Hola, esta es la primera de cuatro viñetas del Reto del Foro Weird Sisters "Estaciones", propuesto por Bella Bequer.
Las palabras que vean en negrita, eran las requeridas. (En mi fic, por ahí, se repiten).
Mi historia está basada en los acontecimientos del 5to libro durante el 5to año de Hermione Granger en Hogwarts y su relación con Sirius Black.
Espero que lo disfruten.
Dedicación: A la Viri que me dio todas las ideas que ven acá...sino fuera por ella posiblemente este capítulo no hubiese tenido principio ni fin. Te quiero!
Paulita
Seasons of pure love: Verano
De convivencia y encuentro
Hermione caminó con pesadumbre hasta llegar a la puerta de Grimmauld Place. No le gustaba la situación en la que se encontraba, siempre había tenido las riendas de las situaciones en sus manos y ésta era todo lo contrario.
No terminaba de confiar en esa chica de cabello rosa chicle que tenía a su lado, estaba enfadada con Ron por no contarle nada, por tener que confiar en los misteriosos planes de Dumbledore que además, le había prohibido hablar con Harry. Ese verano no parecía ser uno de los mejores en su haber.
Al entrar a Grimmauld Place tuvo que cerrar los ojos porque la oscuridad avasallante la dejó sin ver unos momentos.
Avanzó a ciegas guiándose sólo por la voz de Tonks.
-Hermione, querida ¿cómo estás?- reconoció la voz de la Sra. Weasley al final del pasillo y se alegró de por lo menos saber que no tendría que esperar a que los demás llegasen.
-¡Sra. Weasley! Bien muy bien ¿y usted?- se dejó abrazar por Molly mientras intentaba ver qué pasaba en la habitación que estaba exactamente detrás de ellas.
-Sube que en un momento Dumbledore les explicará de qué va todo esto… Sigue derecho hasta el tercer rellano y ahí encontrarás una puerta, es tu habitación, la compartirás con Ginny…
Hermione no tuvo tiempo de aceptar la invitación o siquiera tomar su baúl. Se vio empujada por Molly hacia los primeros escalones, para cuando volvió su rostro sólo encontró una nube de polvo que la hizo estornudar.
Subió la escalera un poco más enfadada.
Inconscientemente se pegó a la pared opuesta para evitar rozar su piel con alguna de las atemorizantes cabezas reducidas que estaban colocadas a lo largo de la pared del segundo rellano.
-¿Quién anda ahí?- una voz rasposa se hizo escuchar unos metros por encima de su cabeza- ¡oh! Hermione, ¿Cómo andas?- Sirius bajó la escalera precipitadamente y se paró enfrente de ella, que mantuvo su rostro mirando al suelo.
-Hola- contestó suavemente mientras se apresuraba a subir lo más rápido que sus piernas le respondieran.
Sirius se quedó allí con esa sensación de decepción que lo dejó muy extrañado. Nunca había mirado a Hermione Granger, mejor amiga de su ahijado, como una mujer que lo podía dejar hipnotizado con sus curvas y el infantil perfume que su espeso y enrulado cabello despedía ascendiendo la escalera de la casa que nunca le dio nada bueno.
Trató de no darle muchas vueltas al asunto, limitándose a intentar enterrar esa corriente eléctrica ingrávida que se apodero de su médula al verla.
OoO
Para Hermione amanecer en esa casona vieja y con olor a humedad no era la mejor manera de empezar el verano.
La noche anterior había esperado y especulado tanto sobre todo lo que Dumbledore le podría contar y adelantar de la tan famosa Orden del Fénix, que al no llegar aún pasada la medianoche estuvo hasta altas horas de la madrugada preguntándose la rara ausencia del Director.
-Hermione- una somnolienta pelirroja apareció detrás de la puerta de su habitación- mamá dice que el desayuno estará listo en 5 minutos, así que baja…
La castaña no contestó sólo se vistió y diligentemente apareció en la Cocina para acallar los ruidos estrambóticos de su estómago.
-Hermione, buen día, ¿cómo has dormido?- Lupin que se hallaba interesado en leer "El Profeta", la saludó ni bien puso un pie en el lugar.
-Bien, Profesor, gracias.
-Buen día, todo el mundo…Hermione- Sirius entró sonriendo y con un aroma a perfume tan seductor y varonil que no dejaba dudas que se había echado loción después del baño.
-Buen día- contestaron todos los Weasley, Tonks, Lupin y Hermione, quien no pasó por alto tan confuso gesto.
Después de desayunar, Molly, la matriarca del clan Weasley, puso a todos y cada uno de los que estaban allí, menos Lupin y Tonks que se habían marchado ya, a trabajar en la limpieza de la residencia Black.
Pasada las 7 de la tarde y cuando todos se preparaban para ir a comer se anunció que iba a ver Reunión General del Cuartel.
La Gryffindor estaba tan ansiosa que fue la única que se dispuso a ayudar a la Sra. Weasley a ordenar la cocina para todos lo que asistirían.
-Buenas noches- la voz pausada de Albus Dumbledore resonó en el lugar haciéndose oír por encima de la copiosa lluvia de verano.- Pido disculpas por no haber podido venir ayer, pero aquí estoy- los miembros de la Orden pusieron caras de entendidos ante la excusa del director, y el ambiente se silenció para indicar que se deseaba seguir escuchando.- como se darán cuenta, hoy Harry no puede estar con nosotros ya que está más seguro en la casa de sus tíos que viniendo hacía aquí…- Hermione levantó la mirada y entreabrió los labios como para interrumpir, pero Albus como si hubiese escuchado su pensamiento, agregó- Srta. Granger, Voldemort está vigilando cuanto movimiento él haga, y me temo que el Ministerio no desea tener un joven declarando que su mayor enemigo "vencido" está de vuelta…
No sólo terminó de explicar el quid de la cuestión sino que también dio muy por encima algunas pinceladas a temas que le concernían solamente a la Orden.
-Les pediré, a ustedes dos que antes de retirarse de esta reunión, guarden silencio ante Harry y no le escriban contándole por qué no puede venir todavía…ahora si, Srta. Granger, Sres. Weasley, Srta. Weasley, les deseo un feliz descanso para ordenar sus pensamientos.
Todos los chicos salieron refunfuñando de la cocina y fue la más pequeña, Ginny, quién azotó la puerta al retirarse.
Pasadas las once de la noche, Molly llamó a comer.
Pero visto y considerando el ambiente perturbador y espeso de la cocina, ninguno de los 5 chicos no se atrevieron a pedir más información.
OoO
El pasar de los días se volvía lento y pausado dentro de esa casa.
En sus lúgubres habitaciones, cargadas de incómodos recuerdos que nadie deseaba traer al presente, todo tenía el color de una foto gastada por el paso del tiempo, que las había deslustrado y hecho añicos.
Hermione dividía su día en dos, tal vez en tres.
Levantarse, acomodar, limpiar, almorzar, leer.
Leer, darse un baño, hablar con Ron, escuchar lo que Moody o Dumbledore decían y dormir.
Su tercer parte era; la de sentirse silenciosamente observada por alguien.
Era molesto, hasta el punto de no poder concentrarse en las líneas que leía.
Estaba segura que alguno de los cuadros que pendían de las paredes gastadas de la biblioteca de los Black tenía algún orificio y de ahí, la espiaban.
Pero todos sus miedos se disolvían como niebla, cuando se acercaba a ellos o salía a la puerta.
Lo único que podía tomar como evidencia era el insistente sonido, en algunas oportunidades, de un olisqueo parecido al de un animal y el jugueteo con la luz de una figura que parecía una cola. Sin embargo, también se evaporaba cuando al abrir la puerta, se encontraba con Crooshanks bufando y moviendo el rabo.
De nuevo, volvía enfadada a su sillón, enfundándose en una historia que no lograba atraparla del todo y con la extraña sensación de que "ese" alguien había vuelto a su puesto de vigilancia.
OoO
Las semanas iban pasando y con ellas, acortándose el tiempo de descanso y la llegada de Harry.
Hermione, además de limpiar y estudiar, repartía su día yendo a la biblioteca enorme de los Black a buscar con qué entretenerse.
Como tomos que le interesaran no le faltaban, siempre por las tardes su tarea era ir a acomodarse en alguno de los sofás de la biblioteca o en la sala de estar. En su cuarto era imposible, ya que de estar ahí, Ginny siempre saldría con alguna pregunta al paso, sobre Harry.
Pero aún en la soledad y tranquilidad de esos lugares siempre había algo que lograba incomodarla. Podía afirmar que alguien la espiaba, que observaba sus movimientos y conocía cada uno de sus gestos.
Y estaba en lo cierto.
Sirius había trasladado su fijación con ella a espiarla donde quiera que iba.
La miraba sin discreción alguna en las Reuniones, en el desayuno, en la cena, en el almuerzo, al bajar las escaleras, al limpiar los cuartos… cada momento que se la cruzaba, la devoraba con sus ojos negros, absorbiendo cada gesto, cada perfume que su cabello dejaba caer sobre su piel morena.
Sabía, muy en fondo y demasiado bien como para reconocerlo, que lo que estaba haciendo esta equivocado.
Él ya adulto, con su vida vivida, no podía estar obsesionándose con una niña de 16 años…. Pero así lo parecía.
Sirius se dio cuenta, alarmado, que había permanecido un desmedido tiempo perdido en sus pensamientos y que Hermione, había abandonado su sillón para ir de aquí para allá por la biblioteca, recogiendo libros.
Atropelladamente, al verla acercarse con una pila de tomos, se apuró a abrir la puerta para simular que entraba en la estancia.
Hermione no lo vio, Sirius no tuvo en cuenta que ella estaba demasiado cerca.
Todos los libros fueron a parar al piso.
Ellos quedaron muy cerca. Tanto, que Black pudo contar con precisión todas las pecas que cubrían el puente de la nariz y las mejillas de la joven.
Ella, sólo pudo intentar tomar control de las diversas emociones que se presentaron todas juntas y de golpe, abrumándola, dejándola sin aire, sin reflejos.
Parecía que la magia había brotado de las paredes y los había envuelto en una burbuja.
No percibían lo que pasaba a su alrededor, sólo estaban conscientes de la cercanía del otro. Del perfume de la persona que tenían enfrente.
Todo estaba en cámara lenta, sus movimientos, sus pensamientos, sus emociones, sus sentimientos. Todo en el universo había perdido intensidad y color, nada tenía sentido, las agujas del reloj no daban vuelta, el mundo había dejado de girar en su eje, los segundos habían quedado congelados en el aire, suspendidos bajo el marco de la puerta.
Sirius aún embotado, recogió de a poco su razón y con ella, trató de reunir fuerzas para poner todo en marcha de nuevo.
Se agachó a juntar los libros y Hermione, como activada por un resorte, lo hizo también.
Sin mirarse a los ojos y evitando no tocarse acomodaron los libros en una pila precariamente erguida.
Se levantaron, de nuevo, al mismo tiempo. Pero esta vez, con el mismo funcionamiento de un imán que atrae polos opuestos, se acercaron más, tal vez inconscientemente, tal vez adrede.
Él no lo dudó esta vez. Sentía que la suerte ya estaba echada y ahora dependía de él. Se acercó a ella que se quedó quieta, expectante. Podía sentir la respiración superficial de Hermione evaporándose contra la piel de su cuello y aún así, percibiendo un mudo permiso por parte de la leona, no se movió más.
La miró a los ojos y encontrar ese torbellino de sentimientos, le hizo saber que ella estaba igual de confundida que él al principio.
Pero de pronto, el ambiente se cortó.
-No- susurró la Gryffindor débilmente mientras cerraba los ojos y tomaba aire bruscamente. No sabía a que se había negado, si había dicho "no" a él, "no" a su edad, "no" a esos sentimientos, "no" a ese aleteo de miles de mariposas en su estómago, "no" a lo que llevaba naciendo en interior como un capullo de rosa en plena primavera… Se alejó de Sirius sin atreverse a mirarlo y corrió escaleras abajo.
El día siguiente amaneció tan soleado, que Hermione no pudo quedarse 5 minutos a seguir dándole vueltas al asunto.
Bajó a desayunar con la extraña sensación de ir caminando al patíbulo.
OoO
Ver allí, a Sirius Black, después de lo que pasó la noche anterior no entraba en sus opciones.
-Hermione- la llamó Ron con demasiado buen humor para tan temprano en la mañana.
-¿Qué?
-¡Hoy viene Harry!
-¿En serio? ¡Qué bueno! Ya había perdido la cuenta de los días…
- Vamos a mi habitación cuando terminemos aquí, porque mamá dijo que hay reunión de la Orden después del desayuno.
Hermione sólo asintió. En su cabeza no había más lugar que para Sirius, que extrañamente aún no bajaba.
Después de dos largas horas de estar vaticinando con qué se encontrarían al ver a amigo de nuevo, la melena negra de Harry apareció por la puerta.
OoO
Dos días pasaron hasta que volvió a sentirse observada.
Estaba harta.
No sólo de su mudo espía sino de las reacciones de Harry.
¿Quién diablos se creía que era? ¿Con qué derecho venía a hacer esa escenita?
Hermione no sabía por qué tenía tanta rabia, nunca se había enfurecido por una respuesta de Harry de esa manera. A lo mejor era que su cuerpo y mente habían llegado a sus límites, que estaba cansada de escucharlo auto compadecerse en algunas oportunidades…
Sacudió la cabeza con fuerza intentando borrar esa sarta de pavadas. No podía estar pensando eso de su amigo cuando él más necesitaba que estén a su lado.
Esa casa tenía la mayor de las culpas. Y su habitante. Su encierro y agobiante estado de funeral, le sacaban de quicio. Eso debía ser. No había por qué meter a Harry en el medio, pese a que él se lo había buscado…
-¡Basta Hermione!- se dijo a sí misma mientras se levantaba de la butaca aterciopelada de la biblioteca y recorría rápidamente el espacio que la separaba de la acuciante reunión de la orden.
Al llegar ocupó el único lugar que había libre, enfrente de Sirius Black.
El discurso no fue alarmante….al menos para Hermione, que se mantuvo ocupada observándose las manos al tratar de ignorar la inquietante, seductora y cálida mirada de Sirius sobre ella.
No se paró y caminó lentamente hacia la puerta, sino que corrió atropelladamente y del mismo modo subió a su cuarto.
OoO
Gracias al cielo sólo faltaban dos días para volver a Hogwarts.
La siguiente mañana no pudo pensar- para alegría de ella- en otra cosa que no fuera recoger cada una de las cosas que había ido desperdigando por la mansión.
No se topó con él en ningún pasillo y tampoco le vio en el almuerzo.
Se sintió extrañamente sola y angustiada pero negándose a reconocer que ese hombre mayor, con un montón de feromonas sueltas que llamaban a cada una de sus hormonas,le interesaba de algún modo, enterró el tema en el fondo de su mente.
Al caer la noche, ya tenía todo sobre su cama. Su uniforme estaba listo en una percha para ponérselo cuando el tren alcanzara su penúltima estación, su insignia de Prefecta recibida ese mismo verano descansaba sobre su mesa de noche.
Su baúl estaba lleno de sus libros y su ropa.
Acomodó por orden de importancia los libros de lectura que había sacado de la biblioteca de Hogwarts para revisar que no hubiese olvidado ninguno.
Entró en pánico al ver que había suplantado uno de ellos por uno de la Biblioteca de los Black.
Se levantó como impulsada por un resorte y tratando de bajarse la camiseta que precariamente le cubría el abdomen y no llegaba a tocar la cintura de su pantalón, se deslizó silenciosamente por las escaleras.
Se sorprendió al escuchar una voz rasposa entonando una canción desconocida. Siguió avanzando y de pronto, recordó haber dejado su libro tirado en alguno de los cojines del diván de la sala de estar.
Sin embargo, al entrar por una de las puertas de vidrio que siempre estaba abierta notó con inseguridad que había alguien más allí dentro. Precisamente el dueño de la voz… que ahora en vez de cantar, repetía una retahíla de insultos y blasfemias a tiempo récord y con un suave aliento a alcohol.
Entró, convenciéndose a sí misma que si no le prestaba atención, podría conseguir su libro y largarse de allí, intentando no verle… pero el problema era que podía respirarle y la mezcla entre su perfume y el whisky de fuego que había bebido, era irresistible.
-Hermione- la voz de Sirius sonó pastosa. Se encontraba apoyado de espaldas a ella, sobre la estantería que estaba encima de la chimenea- la dueña de todas y cada una de mis preocupaciones.
-Estás borracho… él único que se causa problemas eres tu mismo- no sabía por qué le molestó lo que dijo…
-Y tú eres una irrespetuosa que se mete donde no la llaman- se dio vuelta lentamente y la enfocó. Sabía que no estaba borracho, porque el coma etílico se encontraba a unas copas de distancia y el conocía su límite.- Eres…eres… un fastidio…
Hermione abrió la boca y encajó el golpe con entereza. Le dolía en carne viva lo que le dijo pero no iba a responder. Hacerlo significaba darle importancia… y él no tenía importancia alguna en su vida, ¿no?
-Y una mujer encerrada en cuerpo de niña que me enloquece cada vez que se mueve, cada vez que no me mira, cada vez que me observa con ojos de desprecio… pero claro, ella no se da cuenta porque se cree perfecta…bah…por favor…perfecta- cada palabra salió impregnada de frustración y cansancio, aún la larga fila de insultos que profería en ese instante.
-No necesito escuchar esto de ti. Si estás enojado con la vida, allá tu con tus jodidos problemas, pero no quiero saberlo, no tengo la culpa… madura de una vez Sirius Black, afronta los inconvenientes- La Gryffindor ya no se molestó en cuidar el tono de su voz… él era un capullo… y todos tenían que saber que él estaba borracho, insultando a la mejor amiga de su ahijado a oscuras en la habitación más apartada de la casa…
-Necesitas escucharlos porque eres la razón de ellos… ¡y date la vuelta! Esta sigue siendo mi casa y mientras estés en ella, tendrás que respetarme
Hermione giró sobre sus pies y se asustó al verle igual de cerca que aquel día en la puerta de la biblioteca.
-Y habla aunque sea para decirme que piensas marcharte mañana y llevarte contigo todo lo que le dio sentido a mi vida durante estos 2 meses.
Ella directamente bajó la mirada. Los ojos de Sirius desprendían una tristeza profunda.
Sintió su aliento caliente rodar sobre su piel cuando acarició la mejilla contra su rostro.
Levantó la cabeza a sabiendas que estaba mal. Que la diferencia de edad era avasallante, que él era el padrino de su mejor amigo, que… pero no pudo seguir pensando qué era lo malo y lo bueno porque los labios fríos de Sirius se cerraron sobre los suyos.
No fue un beso cándido y lento. No fue pasional y dulce. No fue romántico y premeditado.
Fue fuerte y violento. Fue caliente y carnal.
Todos los sentimientos encontrados que se habían ido desarrollando conforme pasaron los días, estaban allí, haciéndose lugar.
Percibió las manos de Black deslizándose por su espalda de una forma avasallante que la dejaba sin pensar, mareada, sin fuerzas, con la sensación de querer dejarse caer sobre esos brazos duros y fuertes.
Gimió despacito al sentir la lengua de Sirius haciendo un movimiento extraño- pero asombroso y excitante- sobre la suya e inconscientemente posó sus manos delgadas y suaves en la nuca de él y luego simplemente, tironeó de su cabello renegrido para descargar un poco de la cantidad de cosas que se revolvían en su interior.
El beso se terminó en medio de tenues caricias de labios adormecidos, hinchados y rojizos.
Sirius Black ya no estaba borracho.
Hermione Granger ya sabía lo que sentía por él.
Se miraron a los ojos como hablando en silencio y luego él, la soltó de su celoso abrazo y la dejó ir.
No volvieron a cruzarse hasta el siguiente día, dónde sólo se rozaron las manos disimuladamente cerca del andén 9 y ¾.
No hubo despedidas, ni besos prometedores, ni palabras de consuelo.
El cuadro de la noche anterior seguía fresco en sus memorias cuando ella tomó el tren y él volvió a la mansión, ninguno hablaría de ello, pero lo recordarían y anhelarían hasta que se volvieran a encontrar.
Sepan disculpar si hay algún dedazo.
Lo hice con todo mi cariño.
Pronto la 2da viñeta.
Dejen sus reviews, quiero saber su opinión.
Las quiere,
Paulita
