CAP 1
"Pasado y Presente"
Era una guarida extraña.
Normalmente no se esperaría que una enorme bodega a la vista de todos pudiese ser tomada como el mejor escondite para los villanos de turno, pero al parecer, los de ésta ocasión consideraban que mientras mas a la vista, mayor seguridad para ocultarse; en lo personal le parecía ridículo pero era evidente que no le iban a pedir opinión y si lo veían, probablemente lo último que le permitirían sería comentarles acerca de su ubicación tan… original.
Tal vez lo más bizarro de todo aquel asunto, era haber visto a ese Aston Martin mayor, siendo ultrajado una y otra vez por sus captores… enfrente de la jaula en la cuál tenían encerrados a sus padres.
Estos por fortuna, se veían tranquilos. Su padre incluso, les había ofrecido una buena suma por que dejaran en paz al otro coche pero aquellos sujetos le ignoraron olímpicamente.
El único dinero que deseaban de ellos, era el de su rescate. Lo de aquel coche gris, lo tenían personal.
El coche de ojos azules estaba francamente impresionado por la entereza y la decisión del mayor. Le habían hecho de todo, desde arrancarle trozos del cuerpo hasta humillarlo por todo lo alto enfrente de sus otros dos cautivos, pero… aquel coche no hablaba; le hicieron varias preguntas que el otro no respondió a pesar de todo.
Era notable que había hecho un esfuerzo sobrehumano para no gritar de dolor o para que su rostro enrojeciera ante lo que le hacían pasar enfrente de dos testigos de mayor edad, pero a pesar de todo, se mantuvo con la vista fija hacia enfrente y en silencio; definitivamente aquel sujeto no era americano, por muy fuertes que fueran sus paisanos, tendían a quejarse o a hablar, aunque fuese en burla.
Tenía que admitirlo, en su país tendían a meterse en más problemas de los que podían resolver.
Pero el otro era diferente.
No sabía si envidiarlo o sentir pena por él.
-Veo que todavía no hablarás eh?- una lámina de color cobrizo se acercó al auto gris que tan solo le observó con expresión aburrida- bien… veamos si sigues así después de que tus compañeros de celda, "disfruten" del espectáculo de nuevo- comenzó a reír aquel sujeto
El auto escondido pudo observar como muy apenas los ojos de aquel Aston se posaban apenas un segundo en la pareja de viejos Porsches que se dirigieron sendas miradas de angustia y preocupación antes de que el coche de color cobre entrecerrara los ojos y observara como los mas grandes apartaban la mirada
-Ah no… no tiene gracia presentarles esto si no hay espectadores- se burló el coche antes de observar con maldad a la pareja de ancianos- podemos hacer dos cosas: se portan bien y observan todo… o podemos matarlo lentamente mientras ustedes se dan cuenta de que son los culpables… qué dicen?
-Que son unos malditos aprovechados, eso es lo que digo!- estalló el Porsche color Azul oscuro golpeando el suelo una vez con su llanta, mientras su esposa le veía una sola vez antes de ver en dirección de aquel sujeto que reía
-Supongo que ya tomaron la decisión… no creo que quieran que lo mate, verdad?
-Dejen que me mate… no sucede nada y obviamente no es su culpa
Por primera vez, el coche de ojos azules le había escuchado hablar. Era una voz profunda y tranquila, que no dejaba ver el hecho de estar siendo torturado y forzado durante tanto tiempo; parecía que tan solo se encontrase ahí de visita y que los ancianos no estuviesen capturados cerca de él al mismo tiempo.
Incluso la "lámina" se veía sorprendida
-Vaya!... pensaba que ya no nos honrarías con tus palabras!
El gris le miró como si fuese poca cosa antes de volver a ver a los ancianos de los cuáles, el más grande se acercó a la reja
-No digas tonterías hijo, saldremos de aquí- aseguró el Porsche coupé frunciendo el ceño mientras el coche gris suspiraba pesadamente
-Chicos! Vengan un segundo! Hoy de nuevo hay fiesta!
Otros cuatro "láminas" se acercaron sonriendo mientras el Aston Martin componía una expresión cansina y volteaba hacia otro lado, resignado
Los otros dos ancianos observaron aquello sin decir palabra pero el auto escondido estaba seguro de que tal vez, le hubieran hecho un favor a aquel sujeto permitiéndole morir; entendía el porque la petición del coche de ojos verdes, obviamente vivir con aquella humillación era mas difícil que confrontar una muerte pero…
También entendía a sus padres por tener esperanza en que el otro siguiese con vida.
Emitió un largo suspiro antes de ver al otro coche que apretaba los dientes y miraba con odio a los coches que le rodeaban mientras le ingresaban en el cuerpo una manguera larga a través de su tubo de escape; compuso una mueca antes de volver a ver a los otros dos coches que parecían tener una lucha interna entre ver aquello o replegarse pero…
Arriesgando la vida de otro?
Nunca. Sus padres tenían un corazón que no les cabía en el cuerpo entero. Siempre veían por los demás sin importar el precio, algo que se habían encargado de inculcarle desde que lo tuviese con él.
Sus padres…
Hacía tanto que había dejado a su familia biológica atrás, que siempre veía a aquellos dos Porsches como si fueran su familia verdadera.
A pesar de que odiaba ver hacia atrás, todavía podía recordar claramente aquellos días de su infancia en que se divirtiese jugueteando y corriendo por diversas calles vacías y carreteras abandonadas cerca de su verdadero hogar, acompañado por su pequeño hermanito; nunca tenían suficiente de levantar el polvo debajo del sol, con el viento soplando sobre sus rostros y preguntándose si algún día podrían ser tan famosos como sus padres.
Esos fueron los años mas maravillosos que todavía atesoraba.
Realmente amaba a su familia. Amaba a su hermano menor. No solamente era lo típico de los hermanitos sino que a diferencia de otros, era su mejor amigo. A pesar de la diferencia de edades, siempre podían contar el uno con el otro para lo que fuese y no había secretos entre ellos. Su hermanito… que siempre lo había considerado su héroe… su fan número 1
O al menos… eso creía el de pintura celeste platino.
La suerte le había sonreído al mayor. Su padre había conseguido que un promotor conocido le viese correr y rápidamente logró su lugar dentro del mundo de las carreras; hacía poco que una de las grandes leyendas se había retirado, abriendo muchas oportunidades a los demás que deseaban no sin envidia o codicia, ocupar su lugar.
Nunca había sentido tan cerca sus sueños pero…
Había tenido que sacrificar el estar cerca de todos ellos. Sacrificar el estar siempre con el más pequeño. Y cuanto mas lo pensaba, más se daba cuenta que debía de haberlo notado; el mas pequeño, de color rojo vivo, comenzaba a volverse muchísimo mas callado y retraído con él. Su comportamiento había cambiado radicalmente, hacía rabietas, pataleaba… siempre parecía estar queriendo llamar la atención por motivos que hasta ese momento, desconocía.
Y entonces un día…
Al fin pudo volver a casa, para toparse con la realidad, una cruda realidad que nadie había tenido la cara para decirle. El más pequeño… había huido.
Lo peor fue averiguar las razones. Su querida familia, solamente tenía ojos para él. Para el mayor. Para el que había triunfado, llevando el apellido de generaciones de corredores famosos, de nuevo a la cima. Para quien ahora era el sostén de la familia y su orgullo; el menor de los dos hermanos, se había convertido en un extra, un mal necesario por el simple hecho de llevar el apellido.
Su comportamiento tan cambiado, los gritos, las peleas… todo ahora tenía sentido.
Incluso se sorprendió al notar ese tono de desprecio en su madre, refiriéndose a su hermanito como un "inútil".
El corazón del joven se rompió en mil pedazos. Pero no fue el dolor de ver la realidad lo que le hizo tomar el mismo camino del mas joven sino el hecho de sentirse avergonzado por no haber notado aquel maltrato de su propia sangre hacia quien tenía que ser protegido y cuidado en su ausencia; el amor que alguna vez sintió por ellos se transformó en un desprecio por todos cada uno de los involucrados.
Quería decir que les odiaba pero no podía. No estaba en su naturaleza.
Pero aún así…
No sabía cuántos días habían pasado cuando lo encontraron.
Aquel era una de dos pistas que albergaba Daytona: la pista de resistencia.
Y fue donde una mañana el dueño de aquel edificio, William Daytona observó con curiosidad a aquel coche que había logrado ingresar en la pista y se mantenía dando vueltas sin detenerse, a una velocidad algo extraña para un entrenamiento no planificado; él conocía a la perfección cuando estaba separado su hogar y oficina de trabajo y se suponía que al menos por un mes, aquel lugar tendría que estar vacío.
El viejo Porsche se había asomado por uno de los enormes ventanales superiores del edificio que le permitían una vista panorámica del sitio y después de descubrir al intruso, procedió a descender para llegar a la zona donde podría dirigirse directamente a la pista.
En el camino, se topó con el jefe de seguridad que ya había llamado a otros más y se detuvo de golpe al ver al dueño que se dirigía a la misma zona que ellos.
-Lo siento mucho señor, no sabemos como ingreso el intruso, vamos a…
Pero el anciano le interrumpió con un movimiento de cabeza
-Déjalo Mike… yo iré…
-Pe-pe-pero señor!
-Haz lo que te digo… no lo molesten- cortó el dueño de aquel circuito antes de volverse para salir por una de las laterales del estadio
Aquel Ford GTX1 corría rápidamente de un lado a otro, con una expresión de furia en la mirada y unas enormes ojeras en el capó. No se daba cuenta de nada ni le importaba nada. Estaba demasiado furioso. Tenía horas corriendo en aquel lugar, ni siquiera se había dado cuenta cuando ni como había ingresado, solo sabía que se había tomado una carretera hasta encontrar un sitio donde correr y sacar su frustración.
Continuó en aquello hasta que sus llantas no pudieron más, hasta que su cuerpo temblaba porque no podía sostenerse y hasta que su mente había dejado de percibir el camino delante suyo.
Se frenó de golpe, observando el suelo y maldiciendo por dentro hasta que levantó la vista y pudo observar durante algunos segundos a aquel anciano observándole fijamente; retrocedió un poco, dispuesto a huir de ahí hasta que la voz del otro le detuvo
-Normalmente esta pista alberga una de las mayores competencias de resistencia del mundo… lo máximo que han llegado a correr aquí ha sido durante dos días… tal vez podrías romper ese record si te lo propones- sonrió el Porsche divertido
El de ojos azules parpadeó un segundo indeciso aún entre salir huyendo y quedarse. El otro coche sonrió un poco y se enderezó
-Te gustaría acompañarnos a desayunar?
El aludido parpadeó unos segundos, aún más confundido
-Cómo?- la voz de aquel joven sonó opaca debido al tiempo sin usarla
El mayor sonrió un poco más.
-Te he preguntado muchacho, si podrías acompañarnos a mi esposa y a mí a desayunar… se ve que no has comido en días y después de las carreras que has hecho, tienes que recuperarte un poco, no crees?
El de ojos azules levantó una ceja con desconfianza pero lentamente, comenzó a avanzar hasta quedar al lado de aquel viejo porsche, que se giró y le guió hacia el interior del edificio.
La suerte le sonreía una vez más a aquel joven Ford. Como siempre.
No había pasado mucho tiempo para que les abriera su corazón a aquella pareja de ancianos que nunca habían podido tener hijos y que le habían recibido como uno, sin conocerle. Durante aquel tiempo, durante una cena les habló de todo, desde su infancia con su querido hermano hasta el momento de abandonar a su familia.
Fue cuando los Daytona, los dueños de aquellas competencias y circuitos, le ofrecieron adoptarlo.
Había sido todo tan rápido y tan extraño. Nunca supo como lo habían logrado pero en cosa de una semana, aquel coche celeste que había dejado atrás a su familia, había pasado de ser LuckyMcQueen… al heredero de los Daytona y su nuevo corredor estrella, Lucky "Tornado" Daytona; realmente… la suerte lo quería mucho.
Había pasado de ser un corredor de turismo veloz a ser un corredor de resistencia. El mismo William le consiguió a los mejores para entrenarlo y pronto, pudo romper el record del coche que mas veces había ganado aquella carrera, resistiendo cada vez mas de dos días consecutivos; su vida había dado un giro completo y nunca se había sentido más feliz pero…
Aún le faltaba algo.
Tenía el amor de una familia que le quería pero no se obsesionaba. Era feliz con su nueva carrera pero…
Aún no recuperaba a su hermano, que por lo que había visto en la televisión, ahora era un famoso corredor de carreras de turismo veloz. Y estaba muy orgulloso de él.
Y aún…
Algo se quedaba en el aire.
Su mente volvió al tiempo presente al escuchar como aquellos sujetos al fin dejaban de jugar con el Aston Martin, que se veía agotado, tanto física como mentalmente y que temblaba sin poder controlarlo; Lucky suspiró, por muy fuerte que quisiera ser, era evidente que ya tenía días e incluso semanas capturado, por la debilidad que mostraba, probablemente no le quedase mucho.
Había llegado a aquella guarida, siguiendo su instinto.
Una noche, los Daytona salieron a cenar y cuando estaban por ingresar en el edificio al regresar a casa, unos sujetos raros les acorralaron, asesinando a todos sus guardaespaldas y se los llevaron; el Ford celeste observaba todo desde una de las ventanas más altas de aquel edificio oval y no tardó mucho en poder seguirlos y encontrar su paradero.
Abusando de su suerte, había conseguido entrar y ahora, solamente esperaba.
Obviamente, se había quedado uno de los malos atrás, para vigilar a los secuestrados. Una camioneta grande y pesada, con expresión adormilada observaba con diversión al Aston Martin que había cerrado los ojos, como tratando de dormir a pesar de que le habían dejado aquella manguera en su interior; sus padres por su lado, parecían no saber que hacer ante aquello.
-Tranquilo hijo… pronto saldremos de aquí- dijo la anciana hacia el de color gris que abrió los ojos un momento para verla
-No se preocupe por mi señora… lo importante es que ustedes salgan de este lugar- la voz de aquel sujeto, aunque evidentemente cansada continuaba siendo serena
La enorme camioneta descontinuada gruñó y se acercó para atestar un golpe al de ojos verdes, que los cerró con fuerza al sentir como el aire salía de su cuerpo
-Sigue teniendo esperanzas McMissile- se burló aquel enorme vehículo a lo que el aludido tan solo emitió un gruñido- esta vez no saldrás de aquí, el profesor Zündapp quiere que te diviertas un poco mas antes de que te despachemos… como a tus otros dos amigos, jejeje
El aludido se tensó visiblemente, sabiendo de qué hablaba el otro.
Leland y Redline.
Dejó salir un suspiro cansino y recostó el cuerpo en el suelo antes de sentir como lo levantaban para que siguiera de pie; entrecerró los ojos observando a la camioneta que le observaba de cerca y que le había levantado, antes de agachar la cabeza y cerrar los ojos. Al parecer, tendría que tratar de dormir en esa incómoda posición a pesar de que ya no podía más.
Vergonzoso pero cierto, demasiadas semanas capturado y su cuerpo ya no tenía fuerza para nada más.
Esperaba que se dieran prisa en matarlo. No tenía sus armas consigo, le habían arrebatado todos sus implementos y solo le quedaba esperar su destino para hacer compañía a tantos otros coches que ya habían sido desaparecidos por aquellos sujetos; sabía que tarde o temprano pasaría, hasta los mejores agentes llegaban a un punto en que se lograba acabar con éstos.
Todos sabían lo que arriesgaban.
Pero aquellas "láminas" tenían unas ideas demasiado extremistas sobre lo que era torturar a otro.
-O están demasiado desesperados- murmuró el británico sonriendo muy apenas antes de percibir como el sujeto que le vigilaba se inclinaba
-Decías algo?
El aludido negó con la cabeza y volvió a tratar de dormir
No supo cuantas horas habían pasado. Lo único que sabía era que de pronto, sentía un dolor intenso en todo el cuerpo, especialmente en las llantas; cuando al fin pudo recuperar el conocimiento, se dio cuenta de que le habían arrancado los dos rines derechos para impedirle avanzar en absoluto y que el sujeto grande ya no se encontraba.
Tal vez tenía fiebre. La cabeza le dolía a la par de aquello pero no dijo nada.
Al fin pudo escuchar unas voces extrañas cerca y movió apenas la cabeza para sacudirse la niebla que le producía el dolor. En la jaula donde se encontraban los ancianos, había un coche joven, con las llaves del sujeto mas grande, abriéndole la puerta a los mayores para que salieran.
-Sabia que vendrías- dijo la mujer acercándose a aquel coche celeste que apretó su costado con suavidad
-Lamento haber tardado madre, pero ese sujeto no tenía para cuando ir a cambiar su aceite- explicó el de ojos azules sonriendo un poco- he trabado la puerta, así que parecerá que él dejó este sitio con llave ara impedirles cualquier cosa… pero no se preocupen, hay una salida extra que va al alcantarillado… creo que no se tomaron la molestia de revisar esta bodega a fondo jeje
-Bien hecho muchacho, ya nos dirás en casa como le quitaste las llaves a ese enorme gorila- asintió su padre saliendo con lentitud
El Ford se tensó un momento y ladeó la cabeza para escuchar los ruidos del exterior. La suerte siempre era su aliada pero tampoco iba a esperar a ver si en algún momento decidía abandonarlo, en especial cuando afuera había una multitud de coches armados hasta los dientes; negó con la cabeza y empujó con suavidad a ambos porsche.
-Vamos, platicaremos después, tenemos que salir de aquí antes de que alguno note que ni el guardia puede entrar- apremió en un susurro mientras se adelantaba para guiarlos hacia la salida
Se detuvo un momento para ver al otro coche, que les vio tranquilamente y sin decir nada. Era tan… extraño. Sus ojos verdes no decían nada, simplemente estaban ahí, fijos, como los de una muñeca; hizo una leve mueca, realmente nunca le habían agradado los servidores del gobierno ya que se les enseñaba a no sentir nada ni a preocuparse por los demás.
Eran casi como los patrocinadores de las carreras, muy rara vez alguno se reocupaba de otra cosa que no fuera el dinero.
-Dense prisa…- apremió aquel coche gris
No sabía quien era aquel chiquillo ni como había ingresado al lugar, pero no tenía tiempo ni él para averiguarlo ni ellos para dudar: tenían que irse de ahí.
-Pero no podemos dejarte aquí…- dijo la mujer preocupada mientras su esposo asentía
-No se preocupen por mí, lo importante es que ustedes huyan… pueden avisar a las autoridades de lo que aquí sucede y ellos me sacarán de aquí- aseguró el Aston Martin con firmeza- estaré bien señora… siempre lo estoy
-Pero…
El esposo de esta la empujó con suavidad y movió la cabeza, antes de observar a su hijo, que mantenía la vista fija en el otro.
-Lucky…
-Hagamos lo que dice, no tardarán en darse cuenta de que faltan sus llaves- dijo en automático el Ford antes de girarse
Ya había perdido una familia, no estaba dispuesto a perder otra
Los tres coches se dirigieron a la parte trasera de unas enormes cajas apiladas que cubrían casi todas las paredes y detrás de las mas oscuras y pesadas, había una puerta metálica hundida, parecida a una enorme y extraña boca negra que se hundía peligrosamente en el abismo; la mujer tragó pesadamente al ver aquello, pero el más joven la empujó con suavidad.
-Vamos madre, no pasa nada… tenemos que darnos prisa- apremió el mas joven
-Vamos querida, iré por detrás de ti- sonrió el otro Porsche y la mujer, un poco mas segura pero aún con miedo en sus ojos rosas, comenzó a ingresar en aquel sitio
Los otros dos de pronto se tensaron y abrieron los ojos: en el exterior las voces de aquellos coches parecían percibir que algo no estaba bien y buscaban al que supuestamente tendría que estar vigilando
Lucky hizo una mueca antes de empujar con suavidad a su padre, que asintió... y entonces, volvió una última vez la mirada hacia atrás, componiendo una expresión de desconcierto; por algún motivo… no se sentía bien dejando al otro atrás, no importaba si no tenía expresión o si parecía ser un maldito juguete del gobierno…
No podía sacar de su mente las imágenes de todo lo que habían hecho con él, todo lo que había tenido que pasar…
Y podía jurar que si lograba salir con vida, volvería a trabajar en lo mismo. Aunque pusiera su vida en peligro. Así como lo había estado asegurando con sus miradas y sus gestos. Y podía también saber por ese escondido tono despreocupado, que sabía perfectamente que nadie iría por él y que estaba condenado a morir… no era justo!
No sabía porqué se sentía tan mal. Era cuestión de cada quien si se preocupaba por su propio bienestar, no?
Entonces, recordó a su hermanito.
Nadie se había preocupado por él. Ni siquiera su propia sangre, los que se suponía que tenían que hacerlo.
Dejó escapar un gemido y cerró los ojos, negando con la cabeza. No le gustaba aquello. Sospechaba que nadie se había tomado la molestia siquiera, de preocuparse por aquel viejo coche al que le estaban arrancando la vida de poco en poco; incluso, al parecer ni siquiera a él le importaba lo que pasaría con su vida.
Estaba automatizado a hacer las cosas a la perfección y a seguir adelante, sin pensar en nada más.
Pudo sentir que le empujaban por detrás. Parpadeó un momento, mientras las voces en el exterior pasaban de ser expresiones de urgencia a gritos de alarma; volteó para ver a su padre, que le sonrió tranquilamente y asintió.
-Pero…
-Recuerda todo lo que te hemos enseñado hijo- respondió su padre antes de retroceder para ingresar en aquella salida- cuando te ví, sabía que eras diferente de los demás… tu madre y yo siempre lo supimos… haz uso de eso que siempre has tenido contigo…
La parte trasera de aquel coche desapareció, dejando a solas a un joven Ford que tan solo se quedó congelado en su sitio unos segundos, antes de despertar de golpe y levantar la cabeza a las ventanas en lo alto de aquel techo: no tenía mas que unos pocos minutos antes de que aquellos sujetos lograran abrir las puertas.
Con un rechinido de llantas se giró y se dirigió hacia donde había dejado al otro sujeto atado aún al suelo; sin pensar siquiera, tomó un trozo de metal con la boca hasta llegar al lado del de ojos verdes, que pegó un salto de sorpresa al ver llegar al muchacho y se tensó al ver como remetía aquel trozo de metal entre las untas de las cadenas que lo mantenían cautivo.
El de color celeste puso todo su peso en aquello y en un momento, había reventado aquello.
-Estás loco muchacho!?- exclamó aquel coche furioso mientras el mas joven repetía la operación en las otras ruedas- van a matarte, te estás dando cuenta de eso!?
-Van a matarte a ti también, no puedo dejarte aquí- respondió secamente el mas joven presionando de nuevo aquella vara metálica
El Aston Martin estaba aún más mareado que antes y pudo escuchar como un golpe fue dado contra aquellas puertas: iban a derribarlas.
-Maldita sea chico… tienes que salir de aquí! Déjame atrás! No seas un tonto!
-Pues otro tonto no puede decirme que hacer!- espetó el Daytona antes de irse a la parte trasera del otro
-Chiquillo, tú no… AHH!
Aquello salió sin proponérselo. Por primera vez pudo sentir como sus mejillas se calentaban sin poderlas controlar al percibir como el otro sacaba rápidamente pero con cuidado, aquella manguera de su tubo de escape; apretó los ojos furioso, tenía que seguir pasando por humillaciones como esa no solamente capturado, si no cuando lo estaban supuestamente liberando?
Su cuerpo golpeó contra el suelo una vez estuvo libre. No podía estarse de pie, tanto porque le faltaban os aros por un lado como porque simplemente, no tenía la fuerza; apretó los dientes esforzándose por no gritar de dolor antes de tratar de ver al chico que aún permanecía detrás suyo.
La puerta comenzaba a doblarse.
-SAL DE AQUÍ!- le gritó furioso, entornando los ojos
Los iban a matar a ambos
Lo siguiente que ocurrió fue demasiado extraño. En un segundo se encontraba en el suelo, con el corazón latiendo con fuerza ante la perspectiva de ser capturados los dos y que lo que viniese fuese aún peor que lo que había estado recibiendo los días anteriores y al siguiente momento, era levantado mientras el otro coche se remetía debajo suyo, terminando en la espalda del Ford.
Podía sentir como sus tubos, su metal destrozado y los bordes de sus rines rasgaban el metal y la pintura del otro, pero a este parecía no importarle; el espía británico dejó salir un quejido de frustración, aquello era vergonzoso para cualquiera que no fuera una chica.
-Esto debe ser una broma- musitó el de ojos verdes antes de sentir como el otro lo sostenía bien antes de lanzarse rápidamente hacia el sitio por donde sus padres habían desaparecido antes
Iba rápido peor no mucho como para tirarle al suelo.
Lo último que supo antes de perder la conciencia era que avanzaba rápidamente entre el sistema de alcantarillado de aquel sitio y que parecía percibir disparos y gritos muy lejos a sus espaldas.
Como suplicaba porque todo aquello fuese solo una pesadilla.
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