—Maldita sea...Akashi…No dejare que me abandones…no ahora…—. Las pisadas resonaban en el frio suelo. Una voz molesta vibraba entre la muchedumbre. Conseguir el paso era difícil y ya no quedaba mucho tiempo. Un joven estaba llevando a cabo una carrera contra reloj.

"¿Qué pretendes…Akashi? Nunca he entendido esa forma tuya de actuar…"

—No…no te atrevas a irte de mi lado, ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando me he enamorado de ti?... ¿Por qué…cuando llevas a nuestro hijo en tu vientre?... —. La respiración del joven comenzaba a fallar, estaba apresurado…su amado, su futuro, todo eso se iría si no se daba prisa en detenerle. La nieve comenzaba a caer; la noche acariciaba el cielo apagando las luces…Las pisadas se hacían más ruidosas. Los quejidos se escuchaban; esta persona apresurada deseaba con todas sus fuerzas llegar a tiempo.

"Te amo… ¿No lo sabes?...No, es mi culpa, yo soy quien no lo ha dejado en claro…pero…pero…Yo tengo que alcanzarte…tengo que detenerte…"

—Solo…un poco mas…—. El joven miró su reloj, no quedaba mucho, pero si todo seguía así…llegaría a tiempo.

"Te deseo…te quiero…te aprecio. Pero más que nada…te necesito… ¿Por qué no te das cuenta?...Es mi culpa una vez mas ¿No?"

—Tengo que decírtelo….

"Después de todo… ¿Me escucharías…Akashi?"

—…Ya casi…—. La ventisca era un poco más fuerte, pero aun no era algo de gran gravedad; frente a los orbes del muchacho la estación de trenes se mostraba; el gran reloj que ofrecía el lugar le dijo cuan tarde era ya.

Pero quedaba una última oportunidad…de alcanzarle. Por lo que no detuvo sus pasos, tomó un boleto lo más rápido que pudo y corrió hacia la estación. No sabía con exactitud a donde partiría la persona que él buscaba, pero sin duda le encontraría.

Poco tiempo pasó cuando la silueta que buscaba empezaba a dibujarse unos pocos metros adelante, claro que le encontró con facilidad, pues la persona que deseaba encontrar era más que única. Para su mala suerte él ya estaba tomando sus maletas; la hora de abordar era próxima. Pero el joven sin desear aceptar la derrota aun corrió a todo lo que sus pobres piernas entumidas por el frio daban; este era el último esfuerzo…pero valía la pena con tal de tenerle en sus brazos…de decirle lo que sentía…de escuchar su voz.

—… ¡Akashi! —. Le llamó como pudo, su voz era ahogada por los miles de ruidos que provocaba su entorno, mas aun así este volteó…Una sonrisa no fue precisamente lo que apareció en su rostro, sino más bien: ansiedad, temor y unas increíbles ganas de escapar y no verle.

"Lo sé, se que quieres huir…pero, no te dejare ir…"

—… ¡Espera!… ¡Akashi por favor! —. Después de tal petición el menor se detuvo…solo unos segundos, le volteó a ver; en esos orbes podía notarse su sufrimiento… ¿Qué lo causaba? ¿El adiós? O ¿Verle? No se podría decir con seguridad.

—Ya es tarde…—. Dijo el chico para si mismo mientras abordaba el tren. El joven que le perseguía dio un grito desesperado pues por fin le había alcanzado. Y aunque quiso entrar al tren con él le dijeron que era imposible subir, pues ya era tarde y el tren estaba lleno. El joven angustiado miró para todos lados; y le encontró, podía ver su rostro en el gran ventanal.

— ¿Qué haces aquí…Shintarou?...

"Akashi…tan hermoso…pero siempre parece que estas sufriendo"

—Vine por ti…no puedo dejar que te vayas…

—Es tarde…creo que lo comprendes.

— ¿Por qué no me dijiste?...

— ¿Sobre mi hijo?

—Nuestro hijo

—Porque…no pienso causarte problemas…si decidí conservarlo es porque…la criatura en mi vientre…no tiene la culpa de nuestra idiotez.

— ¡No fue una idiotez!

—Entonces dime ¡¿Qué fue Shintarou?!...Nunca lo olvidare…—. Bajó la mirada y apretó los dientes aguantando el dolor que residía reprimido en su pecho. —Tu cara…al verme a tu lado…

—…Yo…Lo lamento Akashi ¡Pero fue un mal entendido!

—Pues te ha costado mucho…y, no quiero que mi hijo sufra…por eso debo irme…—.Los sonidos del tren comenzaron a hacerse tan fuertes que ya era casi imposible hablar, y entonces las ruedas comenzaron a girar y el tren empezaba a moverse.

—Adiós…Shintarou…—. Fue lo último que logró escuchar, ya que lo siguiente solo fue un movimiento de labios, pero tan claro que las lagrimas afloraron inconscientes de sus orbes. Lo que vio fue un claro "te amo".

—Yo…A-Akashi…—.La voz de Midorima se cortó y no pudo hacer más; sus extremidades congeladas cedieron ante el peso de sus sentidos y arrodillado lloró en el suelo. Por un momento su corazón lloró. Pero, una nueva meta surgió en su corazón: Le encontraría, a él y a su hijo, sin importar cuánto tiempo pasara…o al menos eso era lo que estaba en sus planes, ya que el destino…a veces es un poco caprichoso y decide llevarnos por caminos diferentes.

"Te encontrare…a ti y ambos, rogare tu perdón…solo espérame…mi amor…Akashi"

~cinco años después~

—Cariño… ¿Estás listo para ir a la escuela?

—Sí, mami…

—Bien, el primer día siempre será importante, por lo cual debes dar una gran imagen ¿De acuerdo?

—Si mami—. Un hermoso niño de cabellos rojizos y ojos verdes tomaba su suéter del uniforme y la pequeña mochila que le correspondía llevar mientras escuchaba las indicaciones de su madre que tanto quería.

—Ah…No sé, se que lo harás bien, pero…—. El pelirrojo miró a su hijo y se inclinó para acomodarle sus ropas adecuadamente; entonces el menor besó la frente de su mami y sonrió seguro.

— ¡Lo hare bien! ¡No te preocupes! ¡Soy un niño grande! —. El niño apenas tenía cinco años, pero era muy inteligente y seguro; ese pequeño gesto que había brindado había calmado a su querida madre, quien solo suspiró asintiendo.

—Lo sé muy bien, pero sigues siendo mi pequeño… ¿De acuerdo? Ese es tu lugar—. Las palabras tenían ternura con un deje de poderío, aun quedaban algunos trozos del "emperador" que Akashi había sido. Pero sin importar eso ya cargó al niño en brazos.

—De acuerdo mami…Oye mami ¿Qué tendré para el almuerzo?

—Lo que te gusta, un emparedado con jamón y una manzana, no olvides comerlo todo; Bien si ya tenemos todo listo, entonces vámonos

—Mamá es la mejor…—. Sonrió lleno de júbilo, en sus pequeños labios había una gran sonrisa y un rubor de contento. —Mami… ¿Por qué yo no tengo papi como los demás?

Aquella pregunta fue como una punzada en el pecho; ¿Cómo le explicas a un pequeño todos los errores del pasado? De cualquier forma, todo excepto la verdad era una mentira para el niño, y Akashi no deseaba eso, no quería mentirle, pero era demasiado pronto para la verdad. Entonces Akashi siempre optaba por evadir el tema al final.

—A veces algunos niños no tiene papi, pero no te preocupes, tienes a mami que siempre, siempre te amara…y tienes a tu tío Reo. ¿Verdad?

—…—. El pequeño asintió mientras se recargaba en el pecho de su madre; descansando un poco; la brisa del lugar era muy cómoda. —Si…tengo a mami…y a tío Reo…entonces estaré bien—. Aseguró seguro la pequeña criatura.

Akashi…después de varias cosas que serán explicadas más tarde, terminó viviendo en el campo; era un lugar precioso, prefecto para criar una familia de forma tranquila y estable. La ciudad estaba a una hora, lo cual era conveniente en muchos sentidos, pues si se necesitaba algo que no se consiguiera en el pueblo lo conseguiría.

En ese campo estaba un pueblo pequeño, con casas grandes y pequeñas, algunas con más lujos que otros; había: un hospital, una escuela, un mercado, y muchas áreas de agricultura y juegos. El hijo de akashi amaba ese lugar con todo su ser y Akashi estaba agradecido con la gente que le había acogido y prestado su ayuda…ahora, todos conocían a Akashi y a su pequeño: Sei Midorima. Akashi le dio el apellido de su padre porque era lo más justo, y dejó su nombre para el de su bebe.

Aquella zona era de clima templado, y de constantes vientos; siempre había brisas que acariciaban los largos y bastos campos; los frutos, la flora y fauna eran bastos y ricos por igual; la comida no faltaba, el agua era abundante, pues había muchos ríos y lagos, de hecho tenían un sistema de riego y cultivo muy beneficioso.

Había luz y otras cosas, el pueblo tenía sus toques modernos, pero conservaba las cosas tradicionales, lo que mantenía un estilo de vida tranquilo y sustentable; que aseguraba un buen patrimonio en un futuro.

¿Qué hacía Akashi para vivir?

Aun desde el campo, Akashi había heredado todo, pues su padre en el fondo le amaba, y pensando en su hijo y su nieto dejó todo a nombre de ambos, pues deseaba tuvieran una buena vida. Aunque el papá de Akashi siempre había sido alguien frio y estricto, en sus últimos años de vida pareció sufrir un cambio completo, tal vez se había dado cuenta de ciertas cosas que antes no comprendía.

Por parte de Akashi él dirigía todo desde el campo, y cada decisión se respetaba por completo, esto aseguraba que tuviera buen dinero para tener un sustento amplio, aunque el dinero no le importaba, más que para darle una buena vida a su hijo; pero por sobretodo darle lo que él nunca tuvo….

Akashi al tener a su pequeño Sei, dejó de pensar en perfección, ganar, o perder, incluso su problema de personalidad se había esfumado, como si sus dos partes se hubieran enamorado de su pequeña criatura y ahora solo existía el Akashi actual…uno lleno de amor…y de heridas, las cuales escondería hasta el final…porque, mientras fuera posible, pondría una sonrisa en el rostro de su hijo.

Él era un padre joven de paneas veintidós años, pues se había embarazado de Sei a los diecisiete años. Y a pesar de ser primerizo, había sabido manejar todo bien, pero había recibido bastante ayuda para los primeros años de su bebe; las mujeres, las madres y las abuelas del pueblo fueron sumamente amables con él, no le trataron como fenómeno o engendro, al contrario, quisieron darle toda la ayuda posible, pues aunque algunas cosas fueran diferentes…de todas formas Akashi era una madre.

El gran emperador competitivo había desaparecido, ahora todo estaba la "mami" que tanto amaba su hijo; la vida era pacifica y los días hermosos; todo apuntaba a que sus días serian de paz y amor hasta que su pequeño creciera y fuera en busca de su propia historia…o por lo menos era lo que Akashi deseaba…porque, no sería así.

Akashi y su pequeño llegaron pronto a la escuela, Sei estaba cursando ya otro año más, estaba muy contento y se sentía todo un estudiante importante, y de hecho, ese niño había heredado mas genes de sus padres de lo que uno pudiera imaginar, pues era tan estudioso como el padre, y con los rasgos de líder de la madre.

El llegar apenas Sei tocó el suelo, besó las mejillas de su mamá una y otra vez, despidiéndose alegre.

—Nos vemos mami, te amo mucho, mucho. ¡Lo daré todo de mí!

—Estoy seguro de que si, ten un buen día amor—. El chiquito asintió mientras como todo un adultito se iba obediente a su aula para sonreír y saludar a todos sus amigos; Akashi se sentía algo nostálgico y feliz, pues sabía que aunque a él nunca le dejaron ser así de cariñoso y mucho menos libre…ahora él tenía la oportunidad de ofrecerle todo ello a alguien más, y eso era la felicidad total para el pelirrojo.

Cuando Akashi dejó a su niño seguro en la escuela se retiró; su trabajo le permitía ser un buen amo de casa. De hecho había aprendido a cocinar, desde lo más simple hasta lo más complicado, y claro a hacer postres y cosas dulces, pues de vez en cuando le gustaba darle esas sorpresas a su hijo.

Mientras caminaba hacía su hogar, se topó con alguien que estimaba mucho.

—Está creciendo rápido ¿Cierto? Se nota que es tu hijo—. Reo un joven de cabellos negros al igual que sus orbes se había aparecido. Pues a causa de Akashi vivía en ese pueblo también; y por casualidad se había topado con él. Reo sonrió suavemente mientras agitaba su mano en señal de saludo.

—Si…y eso que apenas tiene cinco años...pero estoy totalmente orgulloso…Reo ¿Estas libre? —. Cuestionó con una sonrisa suave y amable, Reo asintió mientras le seguía, en verdad ya eran casi familia, y tenían muchas más confianzas que antes.

—Por supuesto, quieres hablar de algo conmigo ¿cierto?

—De hecho, creo que en estos momentos necesito hablar un poco.

—Te comprendo, suele pasar… ¿sabes Akashi? Sei es un niño encantador…ha sacado rasgos tan tuyos como de "él" aunque... yo pensaba que también tendría ojos vi-color como los tuyos…

—Lo mismo pensé, más porque cuando él nació yo los perdí—. Akashi al dar a luz perdió su ojo dorado, cuando logró mirarse en un espejo notó que sus orbes volvían a ser de un carmín intenso y cálido.

—Pero lo has hecho bien

—Te debo mucho a ti…

— ¿De verdad piensas eso?

—Por supuesto, incluso cambiaste de vida y todo por mi y Sei, jamás olvidare todo el apoyo…Reo

—Bueno, en ese caso págame con una buena taza de café. ¿Horneaste algo? —. Preguntó sonriente algo animado mientras caminaba junto a su estimado Akashi.

—Te has vuelto algo adicto a mi cocina—. Sonrió un poco burlón y con superioridad, pero luego su expresión se suavizó, ahora el rostro de Akashi era tan dulce y gentil, lleno de amor y muchas cosas más.

—Como no~ Si en verdad lo haces bien…Y dime Akashi… ¿De qué quieres hablar con exactitud? —. Interrogó curioso, sea lo que sea el hablaría con él, pero una introducción nunca hacía daño.

—Hoy…Sei me preguntó sobre su padre, y creo que eso me ha traído de vuelta al pasado…

—Entiendo, bien hablaremos todo lo que gustes…se cuán difícil ha sido tu vida.

—Aunque aun me pregunto…que hablar sido de Shintarou—. Esa última palabra la dijo con un suspiro. ¿Sería posible que Akashi aun amara a Midorima?

—No lo sé, y no podría darte una respuesta, he perdido mucho contacto con casi todos, solo con Hayama y Nebuya hablo de vez en cuando. Al igual que tu ¿No es así?

—Si, algo así—. De hecho Akashi solo mantenía contacto de Teiko. Y esa persona era Murasakibara, quien siempre había guardado en secreto que aun hablaba con Akashi; pues aunque se sentía mal por Midorima, él se veía incapaz de traicionar a Akashi…aunque tampoco sabía exactamente donde estaba.

A pesar de la comunicación y eso, Akashi hablaba con Murasaki a través de castas, a veces ambos se mandaban algunas fotos. Murasakibara le decía a Akashi que Sei era un niño precioso y que si fuera dulce lo comería, esto hacía reír mucho a Akashi. Aunque también a veces tenían charlas por teléfono, pero estas ocurrían en horarios donde Sei no escuchara nada.

Murasakibara ofreció muchas veces hablarle sobre Midorima, pero Akashi se negaba rotundamente, y por más que a veces muriera de ganas, la respuesta era la misma, pues el día en que subió al tren se había hecho una promesa a si mismo..Una que jamás pensaría romper.

—Ah…los recuerdos me están regresando…

—Seguro es complicado…han pasado cinco años después de todo

—Mucho y poco tiempo a la vez

—Entonces hablemos…

Akashi invitó a pasar a Reo a su hogar y la charla empezó…

Mientras tanto midorima…

~Continuara~