Los personajes de Naruto no me pertenecen.

No caigas.

No caigas. No caigas pide, suplicando con la poca fuerza que tiene su cuerpo, no caigas, sus ojos rojos se empañan de lágrimas, el aliento se le escapa lentamente de sus labios llenos de sangre. No caigas.

Suplica mirando intensamente los ojos negros de él.

―Nos vemos. ―su voz suena tan… tan triste. Tan dolorosa. Es como una herida abierta, es una herida abierta, un siseo constante de silabas que forman palabras y el sonido de las palabras son roncas, empañadas con resentimiento, con tristeza, con sed de venganza.

No caigas suplica inútilmente Karin mientras sus gafas empiezan a resbalar por el puente de su nariz.

Solo quiero mirarte.

―S-S…suke… ―murmura con sangre parando las palabras, los ojos negros de él se oscurecen más, luego sus labios intentan alzarse, lentamente, pero Karin no puede ver ese intento de sonrisa como una serpiente, sin labios, solo le parece una mueca atroz, una diabólica.

No caigas. No caigas.

Sus labios se abren, sus ojos rojos empiezan a dejar de ver la oscura figura de Sasuke.

―Solo…―los parpados caen lentamente, con una pesadez pasmosa. ―quería verte. ―y Sasuke alza la mano y sus ojos se llenan de un sinfín de resentimiento, odio acumulado en su cuerpo joven, en su mente blanca, y sus manos se tiñen de sangre mientras ella sigue insistiendo.

No caigas. No caigas.

Porque quiere verlo, por más que esos ojos oscuros como pozos profundos solo traigan desgracia quiere verlo.

Las gafas ruedan, dan un gracioso salto y se llenan de sangre, mientras que él se mira la mano.

Un cuadro blanco pintando de rojo. Rojo como los ojos de Karin. Rojo como la cabellera larga de Karin. Rojo como los labios insinuantes de Karin.

Rojo como la sangre de Karin.

Al final, casi tristemente, Sasuke deja caer el aliento, suave, y su cuerpo se sacude un poco con un frio atroz. Mira sin ver en realidad, el cuerpo suave de Karin, caído, corrupto, sucio, y a la vez tan blanco.

Alza de nuevo la mano y ahí aparece Sakura. Sakura. Sakura. Tan diferente a Karin. Rojo.

Rojo.

Sakura no es rojo.

Vuelve a levantar la mano, pero esta vez es la otra, porque habría más sangre, se seguiría tiñendo de rojo, pero ese rojo profundo, espeso y martirizante que era el de Karin nadie podría quitarle de la mente. Rojo. Rojo.

El sharingan empieza a rodar. Todo vuelve a seguir el rumbo. Quizás, si, quizás todo acabe ya.