Ejem… Los personajes de FFVIII son de Square-enix. Así como algunos otros pertenecientes a Makifeo Douraji. Los demás que aparezcan son creados por mí…

Aquí de nuevo reportándome después de mi última historia de FF8. Tal como lo explica el "summary" está cinco años después del final de "Memorias Extraviadas"

En esta ocasión, y para evitar confusiones explico que estaré narrando los acontecimientos por cada país o nación del mundo de FF8, así que en un momento podríamos estar en Trabia y al siguiente capítulo en Balamb

Pues no olviden dejar su review (así como las críticas e.e) se agradecen de verdad y sin más que agregar… Enjoy! =D

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En la Compañía de los Lobos

1

BALAMB

La mañana se anunciaba en la ciudad portuaria mientras los rayos de luz se colaban por las ventanas, la mayoría de alarmas de los despertadores sonaban y muchos dejaban sus camas aun soñolientos para iniciar su día

El frío mañanero se colaba por la frazada que ocultaba al matrimonio

- Buenos días - saludaba la mujer rubia levantándose de la cama observando a su esposo ocultarse debajo del edredón

- Buenos días - retornaba con voz ronca - Comprar un apartamento aquí fue una buena elección. Las paredes gruesas amortiguan tus gritos - añadió con deleite viendo a su esposa caminando sin ropa hasta el baño

- Tienes unos minutos más antes de que Vero despierte - respondió ignorándolo

- Lo sé - bostezó terminando de incorporarse en la cama

- Me voy a duchar - anunciaba - Espero no tener que volver a recordarte que es tu turno para cocinar - añadía alzando la voz para hacerse escuchar

- No regañes, lo recuerdo muy bien -

Tomó su teléfono, encontrando dos mensajes y una llamada perdida; los mensajes eran de estudiantes que no soportaba y la llamada de la única persona a la que odiaba más que al propio Squall

- Debo llegar más temprano hoy, Quistis. Me necesitan en el jardín. Prepararé algo rápido antes de salir, lamento no llevar a Vero hoy -

- No te preocupes, no es un día ocupado -

Abrió la puerta, colándose en la ducha con su esposa. Intercambio unos besos con ella, jugando entre fugaces y prolongados, pequeños juegos sin llegar a más. Cuando terminó, salió enroscándose una toalla y con otra se secaba el cabello y rostro

Fuera del baño de su dormitorio ya se encontraba puntual, Verónica, o Vero como le llamaban de cariño sus padres, saltando en la cama con las energías a tope

- Buenos días, cariño - saludaba su padre, Seifer

De un brinco se bajó de la cama para abrazarlo, él le acariciaba la rubia cabellera despeinada observándola a los ojos verdes que había heredado de él. Lo que más amaba de su hija era el rostro parecido a Quistis, pero ese ceño fruncido cuando se enojaba… Era propio de él

- Vero, mamá te llevará hoy porque no puedo. Aun podré hacerte el desayuno sólo si me das un momento para vestirme. Ve a arreglarte mientras -

- Si - asintió saliendo casi en una carrera

Terminó de secar el agua de su cuerpo, se colocó su ropa interior y abriendo el closet decidió ponerse unos pantalones negros, una camisa blanca por fuera a la que arremango las mangas con unos lustrosos zapatos casuales negros también. Se peinó como siempre su cabello corto y rubio hacia atrás con la mano, arregló unos últimos detalles, cogió sus objetos personales y descolgó el saco negro del perchero cerca del closet

Con agilidad desastrosa, preparó y sirvió unos panqueques acompañados con miel y jugo de naranja para los tres. Así como cocinó, comió y lavó los platos. Se bajó las mangas, se quitó el delantal de cocina y se colocó el saco negro que dejara en el sofá al salir del dormitorio

Entró en las habitaciones de sus dos amores y le estampó un cálido beso en la mejilla a modo de despedida a cada una; antes de salir, tomó una mochila que le guindaba al lado de su pierna derecha que llevaba al trabajo y sus llaves de la mesita alta para abrir la puerta

En el despacho del Comandante, ya muy pronto habían iniciado las labores, a aquel joven le encantaba iniciar unos minutos antes. Makisotu Douraji había sido designado hacia unos años por el antiguo Comandante del jardín, Squall Leonhart como su reemplazo temporal.

Llevaba el jardín de una manera muy peculiar, diferente a la de su antecesor, nadie negaba que llevara las riendas del jardín a la perfección, pero esa misma perfección, seguía causando un miedo respetuoso hacia él

Temprano en su despacho, los SeeD's que había designado regresaron más pronto de lo que él había calculado con noticias inesperadas, era una razón mayor por la que aquella mañana debía recibir al líder del grupo designado para entregarle su informe

- No enviare SeeD's a una muerte segura y menos sin una orden de cateo. Nos consideraran criminales y las consecuencias para el jardín serán enormes. Además el cliente llamó y aunque no lograran el objetivo de la misión, el hecho de que haya muerto, lo consideró como un favor por lo tanto nos entregó un bono extra. Buen trabajo -

- Gracias. Espero no tarde en enviarme a otra misión - pedía con una ansia que no podía ocultar

- Olvida quien soy, Mid -

- No, para nada. Si me disculpa el atrevimiento, es pretencioso y arrogante, alguien que además cree ser mejor que todos. Sigo cuestionándome por que el anterior Comandante, Squall Leonhart, lo dejó a cargo - respondió con tono bromista

- Se lo explico de nuevo -

- No, no… No hace falta. Siempre me he hecho la idea de que lo nombró comandante porque guarda semejanzas con él. Y no lo tome como un halago -

Seifer Almasy llegaba al despacho al tiempo que la mujer de ojos verdes y cabello negro ondulado, largo a media espalda, dejaba el lugar. Tomó asiento en una de las sillas del gran escritorio del comandante

- Lamento hacerle llegar más temprano, pero lo que debo comentarle debe ser minutos antes de que iniciaran las actividades escolares de hoy, no deseo que llegue tarde con sus estudiantes - carraspeó - Bien sabe que tenemos un acuerdo usted y yo desde hace un tiempo. Me veo en la necesidad de incumplirlo -

- Siempre y cuando me prometa no violar la regla principal de dicho acuerdo -

- No creo poder garantizarle eso -

- Si algo pasa, lo mataré -

- Puede intentarlo, mas no lograrlo. Lleva años sin practicar su especialidad, su arma ahora son sus conocimientos como profesor. Tampoco creo que llegue muy lejos considerando que si llegara a hacerlo los SeeD's se encargarían de usted antes de poner un pie fuera de aquí -

- ¿Ha terminado? Porque me voy -

- Puede retirarse -

El joven de piel blanca y cabello a mitad del cuello de color negro con su faltante ojo derecho cubierto por una venda de un gris casi negro, lanzó un suspiro, reclinándose en el sillón y mirando hacia el techo

- No sé si podré aguantarlos más tiempo, cada vez se vuelven más insoportables y volátiles. Debí rechazar el ascenso hace años cuando tuve oportunidad - volvió a suspirar masajeando su ojo izquierdo

Minutos más tarde, otro líder de grupo llegaba presto a entregar el informe de su misión. Desde que fuera asignado como comandante, los trabajos caían como lluvia y una importante cantidad de dinero entraba a los fondos del jardín, las bajas eran pocas y los trabajos estaban a iguales o mayores expectativas de los clientes

"Hay una herramienta para cada tarea y una tarea para cada herramienta" Pensaba el Comandante casi adornando su rostro con una sombría sonrisa

Más tarde lo esperaba uno de sus buenos y jóvenes aliados, acompañado de sus perros y fieles ayudantes de batalla. Era un chico de unos doce años, de cabello largo atado con una cinta roja, su ropa estaba hecha un desastre, toda desgastada y rota; a juego con la mugre que opacaba su blanca piel

"El viejo Piero, el buen Verano y la inquieta Kenya" pensó observándolos de lejos cómo obedecían las ordenes de su amo

- ¿Cómo van sus entrenamientos? -

- Aprenden muy bien de Piero, pero Kenya se muestra más dispuesta a jugar que a obedecerme -

- Aprenderá, aún está muy joven, pero veo un buen compañero al igual que la maestra de Piero - "Angelo" pensó con un amargo regusto recordando como lloraba el niño por la pérdida

Pero hacía mucho que ese niño había cambiado y madurado bajo sus cuidados, y de eso estaba realmente orgulloso aunque lo negara. El entrenamiento arduo y exhaustivo que le impuso hizo el gran cambio. Era lo mismo por lo que pasó él siendo más joven que su pupilo, a excepción de los vientos helados y la nieve de Trabia que lo hundía, luchando por enterrarlo bajo ella a cada paso que daba

- ¿Cuánto tiempo más pasaré aquí? -

- Dos semanas más. Pero no aquí, incrementaremos el nivel e iras más adentro con los Arqueosaurios. Mid te acompañara los tres primeros días y el resto los pasarás solo. Sé que no se negará a ayudarte, es una experta contra ellos, de ti depende aprender sus tácticas -

- Tácticas de salvaje. Sólo blande sus espadas como una loca -

- Mid te acompañará, Noah. Fin de la discusión - frunció el ceño - Prepárate, quiero comprobar cuánto has avanzado -

No sólo había cambiado aquel carácter mal formado gracias a su madre y su antiguo maestro, lo cual era algo que detestaba. Sin embargo, solían quedar rastros de ese comportamiento, y todo por sentimentalismos absurdos hacia su antiguo maestro. Algo que no podía negar era su obsesión por dominar el sable pistola, donde la marca de aquel hombre estaban grabados y se rehusaban a desaparecer, aun después de poco más de cinco años, tiempo en el que lo abandonó y se olvidara de él. Pero de nuevo, su tozudez le obligaba a seguir con esa arma

La única huella que logró dejar en el chico, era una pequeña daga que le había dado para utilizarla según la situación que se le presentara, en salvaguarda por si llegaba a perder su arma principal

- Esta vez, contarás sin la ayuda de tus compañeros. No los tendrás toda la vida para que te asistan o salven el pellejo - decía quitándose la gabardina, dejándola tendida sobre una roca

- No necesito que los tres me ayuden, puedo solo contigo -

Se ubicó a una distancia prudente del chico, y de una funda abrochada a su pierna derecha sacó la réplica en miniatura de una katana toda negra sin la guarda

Susurrándole unas palabras a la pequeña katana como si tuviera un oído, y además le respondiera, la diminuta espada empezaba a agrandarse de tamaño hasta cobrar uno de casi seis palmos de largo

Hace mucho que no le era necesario tener que recitar las palabras, sólo sentía que si lo hacía, la espada en verdad lo escuchaba

- Adelante. ¡Ataca tu primero! - exclamó frunciendo el ceño

En el almuerzo seguía la costumbre, aunque ya no estuviese la mayoría, a reunirse para comer juntos. Los pocos que quedaban después de tanto tiempo sentían ese aire de incomodidad que permanecía desde hace un tiempo y que en ocasiones junto con las cicatrices del pasado, era motivo de discusión

Zell y Mid no dejaban de hacer sus competencias de cada tres o cuatro días sobre quien comía más rápido. Parecía que el tiempo no había pasado en ellos, seguían con la misma inmadurez que siempre

- Maldito tuerto - mascullaba Seifer con el periódico entre sus manos

- ¿Vas a decirme lo que te dijo? -

"El muy imbécil quiere mandarte a una misión y yo no quiero que vayas" podría haberle respondido pero sus palabras quedaron en pensamiento

- Quería consultarme antes de mandarte a una misión -

- ¿Después de tanto tiempo? -

- Creo que se preocupa por nuestra hija -

- ¿La bestia Douraji preocupándose por alguien que no sea él? - preguntó un sarcástico Zell dejando su comida a un lado - Me parece muy gracioso - añadía con una risa seca

- Saben que poco le importa que hablen así de él - dijo Mid sorbiendo de su jugo de durazno

- ¿Y a ti cuando te lavó el cerebro? - preguntó Seifer dejando la lectura de las noticias del mundo a un lado

- Nunca lo ha hecho, ni siquiera desde aquel incidente. Sólo digo que es mejor olvidarse de ciertas cosas… O personas, como Squall -

- No digas ese nombre -

- ¿Por qué? ¿Te molesta que siga siendo verdad el que nos haya abandonado? -

- No discutan más - intervino Quistis zanjando la conversación

- Me marcho. Tengo otras cosas que hacer. Deberían pensar en terminar de aceptar que el Douraji es el comandante, han sido cinco años en los que no lo hemos visto - dijo levantándose de su asiento para salir del comedor

De mala gana y malhumorado, acomodó las páginas y siguió leyendo. Tenía ahora la costumbre de enterarse de lo que pasaba en el resto del mundo "Mañas de anciano… Debo de estarme volviendo viejo… Demasiado viejo" Pensaba

- Alexander la está pasando mal - decía con una sonrisa malvada - Cuatro asesinatos, en tres noches a funcionarios importantes de Galbadia. La policía se encuentra haciendo las investigaciones pertinentes, sin hallar aun, a los involucrados en esto. El presidente Alexander Deling ha dado una rueda de prensa, informando de que el caso lo llevarán ahora las fuerzas especiales de Galbadia. Ha dicho además que removería cielo y tierra para dar con los culpables y evitar que siga ocurriendo - leía el artículo

Frunciendo el ceño, dobló el periódico y lo dejó en la mesa, levantándose de ahí

- Ya ha terminado el descanso, tengo otras tres clases y podré ir a casa. Un beso para ti y otro para Vero de mi parte - decía depositando con suavidad un beso en los labios y otro en la frente de su esposa

Cuando se hubo retirado, Zell suspiró

- Sigo sin creer que ustedes dos se hayan casado -

- A veces yo tampoco me lo creo y mucho menos que tengamos una hermosa hija juntos -

- Que gracias a Xian, heredó tu belleza -

Seifer y Quistis se habían casado hace cinco años, poco tiempo después del incidente con aquella máquina espeluznante de nombre Rada, una boda hermosa como la que sueñan todas las niñas pequeñas, pero con aire melancólico por varias razones que prefería seguir sin recordar de todo, o tocaría de nuevo nervios sensibles. A falta de padres, se le había concedido a Cid Kramer el honor de llevarla hasta el altar, donde la entregaba a Seifer.

Sin perder tiempo, Verónica, fue concebida mientras el matrimonio era consumado. La pequeña había logrado ganarse el afecto de todos los amigos de la pareja, siendo adorable en especial con el ceño fruncido de su padre

- Pensaba que sería el primero en sentar cabeza, pero después de lo de Rosen, creo que no iba a ser posible -

- Encontraras a alguien, no te lamentes. Si me disculpas, debo ir a la ciudad, debo recoger a Vero y llevarla a casa -

- Yo también me marcho a casa. Te acompaño hasta el estacionamiento -

Maki seguía recibiendo las visitas del Director Kramer, y hasta donde corrían los rumores entre estudiantes y lo que sabían los altos cargos del jardín, el anciano pronto dejaría su cargo. Sólo había que mirarlo para saber que no era una mentira, el paso de los años dejaba marcas en su rostro arrugado y su cabello que otrora era castaño con algunas canas en las patillas se volvía más canoso y quebradizo

Pero lo que en verdad importaba sobre si se retiraría o no, era quien asumiría cargo tan importante, dichos rumores afirmaban que sería su esposa, Edea Kramer. La mujer pasaba ahora más tiempo en el jardín de lo que las personas cercanas a ella recordaban. Tal vez preveía lo que pasaría, se podía notar que a veces lo miraba con ojos lastimeros, mientras ella aún conservaba la juventud que sus poderes de bruja la habían otorgado antes de cederlos inconscientemente a Rinoa

Esta vez era él quien visitaba al director, una vez a la semana, le entregaba un informe detallado del jardín. Además de las firmas de documentos donde mostraba con su firma estar de acuerdo con enviar a aquel, este u otro SeeD para tal misión. Y como era de costumbre, el anciano se tomaba la molestia de leerlos aunque el comandante Makisotu Douraji le explicara el contenido impreso en el papel

- ¿Estás seguro de esto? - preguntó al terminar de leer uno de tantos contratos

- Siempre, director -

- Confío en ti, como siempre tomando decisiones acertadas -

- Gracias, señor -

Luego de firmar el lote de contratos, suspiró con cansancio acomodándose en su silla

- No debería mencionarte sobre lo que está ocurriendo desde hace días. Te ordeno que pospongas por un tiempo el aceptar misiones importantes que conlleven una larga duración, necesitamos a la mayor cantidad de SeeD's aquí no sólo para proteger al jardín sino a los estudiantes. Tengo el presentimiento de que pronto recurrirán a nosotros en busca de protección -

- Entraba en mis posibilidades, señor. Pero hasta que no tengan la soga en el cuello no acudirán a nosotros, lo sabe mejor que yo. Eso me da tiempo para colocar mis herramientas en su lugar y estén listas cuando llegue el momento de cumplir su tarea -

A nadie le gustaba su forma de referirse a las personas como simples herramientas o peones, pero en lo que a sus planes se refería, no había nada que discutir respecto a ellos

En el hogar de la familia Almasy, la señora de la casa hacia los preparativos de la cena, carne de res sazonada con una variedad de especias y endulzado con un poco de miel. Aun enfrascada en la cocina, tenía sus ojos puestos en su hija quien de un momento a otro se le despertaba el instinto de travesura que por desgracia, era otra de las cosas que había heredado de Seifer

Mientras cortaba papas y zanahorias alguien llamó a la puerta, se lavó las manos y secó con el delantal apurada para abrir la puerta. Un hombre alto, de piel pálida y de ojos verdes, llevaba una camisa naranja claro y pantalones del color de la paja, igual de descuidados, pero no tan desastrados, que su cabello dorado

- Buenas tardes. No me conoce, pero yo si a usted -

- ¿Quién es usted? -

- Eso es lo menos importante. Lo importante es lo que me lleva a su puerta. Algo más grande que el amor que le profesa a su familia. Debe escucharme… -

Continuará…

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