NO A LA NEGACIÓN

Warning: Los personajes no me pertenecen a mí, sino a JK Rowling y a la adaptación de la Warner Bros. No gano nada con esto, sólo diversión.

Couple: Drarry

Draco Malfoy era hijo de una familia que se consideraba a sí misma "pura". El dilema no era ése para Lucius, con su trayectoria de persona xenófoba y hasta malvada. El dilema era otro. Draco estaba enamorado de Harry Potter, enemigo y, claramente declarado, chico.

Sin embargo, durante el curso, Draco y Harry estaban en clase y Lucius muy lejos de ellos. Así que la diversión podía llegar.

Todo empezó cuando Draco ofendió a Ron. Ése fue el peor error de su vida. En ese momento, el hilo que pudo forjarse con Harry se rompió por muchos años. Tiempo después, los errores fueron perdonados. Harry y Draco incluso se hablaban por los pasillos y existían rumores de que quedaban para estudiar. El dilema no estaba en Hogwarts, estaba en la cabeza de Draco.

Los rizos platino se movían de un lado a otro mientras su dueño negaba la mayor. No importaba si era Slytherin o Gryffindor quien le preguntaba, o cualquier otra casa; él nunca lo aceptaría. No estoy enamorado de Harry Potter. Y nada más.

La controversia era que no era cierto. Estaba enamorado de ese chico desde que, en las clases, se sentaba tras él y lo observaba ensimismado. Harry no parecía corresponderle, así que Draco se dedicó a guardarse sus sentimientos en lo más profundo de su capa.

Un día, de ésos en los que la materia de estudio es escasa y los estudiantes deambulan por los pasillos entre conversaciones, Harry propuso a Draco ir a dar un paseo. Nada de bibliotecas, nada de gente. Draco, para su sorpresa, accedió sin dilación, y Harry dejó el plan Z para otra ocasión.

Malfoy había pasado muchas noches sacando de su mente ese sentimiento que llamaban amor. Prestó atención a otros estudiantes, como a Neville, cuyo cuerpo había cambiado en los últimos años, o incluso a Hermione, por la que siempre había tenido especial interés. Sólo había un problema: ninguno de ellos era Harry. La premisa Ya no me gustas, Potter, se tambaleó para romperse el mismo día que se creó.

Harry lo tenía muy claro: amaba a Draco Malfoy. Aun así, no se lo diría hasta ver reciprocidad de su parte. Y así estaban, paseando por los prados solitarios del castillo que los unió, cada uno a cuál más cabezota.

Sus cuerpos iban uno al lado del otro sin rozarse. Ni siquiera se dirigían la mirada. Cualquiera podía haberlos confundido con los enemigos que decían ser y, sin embargo, era incierto. Atrás quedaron los años de competencia y soberbia, enterrados con la niñez que recordaban con anhelo.

Cerca del Bosque Prohibido, los adolescentes miraron la luna: llena. No era seguro seguir caminando por ese sendero. Así que se dieron la vuelta y estrecharon sus manos.

—¡Harry! —el espanto les separó como un rayo. Quién habría podido imaginarse... aquello.

Continuará...