NA: Esa historia es una adaptación de un sueño lucido que tuve hace unos días, aunque más que sueño yo lo definiría como una de mis habituales pesadillas. el titulo está claramente influenciado por la mitología nórdica, y es que siempre he visto a los Strider muy vikingos. Quizá es por que todo el mundo de Tolkien está influenciado por Wagner.. y bueno los Strider son toda una mezcla del Aragón, rey de Gondor... y que me voy por las ramas XD

Es un DaveJade, pero lo cierto es que no sé si tendrá algo de OoC, ya que esencialmente el verdadero protagonista de esta historia era yo en mi subconsciente, de hecho yo era el personaje femenino... lo que lo hace todo súper weird, porque normalmente no me identifico con personajes de ese sexo. En el caso de Dave, si hay Ooc es culpa mía por no pillar al personaje. No sé que más quería poner aquí…!Ah! Si, si eres un lector de Rojo Luminoso te diré que no tiene nada que ver LOL este fic no es para nada del mismo estilo, ni siquiera me he planteado escribirlo con el mismo tono de narrativa, que es muy distinta. El caso es que si esperas el mismo rollo pero en hetero y eso, nein nein nein esto es otra cosa diferente. Y ala, creo que ya está, espero que todos os saltéis estos textos insulsos que escribo y leáis el capi.

A los quince años Dave asumía que ya era suficiente adulto como para decidir a que dedicar sus tardes, pero Bro no estaba de acuerdo. Por aquel motivo todas las condenadas tardes Dave acompañaba a su hermano por aquella empinada calle, en el barrio del mercado, hasta la tienda de discos en las que Bro trabajaba.

Hasta cierto punto el lugar tenía su encanto. Las calles se ubicaban en el centro histórico, por lo que la mayoría de estructuras de los edificios tenían un aspecto arcaico e inusual, muy distinto al lugar donde vivían los dos hermanos. El pavimento de las calles era una burda imitación del que debía haber habido antaño, pero sin el canalillo central que substituía a las cloacas en tiempos antiguos ni piedras desiguales que te hacían tropezar y dificultaban el paso a los coches pequeños y las motocicletas que se colaban por aquella vía peatonal.

Lo cierto era, que Dave no tenía ni idea de todo aquello, solo le gustaba el barrio porque lo encontraba bonito. Aún que para ser más francos lo único que realmente deseaba ver era a la chica de la jabonería.

La chica de la jabonería tenía los ojos verdes, su mirada era tan profunda que te helaba la sangre y su voz tan dulce que te llegaba al alma. Dave nunca había hablado con ella directamente, pero la escuchaba cantar todas las tardes sentado en la fachada de la tienda de discos. El olor que llevaba desde la jabonería le embriagaba, él tenía la teoría de que no le gustaba la chica si no que aquel olor dulce que se adentraba por sus fosas nasales era el responsable de su enajenación. A Dave no le gustaba pensar en el amor, no le agradaba jugar a los amores idílicos de dos personas que jamás se han hablado, para él aquello era infantil y nada guay. Aún que para qué mentirnos, al chico se le caía la baba mirando los largos y negros cabellos de la chica de la jabonería cada vez que con su delantal salía a tender los trapos impregnados del aquel jabón dulce.

Aquella tarde de verano, el sol ya se ponía y quedaban pocos minutos para que Bro cerrase la tienda. Dave tenía ganas de marcharse a casa, estaba harto de esperar y la chica no había salido a tender, la calle no olía a aquel jabón que marcaba la rutina del rubio. Sus ojos rojos estaban fijos en el callejón análogo a la cuesta que solía subir, justo al lado de las escaleras que subían hasta la iglesia del barrio, en tienda de jabones.

Pensaba en el delantal blanco que solía llevar la chica, tenía serigrafiado en tinta violeta un texto ilegible a la distancia desde la que él miraba y varios peces de perfil. Dave se preguntaba por qué una chica tan bonita llevaría siempre una ropa tan pobre. En aquel momento la chica salió de la tienda, no debía tener muchos más años que Dave.

Su dulce voz canturreaba una canción infantil de algún serial para niños ¿Tendría hermanos pequeños y vería esos seriales con ellos? Dave se imaginaba la vida de la chica, la imaginaba huraña con aquellos a los que no tenía confianza pero al mismo tiempo amable y dulce con aquellos a los que conocía o en los que decidía mostrarse tal y como era. También le gustaba pensar que era asidua a las siestas y que adoraba ser abrazada durante horas.

Cuando Dave se daba cuenta de que fantaseaba demasiado con aquella chica, se golpeaba la cara aclamando despertar y volver al mundo real. Poco importaba lo que fuera o no fuera aquella adolescente, nunca iba a dirigirle la palabra a no ser que fuera a comprar jabón dulce y por el momento no estaba dentro de sus planes hacer nada de aquello.

La chica sacaba los paños de un barreño de color rojo lleno de agua. Sus delicadas manos escurrían los paños con fuerza y luego los tendía con delicadeza en las cuerdas frente a la tienda. Era una forma poco usual de promocionar aquel jabón perfumado. Por lo que ponía en la fachada de la jabonería, la tienda vendía sus productos hechos artesanalmente desde el 1720. Por lo que Dave había visto aquel jabón, era pequeño, tenía una forma de triángulo isósceles y su color oscilaba desde el naranja hasta el amarillo. Parecían caramelos y olían como caramelos, era increíble pensar que aquella chica de delicadas manos con aceites vegetales y sosa caustica creara algo que casi apetecía comérselo a pesar de su toxicidad.

Dave miraba a la chica a través de sus oscuras gafas de sol, se preguntaba si algún día el destino le llevaría a saber más de ella. En aquel momento del cielo cayó un cuerpo humano ataviado con un traje azul, era menudo y no tenía cabeza. Dave se sobresaltó al verlo caer frente a la muchacha que trataba de mantener la calma, pero sus verdes ojos mostraban el horror que sentía. De golpe, y al igual que el cuerpo, una cabeza cayó del cielo sobre las manos de la chica que la agarró instintivamente. Era la cabeza de una niña rubia con los ojos verdes. La chica de la jabonería miró fijamente a Dave, el único humano que había en la calle en aquel preciso instante, y tras dejar caer la cabeza de la niña entró corriendo a la tienda de jabones.

Dave se levantó dispuesto a examinar aquel cuerpo, pero cuando se acercó hacia la jabonería, una especie de grieta se abrió ante sus ojos y se esfumó con la misma rapidez con la que había aparecido. El cuerpo menudo había desaparecido. El rubio metió la mano en el barreño rojo, esperaba encontrar al menos la cabeza que había visto caer. Le resultaba imposible pensar que se lo había imaginado todo, porque en el barreño no había nada. Quizá la chica de negros cabellos también era una alucinación, quizá se estaba volviendo loco.

Tras sacar la mano del agua y volver a sentarse en la fachada de la tienda de discos, Dave se olió la mano. El olor a jabón se extendía por su brazo. No iba a volver a acompañar a Bro ninguna otra vez. No era por que tuviera miedo, pero no quería volver a vivir algo así nunca más.