Este es mi primer fanfic de Harry Potter, y lo obvio que he visto que todos dicen es… yo no soy propietaria de ellos, no mas lo

Este es mi primer fanfic de Harry Potter, y lo obvio que he visto que todos dicen es… yo no soy propietaria de ellos, no mas los tomo prestado por ocio y diversión, obvio y sin fines de lucro.

Aclaro que a lo mejor tengo errores con respecto a detalles, y si los tengo agradeceré del fondo del corazón, que me los digan para modificarlo,


Era un día soleado en esa casa modelo, si adivinaron todos, hablamos de la famosa casa numero 4 de Privet Drive. En esta pequeña pero maravilloso hogar, viven una familia modelo, aquí entre los vecinos muchos los admiren por la paciencia que han tenido con ese niño problemático de Harry Potter,

- Definitivamente un caso problema -

- Si, No se como soportan tenerlo cerca-

- La otra vez, lo vi hablando con un pajaro-

- El muchacho esta loco-

Y mientras que todas las calumnias se comían al niño problema de la calle, la Señora Dursley, asentía con lastima a todo lo que le decían sus vecinas, y amigas del café.

- Si lo se….- decía mientras sorbía un poco de café- Pero tengo que tenerlo cariño a ese niño, digo, es el hijo de mi hermana Lily, y aunque ella se halla ido lejos y arruinado su vida, no puedo dejar a su hijo desamparado-.

-Oooh- todas murmuraban al mismo tono.

Está era la nueva diversión de Petunia Dursley, el hecho de ser dibujada como toda una santa, no le quedaba nada mal, vamos es cierto, tener a un niño en centros correccionales, y recibirlo en vacaciones, no cualquiera lo haría.

Un día en esa tarde, llego su grandioso marido del trabajo, el pobre hombre se miraba contrariado y preocupado. Algo malo había pasado en el trabajo, no por nada el hombre se alteraba de esa manera. Por esa simple razón, su amada esposa se acerca y lo abraza, mientras le dice

- Cariño, ¿qué pasa? ¿Mal día?-

- No solo mal día Petunia… PÉSIMO – Dijo el gran señor, mientras exageraba con la voz su lamentable situación.

Pero, ¿qué sucedió?-

-Fácil… El viejo ese, al que tantos años le tengo de respeto en la compañía, si Petunia, ese mismo – Afirmo a lo que estaba por salir de la boca de su mujer – Nos ha venido arruinar nuestra vida, el hombre se retira, y siempre pensé que me dejaría a cargo de las otras tres fabricas, pero ¡No! El hombre decide vender estás tres compañías- Dice el pobre hombre, mientras cae de golpe al sillón de la sala.

- Pero Vernon, ¿Cómo pudo hacernos esto?- Mientras se tapaba la mano, la pobre mujer que no sabía que pasaría con su futuro, que antes muy sólido, ahora estaba tambaleándose.

Estos cambios en la vida de los Dursley no era justa, que habían hecho ellos mal, para que ese dueño desagradecido, vendiera la compañía en lugar de dejar a cargo a Vernon Dursley, un hombre sumamente capaz.

Los días pasaban, y cada uno de ellos, Vernon Dursley, venía con peor cara. Muchos de sus compañeros, habían recibido una solicitud muy amable de presentar su renuncia. No los querían despedir, pero si liquidar… A Vernon no le habían dado ningún tipo de memorando que fuera preludio al horror, pero con ese nuevo dueño, nada era seguro.

Al llegar a su casa la segunda semana de la absorción de la compañía, nadie aun conocía al nuevo dueño de la compañía, esto no auguraba nada bueno, pero el como director de la fabrica, tenía ciertos lujos que podría darse, así que en una estrategia de negocios, mando una carta invitando al nuevo jefe a una cena de negocios, a el y a su esposa. Cuando llega a su casa, el señor Dursley lucia una cara de satisfacción.

- Petunia, saca la vajilla de plata, tendremos visitas importantes hoy- Dijo mientras caminaba rítmica mente a la sala

- ¿Que pasa papá? – Pregunta el joven prodigio en la lucha

- Tú papá es un genio, eso es lo que pasa- Decía mientras estaba orgulloso de su gran movimiento.

- ¿Qué sucedió Vernon? – Mientras sale de la cocina con una tasa de té verde para su marido.

- Invite a los nuevos dueños, los señores Celebrindal, e incluso traerán a su hija, me parece que se llama Nindë, creo que son irlandeses, y vendrán hoy mismo.

Para mala suerte de la familia, comienza a bajar las escaleras ese niño problema de Harry Potter.

- ¿No se supone que tu, deberías estar fuera de nuestras vidas hoy? – Cuestiona Vernon

- Si lo se, pero hubo unos problemas en… de donde voy a clases, y tengo que esperar a alguien disponible – Dijo Harry, mientras contestaba con calma

- Entonces estas atorado aquí. En nuestra casa, esto no es bueno. – Murmuraba mientras se ponía los dedos largos en su boca igual alargada.

- Ni modo, estarás encerrado en tu cuarto toda la noche, tenemos visitas importantes y no nos arriesgaremos a tus… extrañezas - Con justa razón, Vernon no tenía que cargar con un chico problema

- No se preocupen, ni quería salir.-

Estaba por llegar la hora en la que citaron a los Celebrindal a su esplendorosa casa, cuando un sonido muy bajo se escucho, habían tocado el timbre de eso no había dudas, pero nadie lo oía, y como Harry Potter no podía trabajar con ese ruido infernal molestando su puerta, bajo a abrir, olvidando de esta manera el de encerrarse en su cuarto.

Vernon, se arreglaba la corbata, mientras que Dudley estaba en su cuarto con los videojuegos a todo volumen con audífonos puestos y Petunia haciendo que su comedor principal se viera glamoroso.

- ¡Voy yo! ¿Ninguna queja? – Espero unos instantes, no hubo respuesta, así que Harry abrió la puerta.

- ¡Ahhhhh! – Se escucho un grito en todo Privet Drive.

Con ese grito, todos los Dursley acudieron a la puerta, para encontrarse con su pesadilla hecha realidad, Harry Potter en la puerta, y sus jefes con el.

- Esperen lo puedo explicar quien es el… - Intentaba arreglar la situación el señor Dursley, hasta que le interrumpieron

- ¡Es Harry Potter, el niño que vivió! Ahhhh – Una joven de cabellos dorados con mechas moradas, gritaba, mientras se abalanzaba sobre el pobre muchacho, abrazándolo, y besando la mejilla con efusión.


Los Dursley sudaban frío, sus nuevos jefes eran… magos… esto no pintaba nada bien.