del que todos hablaban, terminaba repasando todas los problemas que tenía en ese momento. Estaba triste la mayor parte del tiempo, no me sentía yo misma y sentía que los días pasaban más lento cada semana. Sue había hecho tres citas con la doctora del hospital, pero había tenido excusas para asistir a cada una de ellas, sueño, estrés, tareas, nauseas…
Procuraba alimentarme mejor y tomar las vitaminas que nos habían dado. No podía decir que la única razón por la que no iba a la consulta era por mi fobia a los hospitales, era el miedo a que me preguntara como me sentía o me sonriera mientras encendía el aparato para verlo, ¿qué iba a pensar si me quedaba ahí sin mostrar al menos emoción?
Era la primera noche que pasaba sola en la casa, mi padre tenía que ir a trabajar y Sue no podía quedarse conmigo, el silencio se sentía bien, me recosté en mí cama con la vieja playera que usaba tan solo meses atrás, volví a utilizarla porque incluso cuando mi vientre aun no era muy grande, la ropa se había tornado molesta y esa maldita cosa era enorme.
Era un leve hinchazón que me causaba curiosidad, levanté la playera y recorrí mi vientre con los dedos, debía ser diminuto, según internet los primeros meses era de unos cuentos centímetro, antes de que todo pasara, había pensado en nosotros teniendo una familia y casándonos, pero ahora me resultaba inútil intentarlo, cada que intentaba imaginar un rostro para el bebé, terminaba imaginando el niño rubio y de ojos verdes que seguro tendría con ella.
Dos semanas más pasaron y los días se volvían cálidos mientras la primavera se acercaba, de no ser por clima húmedo de Forks, no tendría razones para usar una enorme sudadera. Emma no lo ocultaba, su vientre era un poco más grande y ya que todo el mundo lo sabía, no tenía que usar ropa holgada, pero su rostro no era de absoluta felicidad tampoco. Esa mañana la vi en el baño, estaba sosteniéndose de la pared y respiraba pesadamente, nuestra maestra de economía no había llegado así que estábamos libres por esa hora, salí de ahí tan pronto como nuestras miradas se encontraron y me detuve unos segundos frente a la puerta, trate de alejarme sin darle importancia, pero me vi enviándole un mensaje a Edward para que fuera a buscarla.
Unos minutos después lo vi bajar las escaleras agitado y entrar al baño, salieron unos segundos después, ella tenía el rostro pálido y se sostenía de la mano de él con fuerza, tome un largo respiro y camine hacia el otro lado, había hecho lo correcto, pero eso no calmaba el dolor de verlos juntos.
Mientras caminaba por los pasillos vacío me pregunte si la razón por la que no podía sentir nada por el bebé era por él, quizás era más egoísta de lo que pensaba y no podía amarlo porque aun no olvidaba a Edward y mis sentimientos en ese momento eran una locura, muy fondo en mi corazón sabía que aun lo amaba, pero estaba dolida, no entendía como alguien había aparecido de la nada y se había vuelto más importante que lo nuestro.
Me senté en los escalones que daban al estacionamiento, faltaban unos minutos para que la siguiente clase comenzara y debía regresar dentro, no quería verla, no quería observar de cerca como él la cuidaba.
¿Qué tan egoísta era por odiarlo por amarla y amar a ese bebé?
―Lo siento. ―susurré con la punta de mis dedos acariciando mi apenas hinchado vientre, lamentaba profundamente no poder amarlo, algo estaba mal conmigo y él no tenía la culpa. Su bebé tendría dos padres que lo amarían, mientras mi bebé tendría un padre ausente y una madre que no lograba amarlo por más que se esforzaba. ―Te conseguiré una familia, lo prometo. ―suspiré, no había pensado en entregarlo a otras personas, pero quizás era lo mejor.
Limpié las lágrimas que manchaban mis mejillas, me levanté y volví dentro. Ya estaba teniendo problemas con los maestros, no podía perder más clases. Unas horas más tarde regresé a casa y busque agencias de adopción, necesitaba los datos del embarazo, así que finalmente iría a una consulta. Mientras el día avanzaba y leía más al respecto, la idea parecía mejor y mejor, aunque no sabía como le diría a Sue o a Charlie que entregaría a mi bebé.
―Bella, traje pizza. ―exclamó Charlie desde la sala, cerré la computadora, bajé y me senté a su lado en el largo sofá, comí un par de rebanadas y me recosté sobre su hombro, la casa estaba silenciosa, la luz de cada habitación estaba apagada y el único sonido era la selección de película que había en la televisión. Sentí sus dedos acariciando mi cabello y suspiré nostálgica.
―No me sueltes. ―murmuré más para mí que para él.
Flash Back
Volvimos a casa sin ella, papá me sostenía contra su pecho con mi cabeza recargada en su hombro, nos habíamos despedido de mamá porque ella y el nuevo bebé ya no podían volver a casa de nuevo.
Papá me llevó hasta la cama y me arropo con delicadeza, tenía la mirada triste y sus manos temblaban, estiré mi brazo para tocar su cara y sus bonitos ojos cafés me miraron con una sonrisa triste.
― ¿Ahora somos tú y yo? ―pregunté, mamá siempre decía que un día ella volvería del hospital con un bonito bebé para nosotros, no sabía como se hacían los bebés, pero quizás debía quedarse allá hasta que estuviera listo y luego vendrían juntos. Papá tomó mi mano y dejo un beso en ella.
―Sí, cariño. Somos tú y yo ahora. ―asentí y me levanté para aferrarme a su cuello. Quería que mamá volviera, que trajera a su bebé y preparamos galletas de nuevo, quería que me llevara una última vez al parque y me empujara alto en el columpio rojo, pero por la mirada en el rostro de papá, supe que no lo haría. Sus brazos aflojaron en agarré para acostarme de nuevo, pero me aferré a él con más fuerza mientras gotas caían de mis ojos.
―No me sueltes. ―susurré con lágrimas cayendo a su camisa.
Fin del Flash Back
―Jamás. ―murmuró dejando un beso en mi cabello y cerré los ojos con fuerza.
…
Había días en que sentía que no podía levantarme de nuevo, noches enteras en las que no podía dormir, momentos durante el día en que todo parecía demasiado para tomarlo y hacerlo positivo.
Charlie había hecho todo lo posible para estar en casa cada noche, sabía que estaba cuidando de mí, lo había hecho antes, cuando mamá murió y yo tenía pesadillas a diario. Pero esa tarde llamó para disculparse porque debía tomar el turno de noche, estaba lloviznando afuera y hacía frío incluso bajo las capas de ropa que llevaba, Sue dejó algunas comidas preparadas para nosotros mientras iba de visita con unos familiares fuera de la ciudad, calenté una y puse una película desconocida en la televisión.
Aun no le decía a nadie sobre mis planes de dar al pequeño Swan en adopción, podía esperar un poco más, al menos hasta la cita que sería el lunes después de clases. Había estado algo molesta, no podía acomodarme en la cama, así que estaba sentada en el sofá de nuevo, tenía calambres en las piernas y me dolía un poco el vientre, internet decía que era normal así que no estaba preocupada por eso.
Apagué la televisión y fui a la cocina para dejar los platos en el fregadero, mientras lavaba todo lo que había utilizado, sentí algo correr por mi pierna, tenía un par de gotas en el pants así que debía ser agua, un leve dolor en el vientre me hizo suspirar pesadamente, debía dormir o al menos recostarme unas horas.
Subí a mi habitación para buscar algo para cambiarme, no tenía muchas prendas para elegir, tome un viejo pants negro que era demasiado grande para mi cuerpo antes, fui al baño y apenas me quite el que llevaba puesto vi las gotas de sangre que resbalaban por mis piernas.
―Oh por Dios. ―había perdido el aliento y me quede estática observando la sangre en mis piernas. ―No, no, no. ―susurré tomando toallas de papel sin saber que debía hacer. No creía que esto fuera normal. ―Tranquilo, bebé. Todo va a estar bien. ―un hueco en mi pecho se hacía más y más grande mientras caminaba hasta el teléfono rogando que Charlie contestara. Dos intentos después entré en pánico absoluto, necesitaba llegar al hospital. ―Nos llevaré al hospital. ―murmuré poniéndome lentamente el otro pantalón, bajé las escaleras, busqué las llaves de la pickup y salí de casa.
Odiaba conducir de noche, me temblaban las manos en cada movimiento brusco y mi respiración estaba alterada, faltaban unas cuadras más y estaría ahí. Repetía en mi mente que todo estaba bien, pero mientras los minutos pasaban más preocupada estaba.
Llegué al hospital con cada parte de mi cuerpo temblando, mi corazón iba muy rápido y podía jurar que mientras le explicaba a la enfermera lo que pasaba, habían salido las lágrimas retenidas durante el viaje.
― ¡¿Isabella?! ―el rostro pálido de Carlisle Cullen quedó a unos metros de distancia mientras la enfermera me llevaba por el pasillo, corrió hasta mí y me sostuvo del otro brazo preguntando bruscamente que ocurría. ―Llamaré a Charlie, la obstetra te atenderá. ―murmuró con sorpresa en el rostro tras la poca información que la enfermera le había dado, sentía que todo daba vueltas a mi alrededor y todo se veía borroso cuando me recostaron en la camilla. El rostro de la madre de Tanya fue lo último que vi antes de perder la consciencia.
…
Narrador POV
Carlisle Cullen siempre se había considerado un doctor capaz de mantener sus sentimientos a raya cuando se trataba de un paciente, pero mientras picaba las teclas del teléfono para contactar a Charlie Swan, sus manos temblaban y le era imposible calmar sus nervios.
Cuando las llamadas fueron enviadas directamente al buzón sus peores miedos aparecieron frente a sus ojos, era la misma situación que años atrás, al menos Charlie lo tomaría así si algo le pasaba a Bella.
No sabía como lo tomaría Isabella, mucho menos como lo haría su padre, pero llamó a casa, si el jefe Swan no estaba con ella, necesitaría a alguien si algo malo ocurría y por el historial de su madre, era muy posible que fuera así, contesto Esme con la voz ronca por haber despertado recientemente.
―Cariño, necesito hablar con Edward. ―farfulló, hacía semanas cuando Bella se había encontrado con ella, no había estado feliz de ver a Esme como siempre, supuso que tampoco apreciaría tenerlo a él a su lado. Tardo unos minutos, pero finalmente puso a Edward al teléfono, se le cortaba la voz intentando explicar que la pequeña Isabella estaba en urgencias.
Unos veinte minutos más tarde su hijo apareció en el hospital, estaba desesperado pidiendo información cuando lo vio y lo llevó dentro, la doctora Denali le había dado las malas noticias hacia solo unos minutos y ahora tenían a Bella en una sala aparte.
― ¿Qué fue lo que paso? ―preguntó el cobrizo jalando su cabello con desesperación, no podía entrar a verla y lo único que sabía era que había llegado llorando al hospital. Su padre le dio esa mirada, la maldita mirada cuando daba malas noticias y sintió que su cuerpo se colapsaba sobre si mismo.
―Tuvo un aborto espontaneo. ―respondió Carlisle tan pálido y consternado que, por un segundo, Edward quiso aferrarse a su padre como cuando era un niño, pero rápidamente la sensación fue sustituida con ira contenida, era su culpa que él no pudiera estar con ella, él lo había alejado de Bella y ahora ella estaba en una maldita camilla. ―Debo llamar a Charlie, no he logrado contactarlo y ella va a necesitarlo cuando despierte.
La doctora Denali dejo la habitación y entonces pudo entrar para verla, la castaña estaba dormida en la camilla, podía ver los restos de lágrimas en sus mejillas y manchas de sangre en sus manos, la imagen destruyo la poca fuerza que le quedaba después de meses de frustración y desesperación.
Se veía pequeña ahí, ella lo necesitaba y él había estado cuidando a una mujer que odiaba con todo su ser, ahora todo se derrumbaba frente a sus ojos y las lágrimas lo liberaban del hueco que había mantenido en su pecho durante todo ese tiempo.
―Lo siento, cariño. ―susurró tomando su mano y sentándose a su lado. Ella no iba a perdonarlo jamás y ahora cuando finalmente podría decirle la verdad, ya no importaba, no podía arreglar las cosas, sin importar cuanto intentara reparar el daño, él no podía devolverle al bebé que había perdido, no podía regresar el tiempo y cuidar de ella.
El tiempo pasaba lentamente mientras Charlie derrapaba en el estacionamiento del hospital, sentía un nudo en el estomago apenas piso el lugar y todo le recordó aquella noche, Carlisle lo estaba esperando en la entrada y le tomó del brazo para tranquilizarlo.
― ¿Cómo está mi hija? ―preguntó sintiéndose impotente e inestable en ese instante.
―Ella está bien. ―respondió Carlisle con un tono más profesional que él que había usado en la llamada. ―Pero no pudimos hacer nada por el bebé. Era muy pequeño, la doctora Denali decidió que no era necesario realizar un legrado, pero le dio anestesia para lograr calmarla.
― ¿Va a estar bien? ―Carlisle asintió mientras Charlie soltaba un largo suspiro de alivio, debía haber recordado los detalles que habían llevado a René ahí años atrás, podría haberla puesto sobre aviso, pero la había dejado saltarse las citas al médico pensando que estaba bien de salud y que necesitaba descansar en casa. ―Quiero verla.
―Edward está con ella. ―la mirada que Charlie le dedico a Carlisle le dejo en claro que no lo aceptaría y él solo suspiró. ―No podía contactarte y alguien tenía que estar con ella.
―No ha estado para ella en todos estos meses, pero va a estar con ella ahora que se libro del problema. ―bufó furioso y firme, no quería a esa familia, mucho menos a ese tipo cerca de su hija, se había prometido protegerla de todo lo que pudiera causarle daño, había aceptado esa relación porque la hacía feliz, pero ya no más.
―Sé que ahora mismo no aprecias a mi hijo, Charlie. Pero ha sido difícil para él también y te aseguro que se necesitan el uno al otro para superar esto. ―Charlie soltó una carcajada llena de amargura. Carlisle lo llevó hasta la habitación y pudo ver como el chico dejaba un beso sobre la mano de Isabella, su padre entro a buscarlo y al salir busco su mirada, él no correspondió, solo entro a la habitación de su hija.
Dos días después Isabella regreso a casa, con la mirada baja y la garganta seca, se recostó en su habitación y las lágrimas salieron a borbotones, se sentía culpable y estúpida, era una maldita hipócrita llorando por el bebé que juraba nunca había amado, pero nunca había deseada perderlo de esa manera, se suponía que lo cuidaría unos meses más y luego le daría una bonita familia.
Los siguientes días estuvo encerrada en su habitación, apenas comía y no quería ver o escuchar a nadie, Sue le había explicado que no era su culpa, pero ella no podía quitarse la sensación del cuerpo, las noches eran difícil y largas, cuando inconscientemente tocaba su vientre o le murmuraba alguna tontería al bebé, su cuerpo entero se tensaba. Su padre tocaba a la puerta cada noche, ella susurraba un "pasa" y luego él intentaba animarla a bajar a cenar con ellos.
Dos toques en la puerta le hicieron saber que había llegado ese momento del día, respondió igual que cada noche, escucho los pasos y la puerta cerrarse.
―Bella. ―levantó la mirada y se encontró con esos ojos verdes, se levantó de la cama con el ceño fruncido y lo miro sin saber que decir.
―Vete. ―exigió decidida a sacarlo de ahí antes de que su presencia la lastimara aún más. Edward no había querido buscarla tan pronto, sabía que ella estaría destrozada y no querría verlo, pero cuando Charlie había dado esa oportunidad, no pudo negarse.
―Necesito decirte unas cuantas cosas. ―respondió con la misma decisión en su voz.
―No quiero saber nada de ti. ―exclamó la castaña al otro lado de la habitación, alejándose lo más posible de él.
―No pienso alejarme de ti de nuevo. ―murmuró el cobrizo mirándola a los ojos. ―Sé que me odias ahora mismo, pero nunca quise que todo esto pasara. ―dio unos pasos hacia ella y Bella estiro el brazo para que no se acercara demasiado. ―Te amo e incluso si nunca lo demostré, me preocupaba nuestro hijo. ―su voz sonaba rota y apenas dijo esas dos palabras el nudo en la garganta de Isabella se rompió.
―Se siente como si no pudiera respirar. ―susurró bajando los brazos. Temía estarse volviendo masoquista por aceptar el abrazo de Edward, pero necesitaba aferrarse a él como antes, necesitaba creer que él también lo lamentaba y que su bebé había sido amado. ―Se siente como si pudiera morir en cualquier momento. ―sollozó contra el pecho del cobrizo dejando las lágrimas correr.
―No vas a morir, volverás a respirar con normalidad y voy a estar aquí. Incluso si me odias o si después quieres que me vaya de tu lado. ―se detuvo un segundo y soltó un doloroso suspiro. ―Voy a sostenerte hasta que las lágrimas dejen de salir y vuelvas a iluminar el mundo entero con tu sonrisa, cuando vuelvas a gritar mientras animas a un montón de estúpidos atletas, cuando cantes de nuevo y saltes de felicidad. Cuando disfrutes las gotas de lluvia sobre tu rostro y me grites que soy el idiota más grande que has conocido. Cuando sepa que tu corazón ha sanado y estás listas para levantarte sola, voy a soltarte si es lo que quieres, pero en el fondo ten por seguro que deseo que me quieras a tu lado cuando todo el dolor desaparezca. ―sintió el beso sobre su frente antes de sentir la primera lágrima caer desde las mejillas del cobrizo hasta su rostro.
No estaba lista para responder, para amarlo de nuevo o para dejar de llorar. Pero no quería que la soltara, al menos por lo que restaba de la noche.
Espero les haya gustado :3
Decidí cortar aquí, porque como pudieron darse cuenta es algo más largo de lo habitual en un OS.
¿Les gustaría leer la segunda parte o prefieren ese final abierto?
Sé que la mayor pregunta será ¿qué paso con Emma? se responde en la segunda parte.
La segunda será porque Bella perdió al bebé, ella tiene una deformidad heredada de su madre, pero como nunca se hizo las pruebas para seguir el embarazo, los médicos no lo sabían, al igual que ella.
No sé que más podrían preguntar, pero dejen sus dudas para no olvidar responderlas ;) jajaja
Si te hice llorar aunque sea una vez, deja un RR :/ jajaja
Quería hacer una historia como las de antes, llenas de drama y lágrimas, espero haberlo logrado.
Gracias por leer :)
