El ojiverde miró embobado como su amado dormía a su lado, los labios entreabiertos en un pequeño ronquido, curvados en una sonrisa, la nariz un poco arrugada; su piel mostrándose entre las sábanas, sedosa y hermosa. Irradiaba paz. Sebastian no pudo contenerse de pasar un dedo por la piel desnuda de su cadera, provocando un escalofrío en el chico dormido. Una sonrisa traviesa tomó su boca mientras distribuía caricias por toda la piel del joven, disfrutando con sus estremecimientos y jadeos. Pronto sustituyó los dedos por los labios, besando cada trozo de pálida piel, delineando los huesos con la lengua; distribuyendo pequeños mordiscos por su vientre plano y lampiño. Su chico seguía sin despertar. Sebastian rodó los ojos riendo silenciosamente por el sueño pesado de Kurt, y subió a depositar besos en su cuello y cara. Cuando llegó a los labios, Kurt despertó. Sus labios se unieron con pasión mientras sus lenguas se reunían; peleando con fiereza por el control del beso, mientras Sebastian acariciaba en círculos la cadera de Kurt. El ojiazul exploró la boca del otro deleitándose con su sabor, soltando leves gemidos durante el beso. Se separaron con un débil sonido húmedo.

-Buenos días, princesa...-sonrió y procedió a morder y marcar el cuello del otro.-Te ves tan sexy así...

Era cierto. La piel blanca de Kurt estaba llena de marcas rojizas hechas por Sebastian, su pecho subía y bajaba, la respiración acelerada por los besos, sus labios rojos y algo hinchados, sus mejillas rosadas y los ojos azules brillando vidriosos; adormilados aún. El cabello castaño caía despeinado enmarcando sus facciones. Sebastian aún no podía creerse que fuese suyo. Comenzó a besar de nuevo cada ápice del cuerpo de Kurt, consciente de que este sonreía. La mano del ojiazul se enredó en su pelo, dando un leve tirón. Le miró enamorado obedeciendo esa orden silenciosa.
-Te amo, Bas...-susurró cogiendo su cara con las manos y besándole con dulzura.
Mientras besaba a su prometido, Kurt decidió que esta era una buena forma de despertar.