Card Captor Sakura
Syaoran / Sakura
+18
Prólogo
No quería que tuviera ese efecto. No debería estar dejando que él estuviera haciéndome lo que me hacía… pero el efecto en mi cuerpo era innegable. Tan pronto lo sentía en mi metro cuadrado mis pezones se endurecían y comenzaba a humedecerme. Lo odiaba y al mismo tiempo… me encantaba. Él no era tierno conmigo, distaba de ser lo que siempre imaginé que quería en un hombre. Él me buscaba cuando él quería, muchas veces me encontraba desprevenida y siendo arrastrada hacia algún lugar solitario y sin que me diera ni cuenta acomodaba mi ropa interior para darse a si mismo acceso, y súbitamente me encontraba que estaba con él en medio de mis piernas, penetrándome, haciéndome sentir lo excitado que estaba, mirándome furioso y no permitiéndome mirar hacia otro lugar que no fuera su rostro. No lo entendía y no me comprendía a mí tampoco. Definitivamente algo no andaba bien conmigo si yo sabía que todo eso estaba mal y no buscaba ayuda.
No lograba concentrarme en clases y si miraba de soslayo él parecía tan inmerso en la materia como siempre; nadie imaginaría que detrás de esa máscara de alumno dedicado existía un sádico con un apetito sexual insaciable… y que yo, la con menos aptitudes del salón, era con quien él satisfacía su tórrida necesidad.
Capítulo I
Syaoran y yo nos conocimos cuando llegó en cuarto grado a mi salón. Él no hablaba mucho. Pensaba en un principio que era porque no entendía del todo nuestro idioma ya que él era extranjero, pero a medida que pasaba el tiempo noté que en realidad hablaba muy fluido. A mi Syaoran Li me gustaba y lo noté en sexto grado, cuando por una obra escolar tuvimos que actuar y besarnos, después de que no lo habíamos practicado ni siquiera en los ensayos por vergüenza, luego de que se realizó la presentación, cada vez que estábamos solos o se daba una oportunidad nos besábamos. Nunca hablábamos de ello, simplemente ocurría, y debo reconocer que en más de alguna ocasión incluso provoqué la situación, quedándome hasta más tarde o demorándome todo lo posible. A medida que fuimos creciendo los besos comenzaron a no ser suficientes, empezamos a explorar el cuerpo del otro y aquello se volvió un hábito. Fuimos testigos de cómo comenzamos a cambiar y cómo poco a poco las características propias de nuestros géneros se hicieron patentes.
Con el tiempo, debo admitir, que me había hecho adicta a sus besos y a sus toques, pero la relación entre nosotros no cambiaba, lo único que era distinto era que cada vez que me percataba que estábamos solos, mi ritmo cardiaco se veía increíblemente afectado por su presencia. Mi piel clamaba por sus manos y mis labios se hinchaban ante la anticipación de lo que sabía que vendría… y fue inevitable, cuando hicimos un trabajo por parejas un día cuando ya estábamos en noveno grado, en mi casa, en mi habitación y más concretamente en mi cama, lo hicimos por primera vez. Él fue delicado y preocupado, y creo que fue además la primera vez que compartimos algo más que contacto físico. Syaoran me contó que él estaba solo acá y que al finalizar los estudios obligatorios iría la universidad en Hong Kong. Me sentí incomoda ante aquella confesión porque no me imaginaba un día sin la incertidumbre de saber en qué momento nos quedaríamos finalmente solos.
Por otro lado, nunca fue más conveniente el que mi padre y mi hermano me dejaran tanto tiempo sola y no llegaran hasta muy noche. Syaoran y yo ocupábamos esas tardes de un modo que no había imaginado nunca que lo haría y poco a poco él se fue abriendo más a mí y compartíamos distintas cosas. Si bien era cierto que nadie sospechaba que no éramos mas que compañeros de clases, a veces él tenía gestos conmigo que extrañaban a los demás, y me hacían desear más de esos pequeños detalles que hacían enrojecer y tartamudear. Syaoran a esa altura no me miraba con hostilidad y aunque no lo dijera, me gustaba creer que él sentía lo mismo por mi, porque habían días en los que no teníamos sexo, él no lo buscaba, ni yo tampoco, pero pasábamos abrazándonos y sólo besándonos… a veces sólo nos mirábamos y nos sonreíamos. Guardaba esos momentos como tesoros en mi memoria.
Todo cambió cuando pasamos a preparatoria. Me encontraba a mi misma nerviosa pensando si seguiríamos siendo compañeros el próximo año. Syaoran ya compartía con nuestros compañeros y tenía un comportamiento casi normal, y me gustaba creer que de alguna forma había ayudado en eso, por lo que si nos cambiaban de curso temía que volviera a ser tan reservado como lo era en un principio. Observarlo y poder en contadas ocasiones verlo reir sin que supiera que lo miraba... era mi pasatiempo favorito. No quería un retroceso justo cuando al menos él parecía ser más feliz.
Mis nervios tuvieron justificación, Syaoran y yo ya no eramos compañeros. Miraba con pesar el listado sin querer aceptar que él y yo no estaríamos más juntos y me sentí desanimada. Empecé repentinamente a estar menos entusiasta con ese nuevo periodo de mi vida. Creo que no lo disimulé bien, porque Syaoran tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos y mi corazón dio un brinco; a él el hecho le molestó tanto como a mi. Nadie nos veía por el tumulto de gente buscando sus apellidos y correspondiente salón. Me sentí más tranquila cuando leí en su miraba que todo iba a estar bien. Me susurró en el oído que me iba a estar esperando durante el receso y durante toda la clase no pensé en otra cosa que no fuera esa promesa, no me importaban mis nuevos compañeros, no me importaba la nueva profesora a cargo, mis pensamientos estaban en ese anhelado encuentro.
Syaoran caminaba delante de mi. No conocíamos las inmediaciones de nuestra nueva escuela y no sabíamos qué lugares eran apropiados para no ser vistos. No nos sentíamos seguros en ninguno y pasaron dos semanas antes de dar con un lugar. Esas dos semanas, después de la escuela fueron especialmente apasionadas, tratando de compensar el tiempo que no podíamos disfrutar al estar separados. En lo que respectaba a mi, Syaoran era mi novio, no tenía ojos para nadie más, y me inquietaba saber qué pensaba él sobre la rara relación que teníamos, pero no quería que se sintiera acorralado tampoco, temía que si lo apretaba demasiado se resbalaría como un jabón de barra entre mis manos.
El lugar que encontramos estaba detrás de la caseta donde se guardaban las colchonetas, pelotas y demás cosas que se ocupaban en la clase de educación física. Era un espacio de alrededor de un metro de ancho, y estábamos rodeados de sillas y mesas que ya habían excedido su periodo de vida útil, y se encontraban inestablemente apiladas ahí, por un encargado que me imagino que era demasiado flojo como para hacerlo bien. Esa tarde era el último receso del día y Syaoran me dijo que no podría ir esa tarde a mi casa porque tenía que hacer un trabajo, después de casi un mes por primera vez, además del molesto hecho de que no estábamos juntos en el mismo salón, nos importunaba el que tuviéramos distintas asignaciones y él tuvo que pensar lo mismo porque me abrazó fuertemente y me susurró al oído que todo estaría bien, que era sólo un hecho fortuito y que haría lo posible porque no volviera a pasar. Busqué su boca con desesperación, sus palabras habían hecho que mi corazón se sintiera sobrepasado por los sentimientos que habitaban ahí por él y quise demostrárselo. Sabía que quedaban un poco más de cinco minutos para que terminara el receso y también supe que lo quería a él en ese momento. Lo incité tocándolo por encima del pantalón y él me miró sorprendido. No habían muchas oportunidades en las que yo tomara la iniciativa, no porque no quisiera, si no porque él era más rápido que yo y empezaba antes de tener la oportunidad de poder intentarlo yo. Me sorprendí de que estuviera listo si yo no hubiese hecho ese avance ¿él hubiese tenido que estar con esa erección? No, no lo iba a permitir. Él me levantó y me apoyó contra la pared y lo rodeé con mis piernas. Podía sentirlo duro a través de la tela de nuestra ropa, él comenzó a hacer movimientos definidos con sus caderas y yo estaba tan excitada que sentía su roce como si no estuviéramos con ropa, mis gemidos apenas eran audibles. Mientras apoyaba su frente con la mía él hizo aquel contacto más rudo y me estremecí al sentir cómo el orgasmo que me provocó me recorrió por completo, desde la zona centro donde se concentraba, hasta los dedos de mis pies. Temblaba aún cuando escuchamos el timbre que anunciaba el último periodo de clases. Aún podía sentirlo duro y me sentí completamente responsable de eso, él notó mi incomodidad y me acarició la mejilla y me dijo que no me preocupara. Me dejó apoyar mis piernas en el suelo y me dio un último beso, me pidió que me fuera antes y acepté de mala gana. Me pareció escuchar algo desde dentro de la caseta pero no le di importancia. Apresuré el paso para poder llegar a tiempo al salón pero antes de doblar, miré para ver si Syaoran venía, pero no lo vi.
Estaba menos ansiosa de lo habitual con que terminaran pronto las clases. Dedicaría la tarde a asear la casa y a ordenarla. Mi padre no me decía nada, pero debía admitir que desde hacía tiempo no era en extremo prolija cuando era mi turno con el asunto. Comentarios que mi hermano si se encargaba de hacerme saber. Mientras me arreglaba y guardaba las cosas para ir a casa, pensaba en pasar por la tienda y llevar algunas cosas a casa que sabía que faltaban. Al salir de la escuela un chico muy alto y que parecía ser del último grado se interpuso en mi camino. Intenté evadirlo pero él deliberadamente iba hacia donde yo para evitar que lo evadiera. Finalmente decidí hablarle para hacerle entender que me estaba entorpeciendo.
—Disculpa… necesito ir a mi casa y no me estás dejando – hablé con un tono que evidenciaba mi molestia.
—Ah… era con toda intención, si aún no te habías dado cuenta – respondió él burlonamente.
Lo miré irritada. No lo conocía ni siquiera de vista ¿por qué estaría haciendo eso?
—Te estás preguntando por qué, ¿no? – dijo con una sonrisa que me dio un mal presentimiento.
—Es lo mínimo que podría cuestionar. ¿Hay algún motivo por el que no me dejes avanzar? – interrogué sin estar demasiado segura de si quería saber la respuesta.
No obstante no obtuve una respuesta verbal, sino que él, puso delante de mis ojos su teléfono móvil… y fotos de Syaoran y yo hacía no muchas horas atrás. Abrí los ojos ante la sorpresa de encontrarme con aquella evidencia y me sonrojé furiosamente. Estaba avergonzada por la exposición de aquellas fotos y la situación en la que me encontraba en ellas, que no dejaban lugar a dudas sobre qué era lo que estaba pasando. Me sentí vulnerable y vejada, pero era imposible negarlo. Él no dejó de mostrar esa sonrisa ladina y que denotaba la seguridad que sentía en si mismo.
—¿Qué es lo que quieres? – expresé con mala voluntad. No estaba para juegos.
—¿Y qué si te dijera que quiero lo mismo que te veo haciendo con ese pigmeo en estas fotos? – contraatacó con el mismo tono de voz que yo, pero más amenazante.
Me horroricé ante la idea. El sujeto no estaba nada mal pero no era Syaoran y no me gustaba ni un poco la energía proveniente de él.
—¿Acostumbran a hacer de las suyas en los terrenos de la escuela? De primer año y ya tan precoces… el pequeño caliente y su novia que lo es todavía más... obtuvo lo que quería y lo dejó solo con una erección gigante y se fue sin que le importara ni siquiera un poco, a clases, como si nada hubiese pasado… - habló más para sí mismo que para mí, sólo para expresar su punto.
Lo odié por hacerme sentir así y por hacer ver que lo que compartíamos Syaoran y yo era algo sucio.
—Basta, no tienes derecho a hablar así. Di lo que pretendes y termina con esto – le dije con determinación.
—Estuve averiguando y ustedes no son oficialmente nada. Lo que me conviene para mis propósitos, porque Desde hoy tú serás mi novia.
Escuché lo que dijo pero terminé de procesarlo hasta un minuto después.
—¿Qué? ¡No! – exclamé entre sorprendida y reticente.
Él se acercó y volvió a mostrarme las fotos. Temblé de ira y sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Me estaban extorsionando y nunca imaginé que sería víctima de algo así, porque nunca me metí con nadie, no tenía problemas ni nunca los tuve, sin embargo estaba frente a una persona que no había visto nunca antes y me estaba exigiendo cosas que no deseaba darle a nadie que no fuera Li.
—No te preocupes, no imagines cosas que no son. No soy tan mala clase como piensas, no te exigiré ninguna clase de favor sexual. No me importa si sigues haciendo lo que tanto te gusta con ese niñito, mientras nadie los vea – dictaminó mirándome fijamente a los ojos. Pude concluir que decía la verdad –… siempre que cumplas nunca nadie sabrá de estas fotos… no tengo que decirte qué haría con ellas si no cumples con tu parte del trato…
Me sentí más aliviada cuando dijo eso, pero seguía choqueada por su exigencia tan absurda. No tenía nada para defenderme y estaba a completa voluntad de ese tipo.
Un tumulto de gente se aproximaba y el sujeto, el cual aún no sabía su nombre, en dos zancadas y más rápido de lo que pude verlo venir se me acercó y murmuró, antes de besarme "que no hiciera un escándalo" y por primera vez en mi vida unos labios que no eran los de Syaoran se apoderaron de los míos y no me gustó ni un poco.
—Has que parezca más creíble. Abrázame – exigió él.
Contra todos mis deseos y anhelos tuve que hacerlo y abrazarlo. Cerré los ojos evitando pensar en lo que estaba sucediendo y me llevé a mi misma a una dimensión donde a quién besaba no era él, sino quien me gustaba en realidad, pero no funcionó, esos labios fríos jamás serían los de Syaoran.
Comencé a escuchar a gente que vitoreaba y decían cosas alentando el beso y aproveché esa oportunidad y me alejé de él, tuve el impulso de limpiarme los labios pero pensé en que eso sería completamente contraproducente. Parpadeé cuando vi una figura que me era muy familiar mirando hacia donde yo estaba y quise creer que era mi idea, pero justo detrás del chico que me chantajeaba, vi a quién no esperaba que me viera nunca haciendo algo así. Vi a Syaoran mirando perplejo la escena y entonces lo supe porque ya llevábamos demasiados años "juntos" como para no saber cuando él realmente odiaba algo. Syaoran, después de que salió de ese estado de sorpresa, me dirigió una mirada de profundo odio que me congeló hasta la medula… y entonces supe… que lo había perdido…
Continuará...
Hola, un gusto saludar por estos lados, espero que les guste este nuevo proyecto que inicié y me dejen saber sus opiniones. Me daría mucha alegría recibir algun review.
Hasta la próxima entrega.
