El tiempo continuaba escapándose entre sus dedos, y antes de que se diera cuenta su hija llegó a la preparatoria en un abrir y cerrar de ojos.

Kazuto y Asuna estaban en preparatoria cuando se conocieron por primera vez en el mundo real. Habían sido ya bastantes años pero los recuerdos permanecían vívidos en su memoria, no había forma de que pudiera olvidar el inicio de su nueva vida con Asuna.

"Asegúrate de no olvidar nada. ¿Ya tienes todo en tu mochila?" Asuna le recordó a su hija mientras le entregó su almuerzo preparado.

Vestida en un uniforme café completamente diferente al que Asuna usó Aiko asintió mientras aseguraba los contenidos de su mochila una vez más y arreglaba su corbata roja.

"No se me olvida nada mamá." La chica suspiró cansada tras asegurarle por tercera vez que estaba lista.

"Entonces vete yendo o se te hará tarde."

Asuna salió de la cocina dirigiéndose a las escaleras y gritó: "¡Kazuto! ¡Aiko ya se va a la escuela! Al menos ven a despedirte de ella."

"Ya voy…" Respondió una voz adormilada.

Con un bostezo cansado Kazuto descendió lentamente las escaleras ya vestido para irse a trabajar. Desde joven dormía bastante y ya incluso como adulto aún no se le quitaba la costumbre, aunque a veces a Asuna le parecía adorable –sobre todo porque podía verlo dormir- también podía resultar molesto.

"¡Mamá, papá ya me voy los veo luego!"

Apenas Kazuto llegó al pie de las escaleras pudo ver como Aiko abrió la puerta de la entrada y volteó para verlo una última vez con una sonrisa.

Kazuto perdió por completo el sueño al ver la figura de su hija frente a él tornarse de repente a la de una joven Asuna. Permaneció congelado incluso después de que Aiko cerró la puerta detrás de ella, dejándolo a él y Asuna solos.

¿Tanto se parecían? Siempre supo que Aiko crecería a ser hermosa como su madre, pero ¿tan pronto?

Sonrió melancólicamente, percatándose de que a esa misma edad que tenía su hija Asuna apenas había escapado de SAO junto con él. Sin duda alguna la idea de su hija atrapada en ese juego infernal era aterradora, por lo que Kazuto solo se motivaba más en asegurarse que Aiko viviera el resto de su vida feliz.

"¿Estás bien? Llevas un buen rato embobado viendo la puerta." Asuna le preguntó curiosamente.

"Estoy de maravilla." Asintió con una sonrisa.

Asuna frunció el ceño confundida. "¿En qué pensabas?"

Kazuto miró a Asuna cariñosamente y sujetó sus mejillas, mirando esos brillantes ojos avellana que compartía con su hija.

"Aiko es idéntica a ti."

"L-Lo dices como si apenas te dieras cuenta." Asuna respondió abochornada, el toque cálido de las manos de su esposo siendo suficiente para hacer que se sonrojara.

Kazuto rio y plantó un beso en los labios de Asuna.

"Siempre lo olvido."

Asuna tocó ligeramente sus labios sorprendida y miró como Kazuto la dejó para ir a desayunar.

Ella juraba que ese hombre veía a su hija como una verdadera princesa, no que fuera raro, pero le asombraba ver ese lado paterno en Kazuto que jamás había imaginado. Cuidaba de Aiko como un verdadero tesoro, y sabía que ese sentimiento creció en él desde que la sostuvo por primera vez en sus brazos cuando nació. Fue testigo de cómo el amor hacia su hija cambió por completo a Kazuto, y nunca dejaba de sorprenderle.

Con una sonrisa pícara Asuna fue tras su esposo y se aferró a su brazo.

"A veces eres todo un despistado Kazuto." Le dijo Asuna traviesamente.

"Qué bueno que me casé contigo entonces."

Kazuto le sacó la lengua y ambos rieron plácidamente antes de compartir un beso más.


Aiko no esperaba mucho del primer día de clases. Seguramente no harían nada de trabajo y tomarían todo el día presentándose los alumnos y profesores para lograr conocerse mejor. Y ese hecho no le molestaba en lo absoluto, ya que tendría tiempo de conocer a sus compañeros y ver si compartiría el salón con gente que ya conocía.

El edificio era grande, pero por suerte el fin de semana pasado lo había visitado para conocerlo y no perderse, por lo que fue directo a dónde sabía estaba el gimnasio para la ceremonia de bienvenida.

Apena cruzó las puertas de la entrada y alguien la sujetó del brazo con fuerza.

"¡Aiko al fin llegas! Qué alivio."

"¿Kaoru? ¿Qué tienes?" Aiko miró al chico pelirrojo frente a ella confundida.

El chico rio nerviosamente. "Esperaba pudieras llevarme al gimnasio contigo… ¡no tengo idea de dónde está!" Admitió Kaoru avergonzado.

"¿No me habías dicho que viniste con tía Rika a conocer la escuela?"

"No estaba poniendo mucha atención…"

Aiko suspiró frustrada. Pensaría que después de tantos años de conocer a su amigo estaría acostumbrada a su personalidad distraída.

"Muy bien pero fíjate bien porque no te llevaré de nuevo."

"¡Por supuesto!"

Se supone que los hijos heredaban parte de su personalidad de sus padres, y por lo que Asuna y Kazuto le habían dicho Kaoru era igualito a su padre en ese aspecto. Aiko no pasaba mucho tiempo con los amigos de sus padres como para conocerlos, pero no recordaba ver alguna sola vez ese aspecto distraído y despreocupado en Ryoutarou. Fuera esa la causa de la forma de ser de su amigo o no, Aiko estaba segura que si pudiera no cambiaría ese aspecto de Kaoru. Después de todo no se lo podía imaginar de otra forma.

La ceremonia no duró tanto tiempo pero algo había en la voz del director que le dio tremendo sueño a Aiko, tan malo llegó a ser que Kaoru tuvo que despertarla un par de veces. El discurso terminó con una última bienvenida y al fin los alumnos fueron enviados a su salón de clases.

Tomaría un par de días para poder hacer nuevos amigos, pero afortunadamente para Aiko Kaoru resultó estar en el mismo salón que ella. Tomaron asiento uno al lado del otro en unos bancos de atrás que marcarían como suyos por el resto del semestre, y pasaron lo que quedaba del día conociendo a su grupo.

Llegó el descanso y los dos decidieron permanecer en el salón tras iniciar una inofensiva pero intensa conversación que no querían interrumpir.

"Yo sigo creyendo que tener el cabello tan largo es ineficiente y molesto. ¡Has de tardar demasiado lavándolo y peinándolo!"

"¡A mí me gusta cómo se ve! Creo que no recuerdas pero he tenido el cabello corto antes y no me gusta tanto." Aiko replicó con un puchero mientras sujetó su cabello protectoramente.

"¿Que no te da calor? Podrías hacerte un chongo o trenza para recogértelo."

"Mi cabello es delgado y no me acaloro para nada. Además me gusta tenerlo como mi mamá."

"¿Te quieres ver aún más cómo ella? ¿Por qué?" Kaoru preguntó frustrado.

Aiko evadió la mirada del pelirrojo tímidamente.

"Mamá es muy bonita, mi papá se lo vive diciendo. Yo también quiero verme igual de bonita que ella." Refunfuñó molesta.

Un leve color rosa casi imperceptible cubrió las mejillas de Kaoru. Suspiró cansado y tomó un mechón largo de cabello que cubría el rostro de Aiko y lo llevó atrás de su oído.

"Tú ya eres bonita. Seguro no lo vez por todo ese cabello que se te cae a la cara."

Sin darse cuenta de la evidente expresión abochornada del chico Aiko sonrió aliviada, inconscientemente reacomodando otro mechón suelto atrás de su oído.

"Gracias."


Parada frente a su espejo Aiko sujetó su cabello como si fuera a atarlo en un chongo, inspeccionando su reflejo. Miró su perfil un par de veces notando como su cabello se balanceaba a los lados con sus movimientos. Ya había probado dejárselo corto una vez, pero hasta la fecha no había intentado recogerlo. Quizás no se vería tan mal.

"¡Aiko ven a cenar!" Llamó la voz distante de Asuna.

Dejó caer su cabellera negra detrás de sus hombros y corrió hacia las escaleras apresurada. Después de todo Kazuto no era el único que amaba las habilidades culinarias de Asuna.

Tomó asiento junto a su padre que seguramente ya llevaba tiempo esperando pacientemente, y sus ojos avellana deslumbraron emocionados al ver el plato de arroz con curry que Asuna postró frente a ella.

Los tres agradecieron brevemente por la comida y empezaron a cenar mientras charlaban casualmente.

Completamente hambrienta Aiko no perdía tiempo en hablar con tal de seguir degustándose de su cena y simplemente permaneció escuchando la conversación de sus padres. Ambos hablaban de cosas insignificantes, pero era evidente que solo se preocupaban más en compartir su día que en el tema de conversación en sí.

Asuna narraba de la inusual oferta de verduras con la que se encontró esa mañana, y aunque seguramente Kazuto lo olvidaría por completo en unas horas la escuchaba atentamente con una mirada tierna y una sonrisa risueña.

No se vieron por unas 10 horas, pero se sonreían el uno al otro como si era la primera vez que se veían en meses. Aiko solo podía pensar que era porque en verdad estaban enamorados.

"Oye papá." Interrumpió Aiko, recordando entonces el comentario de Kaoru que la dejó curiosa. "¿Tú crees que me parezco a mi mamá?"

Kazuto y Asuna se miraron el uno al otro curiosos y rieron.

"No lo creo, estoy seguro." Exclamó con una sonrisa confiada. "Si fueras pelirroja podrías pasar como hermana de Asuna."

"Aunque también te pareces a tu papá sacaste más de mí que de él." Asuna agregó.

"Y me alegra. Eres tan bonita como Asuna."

"¿En serio?" La chica preguntó esperanzada.

"¡Claro que sí! No tienes idea de lo mucho que sufre tu papá con la idea de que haya chicos tras de ti." Asuna sonrió pícara ante la inmediata reacción asustada de Kazuto.

El pelinegro se cruzó de brazos, portando una mueca preocupada que solo un padre sobre protector podría mostrar.

"Si lo sufrí contigo por supuesto que también lo haré con Aiko… Sabes tanto como yo que a esa edad los adolescentes tienen malas intenciones. A pesar de que en ese entonces estabas conmigo había sujetos que iban por tí de todos modos. ¿Cómo esperas que no me preocupe? No cualquiera puede ser novio de mi hija."

"A esa edad tú tampoco eras un santo que digamos."

"Eso fue completamente diferente Asuna, yo si fui serio. ¿Además que no fuiste tú la que esa noche pensó que yo quería-"

"¡K-Kazuto!" Asuna lo interrumpió avergonzada. "¡No digas esas cosas en frente de Aiko! ¡No es mi culpa que no fueras lo suficientemente claro!"

"¿Yo cómo iba a saber que lo malinterpretarías?" Kazuto rio al ver el rostro de su esposa completamente sonrojado al recordar esa noche que compartieron hace años atrás.

"¡Pudiste haber sido menos ambiguo al respecto!"

Una pequeña risa escapó los labios de Aiko mientras miró como sus padres discutían amistosamente. No tenía el corazón para decirles que hace mucho tiempo Rika le había contado esa historia, pero sentía que si lo confesaba Asuna se avergonzaría a más no poder y le darían una charla de adultos que en verdad no deseaba tener.

Sin embargo aunque Kazuto calmó sus dudas internas y confirmó lo que Kaoru le dijo en la escuela, Aiko ahora se preguntaba cómo es que hasta ese momento nunca había considerado tener novio. No le disgustaba la idea, pero hasta la fecha no se había enamorado nunca. Quizás la preparatoria era buen momento para darle oportunidad al romance.


A Kaoru jamás se le había ocurrido preguntar a sus padres como se enamoraron, pero a juzgar por cómo se llevaban debió ser algo gradual. No se podía imaginar a su padre confesando su amor por su madre, o pidiéndole que tuviera una cita con él.

Desde la sala Kaoru continuó cambiando los canales en el televisor distraído, ni siquiera molestándose en prestar atención a lo que veía. Su mente ya estaba lo suficientemente revuelta como para pensar en otras cosas.

Escuchó como Ryoutarou alegaba con Rika de lo agotador que estuvo su día, mientras Rika por su cuenta le reprochaba que estar a la mitad de su embarazo tampoco era sencillo. No era una pelea en sí, era más como un debate en el que ambos querían salir ganadores. Siempre se llevaban de ese modo, pero Kaoru no comprendía exactamente dónde estaba el amor ahí.

Las muchas veces que visitó la casa de Aiko recordaba que en cada ocasión Kazuto y Asuna se estarían hablando con cariño, mostrando pequeños gestos de afecto hacia el otro. Ya fuera el roce de sus manos, los repentinos besos en la mejilla o con el simple cruzar de sus miradas podía ver el amor entre los dos. Era completamente opuesto a como se llevaban sus padres, pero de todas formas eran felices. La comparación entre ambas parejas le daba la impresión de que el amor era diferente para cada quién, ¿pero cómo era para él?

"Mamá." Kaoru se volteó por completo desde dónde estaba en el sillón para mirar a sus padres. "¿Cómo se hicieron novios papá y tú?"

Ryoutarou y Rika se sobresaltaron levemente, una mirada apenada y nerviosa evidente en los dos.

"¿P-Por qué preguntas Kaoru?" Rika miró nerviosamente a su hijo, rogando poder evadir dar una respuesta.

"Apenas me doy cuenta que nunca me han contado la historia, y tengo algo de curiosidad."

"¡N-No es nada extraordinario!" Rika dijo inquieta, moviendo su mano en ademán de que no tenía importancia. "Es la típica historia aburrida de adolescentes enamorados."

Sabía que obtendría una respuesta vaga como esa. Kaoru suspiró resignado, aceptando esa respuesta por el momento. "Ya veo."

"¡Oh!" Ryoutarou exclamó en epifanía.

Rika miró confundida como su esposo sonrió entusiasmado.

"¿Es por una chica verdad?"

Kaoru tragó saliva nervioso. ¿Desde cuándo podía su padre leerlo tan fácilmente?

"E-Eso creo, pero no estoy seguro." Respondió tímidamente, haciendo lo mejor por mantener su compostura.

"Ah, conque era eso…" Rika sonrió aliviada. "Ya me estaba preguntando cuando llegaría este momento."

"¿Es linda? ¿La conocemos?"

"Si, es linda, y también la conocen." Rascó su nariz abochornado, asintiendo con una sonrisa apenada.

"¡Pues dinos ya quién es!"

"Es Aiko."

En un solo instante los rostros de Ryoutarou y Rika perdieron todo su color, se quedaron congelados como si hubieran visto a la misma muerte y las sonrisas que tenían hace segundos se desvanecieron.

Consternado por la expresión de sus padres Kaoru entró en pánico. "¿Qué? ¿Qué ocurre?"

"Oh no…" Rika susurró temerosa.

"¿Sabes algo Kaoru? Hay muchas chicas allá afuera, no tienes porqué apresurarte." Ryoutarou dijo con una sonrisa consoladora.

"¿Pero de qué hablas papá? A mí me gusta Aiko. ¿Qué tiene de malo? ¡Ella es muy agradable y buena persona!"

Rika postró su mano sobre el hombro de Kaoru y lo miró a los ojos con una fría sinceridad. "Hijo, Aiko no es el problema. Es Kazuto."


Notas

Y aquí dejamos la primera parte de dos xD

La idea del hijo de Ryoutarou y Rika con la hija de Kazuto y Asuna me parece muy lindo por alguna razón xD Pero pues no creo que a Kazuto le haga mucha gracia hahaha

Por cierto utilicé la historia de Yui Kirigaya 'Uneven Heart' como referencia de cómo Rika y Ryoutarou se hicieron pareja ;P

Espero lo hayan disfrutado y nos vemos en el segundo capítulo!