Disclaimer: El manga de Saint Seiya y todos sus personajes son propiedad de Masami Kurumada, así como el respectivo anime (basado en dicho manga), mismo que también pertenece al estudio de la Toei Animation. Este fic (desde la primera letra hasta la última), así como la idea original pertenecen a la ficker Dzeta (o sea, a mí); y es escrito con mucho gusto y sin ánimo de lucro.

Advertencias: Habrá yaoi y het explícitos, lemon, gender bender, drama, romance, angst, fluff, más lemon, sentimientos encontrados, dilemas morales, biología rara y... probablemente también un final feliz. Así que, si no te agrada este tipo de contenido o te sientes ofendido(a) en alguna forma por eso, este es el momento de que salgas de aquí. De lo contrario espero que disfrutes la lectura.


Anhelos y Destinos

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Prologo

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—Buenas noches, Shun.

—Buenas noches, hermano.

A punto de salir para irse a descansar a su habitación, Ikki se detiene en el umbral de la puerta de su hermano pequeño cuando lo ve acomodándose sobre las mullidas almohadas de su cama con un pesado libro entre las manos, alistándose para leer.

—Shun, sé que ese libro que te ha dejado Shiryu sobre Cinco Picos es muy interesante —dice Ikki—, pero no quiero que te desveles tanto con eso. Recuerda que mañana a esta hora estarás contemplando el lugar con tus propios ojos. Además, debemos estar listos temprano para salir al aeropuerto a tiempo.

—No te preocupes, hermano. Solo quiero terminar este capitulo... ¿Sabías que Songshan es la montaña central de Cinco Picos?—le informa Shun emocionado—. Las otras cuatro montañas conforman los cuatro puntos cardinales. De las cinco, Songshan fue la más visitada por los emperadores y, además, también tiene un aire de marcado misticismo. Me pregunto qué misterios esconderá... Shiryu dice que el lugar es muy hermoso y todo un oasis de paz.

Esa última frase va acompañada de una sonrisa y un profundo suspiro de Shun.

—¡Ya quiero estar ahí!—musita mientras cierra los ojos queriendo darle vida en su mente a las ilustraciones de los hermosos y pacíficos paisajes colmados de verde, niebla y majestuosos picos de piedra que se pierden entre nubes rodeadas de un azul imposible que ha visto en el libro.

—Shun...—dice Ikki, sonriendo condescendientemente ante la emoción que escucha en la voz de su querido hermano—, estoy seguro que Songshan debe ser un lugar maravilloso, pero no creo que haya ningún misterio oculto ahí. Solo es una montaña como cualquier otra. Nada más. Ahora, duerme ya.

—De acuerdo —Shun deja el libro sobre su mesita de noche y se acomoda para dormir—Ikki..., quiero que sepas que estoy muy contento porque vamos a hacer este viaje juntos. Sé que tú eres un lobo solitario y no gustas de compañía cuando viajas... Por eso me hace muy, muy feliz que está vez quieras llevarme contigo.

Ante estas emocionadas palabras, Ikki no puede evitar sentir un ligero sentimiento de culpa apretarle el estómago.

—Te prometo que seré bueno y no tendrás que preocuparte por mí—sigue diciendo Shun. Visiblemente emocionado, agrega:— ¡Podemos tomarlo como un viaje de hermanos! Shiryu será nuestro guía, claro, pero seremos solo tú y yo descubriendo mundo; como en aquellas historias que solías contarme para que lograra dormir cuando estábamos en el orfanato.

Al ver a Shun tan contento, Ikki no puede evitar enternecerse, pero también la culpa que ya sentía se hace más grande.

"Si supieras que mis motivos al proponerle ese viaje a Shiryu y pedirte que me acompañaras fueron otros tal vez no estarías tan contento" piensa, apesadumbrado.

Pero, cuando sus verdaderos motivos vienen a su mente, enseguida un sentimiento de profunda molestia hace a un lado la culpa aplastándola bajo su intensidad.

"No, estaría loco si desaprovechara esta oportunidad para sacarte de aquí y llevarte lejos de Hyoga aunque solo sea por un tiempo... He notado la manera en la que ese Cisne imbécil te mira y no me gusta nada. Lo peor es que, aunque tratas de disimular ante mí, tú también le miras igual"

La molestia de Ikki se incrementa debido a esa certeza, sin embargo, la culpa vuelve a surgir cuando lo ataca la repentina idea de que su hermano pequeño haya podido enamorarse de Hyoga al buscar consuelo a su lado cuando él se embarcaba en sus repentinos y largos viajes en solitario.

"Sí, quizás yo he tenido parte de culpa en que eso pasara, pero voy a remediarlo y este viaje va a ayudarme a hacerlo. Voy a alejarte tanto de aquí que te olvidarás por completo de ese absurdo enamoramiento que sientes por Hyoga".

—Claro que sí, Shun, será nuestro viaje de hermanos—responde con una sonrisa y un guiño—Seremos tú, yo, y el mundo. Quizás después de ver Cinco Picos, nos embarcaremos hacia otros lugares... Quizás a la Isla de la Reina Muerte, ¿qué te parece? ¿te gustaría?

—¡¿La Isla de la Reina Muerte?!—pregunta Shun más que emocionado porque siempre ha querido conocer el lugar en que su querido hermano vivió tan duros momentos, y acompañarlo a visitar la tumba de su amada Esmeralda—¡¿Lo dices en serio?!

—Claro, Shun. Eso si no te importa dejar la mansión Kido por largo tiempo...

"Con suerte Hyoga se aburrira de estar aquí sin ti, y puede que para cuando volvamos ya se habrá marchado de vuelta a su amada Siberia".

—Si voy a estar contigo claro que no me importa alejarme de aquí todo el tiempo que sea necesario—le asegura Shun, lleno de alegría.

Complacido ante tan sincera respuesta, Ikki vuelve a sonreír.

—Bien, entonces duerme ya. Mañana nos espera un largo viaje.

Shun asiente y, sin dejar de sonreír, vuelve a acomodarse entre las mantas. Ikki se acerca a la cama y lo arropa bien antes de revolverle el cabello cariñosamente.

—Descansa, Shun—musita cuando lo ve cerrar los ojos.

Entonces Ikki apaga las luces y sale de la habitación cerrando la puerta tras de sí llevando una sonrisa en los labios.


La habitación de Shun está completamente envuelta en sombras pero eso no evita que Hyoga se cuele por la puerta, sigilosamente y sin hacer ningún ruido, y se mueva entre ellas con demasiada familiaridad.

Cuando llega a la cama puede ver que Shun duerme profundamente. Conteniendo un suspiro se inclina sobre él y besa muy suavemente su oreja derecha para hacerlo despertar.

—Hyoga—murmura Shun, removiéndose entre sueños y sonriendo perezosamente cuando siente los pequeños besos.

—Shhh...—pide suavemente el rubio al oído de Shun, mientras hace a un lado las mantas para acostarse junto a él.

—¿Q-qué... qué haces?—pregunta Shun con la voz aún cargada de sueño—N-no, espera...—pide, espabilándose completamente al notar sus claras intenciones—No, Hyoga, esta noche no podem-...

Su leve protesta es callada por un beso suave pero profundo y lleno de sensualidad (el tipo de beso que Hyoga siempre emplea para poner a Shun a mil y al mismo tiempo dejarlo fuera de combate). Shun no tiene ningún tipo de defensa ante esa manera de besar del ruso, nunca la ha tenido, y menos ahora que llevan una semana entera sin tocarse un pelo.

Cuando al fin el rubio se aparta y Shun logra recuperarse un poco se da cuenta de que Hyoga ya está completamente tendido a su lado. Sus fuertes brazos están enredados alrededor de su cintura atrayéndolo posesivamente hacia su cuerpo haciendo que no quede ni un resquicio entre ambos, mientras sus labios le llenan el rostro y el cuello de besos pequeños.

—N-no podemos, Hyoga...—trata de resistirse Shun queriendo ahogar un gemido sin mucho éxito pues inevitablemente su miembro da un ligero tirón como respuesta al delicioso contacto de ese cuerpo marcado por músculos firmes y bien definidos, y los suaves toques de labios contra su piel que tanto ha echado de menos durante la última semana.

—Claro que podemos. Tu cuerpo está gritando cuánto deseas tenerme a tu lado, Shun—dice Hyoga insinuando suave y sensualmente su cadera contra la entrepierna de Shun y dándole después otro pequeño beso justo en la nuez del cuello —Mmmm..., me encanta esto. No sé cómo pude soportar una semana entera sin poder tocarte.

—Hyoga... Mi hermano... Ikki está durmiendo en la habitación contigua, y si él...

—Shun, por favor...—ruega el ruso apartándose un poco de él para poder mirarlo a los ojos—Ikki..., él siempre llega sin avisar y yo tengo que fingir que tú y yo somos solo amigos y que no me estoy muriendo por estar contigo, pero esta vez no puedes pedirme que siga interpretando esa farsa... ¡Te irás por tres semanas! ¿Cómo puedes esperar que logre resistirlo si no me dejas pasar esta noche a tu lado?

Entre los juegos de luz y sombras proyectados por la escasa luz de luna que se filtra a través del amplio ventanal que da al balcón, Shun puede ver la desesperación que llena los ojos azules de su amante y no puede evitar sentir una culpa enorme por haberle dicho a Ikki que estaría encantado de viajar con él el tiempo que fuera necesario. Aunque, en realidad sí está encantado y emocionado con la idea. En especial porque realmente quiere pasar mucho más tiempo con su querido hermano mayor pues, después de todo no ha tenido una oportunidad así desde que eran niños, y de verdad quiere aprovecharla. Sin embargo, aun con todo ello, la culpa termina haciendo mella en él.

Hyoga mira que se muerde el labio inferior con cierta congoja y siente que el corazón se le encoje completamente porque siempre que Shun hace eso en particular es que hay algo mal; y esa sensación se incrementa cuando, además, Shun deja caer la mirada en un gesto cargado de pena pura.

—Tal vez..., tal vez serán más de tres semanas, Hyoga.

—¿Qué has dicho? ¿m-más de tres?... Pero, ¡¿por qué?!

—Ikki dice que después de visitar Cinco Picos es probable que nos embarquemos a viajar hacia otros lugares. Creo..., creo que ya sospecha lo que hay entre tú y yo, y pretende mantenerme alejado de aquí con la intención de que se me pase lo que siento por ti—explica, moviéndose ligeramente entre los brazos de Hyoga marcando con ambas manos un par de comillas en el aire cuando dice la frase "se me pase".

—¡¿Qué?!... ¿É-Él te lo dijo?...

—No necesita hacerlo. Es mi hermano; me conoce mejor que a la palma de su mano, y yo lo conozco a él quizás mucho mejor de lo que se conoce él mismo. Por eso no me sorprendí cuando le propuso a Shiryu llevarnos a conocer su lugar de entrenamiento; porque sé qué es lo que pretende. Mira, Ikki se siente culpable, Hyoga. Él piensa que me he enamorado de ti como una forma de obtener consuelo por su ausencia. Y, como ya dije, tiene la esperanza de que alejándome de aquí yo me olvidaré de ti... y espera que tú te canses de estar aquí sin mí y te marches definitivamente a Siberia.

—Shun, yo no...

—Lo sé, amor, sé que tú no harías algo así. Y tampoco yo podría olvidarme de ti tan fácilmente. Ikki piensa que sí porque no imagina que nosotros realmente nos amamos y queremos estar juntos, Hyoga—explica Shun tratando de conciliar mientras pasa su pierna y brazo derecho sobre el cuerpo del rubio para calmarlo y, a la vez, sentirlo aún más cerca—. Aunque, en realidad, creo que ni siquiera tiene idea de hasta dónde hemos llegado en nuestra relación... O, más bien, parece que no quiere ni pensar en eso.

Hyoga deja escapar un pequeño suspiro.

—Si Ikki supiera cuánto tiempo hace que estamos juntos en secreto y hasta dónde hemos llegado le daría un infarto fulminante, pero antes de eso hallaría tiempo para matarme por haberte seducido—dice el rubio sin asomo de duda.

—Eso es... muy posible—reconoce Shun con un tono de preocupación en la voz mientras se frota levemente el ojo izquierdo.

Hyoga se queda callado mirando a Shun a los ojos mientras acaricia con reverencia la sutil curva de su cadera, cuya fina y elegante forma siempre le ha parecido fabulosamente sexy, y se pregunta qué es lo que pensaría Ikki si supiera realmente cómo se dieron las cosas entre ellos.

—Es cierto que yo te seduje—admite de pronto el ruso—, pero tú sabes cómo fue. No lo hice para embaucarte o convencerte para que tuvieramos sexo y nada más.

—Lo sé.

—Es verdad que siempre me gustaste mucho... Siempre me sorprendía a mí mismo mirándote y preguntándome qué tacto tendrían tus hermosos labios o cómo se sentiría rozar mi cuerpo desnudo contra el tuyo y si alguna vez tendría el placer inmenso de averiguarlo.

Shun lo mira con la sorpresa asomándose en sus ojos verdes.

—¿Todo eso pensabas cuando te sorprendía mirándome?

Hyoga asiente, sonriendo ligeramente.

—Entre muchas otras cosas.

—Nunca me habías hablado de eso...—dice Shun, sonriendo también mientras por su mente pasan, veloces, todas y cada una de las veces en que en el pasado sorprendió la discreta mirada de Hyoga sobre él.

—Tú me gustaste desde la primera vez que te vi—confiesa el rubio dejando que su mano viaje desde la cadera de Shun hasta su rostro, donde empieza a acariciar lentamente las mejillas y los labios—. Eramos muy pequeños, ¿recuerdas?... En ese entonces no sabía qué era eso cálido y sumamente agradable que siempre sentía en medio del pecho cuando me mirabas y yo te miraba sonreír. Lo supe años después, cuando volvimos a encontrarnos. Te vi sonreír de nuevo y mirarme con esos preciosos ojos verdes que, aunque se mostraban mucho más seguros, seguían brillando llenos de gentileza, como cuando eras un niño, y entendí que me había enamorado de ti cuando eramos pequeños.

—¿En ese momento fue?

—En ese momento fue.

—¡¿Y por qué esperaste tanto para decírmelo?!—exclama Shun incorporándose sobre él, totalmente sorprendido.

—Ikki.

—Por supuesto.

—Me pregunto... ¿qué pensaría realmente Ikki si supiera que, es cierto, yo te seduje, pero fuiste tú quien me poseyó primero, amor? Y mucho antes que yo a ti.

—¡Hyoga!—exclama Shun ruborizándose hasta la raíz del cabello y dándole un golpecito en el hombro izquierdo con el puño cerrado.

—¡Auch!—Hyoga apuña los ojos simulando que el golpe le ha dolido tremendamente.

Pero luego ríe y, atrayéndolo completamente, lo besa en los labios porque simplemente adora que Shun se sonroje de esa manera.

—Lo siento, pero no hay otra forma más delicada de decirlo, Primor—apunta el rubio, sonriendo cuando se aparta de su boca—Aunque tú sabes que en realidad no me importa; me gusta que tú seas el activo en nuestra relación... Me encanta cómo me lo haces—enfatiza Hyoga.

Shun siente sus mejillas arder ante esas palabras y se apresura a ocultar su rostro en el hueco del cuello de su amante y mejor amigo.

—¡Hyoga, deja de decir esas cosas, por favor!—susurra contra su piel, muerto de vergüenza.

—También me encanta que hagas eso y que seas tan candoroso—responde el Cisne, empapando las palabras de ese sentimiento intenso y febril que ha calentado hasta la ultima célula de su cuerpo al ver a Shun tan ruborizado—Eres increíblemente adorable cuando te pones así.

Sintiéndose completamente seducido por ese sentimiento, Hyoga atrae gentilmente su rostro con la mano izquierda para hacer que lo mire directamente a los ojos.

—Hazme el amor ahora, por favor, Shun—ruega de repente, perdiéndose en el verde esmeralda que brilla entre asombrado y cautivado—Quiero sentirte dentro de mí durante toda la noche, una y otra vez. Quiero sentirte como siempre; fuerte, intenso, sensual y dulce... Déjame guardar ese recuerdo de ti hasta que pueda volver a verte.

—H-Hyoga...

Shun apenas puede articular palabra pero sus hermosos ojos verdes titilan llenos de una exultante emoción mientras Hyoga lo hace incorporarse sobre él y lo acomoda gentilmente entre sus piernas, haciendo que quede de rodillas entre ellas. Ambos dejan escapar un siseante gemido de placer cuando en la maniobra, sus miembros, aún con la ropa de por medio, se rozan levemente uno contra el otro.

Luego, sin dejar de mirarlo a los ojos, Hyoga también se incorpora y comienza a sacarle la camisa del pijama haciendo que sus manos se deslicen suave pero ávidamente por sus hombros y sobre el torso liso.

—Dioses, me encantas, Shun... Tu cuerpo me vuelve loco. Es menudo, y terso como el pétalo de una flor—susurra Hyoga muy suavemente mientras lo acaricia con veneración. Luego, cuando al apretarlo ligeramente siente la dureza de sus músculos y sus contornos tan bien definidos, el tono de su voz cambia llenándose de deseo y añade:—Pero al mismo tiempo sus formas son firmes, fuertes, elegantes... Me gustas tanto... Eres hermoso y tremendamente sexy—musita con adoración.

Shun sonríe sintiéndose halagado. Y es que, aún dentro de los limites de su propia modestia, no puede evitar que le agrade demasiado saber que Hyoga gusta de él de esa manera tan intensa.

—Y tu sonrisa me mata—añade el rubio, totalmente encantado por él.

—Tú también eres hermoso y sexy—responde Shun sonriendo más ampliamente—. Y también me fascinas, amor. Muchísimo...

Entonces, queriendo hacerle sentir lo mucho que le gusta, Shun lo tumba de nuevo, lentamente, sobre los mullidos almohadones y tomando su rostro entre sus manos, lo besa despacio, muy, muy despacio, buscando que sus besos lo hagan sentirse deseado, adorado y, sobre todo, amado.

—Vol- volveré lo m-más pronto q-que pueda...—musita Shun con el aliento entrecortado, su pequeña nariz acariciando con afán la mejilla derecha del rubio al mismo tiempo que su cadera comienza a ondular rítmicamente sobre él—...Lo prometo, mi Cisne , porque... aaahhh... tampoco yo podría soportar estar durante tanto tiempo sin ti, sin tu piel, sin el azul de tus ojos, sin esto...

Los ojos celestes se abren a todo lo que dan y los dedos de Hyoga aprietan con fuerza la cintura de su amante queriendo volver a sentir en su miembro ese delicioso pulso de placer que le ha provocado esa pequeña pero certera estocada que la pelvis de Shun le ha dado.

—Aaaahhh, Shun... O-otra vez, por favor, has e-eso otra vez.

Shun sonríe y se apresura a complacerlo, arrancándole jadeos y gemidos que son toda una delicia para sus oídos y que lo excitan cada vez más.

Ondulan uno contra el otro procurando que sus miembros estén siempre en contacto mientras tratan de desnudarse mutuamente sin dejar de lado las caricias y los besos. Y en pocos minutos, toda la ropa de Shun cae hecha un girón de tela color verde manzana a un costado de la cama, y el pantalón gris y el boxer oscuro de Hyoga quedan colgando descuidadamente del cabecero de la misma.

—Yo e-estaré aquí cuando vuelvas...—promete a su vez el ruso en una de esas tantas veces en las que Shun libera sus labios. Entonces, Hyoga levanta las piernas y apoya las rodillas sobre los hombros de su amante para instarlo a darle lo que lleva ansiando desde hace más de una semana—Ikki e-está loco si piensa que me cansaré de esperarte... Nunca m-me cansaría. Esperaré, ca-da día y cada noche, soñando contigo... D-deseando volver a sentirte como ahora.

—Hyoga...—susurra Shun mirándolo totalmente conmovido, el verde de sus ojos brillando más que nunca mientras con su dedo pulgar le roza suavemente los labios hinchados y rojos—. Te amo tanto...

—Y yo te amo a ti, Shun. Como a nadie. Por siempre.

Después de eso todo entre ellos se vuelve besos interminables y caricias dulces que se tornan apasionadas cuando ellos sienten no tener suficiente. Jadeos, manos que aprietan y dedos que hurgan suavemente en zonas intimas. Calor, sudor, gemidos desesperados y temblores súbitos de placer ahí donde se tocan y en todo el cuerpo.

Entre tanto, afuera de la habitación, el tiempo se diluye y el negro azulado de la noche va pereciendo lentamente, como una exhalación agonizante.

Y cuando Shun se clava en Hyoga y la tan ansiada unión se realiza, entre susurros de amor y movimientos de caderas enloquecedoramente lentos que terminan volviéndose rápidos y hasta frenéticos atentando contra la cordura de Hyoga (porque él simplemente adora que Shun empiece lento y suave y luego todo se transforme en pasión pura), Shun cubre la boca de Hyoga con su mano izquierda para amortiguar los jadeos vehementes y los intensos gemidos de placer del rubio, y contiene también los suyos mordiéndose los labios con fuerza para evitar que alguien, en especial Ikki, pueda escucharlos y descubrirlos.

Así continúan hasta que el éxtasis más puro y sublime llega para los dos, pero antes de que ese arrasador y alucinante orgasmo comience a esfumarse ellos ya están besándose y acariciándose otra vez, queriendo comenzar todo de nuevo porque para sus jóvenes cuerpos de veintipocos años no es suficiente con hacerse el amor solo una vez.

Al final, cuando la noche ha pasado y la sonrosada luz del alba está a nada de despuntar, ambos se dejan caer sobre el colchón completamente rendidos y agotados.

Hyoga, sintiéndose exhausto y satisfecho, apenas tiene fuerzas para dejar un último beso en los labios de Shun antes de quedarse profundamente dormido. Shun, por su parte, aunque también está agotado, no duerme. Al amparo de la tenue luz del amanecer, prefiere pasar el tiempo mirando fijamente el rostro de su amante. En silencio mira su expresión colmada de satisfacción, mira también sus largas y espesas pestañas, sus labios rojos e hinchados de tanto besar, sus rebeldes cabellos dorados que se adhieren a sus mejillas y su frente gracias al sudor. En silencio se queda sintiendo su respiración pausada y el rítmico latido de su corazón, y sonríe feliz cuando el latido de su propio corazón termina sincronizándose con el de Hyoga.

—Tampoco yo lo sabía, amor, pero también me enamoré de ti cuando aún eramos niños—susurra mientras le aparta muy suavemente un mechón rubio de sobre la frente al mismo tiempo que sus ojos, llenos de un hermoso y chispeante verde esmeralda, no dejan de contemplar con amor cada detalle de ese bello rostro.


Cuando finalmente llega la hora de partir, Shun, ya preparado para salir, se inclina sobre la cama y lo besa en los labios muy, muy suavemente para no despertarlo, y susurra:

—Volveré pronto, mi Cisne, lo prometo.

Así pues, Shun salió de la mansión Kido en compañía de Ikki y Shiryu, visiblemente emocionado por el viaje. Y Hyoga se quedó dormido en la cama de Shun, soñando aún con sus besos y con todo lo vivido la noche anterior. Ambos deseando volver a verse lo más pronto posible; sin imaginar, ni siquiera por un momento, el inesperado e impresionante suceso que estaba por ocurrir y que cambiaría sus vidas para siempre.


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