Hola! Si, ya se que aún no acabo mi otra historia de Ranma en inglés pero se me ocurrió esta... ya tiene mucho tiempo que traía esta idea en la mente y tenía muchas ganas de escribirla.
De todas maneras sigo escribiendo la otra jeje
En fin, sin más los dejo con la historia, espero que les guste!
...
Muchas maneras de amar
Capítulo 1: Cuatro años después
...
"Ranma…" una voz femenina lo llamaba. Sin embargo, no era una voz conocida para él.
Se encontraba confundido y solo en medio de un escenario totalmente oscuro, no sabía para dónde dirigirse ni qué hacer. La única pista era esa voz.
"Ranma… ven conmigo…" la voz lo llamó de nuevo. Se dio media vuelta, reconociendo la dirección de la que provenía aquel llamado, y echó a correr hacia la voz. Era una voz hermosa y cálida ¿Sería la voz de Akane?
"Ven, Ranma… te estoy esperando… ven…" seguía diciendo la voz, que cada vez se hacía más fuerte y nítida. No, no era la voz de Akane. Ya podía escucharla más claramente y definitivamente no era su voz ¿Quién era?
"Ranma…" una luz comenzaba a verse a lo lejos, una solitaria luz en medio de la oscuridad que lo cegaba por el contraste. En medio de esa luz estaba ella, la persona que lo llamaba.
Ranma se apresuró aún más pero sentía que por más que se esforzara, no podía llegar lo suficientemente rápido. Apenas podía divisar su silueta. Trató de estirar su brazo hacia ella y ella lo imitó. Pero sus esfuerzos eran en vano y sus manos no podían tocarse.
¿Por qué?
"¿Quién eres? ¿Por qué no puedo alcanzarte?" trató de averiguar Ranma, cansado de sus intentos inútiles por aproximarse a la silueta de aquella chica desconocida. Aún sin poder distinguir bien sus facciones, pudo ver que le sonreía.
"Ranma… tienes que ir por mí, Ranma. Solo así dejaré de ser solo un sueño"
Lentamente, el joven de la trenza abrió sus ojos y se encontró mirando el techo de su habitación, los leves ronquidos de su padre interrumpiendo la calma de la noche. Se incorporó y limpió el sudor que se había formado en su frente.
"¿Qué hora es?" se preguntó en voz alta como si alguien le fuese a contestar. Volteó hacia la ventana. Era muy temprano, mucho más temprano de lo que acostumbraba despertarse. Ya llevaba varias semanas soñando con lo mismo, pero era la primera vez que ella lo despertaba de esa manera tan abrupta. Como si lo estuviese regañando por dejarla en sueños y no buscarla.
"¿Pero por dónde empiezo?" se preguntó, llevándose una mano a la frente.
Fue en ese momento que escuchó el sonido discreto de una puerta cerrándose. El sonido lo hizo sonreír sin humor.
"Akane…" dijo con una mueca de dolor en el rostro. Sabía que era ella, seguramente estaría saliendo a su recorrido matutino. Por unos momentos se debatió si debería acompañarla ya que se encontraba despierto.
Finalmente solo negó con la cabeza y se dejó caer nuevamente de espaldas sobre el futón.
"¿Para qué? Ya no tiene caso" se dijo a sí mismo. Soltó un largo suspiro y después ocultó su nostalgia detrás de un semblante de decisión.
"Irme de aquí será lo más difícil que habré tenido que hacer en toda mi vida, pero no me voy a retractar ahora. No… hoy definitivamente es mi último día en Nerima" dijo en voz alta, la imagen de aquella joven que no conocía aún inundando su mente, haciendo de su decisión algo más sólido.
"Espérame por favor… pronto iré por ti"
…
…
Cuatro años después
…
…
"¡Por fin!" Akane se dijo a sí misma con un suspiro, tras haber soltado pesadamente su equipaje en el piso. Cerró la puerta del apartamento y se recargó contra ella, dejándose deslizar hasta quedar sentada en el suelo. Estaba cansada, terriblemente cansada, y agradecía que el departamento que Nabiki había hecho el favor de conseguirle por anticipado tuviera muebles. En cuanto sus piernas le respondieran, se pondría de pie y se iría directo a la cama. Ya eran casi las nueve de la noche, y había pasado gran parte del día viajando.
Nunca había estado en el distrito de Katori, pero agradecía finalmente haber podido salir de Nerima. Había pasado apenas un mes desde su graduación de la universidad, y vivir lejos de casa por un tiempo le haría bien. No había sido fácil convencer a su padre, por supuesto, a pesar de que había prometido volver en cuanto se sintiera lista para hacerse cargo del dojo. Le había dicho a su padre que quería cambiar de ambiente, aprender a valerse por sí misma y disfrutar de su vida de soltera. Sin embargo, ella sabía que esa no era la verdadera razón por la que había elegido Katori, y a juzgar por el cambio de semblante de su padre tras sus diversas y elaboradas explicaciones, podría jurar que él había notado sus verdaderas intensiones, teniendo la decencia de no mencionar su descubrimiento.
Cuando empezó a cursar su carrera universitaria, Akane creyó que los estudios y las nuevas amistades le permitirían olvidarse de él. Había sido demasiado ingenua al permitirse creer algo así, por supuesto, pues no había logrado apartarlo de su mente con nada. Nada nunca había sido suficiente. Ningún examen, ningún proyecto, ninguna trasnochada… ningún novio. Su memoria era demasiado fuerte como para permitirle olvidarlo.
Lentamente, aún sin ponerse de pie, extrajo de su bolsillo una hoja de papel doblada y vieja. El tiempo había lo había desgastado bastante, y ya no podía recordar cuantas veces anteriormente había desdoblado esa fatídica carta, repasando con los ojos su contenido. Ni siquiera sabía por qué seguía haciéndolo, puesto que todas y cada una de las palabras ahí escritas estaban grabadas en su mente cual trabajo de cincel en piedra.
Recordaba también perfectamente esa mañana. Era el día de la ceremonia de graduación de la preparatoria. Toda esa semana, Ranma se había notado terriblemente serio, no hablaba más de lo necesario, ni siquiera para pelearse con ella como era su costumbre. Cada vez que Akane intentaba preguntarle lo que ocurría, él la evadía diciendo que no era nada, aunque ella había sospechado que tenía que ver con que sentía nostalgia de no poder reencontrarse con su madre sin temer por su vida.
Y ese día había desaparecido de la ceremonia tras recibir su diploma, sin siquiera quedarse a la celebración con los compañeros.
Akane se había quedado un rato platicando con todos sus compañeros, intentando no darle importancia, pero eventualmente la preocupación le había ganado y había decidido volver a casa a toda prisa. Un extraño mal presentimiento la había invadido, el cual fue confirmado cuando, al entrar en su habitación, aquel horrible papel se encontraba ya descansando sobre la superficie de su escritorio:
Akane,
Antes de que te enteres por otro lado, quiero que sepas que me voy. De hecho, para cuando leas esta carta ya estaré lejos de Nerima. No le tomará mucho tiempo a mi padre darse cuenta que mis cosas ya no están, realmente espero que esta carta llegue a tus manos antes de eso. No quiero que pienses que no me importas, ya que es precisamente por lo mucho que me importas que he decidido marcharme.
Debes estar bajo la impresión de que no estoy enterado de nada, pero te equivocas. Te vi, Akane. Te vi con Ryoga hace unos días. Sé que has estado saliendo con él, no hay modo de que lo niegues pues los vi besándose en el parque. Está bien, solamente hubiera preferido que me lo dijeras. Si él es lo que realmente quieres, no me interpondré. No haré una escena como lo hice en Ryugenzawa, frente a Shinozuke, cuando no entendía aún mis sentimientos por ti ni por qué hacía aquello del todo. Ahora que lo entiendo, sin embargo, los hechos me obligan a aceptar que sería inútil pelear. Solo te incomodaría, y no pienso hacer eso.
Siendo justos, admito que no es solo por eso que me voy. Ya había pensado en marcharme antes, pues hay algo importante que debo hacer. No, no tiene que ver con mi maldición, aunque no me he dado por vencido al respecto. Pero ya no te involucraré más en mis problemas, Akane. He sido muy egoísta contigo. Tan egoísta que no creí ser capaz de dejarte. Pero después de verte con Ryoga, todo fue claro para mí. Tú eras lo único que me mantenía en Nerima. Sin nuestro compromiso, mi estancia aquí perdió sentido.
No te preocupes por las otras chicas. Les dejé cartas a todas para asegurarme de que no te molesten una vez que me haya ido.
Te deseo lo mejor, Akane. Espero que seas feliz en la vida que has elegido. No me volverás a ver.
Adios,
Ranma
Akane volvió a doblar la carta, guardándola de nuevo en el bolsillo de su chaqueta. Frunció el ceño ante el recuerdo de sus palabras escritas.
"Estúpido Ranma" murmuró. Odiaba sentirse débil, pero no podía negarse a sí misma lo que estaba ocurriendo, lo que había ocurrido siempre, desde el momento en el que él entró en su vida. Lo necesitaba. Necesitaba verlo de nuevo y arreglar las cosas, incluso si eso significaba un rechazo definitivo y directo departe de él. Necesitaba ponerle un final a esa historia, feliz o triste, no importaba. Si no jamás estaría tranquila.
Era verdad que había estado saliendo con Ryoga en ese entonces, y por un tiempo se odió por haberlo hecho. Jamás había sentido nada por él realmente, pero tras haberle confesado abiertamente sus sentimientos, Akane se había visto obligada a darle una oportunidad. Había sido en parte también una rebelión en contra de su relación con Ranma, y de cómo 'ese inepto jamás tendría nada que ver con ella seriamente'. Sin embargo, la culpabilidad en su corazón la había obligado a mantenerlo en secreto.
No había podido, claro. Nada era secreto en Nerima, debió haberlo sabido desde un principio. Había terminado su relación con Ryoga tras leer aquella carta, sintiéndose incapaz de seguir con aquel engaño. Ryoga se había ido, herido, para no volver. Y eso era algo más que Akane se recriminaba, pues nunca había sido su intensión hacerle daño. Ni siquiera después de todo el incidente con respecto a la verdad sobre su transformación en P-chan.
Había estado segura de que Ranma no sentía lo mismo que ella. A pesar de que en diversas ocasiones había demostrado un interés en ella, eventualmente lo había interpretado como una amistad nacida de la costumbre.
Pero esa carta…
¿La habría amado, igual que ella lo había amado a él? ¿La amaría aún, como ella lo amaba aún a él? Después de cuatro años, parecía algo imposible y ridículo. Y sin embargo, habían pasado tantas cosas juntos que ella se negaba a creer que Ranma hubiese sido capaz de olvidarlo todo sin más. Ella no podía olvidarlo, nunca había podido realmente mirar a nadie más. Si, había tenido un par de novios en la universidad, pero nada muy serio ni duradero. Después de todo, ¿Quién podría alguna vez llegar a compararse con Ranma Saotome? Inevitablemente se había convertido en el estándar bajo el cual todos los chicos en su vida serían evaluados ante sus ojos. Y nadie jamás se acercaría siquiera, pues Ranma Saotome era único en todos los aspectos de su personalidad.
Y por eso es que ahora se encontraba en Katori, pues apenas una semana después de su graduación de la universidad, había recibido la llamada más inesperada de su vida…
Flashback
"Residencia Tendo" contestó Akane por teléfono, tras levantar el recibidor y pegarlo a su oído. En el comedor, su familia miraba televisión en la tranquilidad de la tarde.
"¿Akane? ¿Eres tú? Ha pasado mucho tiempo…" dijo la voz femenina con algo de timidez ante la posibilidad de no ser reconocida. Akane, sin embargo, la reconoció en el acto.
"¡¿UKYO? ¿Eres tú, Ukyo? ¡Oh por dios! ¡De verdad que ha pasado mucho tiempo!"exclamó sin poder ocultar su entusiasmo. A pesar de todas sus peleas por el asunto de 'las prometidas', Ukyo siempre le había agradado. La susodicha, sin embargo, había desaparecido de Nerima al igual que Shampoo, apenas unos días después de que Ranma se hubiese marchado.
"Sí, soy yo ¿Cómo has estado?"
"Bien, acabo de graduarme de la universidad ¿Tú cómo estás?" respondió Akane, siguiéndole el juego de protocolo social a Ukyo. Era obvio que la llamada tenía un propósito especial, y la impacientaba que tuvieran que primero pasar por esas formalidades, pero no quería sonar grosera.
"Pues no puedo quejarme, el negocio es bueno…"
"Me da gusto"
"Ahm, Akane…" Ukyo sonaba igual de impaciente, aparentemente también quería llegar al fondo de la situación y el protocolo le estaba estorbando "…supongo que te estarás preguntando el porqué de mi llamada…"
"Te estaría mintiendo si te dijera que no" confesó Akane. Ukyo rió levemente, sin humor, ante su comentario.
"La verdad es que quería preguntarte algo importante… es sobre Ranma…" dijo la joven chef finalmente. Akane sintió que el corazón se le aceleraba ante la mera mención de aquel nombre.
"¿Q-Qué sobre él? No he sabido nada de él desde… bueno, desde la última vez que supe de ti, a decir verdad"
"Lo sé… y lamento haberme ido así…"
"No te preocupes"
"Sé que ya no has sabido de él, pero aún así… bueno, quisiera saber si aún te importa o si ya seguiste con tu vida y lo dejaste atrás por completo" de todas las cosas que Ukyo podría haberle preguntado, eso era lo último que Akane esperaba escuchar.
"¿Qué? ¿Porqué me preguntas eso?"
"Sé que suena muy… no se… fuera de lugar. Pero está claro que a él tú todavía le preocupas. Por eso quería saber…"
"¡¿Está contigo?" reclamó Akane furiosa, interrumpiendo la frase de Ukyo. ¿Sería posible que se hubiese marchado con Ukyo sin decirle? ¿Todo el drama de la carta habría sido mentira? ¡No se lo perdonaría nunca!
"¡No, no! ¡Akane, no te precipites! Digo, si vive en los alrededores, pero no porque nos hayamos marchado juntos, lo juro. A decir verdad, nos encontramos por casualidad. Admito que me dio gusto haberme reencontrado con él y que fue por eso que decidí quedarme en Katori, pero…"
"¿Katori?" no pudo evitar preguntar Akane, la esperanza inmediatamente opacando toda su furia. Katori no estaba tan lejos…
"Así es. No sé exactamente dónde vive, pero sé que vive por aquí. Y no te preocupes, ya no ando tras él. De hecho acabo de conseguir un novio. Ranma es el hermano que nunca tuve y lo quiero muchísimo por eso. Y es por eso también que te llamo, Akane. Ranma… no sé qué decirte exactamente sobre él, pero ha cambiado mucho"
"¿Cuándo te reencontraste con él?"
"Hace unos meses. Pero creo que él lleva ya mucho tiempo viviendo aquí. No habla mucho sobre su vida, y se ha vuelto muy serio y reservado… casi no viene por mi restaurante, aunque intenta hacerlo al menos una vez cada dos semanas. Creo que a pesar de que le recuerdo a Nerima, me aprecia demasiado como para ignorar mi presencia. He intentado preguntarle sobre ti, pero siempre me ignora"
"Bueno… es que… yo…" Akane no sabía por dónde empezar o si debía decirle la verdad a Ukyo.
"No te molestes, Akane, sé lo que pasó. O al menos me lo imagino por lo poco que me ha dicho Ranma… y por lo que me contó Ryoga"
"¡¿Has visto a Ryoga?" exclamó preocupada. No había amado jamás a Ryoga, pero eso no significaba que no lo hubiese apreciado o que no se hubiese sentido culpable por lastimarlo.
"Te dije que tenía un novio, ¿no?"
"… ¿en serio? ¿Ryoga?"
"¡Hey! Que no te haya gustado a ti, no significa que yo sea igual. Resulta que somos más compatibles de lo que me imaginé posible"
"Vaya…"
"Oye, Akane, Ryoga acaba de llegar. Creo que hablar por teléfono de esto va a ser difícil. Trataré de visitar Nerima en unos meses y entonces quizá…"
"¡No! ¡Yo iré! Probablemente me tomé menos tiempo"
"¿De verdad? No sé qué tan conveniente sea eso…"
"Ukyo, Ranma y yo claramente tenemos asuntos pendientes y esto no se puede quedar así"
"Bueno, en eso tienes razón, pero…"
"¿Ukyo? ¿Con quién hablas?" se escuchó la voz de Ryoga en el fondo. La mencionada rió nerviosamente.
"¡Bueno, Hiza! ¡Ya llegó Ryoga! ¿Hablamos luego?" improvisó la joven chef. Akane arqueó una ceja '¿Hiza? Qué nombre tan extraño se le ocurrió a Ukyo…'
"Te veré pronto, Ukyo" dijo Akane, tras lo cual colgó el teléfono. Eso no podía quedarse así…
Fin del Flashback
Sin lugar a dudas no podía haber hecho otra cosa. Por eso se encontraba ahora en Katori y no pensaba darse por vencida ante nada.
Pero de momento, tenía que dormir…
…
"¡Akane!" exclamó Ukyo, apresurándose a llegar hasta donde ella se encontraba. Akane se le quedó mirando con los ojos muy abiertos, sorprendida. Se veía muy diferente con el cabello corto. No era tan corto como el de ella, el cabello de Ukyo llegaba un poco debajo de los hombros. Sin embargo era un cambio notable de su anteriormente largo cabello. Vestía una blusa negra de tirantes y unos pantalones de mezclilla azul marino, junto con unas sandalias rojas.
"¡Ukyo! ¡Qué diferente te ves!" observó a recién llegada. Ukyo sonrió y se llevó una mano al cabello.
"¿Te gusta? Ryoga dijo que me quedaba bien. Aunque sospecho que lo dijo porque fue su culpa que tuviera que cortarlo"
"¿Cómo?"
"Pues le estaba enseñando a hacer okonomiyaki. No preguntes, pero mi cabello acabó en llamas" las dos chicas rieron ante la historia chusca.
"Así que Ryoga es el responsable de tu cabello corto también"
"¿También? ¡OH! ¡Claro! Ya no me acordaba lo que había pasado contigo. Qué curioso…"
"Bueno, pues tenía razón, te sienta muy bien el corte"
"Gracias. Tú no has cambiado nada, Akane, te ves bien como siempre"
"Qué linda"
"Bien, debes tener hambre, te invito a comer a un lugar de aquí cerca. No podemos ir a mi restaurante porque Ryoga está a cargo ahorita y no sé qué tan conveniente sea…"
"Entiendo, te sigo"
…
"Para serte sincera, casi no sé nada sobre Ranma" admitió Ukyo, tras tomar un sorbo de su soda. Ella y Akane acababan de ponerse al corriente de sus vidas personales durante el transcurso de la comida, dejando lo importante para la sobremesa. Se encontraban en un pequeño café en frente de un gran parque, sentadas en una mesa junto a la ventana.
Akane asintió al comentario de Ukyo.
"¿Dices que te evita de cierto modo?"
"Evita cualquier recuerdo de Nerima. La primera vez que se topó con Ryoga, creí que se matarían ahí mismo"
"Yo habría pensado lo mismo"
"Pero te digo que Ranma es otra persona. Muy serio, muy calmado. Ryoga de hecho le preguntó que si quería pelea, pero Ranma solo lo miró largamente y luego le dio la espalda y le dijo que no merecía su tiempo"
"Increíble…"
"Ranma sabe que Ryoga y yo estamos juntos, pero no ha hecho comentarios al respecto" agregó Ukyo. Akane apartó la mirada. Hubiera esperado que, al ver que Ryoga ya no tenía nada que ver con ella, la hubiese buscado. Pero ese no había sido el caso. Y realmente no podía culparlo, pues quizá él no sentía lo mismo que ella, y si alguna vez lo había sentido, ya había pasado mucho tiempo…
"Ya veo…"
"Akane, ¿tú qué piensas de todo esto? Digo, siempre me dio la impresión de que Ranma no te era indiferente, pero aún así…"
"Lo amo, Ukyo, aún ahora" interrumpió Akane, sorprendiendo a Ukyo al punto de hacerla cubrirse la boca con una mano de la impresión. El semblante de Akane era serio "Siempre lo he amado, aunque antes fui una niña y no supe manejar ese sentimiento. Y bueno, debo admitir que tú y Shampoo no lo hacían muy sencillo que digamos"
"Lo siento…" dijo Ukyo con sinceridad, sus mejillas tornándose color rosado con la vergüenza "Nunca debí acosar así a Ranma, lo nuestro siempre fue solamente una amistad que yo confundí en mi terquedad con aquella promesa de niños…"
"No te guardo rencor por eso, no te preocupes de más"
"Pero ¿Y Ryoga? ¿Porqué saliste con Ryoga si amabas a Ranma?" preguntó Ukyo, sin poder esconder un leve toque de rencor en su pregunta. Akane desvió su mirada, avergonzada.
"Sé que estuvo mal. Nunca quise realmente a Ryoga, pero quise rebelarme contra lo que sentía por Ranma y darle una oportunidad a él. Y bueno… ya viste lo bien que resultó eso" contestó con sinceridad. Ukyo suspiró.
"Entiendo…"
"Pero dime, Ukyo ¿Qué te hace pensar que aún tengo algo que ver en la vida de Ranma? Eso fue lo que me dijiste antes, y debo admitir que me intriga demasiado…"
"Pues… es un presentimiento, y Ryoga me apoya al respecto. Cada vez que intento mencionarte, Ranma pone una cara que… no sé, pareciera que incluso le duele oír tu nombre. La verdad, Akane, no puedo decir que me sorprende. Ustedes dos pasaron por muchas cosas que no es posible olvidar" explicó la joven con seriedad. Akane asintió.
"Lo sé…" ambas se quedaron un momento en silencio, sumidas en sus pensamientos con respecto al tema.
Una voz femenina las interrumpió de pronto.
"¡Ukyo! ¡Qué gusto verte!" exclamó una chica que se aproximaba hacia la mesa. Akane volteó para mirarla y de pronto se quedó congelada. No sabía que había en esa joven que la había petrificado ahí mismo.
A simple vista era una chica bastante peculiar. Era de baja estatura, un poco más baja que Akane, y su cabello era realmente corto, como si se tratase del cabello de un chico. Le colgaba, sin embargo, una delgada trenza del lado izquierdo de su cabeza, tan larga que le llegaba a media espalda. A Akane esa trenza le recordó alguna vez que había visto películas de Star Wars con sus amigas, como las trenzas de lado que usaban los jedis aprendices. Ninguno habría usado una trenza como esta, cabe destacar, pues se encontraba adornada con hilos de colores entrelazados en su cabello negro, cuentitas en forma de estrellas y corazones, y una liga azul claro que cerraba al final de la artística trenza.
Vestía ropas sencillas, como de alguien que practica danza, unas licras negras, un blusón holgado color rosa que dejaba ver uno de sus hombros, y una blusa de tirantes negra que se asomaba por su hombro descubierto. Sus zapatillas cómodas emitían un sonido peculiar al contacto de la suela plana con el piso.
Pero no era ninguno de estos detalles los que habían llamado tanto la atención de Akane. Eran sus ojos. Sus enormes ojos color azul. No eran el mismo tono de azul que aquellos ojos gris-azulados que había amado desde hace años, pero despedían una energía fuera de lo común.
"Hola Hiza, tenía mucho tiempo que no nos veíamos" contestó Ukyo al momento en el que la chica se encontraba justo al lado de la mesa. Akane recordó ese nombre de inmediato. Era el nombre que Ukyo había usado para ocultar su llamada telefónica ante Ryoga.
"¡Lo sé! He estado muy ocupada, no he tenido tiempo de pasar por tu restaurante por los okonomiyakis de costumbre ¿Cómo se encuentra Ryoga?"
"Bien, él está en el restaurante ahora ¡Oh pero, qué grosero de mi parte! Hiza, te presento a una amiga mía, se llama Akane" dijo Ukyo, señalando a Akane con la mano "Akane" agregó, volteando a ver a la mencionada "ella es una amiga que vive por aquí cerca y va mucho al restaurante, se llama Hiza"
"Mucho gusto, Hiza" dijo Akane, extendiendo su mano para saludarla. Sin embargo, Hiza no la tomó. Se le quedó viendo a Akane con seriedad, sin realmente verla, como sumida en un repentino recuerdo.
Ukyo se aclaró la garganta ante el momento incómodo.
"¿Pasa algo, Hiza?" preguntó. Hiza dio un salto de sorpresa, saliendo de golpe de su estupor. Sacudió la cabeza como si quisiera sacarse algún mal pensamiento de la mente.
"N-No, nada. Mucho gusto, Akane" dijo, finalmente tomando su mano y estrechándola. Akane se sintió algo incómoda, sintiendo aquel saludo como forzado.
"Mucho gusto" respondió mecánicamente. Ukyo intentó romper un poco el hielo ante aquel extraño encuentro.
"Akane, Hiza es una chica excepcional, trabaja en un bar de mesera y además canta. Nunca la he escuchado cantar, pero me han dicho que es estupenda" comentó alegremente la joven chef. Hiza se sobresaltó ante el alago inesperado y sus mejillas se tornaron de un tono rosado.
"Oh, vamos, Ukyo. Creo que me das demasiado crédito. Ni siquiera me has ido a ver"
"Bueno, es que Ryoga detesta los bares y no me gustaría ir yo sola..."
"Te entiendo, no te preocupes"
"¡Orden 16!" exclamó la dependienta de la cafetería desde el mostrador. Hiza volteó rápidamente.
"¡Es la mía! Bueno Ukyo, debo irme. Gusto en conocerte, Akane" se disculpó rápidamente, tras lo cual se fue deprisa por la comida y salió del lugar. Ukyo arqueó una ceja.
"Qué raro, Hiza normalmente es más amigable. Será que hoy anda algo atareada…"
"Creo que no le agradé" concluyó rápidamente Akane. Le perturbaba todo aquello. Nunca le había ocurrido algo así sin razón. El suceso le recordó aquellas veces en las que había enfrentado el rencor injustificado de Kodachi, Shampoo y la misma Ukyo por el simple hecho de estar comprometida con Ranma.
"¡No digas tonterías! No le has hecho nada, y Hiza es una de las personas más agradables que he conocido aquí en Katori. Siempre está bromeando y sonriendo. Además es tan linda como una niña pequeña. Su novio debe ser un chico sumamente agradable también"
"¿Tiene novio?"
"Ah… pues ahora que lo pienso, es algo que asumí. Siempre que va a mi restaurante, compra más comida de la que ella podría comer sola, incluso esta vez noté que salió con una bolsa muy grande como para tratarse de alimentos solo para ella. Imaginé que vive con un novio, pues alguna vez me contó que desde muy pequeña se separó de sus padres y anduvo sola… aunque, pensándolo bien, la cantidad de comida que compra quizá sea para más personas, un grupo de amigos probablemente…" explicó Ukyo "…pero se me haría muy raro que una chica tan bonita como Hiza no tuviese novio ¿Viste sus ojos? No sé que tiene esa chica, pero hay algo en ella que me hace pensar que, si yo fuera hombre, ¡me enamoraría de ella seguramente!" exclamó la joven, haciendo que Akane no pudiera evitar reírse.
"Ukyo, ¡Qué cosas dices!" dijo entre risas. Ukyo rió también.
"¡Es lo que pienso!" ambas rieron y siguieron platicando, ya no de temas relacionados con su pasado, sino de cosas irrelevantes y divertidas, chistes e historias chuscas. Más tarde se encontraban sentadas en una banca en medio del parque, charlando animadamente.
"Así que tienes un trabajo a distancia… eso suena muy conveniente" comentó Ukyo, sorprendida por la peculiaridad de la situación. Akane suspiró.
"Me gusta mucho mi trabajo, escribo columnas y artículos para un diario importante en Tokyo, pero trabajar a distancia puede volverse algo solitario, así que quería encontrar un trabajo de medio tiempo para compensar"
"Claro… pues ya que no estás sin nada, puedes tomarte tu tiempo y conseguir uno aquí en Katori. Te va a agradar el lugar, a mi me fascina vivir aquí. Es muy tranquilo…"
"Qué bien…" agregó Akane, mirando por la ventana el inicio de un suave atardecer. Ukyo le dedicó una sonrisa sincera.
"¿Sabes, Akane? Esto me agrada"
"¿Qué?"
"¡Esto! Creo que siempre debimos ser así. Buenas amigas" dijo Ukyo con una sonrisa amistosa. Akane le devolvió el gesto.
"Tienes razón. Debo admitir que me la he pasado muy bien hoy"
"Yo también. De hecho no quisiera que terminara"
"Yo tampoco…"
"¿Sabes qué? Es sábado… deberíamos salir a algún lado…" dijo pensativamente la chica del cabello castaño. Después de meditarlo un rato, su rostro se iluminó "¡Ya se! ¡Acompáñame al bar donde trabaja Hiza!"
"¿Eh?"
"¡Sí! Ryoga nunca quiere ir conmigo ¡Vamos tú y yo!"
"Ah… pero… creo que no le agradé a Hiza ¿Estará bien si voy?"
"¡No creo que haya problema! Además, he escuchado que se llena mucho el lugar ¡Seguramente estará tan ocupada que ni notará que estamos ahí! ¡Vamos! ¿Qué dices? ¡Sería la perfecta bienvenida a Katori!" exclamó animada Ukyo.
"De verdad creo que no le agradé a Hiza… ella no me invitó a mi…"
"¡Es un bar, no su casa! No necesitas invitación para ir"
"Bueno, pero aún así…" Akane aún no estaba convencida. No quería ganarse una enemistad, y por la manera en la que Hiza la había mirado, tenía el presentimiento de que aquello venía implícito. Definitivamente había algo que no le había agradado de Akane.
Ukyo se quedó pensativa por un momento. Ella también había notado la actitud negativa con la que Hiza había saludado a Akane, y si bien le sorprendía y le parecía fuera de carácter, entendía el porqué se había incomodado Akane al respecto.
De pronto sintió como se le iluminaba la mente con la que ella consideró una de sus ideas más geniales y emocionantes en mucho tiempo.
"¡LO TENGO! ¡Ya sé cómo podemos ir sin que te sientas incómoda!" exclamó más animada que antes. Akane la miró con temor.
¿Qué se le habría ocurrido a la joven cocinera?
…*
¿Qué les parece hasta el momento? Apenas es la introducción pero espero sus comentarios al respecto y se aceptan sugerencias!
