LO IMPERDONABLE
Notas de la Autora:
Este es el inicio de otra historia de Miroku y Sango, espero les agrade... n_n
Les agradezco sus comentarios y sugerencias!
Capítulo I: El secreto de Sango
La verdad, no importa el pasado, si quieres amar a alguien sin importar ese punto bien, pero que mal cuando lo que hacen es simplemente una aventura más, ¿dónde están los sentimientos
Simplemente existe el bien y el mal.
Tonto, es aquel que no ve realmente lo que conviene; y por eso afirmo que cuesta encontrar eso de ese tipo de personas. Confieso que yo era ese tipo de persona, antes de conocerla y realmente experimentar por primera vez en mi vida lo que era amar.
Kagome había unido su vida por fin junto a Inuyasha, pero estaban preocupados de que sus amigos aun no estuvieran juntos, por eso les sorprendió cuando el ojiazul les dijo que pasaría unos días con la castaña en el templo del anciano Mushin, porque su salud había decaído un poco y a la vez se acercaba el aniversario de la muerte de su padre.
La joven pareja había decidido acompañarlos, para evitar que el joven según Inuyasha, se propasara con la castaña. Habían transcurrido unas horas de la llegada, en las que se vivía una inmensa tranquilidad, Sango y Kagome se encargaban de las preparaciones de los alimentos en especial de hacer alimentos nutritivos para el maestro.
-Ya casi terminamos de preparar la sopa- batiendo con la cuchara en la olla- Veras que a todos les gustará-
-Ni que lo digas, Kagome- sonrió- Me da gusto verlos a todos felices, siento que somos una gran familia.
-Yo también, amiga- gritando alegremente- Más ahora que Inuyasha y yo nos casamos, espero pronto tener un hijo y que nuestra familia crezca.
Por fin la sopa estuvo lista, la azabache sirvió en unos tazones y Sango comenzó a llevarlas a la mesa. Al llegar a los últimos dos platos le dijo que lo llevaría a Mushin y por si acaso llevara al ojiazul, los sirvió en una bandeja, junto con unos vasos con agua y una jarra con te verde.
Llego a la habitación en donde encontró a los monjes meditando, intento mantener el silencio pero un objeto en el piso, hizo que casi perdiera el equilibrio, justo cuando iba a tropezar unos brazos atléticos la sostuvieron.
-Su excelencia, Miroku…
-De nada preciosa- suspirando- Ten cuidado, pudiste lastimarte.
Justo cuando iba a responder lo que el ojiazul decía, fue interrumpida por el anciano. La pareja se separó y ella acerco la bandeja a una mesa, que había allí.
-Oh, mi bella cocinera- comento el anciano – Me da gusto verla tan feliz.
-Igual, maestro Mushin- se acercó a él, para ofrecerle un poco de te- Espero que le guste lo que cocinamos hoy, sopa de fideos con verduras.
-Muchas gracias, serás una excelente mujer cuando te cases- mirando ligeramente a su aprendiz- Apúrate Miroku…sino te la ganaran.
La castaña hizo una reverencia para despedirse, mientras Miroku la observaba en silencio, sabia lo quería, pero seguía siendo el mismo mujeriego y estafador. Ella se retiró suspirando en silencio.
Miroku en cambio pensó que si no se decidía cualquiera podría robarle a esa castaña de angelical rostro y cuerpo perfecto que lo provocaba noche tras noche. Su maestro comenzó a comer tranquilamente, aunque de manera disimulada miraba al ojiazul para ver que hacía.
XXX
El joven monje se levantó dejando a su maestro pensativo, camino por el largo pasillo del templo, llegando a la habitación asignada para la castaña.
Toco la puerta ligeramente, minutos más tarde, abrió la puerta.
-¿Sucede algo excelencia?- suspirando.
-Yo no sé…qué me pasa, Sango- haciendo una pausa-¿Podemos hablar?
-Por supuesto… pase- el ingreso a la habitación rápidamente.
Se sentaron en la cama de la habitación, ella le ofreció un poco de agua para calmarse, mientras el suspiraba en silencio. Luego de unos minutos, rompió el incómodo silencio.
-Sango-mirándola con sus ojos tristes- No puedo dejar de pensar, lo que dijo Mushin.
-Descuide excelencia- suspirando.
-Es que la verdad, eres alguien muy importante para mi vida- tomando con su mano la mejilla de la chica- Sino fuera porque aun Naraku no ha sido derrotado, te pediría matrimonio ahora mismo.
-Descuide excelencia-sintiendo su corazón romperse.
-Recuerdas lo que sucedió… ¿en la boda de Inuyasha y Kagome?- suspirando- A veces siento que eso fue un culpa mía
-No se preocupe excelencia, usted no me forzó a nada.
-Oh, Sango- besándola sin aviso.
El joven ojiazul cayó sobre ella, profundizando el beso. Luego comenzó a recorrer no solamente sus labios, sino bajo hasta su cuello y con sus experimentadas manos desataba la cinta de su yukata. Al abrirla noto que ella estaba completamente desnuda, rápidamente comenzó a degustarse de la piel de la chica, mientras ella soltaba gemidos en sus oídos.
Sin evitarlo comenzó a preparar con sus dedos la vagina de la chica, Sango comenzó a experimentar de nuevo esa sensación al ser tocada por el monje, su cuerpo se estremecio en mil sensaciones y que finalmente culminaron al sentir que tocaba el cielo.
-Miroku, por favor… no puedo- sonrojada.
-Lo siento, Sango- suspirando – Eres mi droga.
Volvió a besarla tiernamente, más aun su cuerpo se sintió estremecer al sentir como el miembro excitado del ojiazul entraba a su interior. La chica aún no estaba totalmente acostumbrada a la sensación, su cuerpo se sentía un poco extraño y conforme los minutos pasaban la dulzura del hombre se desvanecía, al regalarle un salvaje placer poco experimentado por ella.
-Mi- ro- ku- decia gimiendo con las embestidas del chico.
-Yo estoy loco por ti, Sango- penetrándola aún más salvajemente.
Mientras una chica con ojos llorosos y mejillas sonrojadas trataba de disfrutar, finalmente al sentirlo terminar, el no inmuto y derramo toda su esencia en la vagina de la chica. Sango pensó que pararían, pero las horas continuaban pasando, el continuaba se deleitaba del maravilloso placer junto a su ella y terminando siempre dentro de ella.
En la madrugada, fue cuando finalmente el término agotado y se desvaneció a su lado. La chica en cambio, tardo unos minutos en reponerse de esta segunda vez que hacia el amor y que al menos había estado consiente de ella.
XXX
Al día siguiente cuando se despertó, se vistió y rápidamente se dirigió al gran corredor del templo. Unos minutos más tarde, se topó con una extraña chica, era una rubia que iba vistiendo un elegante Kimono en color rojo escarlata, era demasiado provocativa y entre sus manos tenía un bello abanico.
El pretendía huir, no era porque se sintiera cohibido por aquella mujer, sino que le inquietaba que alguien lo descubriera y por un mal entendido, se complicaran las cosas con la castaña.
De repente sintió que aquella mujer se acercaba bastante a él, se mantuvo firme y hasta que sus seductores ojos lo hechizaron.
-Disculpe la molestia, su excelencia-suspiro ¿Este es el templo del monje Mushin?
-Por supuesto, bella señorita- sonriéndole- Soy el discípulo de él, mi nombre es Miroku.
-Eres un joven encantador, Mi-ro-ku- coqueteándole un poco, mientras agitaba su abanico.
Continuaron su camino hacia donde se encontrarían al maestro del Houshi.
XXX
Sango se despertó exaltada por el ruido, como era de esperarse él no estaba, se levantó de la cama de manera delicada y comenzó a recoger sus prendas; cuando sintió que todo le daba vueltas, intento fingir que estaba bien y decidió apresurarse a vestirse para ver en que podía ayudar.
Caminaba por el pasillo del templo, cuando sintió la presencia de alguien siguiéndola, acelero su paso de manera rápida. Esa sensación de mareo regreso, por unos segundos se detuvo y se encontró con un chico de ojos dorados.
-Inuyasha…
-No es necesario…que nos ocultes eso, Sango- suspirando.
¿De qué hablas?- confundida.
-De tu secreto... Estas esperando un hijo- con su mano toco de forma delicada el vientre de la chica- Por su energía, puedo decir que es de Miroku.
-Por favor, Inuyasha- mirándolo con resignación- No le digas a él.
-Descuida, eres mi amiga.
-Muchas gracias, Inuyasha- agradeciéndole con una sonrisa.
La castaña inocentemente abrazo a su amigo, sin imaginar que dos personas a lo lejos los observaban…
