Disclamer: Ninguno de los personajes me pertenecen, son de NC y DC comics, no se busca infringir los derechos del autor.
Starfire POV.
No puedo creer lo que estoy viendo, Robin, mi amado Robin está muriendo, pero no solo él, también Cyborg, Raven, Chico Bestia, y ¿Karras? Sí, Karras también, pero, ¿qué pasó? ¿Cómo pasó esto? ¿Por qué mis amigos están heridos? ¿Qué está haciendo Karras aquí, en la Tierra? ¿Qué le paso a la Tierra?
Hay edificios incendiándose, gente muerta por todos lados, pequeños niños, jóvenes, adultos y hasta esas personas dulces y amables que aquí llaman ancianos; todos corriendo asustados, pero, ¿por qué? Y en ese momento fue cuando las vi, naves. Esas naves yo ya las he visto antes, no puede ser, son los Citadel. Por inercia, al recordar a esos seres, sentí un escalofrió recorrer por todo mi cuerpo. Al parecer ellos no han notado mi presencia. Doy media vuelta y veo a nuestra querida torre T pero no está en las mejores condiciones, tiene las ventanas rotas, se está incendiando, completamente destruida y de pronto, una palabra se me viene a la mente, una horrible y dolorosa palabra. Guerra.
No. Esto no puede estar pasando. Yo he vivido guerras, son lo peor y más si son contra los Citadel, esos seres son crueles y despiadados, no se compadecen de nadie. Regreso mi vista a donde están mis amigos y solo encuentro a Robin tirado en el asfalto, con un charco de sangre debajo de él, corro y corro hasta donde mis pies me lo permiten pero parece que cada vez que corro y me acerco más a él, se aleja. Lágrimas escapan de mis ojos, pasando por mis mejillas para que finalmente caigan al suelo, esas lágrimas no son de nada más que de dolor e impotencia, dolor por ver a mi novio en ese estado e impotencia por no poder hacer nada por él, las lágrimas nublan mi vista y cada vez Robin se aleja más. Entonces, cuando pensaba que caería de rodillas por la opresión que sentía en mi pecho, todo se vuele oscuro, parpadeo un par de veces y despierto. La tenue luz se filtra ante mis ojos, ayudándome a despertar. Estoy agitada, mi corazón late demasiado deprisa y mi piel tiene rastros de sudor. Me toco el pecho.
Todavía siento aquellos sentimientos, ese dolor en mi corazón y las lágrimas siguen saliendo al recordar ese sueño, no, no era un sueño, era una pesadilla y de las más horribles que he tenido en mi vida, veo a mi alrededor y mi cuarto esta como siempre. Veo la mesita de noche que se encuentra al lado de mi cama y el reloj digital marca las cuatro y cincuenta y siete de la mañana, todavía es temprano, me digo a mí misma y me dispongo a tratar de conciliar el sueño.
Pero la verdad no le veo el caso, porque no creo poder dormir.
