NdA: Dije en mi otro fic que había tenido una idea pero que no sabía si desarrollarla, gracias a varios reviews animándome a escribir aquí está. Este capítulo es tan sólo un prólogo, de ahí su escasa longitud y carencia de diálogo. Mi intención es que sirva de introducción a como Hermione llega a la situación de tener que ir al pasado y por supuesto, mostrar varios acontecimientos que después la afectarán psicológicamente. Por supuesto, Tom hará aparición, espero que no muy tarde, pero por ahora me veo obligada a centrarme en Hermione.
Espero que le deis una oportunidad y que os guste.
Mors certa, hora incerta
Asustada, perdida, sola. Así se había sentido Hermione en el momento en que la profesora McGonagall la encontró. A lo lejos se podía escuchar todavía el estruendo procedente de la batalla, cada vez más apagado a medida que los pocos que aún seguían oponiendo resistencia caían. Hacía mucho que el sol se había puesto marcando no sólo el final del día, sino el final de una era. ¿Cómo había llegado hasta allí? Ah, sí...
Era el fin. Voldemort había ganado, no había nada que hacer. Harry había muerto y, con él, la última esperanza del Mundo Mágico. Cuando vio el cuerpo inerte del joven de gafas no quiso creerlo, nadie quiso creerlo y desde luego no se rindieron. La batalla duró todo el día y parte de la noche, sin embargo, los mortífagos fueron derrotándolos uno a uno. Jamás olvidaría como Ginny rodó escaleras abajo tras haber recibido de llenó el Avada Kedavra que le lanzó Bellatrix Lestrange. Sus ojos abiertos, carentes de vida, la perseguirían allá donde fuera y junto a ellos el grito desesperado que lanzó su madre, la señora Weasley, al verla caer. La pobre bruja tuvo que ver morir a tres de sus hijos antes de que la vida le fuera arrebatada a ella también.
No se rindieron no, aún cuando fueron conscientes de que no había nada que pudieran hacer para derrotar a sus enemigos. Poco a poco, se fueron retirando, escondiéndose por todo el castillo, en un intento desesperado de recobrar energías, de escapar, de hacer algo. Ron, Neville y ella decidieron que lo mejor sería huir del castillo, intentar reunir a todos los supervivientes y organizarse para seguir resistiendo cuento pudieran.
Estaba agotada, no sabía como era capaz de seguir corriendo, tal vez el ver a Ron junto a ella, ahora que por fin estaban juntos, era lo que le daba fuerzas. Se encaminaron lo más rápido posible hacia el tercer piso, con la intención de usar el pasadizo que había bajo la joroba de La Bruja Tuerta que los llevaría hasta Honeydukes. Eran conscientes de los grupos de mortífagos que recorrían el castillo, buscando supervivientes, el Mapa del Merodeador les daba una ligera ventaja sobre ellos.
Al llegar al tercer piso vieron en el mapa un punto marcado con el nombre "Luna Lovegood" y se desviaron un poco de su camino para ir hasta ella. La joven estaba escondida bajo la mesa del profesor en la clase de Encantamientos. Temblaba a más no poder y se apretaba el brazo, donde se podía ver una quemadura bastante fea contra el pecho. Se detuvieron para recobrar el aliento y observar el mapa antes de precipitarse a la carrera hacia el pasillo donde se encontraba la entrada al pasadizo. Fue una suerte ya que, al comprobar bien el mapa vieron como en el interior del pasadizo se encontraban Mulciber y Crabbe, probablemente haciendo guardia para asegurarse de que nadie escapara.
Mientras Hermione intentaba curar la quemadura de la otra bruja, idearon un nuevo plan de escape. Lo más probable es que los otros pasadizos estuvieran también vigilados, incluyendo el que llevaba a la Casa de los Gritos así que entre todos decidieron escapar a través del bosque prohibido. Era peligroso, pero quedarse en el castillo lo era aún más.
Poco a poco, fueron descendiendo por las escaleras más alejadas de la puerta principal, intentando no acercarse al Gran Comedor, donde se había llevado a cabo la parte más cruenta de la batalla. Usar la capa de invisibilidad estaba descartado, no era lo suficientemente grande para cubrirlos a los cuatro, ni siquiera habían sido capaces de usarla cuando sólo eran tres.
Cuando consiguieron salir a los terrenos del colegio faltaba poco para la puesta de sol. Con un encantamiento desilusionador sobre ellos, avanzaron pegados a la pared del castillo, intentando alejarse de la puerta principal. Aún no habían podido alegrarse de haber escapado cuando una luz roja fue disparada en su dirección y vieron, para su desgracia, como cinco mortífagos enmascarados corrían hacia ellos desde la cabaña de Hagrid.
Hermione escuchó un grito a su lado, pero no fue capaz de identificar a quién pertenecía. En un arrebato de adrenalina echaron a correr; Ron y Neville hacia la izquierda, en dirección al campo de Quidditch, Luna y ella a la derecha, de vuelta al castillo. Durante un segundo cruzó la vista con el pelirrojo y pudo ver el pánico en sus ojos azules.
Luna y ella atravesaron el vestíbulo a toda velocidad, siendo perseguidas por dos de los mortífagos. La castaña agarró la mano de la otra joven mientras lanzaba un escudo protector a su espalda y la conducía de camino a las mazmorras. En un momento le lucidez dio un giro brusco a la izquierda dos veces seguidas, abriendo con la varita una puerta a la derecha. Los mortífagos cayeron en su trampa y entraron en la estancia. Con la explosión provocada por otro hechizo, hizo que el arco de piedra y las columnas que había junto a la puerta se derrumbaran, dejando a los mortífagos encerrados, al menos temporalmente.
Descartando volver a salir por el mismo sitio, Luna le recordó el embarcadero. Hermione no supo cómo había pensado en eso antes, las barcas que se usaban para llevar a los de primer año al castillo, podrían usarlas para cruzar el lago. Con la anticipación embriagándolas, las dos jóvenes volvieron hacia la escalera que daba acceso a las mazmorras, pero en vez de subirlas atravesaron una puerta que había a su derecha. Tras comprobar en el mapa, que por suerte cuando se separaron de los chicos había llevado Hermione, vieron que no había moros en la costa y descendieron por el ancho túnel de piedra.
Cuando llegaron al embarcadero que se situaba todavía bajo tierra vieron la docena de barcas amarradas a los muelles y soltaron un suspiro de alivio. Sabían que era demasiado arriesgado salir a la luz del sol, de modo que lanzaron un encantamiento desilusionador sobre una de las barcas y se tumbaron en ella, cubiertas por la capa invisible.
El reloj de Hermione marcaba pasadas las once de la noche cuando se atrevieron a salir. Aún tumbadas en la misma posición, sin atreverse a mover siquiera un músculo por miedo a que la capa se deslizara y dejase parte de sus cuerpos a la vista, hicieron que la barca comenzara a moverse lentamente. Cuando salieron al exterior de la cuerva pudieron ver la luna alzarse sobre sus cabezas y algunos destellos de hechizos en intervalos muy separados.
Avanzaron muy, muy despacio a través del lago para evitar dejar un rastro perceptible en el agua a su paso. Pasó casi una hora hasta que estuvieron próximas a la otra orilla y Hermione quiso creer que lo conseguirían. Pero el destino tenía otros planes. Unos gritos las hicieron ponerse tensas y se percataron de que dos mortífagos se alzaban sobre ellas, montados en escobas.
Las atacaron, todo fue tan rápido que Hermione no supo ni cómo paso. Estaban las dos tumbadas en la barca y al instante siguiente esta empezaba a arder. Las dos jóvenes se levantaron y contraatacaron, al ver que no tenían otra salida. Hermione se enrolló la capa en el brazo izquerdo mientras Luna y ella atacaban desde el agua al mismo mortífago, que no tardó en salir despedido por los aires. Sin embargo, el otro aprovechó ese momento para lanzar su maldición contra Luna. La joven rubia profirió un alarido de dolor y se comenzó a hundirse. Hermione lanzó un encantamiento aturdidor al mortífago antes de zambullirse para ayudar a su amiga.
Bajo el agua no podía ver casi nada, estaba demasiado oscuro. Pudo distinguir la figura de la rubia, forcejeando y llevándose las manos al cuello. Hermione la agarró del brazo y tiró de ella con todas sus fuerzas pero fue inútil, otra fuerza superior tiraba de ella hacia abajo y arrastraba también a la castaña. Cuando ya no pudo más la soltó, no pasó ni un segundo cuando comenzó a arrepentirse. Otra imagen que estaría grabada para siempre en su memoria era la de Luna Lovegood, con su larga cabellera rubia moviéndose junto a las ondas del agua y sus ojos desorbitado, mirándola, suplicándole ayuda, mientras se ahogaba y desparecía en las profundidades.
Hermione no se atrevía a salir a la superficie, sabía que el mortífago restante estaría esperándola, dudaba que su encantamiento de antes hubiera dado en el blanco, pero se le acababa el oxígeno. Vislumbrando la borrosa figura del mortífago a varios metros de altura sobre el lago decidió jugársela. Con un impulso de sus cansadas piernas ascendió y, apenas hubo sacado la cabeza a la superficie apuntó al mortífago y lanzó un Petrificus Totalus.
Acertó y, mientras esquivaba la maldición que le había lanzado su oponente, vio como el mago caía de su escoba al agua con un ruido sordo, salpicando a varios metros al rededor. La joven no quiso detenerse por un instante a mirar, sabía que no podía moverse y que lo estaba condenado al mismo destino que a su amiga. En aquel instante no le importó, incluso sintió una cierta satisfacción al saber que había vengado la muerte de Luna.
Cruzó a nado lo que quedaba de lago. Cuando alcanzó la otra orilla se encontraba totalmente desfallecida, dudaba que hubiera conseguido llegar tan lejos de no ser por el subidón de adrenalina y ahora que éste se había acabado no le quedaban fuerzas para más. Tambaleándose avanzó hasta llegar al límite del bosque al otro lado y se dejó caer tras un grueso cedro a recuperar el aliento. Tras diez minutos hizo un esfuerzo por levantarse, no podía quedarse allí, envolviéndose en la capa de invisibilidad se adentró en el bosque, apoyándose en los troncos de los árboles para no perder el equilibrio si le fallaban las fuerzas.
Dando un rodeo para evitar ser vista se dirigió hacia las puertas del colegio, tardando otra hora más en llegar en lugar de los habituales veinte minutos. Cuando por fin vio la reja a lo lejos quiso sentir de nuevo que había esperanza, pero no pudo. Las otras dos veces que se había atrevido a pensar que todo saldría bien, las cosas se habían torcido. No sabía que hacer a partir de ese momento, no tenía a dónde ir. Sólo pensaba en alejarse de Hogwarts sin un destino fijo en la mente.
Cuando llegó a la reja de la puerta la abrió haciendo el menor ruido. Aún llevaba puesta la capa invisible, pero sin duda la puerta abriéndose "sola" alertó a alguien que estaba oculto en las inmediaciones. En un segundo un hechizo hizo que la capa se alejara de ella, al igual que su varita, haciéndo que emitiera un grito. Al girarse se encontró cara a cara con una bruja con el ceño fruncido, el moño medio desecho y la túnica salpicada de una sustancia oscura cuya preferencia no quería saber.
Y así, asustada, perdida y sola, es como la encontró la profesora McGonagall.
NdA: Lo dicho, muy corto y bastante precipitado, pero tengamos en cuenta que técnicamente es un resumen a modo de flashback de como Hermione está en el estado en que está cuando McGonagall la encuentra. En el próximo capítulo me explayaré mucho más, lo prometo.
Por cierto, ya que en mi otro fic no paran de llegar reviews de gente que no soporta a Ginny y ya que allí tendrán que aguantarla bastante, aquí he decidido acabar con ella la primera.
Intentaré actualizar lo antes posible y compaginaré, según me venga la inspiración, este fic y el otro. Ya he hecho mi trabajo de investigación sobre estudiantes, profesores y hechos históricos (muggles y mágicos) de la época de Tom Ryddle. Ahora sólo me queda rellenar los huecos que faltan y darle coherencia, espero que no me lleve mucho tiempo.
Como siempre gracias por leer. Cualquier tipo de comentario, crítica u opinión es más que bienvenido.
Un saludo!
