Participa en la actividad del grupo de 'Zona Hero'.
Lo odia.
Pero lo necesita.
Se siente asqueroso.
Y por esto está medicado.
Tiene tiempo deseándolo, controlándose ¿pero cómo controlarse si él meneaba sus caderas de esa manera?
Cuando lo observa caminar sus ojos van hasta su trasero, el movimiento lo agita, lo excita. Lo enloquece. Y aquello no era saludable, sin poder evitar las erecciones que tenía por horas, terminaba encerrado en su casa con un montón de medicamento.
¿Y qué haría?
Hacía mucho que no tenía acción.
Pensó poder controlarse…
Pero lo vio tan hermoso, tan vulnerable… que ya lo había atacado.
Un día normal, que el chico había ido a su casa a pedir prestado algo. Era tarde, estaba cansado, se olvidó de tomar su medicina… y él olía malditamente bien. A fruta, ¿fresa quizá? Y no puede evitarlo, lo arrastra al interior de su casa.
Con hambre.
Con deseo. Y lo último que sabe es que ya lo está embistiendo desesperadamente, le escucha gemir, le escucha suspirar, le escucha llorar. Y se rompe. Pero no puede evitarlo.
Le desea.
Y está enfermo.
No era recomendable juntar estas dos opciones.
No sabe cuánto tiempo ha estado embistiéndolo, pero puede sentir el semen ajeno en su abdomen.
Ni siquiera así se detiene, de moverse, de besarlo.
Y aunque debería de estar furioso consigo mismo…
Yuuga no se ha resistido.
Cuando todo termina, viene la culpa. La mierda.
No puede con tanto.
¿De qué servía disculparse?
Si el daño estaba hecho.
Y cómo si él leyera su mente, sólo sonríe.
—Yo también quería.
Mierda.
¿Estaría dispuesto a otra ronda más?
