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Como la leche casi caducada

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Cuando la oscuridad de la noche se dejaba ver, las altas lámparas de luces naranjas manchaban las calles y la soledad juntas daban un gran sentimiento de vacío y melancolía. Daban ganas de reír y llorar a la vez porque era tan simple y sublime que te confundía.

¿Cómo era que aquel ambiente le había dejado así?

Era ese tipo de momentos, en el que uno siente que nada vale, pero que aún se posee la esperanza de arreglar todo, sabiendo el caos en el que se consume la vida. Como querer gritar y destrozar el frágil silencio de una vez por todas, como expresar eso que se tiene por dentro y que todavía se niega a salir. Esos suspiros incontrolados, tratando de derramar una mísera lágrima, y demostrando lo vacío que alguien se puede encontrar, tanto cinismo el que se puede inhalar como humo de cigarrillo, que, asimismo, envenena.

El adoquín del suelo también sonaba hueco, y las estrechas calles daban la sensación de laberinto.

Él miraba el cielo y contemplaba las estrellas, entonces se llenó de envidia, porque él no era capaz de brillar de tal forma.

¿Cuántas veces había intentado morir? y, ¿cuántas veces seguiría preguntándose eso?, ya no importaba, seguirían siendo actos estúpidos, porque el ego y la cobardía intervenían al último momento. Qué bonito y destructivo era pensar en la mismísima existencia.

- ¿Por qué la verdad duele tanto?

-Porque estamos cansados de vivir en la realidad.

- ¿Deberíamos morir?

-No, en este parque no estorbamos a nadie, menos de noche. Además, hay gente que si destruye a otras personas, nosotros nos destruimos a nosotros mismos, y a nadie le importa.

-Da igual, matarnos a nosotros mismos es como matar a alguien más.

-Mejor no hubieses preguntado nada, ahora estamos pensando demasiado.

-Es mejor que pensar en que estamos jodidos y ya no podemos hacer nada.

-Claramente... sí, pero... Va, que tienes razón.

-Hoy me despidieron del trabajo.

-Mírale el lado positivo, estarás más tiempo conmigo, y, además, ¿por qué lo dices abruptamente?

-Porque es la noticia de día o de la noche, como sea. A parte, quería evitar un silencio incómodo.

-Hace unos segundos estaba pensando en molestarte con eso, pero estoy igual o peor que tú.

- ¿Qué hemos hecho mal, Eri?

-Si lo supiera, te juro que haría una máquina del tiempo, he iría al pasado para arreglar todo.

-Cuando lo descubramos, ¿podría ir contigo?

-Pues sí, no me gusta estar sólo. ¿Te dije en algún momento que yo era bailarín?

-Jaja, no. Desde el momento en que te vi aquí, no me hablas de tu "profundo" pasado.

-Pues, soy un príncipe ruso que fue atropellado por un camión y fue desterrado de la realeza.

-Mierda, ¿por qué fuiste desterrado?

-No lo sé, lo acabo de inventar.

-Ah, con razón, no tenía sentido ser un bailarín y a la vez ser un príncipe.

- ¡Claro que se puede!, ¿acaso no has imaginado un chico sexy y rubio heredero del trono ser stripper?

-Nop, nunca. Pero si te consuela, llegué a conocer una prostituta que vendía hot dogs.

- ¿Cómo la conociste?

-Mañana te digo, tengo sueño. Pásame el cartón, hace frío.

-Buenas noches, Nico.

-Buenas noches, Eri.

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