Quédate Conmigo
"¿Cómo se sentirá poder hacer lo que quieras? Poder elegir la vida que quieres llevar sin tener miedo a que los demás no te acepten- No lo sé, pero pronto podremos averiguarlo" Dicen que cuando uno se enamora, hasta de la persona que menos imaginas, cualquier cosa puede ocurrir.
Los personajes de Frozen y cualquier otro mencionado en el fic no son de mi pertenencia, son exclusivamente de Disney. La historia me pertenece.
Capítulo I "Antes de volver"
Anna
Desde que tengo memoria, mi vida ha estado controlada por mis padres, no es que sea por voluntad propia, porque si lo fuera en este momento estaría en otro lugar que no fuera estar sentada viendo a todos los socios de papá platicando sobre la tasa de intereses o sobre quién tiene más dinero.
No soy como las demás chicas, que prefieren que sus padres se encarguen de todo lo que hacen, preferiría que me mandaran a un internado o siquiera a otro país para no tener que convivir con gente como ellos.
Cuando era pequeña todo era más fácil, solo me dedicaba a jugar y tomar clases.
-Anna-, me había llamado uno de los hijos de un socio de papá, un tal Erick o algo así -vamos a ir a un antro, nuestros padres están de acuerdo y nos han pedido que te invitáramos, ¿vienes?- La verdad era que no estaba de humor para salir, y mucho menos con él y su séquito de niños de papi y mami. -Perdona Erick pero no me siento con ganas de salir a ninguna parte, vayan ustedes, diviértanse.- No se habían alejado ni un paso de mí y ya los había escuchado decir que les agradó que no fuera con ellos.
Solo unos días más.
Al cabo de unas horas aquella cena de negocios había llegado a su fin, ahora podía disfrutar el hecho de encerrarme en mi habitación y tocar la guitarra sin que nadie me estuviese vigilando de no hacer algo que los hiciera ver mal, o eso es lo que siempre me dice mi madre. Es cierto que cuando perteneces en la alta sociedad debes comportarte de lo mejor posible, por eso siempre me están observando tanto mi madre como mi padre pues soy una persona impulsiva, pero eso no es lo que me molesta, lo que en verdad detesto es que me obliguen a ir con ellos a todos los lugares a donde los invitaran, mi hermano Kristoff, como suelo decirle, me había platicado de todo eso cuando aún era pequeña y era él quien debía acompañarlos. Ahora es cuando comprendo a lo que se refería cuando decía que era toda una pesadilla.
Me había concentrado tanto en las notas que tocaba y la música que tenía de fondo que no había escuchado que llamaban a mi puerta. –Anna-, era mi madre, -¿puedo pasar?- Inmediatamente me levanté de mi cama y oculté la guitarra debajo de ella pues, aparentemente le había obedecido de dejar de tocar ya que consideraba que era algo que no debía hacer. Fui hasta la puerta y le abrí.
Cuando entró no le molestó el disimular siquiera un poco que inspeccionaba mi habitación, otro motivo por el que ya quiero irme.
-¿Qué hacías que no me escuchaste tocar varias veces? –preguntó de forma indiferente mientras iba hacia mi cama.
-Escuchaba música del ordenador mientras leía un libro, fue por eso que no te escuché a la primera. –al parecer no se había dado cuenta de que se seguía escuchando. Rogaba por que no voltease a mirar debajo de la cama- Por cierto ¿has venido a hablar de algo o solo a verificar que no me he escapado? -Me miró como si me hubiese fusilado en ese momento, le detestaba que hablara de esa forma, y a mí me encanta hacerla enojar.
-Solo vine a recordarte que prepares tus maletas ya que regresas al instituto en dos días, no quisiera que cuando estés ahí se te ocurra regresar por algo que has olvidado empacar. –Oh si, ahora eres la madre preocupada. ¿Cómo es que finge tan mal?
-Ya he hecho mis maletas así que no tienes de qué preocuparte. –Si es que lo haces.- ¿Y cómo estuvo la cena? Vi que todos se fueron contentos. –No me importaba, la verdad solo quería aburrirla lo más pronto para que se fuera de mi habitación y me dejara disfrutar el poco tiempo que me quedaba.
-Ciertamente la cena fue espléndida, aunque- oh no, ahí viene, -¿Por qué no aceptaste la invitación de ese chico Erick?
-No me agrada.
-¿Podrías fingir que lo hace un poco siquiera? -No me vengas con eso otra vez, ¿acaso toda tu vida te la has pasado fingiendo?- Es importante para tu padre y para mí que su padre sea nuestro socio.
-Lo pensaré. –Si con eso ya estaba contenta podía irse.
-Gracias, -por favor, ya vete- ahora, trata de dormir, mañana debes levantarte temprano porque iremos a desayunar con el padre de ese chico.
-Lo haré, buenas noches. –ni tan buenas ahora que sabía que tendría que verlo de nuevo.
Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta de donde no me había movido desde que llegó. Por lo menos no había visto la guitarra.
-Espero que de una vez por todas te deshagas de esa guitarra. –Demonios.
Cerré la puerta una vez que salió.
No quiero que ya sea mañana, ya no.
Toda la mañana me la había pasado escuchando pláticas sobre dinero y demás cosas, pareciera que necesitaran el dinero para respirar, y las molestas miradas de Erick, ni siquiera desayuné por el simple hecho de que con solo verlo se me había desaparecido el apetito. Pero por lo menos ya había pasado lo peor.
Ya era el mediodía, estaba en la entrada del centro comercial esperando a Mérida, una amiga del instituto, con quien había quedado para comprar cosas para llevar el día de mañana. Mérida y yo nos habíamos conocido el primer año de preparatoria en el instituto, cuando habíamos chocado en la puerta del piso compartido, había sido de una manera graciosa, es algo que nunca voy a olvidar.
Habían pasado ya unos veinte minutos y Mérida se asomó de la nada, corriendo.
-¿Olvidaste que has quedado conmigo? –dije bromeando, me es inevitable molestarla cuando le pasa este tipo de cosas.
Cuando ya estaba junto a mí no podía ni mantenerse de pie. –Hace… -tampoco podía hablar.
-No te preocupes, casi acabo de llegar –no siempre soy tan mala, o bueno, algunas veces. –Vamos, quizá podamos alcanzar al chico de los helados.
Y entramos. Desde la primera vez que habíamos salido juntas para el centro comercial y las siguientes, hasta el día de hoy no termino de sorprenderme de la variedad de cosas que hay en este lugar, es gigantesco, podías encontrar lo que sea, enserio, lo que sea.
-¿Y qué piensas comprar? –Al parecer ya había recobrado el aliento, -O solamente has quedado para salir de tu casa.
-Me conoces demasiado bien, -ambas reímos, solamente nos conocíamos de un año y ya sabíamos todo de una sobre la otra. –Aunque sí quería venir para comprar unas cosas, ya sabes, para poder "sobrevivir" otro año.
Caminamos hasta el primer puesto de helados que vimos.
-Y, ¿qué tal tus vacaciones? ¿Te atormentó tu madre otra vez? – como no tienes idea.
-Parece que alguien me anda espiando –dije bromeando. El chico que atendía solo se nos quedó mirando de forma extraña mientras servía los helados, no le tomé importancia. –La verdad es que sí, y creo que esta vez fue más que las anteriores, quizá más que toda mi vida.
-Eres una exagerada –dijo dándome un leve empujón con su hombro.
-Si lo fuera te hubiera dicho que me amarró las manos y me metió en un barril, luego me tiró a un río y cuando me encontró me puso un vestido y me llevó a un baile tipo Disney. Eso sería ser una exagerada.
Aquel chico que nos seguía mirando extrañado nos dio los helados, le pagamos y nos quitamos de ahí, tenía que llegar rápido a un lugar.
-¿Por qué tanta prisa? –preguntó antes de meterse una cucharada de helado.
-Necesito ir a un lugar por algo.
-¿Y no vas a decirme qué es? ¿Acaso no soy tu amiga? –se puso delante de mí, haciendo que me parase al instante, reí por el gesto de cachorrito triste que hizo.
-Ahora verás de qué estoy hablando. –Llegamos al lugar que quería, una tienda de discos y demás cosas.
-¿Viniste a comprar discos? Si solo era eso, ¿por qué no me dijiste?
-No vine a comprar nada, solamente sígueme. –tenía un conocido que trabajaba en ese lugar. -¡Eugene! –dije emocionada cuando lo vi.
-¡Anna! –saltó fuera del mostrador y corrió hacia mí, ya ha pasado mucho tiempo. -¿Cómo has estado? Hace un mucho que no venías.
-Pues ya he venido, dime, ¿tienes lo que te pedí? –Instantáneamente Mérida se colgó de mi brazo, sujetándolo fuertemente. -¿Qué fue lo que le pediste? –susurró.
-No es nada malo rojita, creo que hasta a ti te va a encantar. –dijo Eugene, mientras nos llevaba de detrás de una cortina, alejándonos de toda la gente que había en la tienda. Después de que abrió unas dos puertas, nos asomamos en lo que parecía una pequeña bodega, iluminada de solamente dos focos.
-Anna, -susurró Mérida, parecía asustada, -¿qué hacemos aquí? Ya quiero irme. –Me limité a ponerle una mano en el hombro, tratando de calmarla un poco, cosa que no sirvió de mucho. De un momento a otro Eugene ya había traído una caja algo grande.
-Aquí tienes lo que me pediste, -entonces se acercó a nosotras –Espero que lo puedan disfrutar –y se fue por donde nos había traído.
-¿¡Ya me vas a decir qué rayos es esto!?
-No entiendo por qué te alteras, solamente es una televisión –sí, solo eso, ¿quién se asusta por una televisión?
Pareciera que le hubiera dicho que el agua mojaba, se limitó a tomar el que era su helado y se acercó hasta estar frente a mí. -¿¡Me estas tomando el pelo!? ¿Por qué no me habías dicho que venimos por una maldita televisión a un lugar donde venden discos? –Gritó enojada, -Además, ¿quién rayos le pone PlayMusic a su tienda? Es ridículo.
-Primero, porque no quería arruinar la sorpresa de que la llevaremos al instituto… Y porque también me gusta asustarte. Y por lo del nombre, fue idea de su exnovia, no de él.
-¿Sabes? No me importa para qué sea, yo me voy -entonces se volteó y se fue por el mismo pasillo por donde se había ido Eugene.
Y pensar que compartiremos piso un año más… Esto va a ser entretenido.
Bueno, aquí está el primer capítulo de lo que será la remasterización de Quédate Conmigo. Espero que les haya gustado.
El fic lo he comenzado de esta manera porque me pareció una buena idea darles ese "punto de vista" (dah) de lo que sería la familia, en este caso, de Anna.
También tengo pensado actualizar cada semana, no aseguro nada porque luego la escuela me come viva y luego ustedes me persiguen con antorchas, ahnobeda:v
Bueno, me despido de ustedes lectores, vendré con más sorpresas en el siguiente capítulo. Nos leemos pronto.
Atte: LaMafer
