Disclaimer: Lo que es mío es mío y lo que no, pues no. Si copias, plagias, whatever, Crabboyle llorarán. Que lo sepas.
Summary: Crabbe juraba que fue cuando Goyle perdió el primer diente de leche, pero Goyle rebatía que eso era imposible porque antes de perder el diente de leche, se había hecho pis encima de Crabbe cuando le quitaron los pañales por primera vez.
Para tuai, (hoomygoth), con mucho cariño. Es una caca peeero la intención es lo que cuenta XDD.
Crabbe, Goyle.
-¡Crabbe, Goyle! –la voz de Draco precedió a su rostro contraído en un rictus de furia. Los dos chicos miraron al rubio con una expresión difícil de descifrar y se lamentaron internamente.
Siempre habían estado juntos los tres. Aunque hicieran memoria para intentar recordar el momento exacto en el que se habían conocido no podrían situarlo con certeza en el tiempo. Crabbe juraba que fue cuando Goyle perdió el primer diente de leche, pero Goyle rebatía que eso era imposible porque antes de perder el diente de leche, se había hecho pis encima de Crabbe cuando le quitaron los pañales por primera vez.
-¿Has hecho algo ahora? –susurró Crabbe, y miró al suelo mientras jugueteaba con el borde de su capa.
-No –Goyle se encogió de hombros imperceptiblemente y se rascó la nuca. –Quizás sea algo con Potter.
-¡¿Dónde estábais?! Pomfrey casi me lleva con Dumbledore por vuestra culpa –les gritó, tan enfadado que sus mejillas comenzaban a adquirir un peligroso tono rosáceo. -¿No se supone que estabais en la enfermería?
-¿Por qué, Draco? –Crabbe levantó la mirada y le preguntó extrañado a su amigo. –Creo que no te dijimos que…
-¿Que qué? –el rubio se cruzó de brazos y maldijo por lo bajo. -¿Entonces no te dolía el estómago? Cobardes, sólo servís para huir.
-Sí, sí fuimos Draco –la voz de Goyle hizo que Crabbe se girara hacia él, confundido. –Pero nos examinó rápido y nos mandó a la sala común.
-¡Me dijo que no habíais ido! ¿Y a qué venían tantas preguntas sobre el heredero de Slytherin? Hablamos muchas veces de ello, es como si no tuvierais ni una mísera neurona –se quejó.
-Quizás no quería que vieras a Granger, Draco –improvisó el más corpulento de los tres, y sólo Crabbe se dio cuenta de que intentaba ocultar el sudor repentino de sus manos, causado por el nerviosismo.
-¿Y por qué no iba a querer que viera a esa sangre-sucia? –les preguntó, riéndose luego de la tontería que acaban de soltarle. A veces parecían tan estúpidos que ni podía enfadarse con ellos.
Antes, mucho antes de conocer a Draco, Crabbe y Goyle ya compartían tardes de balbuceos en el adosado del primero. Carreras a gateo por el gran pasillo que unía la cocina con el salón de estar y una profunda pasión por los pasteles que hacía la nana de Goyle. Por eso cuando se miraron, pillados en la mentira, sólo pudieron murmurar incoherencias, fingiendo que no entendían nada de lo que estaba pasando. Y Draco les miró, más relajado.
-Bueno, qué. ¿No queréis que os deje la escoba? Lleváis días pidiéndomelo. Además, seguro que la sangre sucia está allí por meter su cabezota de estúpida en algún caldero.
Sólo cuando Draco se giró, diciendo algo de volver en seguida, para luego subir a su dormitorio y traer la escoba, Crabbe y Goyle se permitieron respirar con tranquilidad.
-¿Has entendido algo de lo que ha dicho?
-No tengo ni idea de lo que hablaba.
Crabbe sujetó la mano sudorosa de Goyle, demasiado nervioso como para decir nada más. Aquella, después de la noche en la que unos pasteles volaron delante de ellos, había sido la tarde más extraña de sus vidas.
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