Destrucción
Resumen: Zed debía pagar por todas las atrocidades que hizo, la balanza debía estar en orden. Y Shen debía ser quien las pusiera en orden. Pero matarlo no sería suficiente como para que este en equilibrio, debía destruir a Zed por completo, quebrar su voluntad hasta un punto impensable.
Advertencia de violación y tortura.
Parejas: Shen x Zed y Zed x Kayn
Yaoi
Nota: ¡Hola! Bueno este es un fic sumamente fuerte. Me inspire en algunas cosas en el libro "Nunca más", sumamente fuerte. Espero que les guste.
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El plan había sido exitoso. Fueron días de planificación, días y noches enteras para que no hubiera ni un defecto. Fue difícil, no iba a negarlo, Zed era alguien fuerte e inteligente, una persona formidable en muchos sentidos. Él lo sabía perfectamente, años a su lado le habían enseñado mucho sobre Zed, y tristemente de lo que era capaz.
La última vez que había hablado con él fue en la invasión de Noxus a Jonia. Tuvieron que hacer una tregua momentánea para proteger su continente. No iba negar que su ayuda sirvió para proteger Jonia, todos y cada uno de ellos se tuvieron que aliar para detener al enemigo. Pero sabían que eso había destruido a Jonia, no solo por las bajas sino también por la moral. Sus pensamientos pacifistas se habían destruido, el poder y los ideales se habían hecho añicos tras los ataques.
Los habitantes ya no querían paz, querían preparase para la guerra, para defender a su continente. Jonia ya no estaba en paz y por cómo iban las cosas no parecía volver a estarlo. La violencia había desatado sus calles, ya no veían la paz como una salida a sus conflictos, más bien la salida a estos. Fueron destruidos por dentro.
Jonia siempre fue el continente un continente grande, mágico y lleno de recursos, era natural que sufriera invasiones, por lo que los jonianos supieron esta no iba a ser la última.
Todos los líderes más importantes hicieron alianzas para enfrentar a Noxus, Irelia fue quien dirigió las batallas más importantes, era la líder de la rebelión. Fue ayudada por los wuju, la orden de las sombras, Karma y el ojo del crepúsculo. Todos dejaron de lados sus diferentes ideales y muchos rompiendo sus tradiciones pacifistas para defenderse. Las masacres hechas por Noxus habían sido de magnitudes impresionantes, sabían que tras esta ninguno iba a volver a ser el mismo.
Fue en esas batallas que estas grandes figuras tomaron más poder, Zed encontró a su mejor aprendiz Kayn. Karma e Irelia se volvieron las mayores representantes del país, y la disuelta orden Kinkou fue vista otra vez.
Sin bien en ese momento tuvo que hacer una alianza con Zed él sabía que la orden de las sombras era una plaga que debía desaparecer. Cada día se hacían más fuertes y tenían más seguidores, rompiendo así el equilibrio.
Las conspiraciones de Zed no tenían justificativo, y su gran ayuda y participación en la guerra contra Noxus dejo claro que la única salida era la violencia y el poder, poder que la orden de las sombras les podía dar.
Para restablecer la paz debía eliminar a Zed y su orden, pero debía llegar aún más lejos, debía pagar por cada una de sus atrocidades. Y el como el ojo del Crepúsculo debía ser quien lo ejecute.
Akali le había dicho muchas veces que no era la forma, eliminarlo era la salida más rápida y sensata. Pero no restablecería la verdadera paz.
En un principio creyó que si destruía a todos sus discípulos destruiría a Zed. A muchos los tuvo desde jóvenes por lo que pudo notar que los protegía, era el maestro y como tal debía cuidar de sus discípulos. Destruirlos frente a sus ojos podría darle una lección. Pero no era el modo correcto, muchos estaban allí para saber cómo defenderse y proteger a su continente en caso de otra invasión, no tenían la culpa de los actos cometidos por Zed.
Él debía pagar en carne propia.
Fue por ello que ideo un plan que llevo meses. Pero lo logro, ahora mismo frente a sus ojos, estaba el temido asesino, desarmado y apresado, sin poder hacer nada para librarse. Shen estaba serio, más bien por dentro sentía un poco de felicidad. Pero no debía dejarse llevar, sin embargo, en parte se reprochaba a su mismo por lo que estaba a punto de hacer, quería creer que era justicia, pero le molestaba pensar que quizá había un poco de venganza en sus actos.
Zed lo había destruido, a él y sus ideales, y quizá la guerra con Noxus también, no era el único joniano que había caído en esos pensamientos.
Se acercó a Zed y le quito la máscara, mirando así el rostro de quien en tantos años fue su mejor amigo, casi su hermano. Estaba serio, no mostraba ni miedo ni dudas en sus ojos, era tan frio que juro sus ojos irradiaban hielo.
Sus ojos rojos siempre le gustaron, sin embargo, ahora parecían sangre, la sangre de inocentes que corría por sus manos. Estaba lleno de cicatrices, algunas más de las que vio la última vez que no tenía mascara. Y debía admitir que sus cabellos blancos sentaban bien con esos ojos.
- ¿Qué es lo que quieres? – Dijo Zed sin inmutarse
- Destruirte – Fueron las simples palabras de Shen.
- ¿Vas a matarme? – Shen negó con la cabeza, viendo como esos ojos se posaban en él, con ese rostro de completa tranquilidad, realmente quería destruirlo
- No aún. Primero te hare pagar por todo lo que hiciste, solo así restableceré el equilibrio. Llámalo karma en mis propias manos. – Zed sonrió
- Yo lo llamaría venganza. –
- Quizá, pero ahora no puedes hacer nada. – Shen tenía razón, apenas fue capturado, luego de una interminable lucha contra Shen y muchos de los seguidores le habían inyectado una extraña sustancia, que no le permitía moverse.
- ¿Qué planeas hacer? –
- Por ahora solo te enseñare una pequeña parte de lo que seré capaz. –
Se acercó a Zed, mirándolo fijamente tras su máscara, de su bolsillo saco un pequeño cuchillo. Zed no tenía miedo, él era fuerte, una cosa como aquella no lo intimidaría. Shen comenzó de manera lenta a cortar la ropa de Zed, en el proceso cortando un poco su pecho. Si hubiera podía ahora mismo tendría una navaja en el cuello de Shen, sin embargo, no podía mover ni un musculo, y paradójicamente sentía perfectamente el dolor.
Corto toda la ropa superior de Zed y cada pedazo lo quito, para dejar expuesto su cuerpo. Levantó uno de los brazos de Zed, quien solo lo miraba expectante, luego sin siquiera dudarlo clavo el cuchillo con intensidad en su axila, provocando un gran dolor sobre él, las axilas no eran un lugar que se pueda entrenar.
- Veo que te duele –
- No me importa. –
Shen volvió a insertar el cuchillo en su axila, esta vez más lento, y girándolo provocando así más dolor. Soltó su brazo y esta vez bajo su rostro, justo a sus pies. Removió sus zapatos de manera rápida, dejando de lado por un momento el cuchillo. Volvió tomar el cuchillo y lo insertó de manera lenta en la planta de sus pies. Zed hizo un esfuerzo sobrehumano para no demostrar dolor, pero en cuanto Shen comenzó a hacer círculos no pudo evitar hacer una mueca de dolor. Corto un poco la planta de los pies de manera horizontal y dejo nuevamente el cuchillo de lado. Hábilmente con sus manos tomo la carne de Zed y arrancó pedazos, despellejándolo. Zed esta vez no pudo evitar soltar un quejido de dolor. Pero eso no era nada, él podría soportarlo.
Shen se tomó todo el tiempo del mundo para cortar lentamente el cuerpo de Zed, sacando algunos pedazos de su cuerpo, nada lo suficientemente grave como para matarlo.
Su cuerpo estaba lleno de innumerables cortes y pedazos de carne sueltos. Respiraba con dificultad, pero su mirada seria no había cambiado. Shen supo que necesitaría más que eso para doblegar su fuerza de voluntad, él debía destruir a Zed por dentro y por fuera.
- Veo que te resistes – Shen pensó un momento y tomándolo por el cuello lo volteó, tomando su cuchillo nuevamente volvió a desgarrar lentamente la ropa de la parte inferior de Zed, procurando hacerlo fuerte para de paso cortar un poco su piel. En la zona de los testículos el cuchillo corto un poco haciendo que Zed gritara de dolor.
Removió los trozos de tela y dejo expuesto a Zed, esta vez sin ropa. Levantó un poco las caderas de este y abrió lentamente sus nalgas.
- ¿Qué pretendes hacer? – Esta vez el tono de voz de Zed cambio, si estaba nervioso y eso le agrado a Shen.
Tomo su cuchillo y lentamente lo presionó contra la entrada de Zed, abriéndose paso dentro de su interior. Zed hacia un sobresfuerzo por liberarse, pero era inútil su cuerpo no reaccionaba, no podía siquiera invocar una sombra, estaba a su merced.
El cuchillo comenzó a entrar en el ano de Zed, estaba siendo violado por el aparato. Soltó nuevamente un grito de dolor, no podía hacer nada para librarse. Giro una y otra vez el cuchillo dentro de su ano, procurando hacerlo lento y doloroso. Ya estaba completamente dentro.
Comenzó a moverlo, penetrando una y otra vez el cuerpo de Zed. Era un dolor terrible, casi indescriptible. Su cuerpo era profanado y violado por el aparato de metal, todo ante la divertida mirada de Shen. La sangre brotaba sin detenerse y ya sin poder evitarlo soltaba algún que otro grito de dolor.
Zed era fuerte, Zed no se dejaría dominar así.
Cuando Shen se casó saco el aparato del interior de Zed, mirando como este respiraba agitado, sudando y sangrando. Todo su pálido cuerpo estaba bañado de ese hermoso color carmesí. El rojo le sentaba bien.
Limpio un poco el interior de Zed, saco de su bolsillo un extraño líquido y lo pudo dentro. Luego con el mismo liquido lo puso en cada una de sus heridas.
- Esto te curara, no morirás así. – Shen se levantó y limpio el cuchillo con un pañuelo, luego lo guardo en su bolsillo – De ahora en más yo seré tu Dios Zed. - Al ver la mirada tranquila de Shen supo que este solo sería el inicio.
Las heridas de Zed sanaron más rápido de lo que él creyó, lo cual le permitió cortar una y otra vez su cuerpo, arrancarle pedazos de este y escuchar sus pequeños gritos de agonía. Sin embargo, Zed seguía resistiéndose, no se dejaba dominar.
- Tienes hambre ¿Verdad? – Zed no había comido en días, por eso era inevitable que su cuerpo le pidiera algo de alimento. Shen llevaba en las manos un pedazo de pan, se inclinó para ver más de cerca su rostro bañado de sangre y hematomas productos de la reciente golpiza. – Si me suplicas te alimentare – El cuerpo de Zed seguía sin responder, le inyectaba en sus brazos, piernas y varias partes del cuerpo ese líquido extraño que le impedía mover su cuerpo. En su rostro no le ponía nada, así podía ver sus expresiones. Como la de ahora, furia. – Suplícale a tu Dios. – Pero solo recibió un fuerte escupitajo de Zed en su rostro.
- No me importa una mierda. – Shen furioso estrello un puño contra el rostro de Zed. Limpió su rostro. Llevaba días y no lograba quebrar su voluntad.
Tomo a Zed del cuello y comenzó a apretarlo con fuerza contra el pecho. Éste no podía moverse, sentía como sus intentos inútiles por defenderse o siquiera respirar le fallaban nuevamente. Shen lo soltó cuando creyó que era suficiente.
Sin decirle nada volteó el cuerpo de Zed, dejándolo de espaldas. Su ano seguía sangrando un poco por la reciente penetración con el cuchillo, su pálida piel manchada con sangre era hermoso. Abrió sus pantalones y por el rabillo del ojo Zed contemplo con horror como comenzaba a masturbarse un poco.
- ¿Qué harás ahora sucio? – Preguntó algo inquieto
Pero Shen no respondió, solo trato de concentrarse en su masturbación y cuando su pene estaba lo suficientemente erecto se acomodó entre las piernas de Zed. Iba a penetrarlo cuando decidió que sería mejor darle la vuelta, así podía ver su rostro lleno de humillación.
Zed lo miraba con cierto horror, una cosa era que un aparato inerte lo penetrara, pero ver a Shen era algo asqueroso, era la mayor humillación que podría tener. Éste se volvió a acomodar entre sus piernas y lo penetro de manera salvaje, la sangre que se escurría le permitió entrar más rápido. Con sus manos acaricio el cuerpo de Zed, llenándolas de sangre, apretaba sus pezones y sin detenerse lo penetraba de manera brutal, una y otra vez. No creyó se sintiera bien hacer algo así, por lo que no quiso detenerse.
Ver los ojos de Zed llenos de desesperación se sintió aún más excitado, y en parte mal, por lo que estaba haciendo. ¿Era necesario llegar tan lejos? Pero todavía no había quebrado su voluntad.
Zed se sentía humillado, destruido y usado. A sus ojos él ahora no era más que una simple ramera. Estaba tocando y usando su cuerpo como quisiera.
Shen llevo sus labios al cuello de Zed, el cual mordió con fuerza. Éste no quería demostrar dolor, pero sus ojos llenos de desesperación lo traicionaban.
Siguió entrando y saliendo hasta que por fin terminó, soltando un gemido de éxtasis. Salió del interior de Zed y vio cómo su semen y la sangre se mezclaban para salir lentamente.
Zed estaba al borde del llanto, pero no lo haría, no le daría el gusto de seguí humillándolo. Esta vez sí había sentido algo, era algo peor que el dolor físico, era un dolor emocional. Porque a pesar de que había sufrido, por muchos años en su infancia deseo besar a Shen, ya hora había sido violado y humillado frente a la persona que hace muchos años creyó amar.
Lo dejo tirado en el suelo bañado en sangre, coloco un poco del líquido en sus heridas y se marchó. Zed destruido trato de ser fuerte, no lo vencería no así.
Las torturas y violaciones siguieron. Shen comenzó a ponerse un cascabel en cada mano, así cuando Zed lo escuchara sabía que le esperaba. A veces incluso solo pasaba al lado y lo miraba, viendo cómo se tensaba y comenzaba a respirar con agitación.
Zed sentía que cada vez que dormía revivía una y otra vez las torturas, a veces incluso quedaba inconsciente. Poco a poco su voluntad y todo se iba derrumbando. Soñaba una y otra vez con el maldito sonido de los cascabeles, como estos resonaban por todas partes, como sus pasos lentos y tranquilos le helaban la piel, haciendo que varias veces despierte gritando.
Estaba recibiendo su merecido, por todo lo que había hecho. Se llegó a lamentar, pero inconscientemente desarrollo aún más odio.
- Por favor – Suplicó. Su orgullo se había destruido
- Por favor ¿Qué? – preguntó Shen, ocultando su sonrisa tras la máscara.
- Por favor mi Dios, aliménteme –
No podía hacer nada, no sabía cuantos días llevaba atrapado en ese lugar, había perdido la noción del tiempo.
Shen además de la tortura física la hacía psicológica, lo obligaba a llamarlo Dios, lo obligaba a escuchar una y otra vez los cascabeles, que hacían que casi pierda la cordura. No veía a nadie, no escuchaba ni una voz que no fuera la de Shen. Quien le repetía una y otra vez que no había escapatoria, que nadie lo buscaba y nadie lo quería, estaba solo y siempre lo estaría, mirando a su Dios.
Era verdad, ¿Quién buscaría a un tirano?
Se lamentó cada maldita noche, llego a llorar varias veces. Ahora él no tenía vida, era un simple juguete. Lloraba y suplicaba, no había orgullo, no había voluntad, se había quebrado como Jonia se quebró con Noxus.
Pensó a veces que sería de su orden, quien cuidaría de sus acólitos. Quizá Kayn había tomado el control, era el único lo suficientemente fuerte que podría seguir con su orden. En parte le alegraba un poco pensar en ello, su legado seguiría, su figura no desaparecería, viviría en la mente de sus discípulos.
Ya no tenía esperanza, se había resignado a que su vida sería ese eterno tormento.
Pero fue entonces cuando su puerta fue abierta de un solo golpe, dejando que la luz entrara con intensidad ¿Hace cuánto no había visto la luz del sol? Shen siempre venia de noche, eso le hacía perder la noción del tiempo, otra tortura, sentir que era una eternidad.
Lentamente diviso una figura que se acercaba a él a toda prisa. No escuchó los cascabeles, sin embargo, sintió algo de temor. La figura lentamente se puso frente a él, por fin dejando ver su rostro.
- Kayn…- Susurró, viendo por fin la cara de su alumno más leal, a quien llego a criar como su propio hijo. Éste le sonrió, tocando su rostro con la yema de los dedos. Veía el rostro de su maestro demacrado, su cuerpo estaba sumamente delgado y sus ojos muertos. Limpio un poco la sangre que escurría de su mejilla y le dirigió una sonrisa, una que tranquilizo un poco el corazón de Zed.
- Lamento la demora, maestro. Hemos llegado por usted – Por supuesto, sus discípulos venían a rescatarlo. Sonrió un poco, mirando ese rostro familiar, un rostro amigable, el rostro de alguien que amaba. Era la persona más cercana a él. – Lo llevaremos – Intentó levantar a Zed, este seguía sin poder mover su cuerpo. Podía ver las innumerables cicatrices y la sangre escurrir por todos lados de su desnudo cuerpo. Zed le sonreía, jamás creyó que su maestro pudiera hacer algo así, sin embargo, ahí estaba, dirigiéndole la mirada con una sonrisa débil.
- Kayn ayúdame…- Susurró, sus ojos suplicantes hirieron el corazón de Kayn ¿Qué le habían hecho?
- Lo sacaremos de aquí, no se preocupe –
- Debes hacer algo antes de salir – Dijo casi en un susurró. Kayn creyó que le pediría la cabeza de Shen, y claro que lo haría, pero en su momento, cuando puedan sacar a Zed de allí.
- Ya enfrentaremos al ojo del crepúsculo. Juro que traeré la parte de él que usted guste, con mis propias manos – Zed se alegró de la dedicación de su alumno, Kayn siempre fue especial.
- No es eso…- Susurró nuevamente – Déjame tocar tu rostro. – Kayn confundido obedeció. Tomó la mano derecha de Zed y la llevo a su rostro, manchándolo un poco con sangre, se sentía cálido, el calor de otro ser vivo. – Gracias… Ahora te lo suplico Kayn…- Sus rojos ojos estaban húmedos, a punto de llorar – Mátame…
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Nota: Buenooo, este es el primer capítulo, es un fanfic corto de dos o tres capítulos más o menos. Sumamente fuerte lo sé. Acá quiero mostrar lo que es la destrucción de una mente. La parte de los cascabeles me inspire en Thresh, quien hacia eso con cadenas.
¿Les gustaría una continuación?
En fin, si tienen ese gusto sádico como yo espero que les haya gustado, ya verán que el siguiente capítulo no es tan fuerte.
Gracias por leer!
