Capítulo I: Calibrando emociones
Oxford, Agosto de 1993
En la habitación principal había una bruja joven y menuda, estaba haciendo el equipaje tratando de encajar ropa, cajas de madera y libros en un hermoso baúl de viaje recubierto por una tela de flores, en cada movimiento reflejaba el nerviosismo que la invadía.
- ¿A dónde vas? – Le pregunto un hombre alto y delgado mientras la miraba dulcemente desde el marco de la puerta
- Londres, voy a Londres – Contestó sin molestarse en verlo
- Tienes mucho trabajo pendiente en ese libro de herbología, no puedes olvidarlo, los niños dependen de ti para no dormirse en el intento
- Necesito ver a Harry antes de que vaya a Hogwarts
El hombre cambió su expresión al escuchar esto último, ahora era grave y penetrante, el nerviosismo de la chica lo había comenzado a contagiar, su influencia era muy fuerte pero años y años con ella le habían ayudado a sobrellevarla.
- ¿Y cómo para qué necesitas verlo?, nunca antes te había visto tan preocupada por él
- Siempre he estado preocupada por él, pero ahora Albus puede observar mientras hago lo que por derecho me corresponde
Ahora el nerviosismo había pasado a ser angustia, la pecera comenzó a vibrar, era cuestión de segundos para que el piso, las paredes y los objetos de la habitación lo hicieran también. Aquel hombre se acercó a ella y la tomo de las manos
- Necesito verlo antes de que… es necesario que yo… - Los segundos corrían peligrosamente rápido
- Annabelle, respira por favor, hace mucho que no te veía así, no es preciso que lo veas ahora estás demasiado alterada, además, no es necesario que vayas en este momento, los trenes no salen sino hasta dentro de un par de semanas.
- Lo siento Remus, ya había logrado encontrar la paz, no quiero que esto siga pasando
- No pasó nada, ya las cosas están en calma
Remus le llevaba más de veinte centímetros a ella, mientras la abrazaba Annabelle pudo calmar su ánimo, llegó hasta la cama con una nueva emoción sobre sus hombros, la tristeza. Él se sentó junto a ella y sostuvo sus pequeñas manos
- No dejas de pensar en él
- No puedo, todo esto es demasiado, debo ir a ver a Harry, solo así sabré si ya sabe de él
- ¿Y si sabe?
- No sé qué pasará, Harry no sabe nada de mí y se supone que no debe saber nada, solo necesito saber que pasa por su cabeza en estos momentos
- Hace mucho que dejé de cuestionarte respecto a esto, tu sabes que es lo mejor para ti. Te veré en el expreso, ten cuidado
La expresión en ambos rostros era de cariño, sin embargo, la angustia volvió a invadir la habitación. Remus sabía que algo andaba muy mal.
Annabelle era de Irlanda, su familia vivía en una granja al sur de Galway rodeados por otras familias de brujos y brujas, poseía sangre celta que llevaba consigo un linaje tan antiguo como la isla misma. Ser de una familia tan poderosa siempre tiene su carga, la de Annabelle, proyectar su energía. Su habilidad se debía a un poderoso hechizo que se formuló más de ochocientos años atrás, producto de la unión de la magia de las dos familias de brujos más poderosos de la Isla en el momento del nacimiento de su primogénito.
El hechizo recitaba que cada vez que naciera un hechicero en la víspera de la luna llena éste sería bendecido con la protección y el poder de sus antepasados, así como por una habilidad especial que le distinguiera no solo de los otros niños que nacieran junto a él, sino de todo el resto del mundo. A partir de esto, niños nacieron con la habilidad de conectarse mejor que nadie con los animales, capaces de predecir el clima, las guerras, hábiles en el combate, en las pociones, todo lo que se pueda imaginar.
La familia Rhodes poseía dentro de la biblioteca familiar numerosos libros que documentan habilidades conocidas a lo largo del tiempo, dentro de ellas, la de un brujo con la misma habilidad de su hija nacido a finales del siglo diecisiete. De él se dice que podía extender su energía a todas las personas que se encontraran en la misma ciudad que él, que era capaz de cautivar con el amor y la seducción a las masas, pero también de dejarlos morir de agonía y desesperanza.
Annabelle siempre fue consciente de esto, por lo que toda la vida luchó con mantener su lado emocional tan controlado como le fuese posible. Remus la conocía desde que tenía once años, es por esto que cuando a él le llegaba a afectar su proyección emocional, sabía que años de control y meditación estaban siendo desbordados por un sentimiento que en ese momento, era más de lo que podía manejar.
Muchas gracias por leer el primer capítulo, la historia apenas comienza. Comentar solo quitara un minuto de tu tiempo, pero para mí significa la oportunidad de mejorar (:
Edición Noviembre 27: He decidido remover las partes 1970, para una mejor exploración de ambas historias, por lo que crearé una nueva con esta época exclusivamente.
