Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, son creación de la novelista Kyoko Mizuki. Adaptación del libro "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald.
Advertencia: Debido a la trama de la historia la personalidad de algunos de los personajes de Candy Candy puede variar un poco.
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El Maravilloso Señor Ardley
Capítulo 1
Chicago. Verano de 1923
La llamada "Ciudad de los vientos" despertaba lentamente ese día de verano. En el ambiente, sólo algunos sonidos se mezclaban con los rojizos colores del amanecer. El canto de las aves era el magnífico fondo musical para un nuevo día. Más escondido y de manera casi inaudible, el eco de las rápidas pisadas y la respiración controlada del joven de cabellos castaños como el color de la arena del desierto que corría para ejercitar su cuerpo y despejar su mente, se combinaba con la sonoridad natural en perfecta armonía. Desde hace ocho meses esta actividad era imprescindible en su vida. Su psicoterapeuta se lo había recomendado tras el difícil año que pasó emocionalmente. Correr le sentaba más que bien para liberar las tensiones y darle salida a los ataques de ansiedad que ya sufría con menos frecuencia.
En casa, al volver de sus actividades matutinas, le esperaba una ducha templada y un suculento desayuno. Salir tan de madrugada le daba algunos privilegios extras que para él eran significativas, como tener suficiente tiempo para su arreglo personal, cosa que era muy importante para su autoestima que en una temporada se vio muy dañada. Aunque el joven contaba con un cuerpo musculoso y unos rasgos perfectamente armoniosos y finos que lucirían bien con lo que fuera, él gozaba de esmerarse en sí mismo, ya que gustaba de vestir y lucir impecable.
Como todos los días, leyó el diario antes de irse a trabajar, no tenía prisa, todavía era temprano. Perezosamente pasaba una página tras otra, no había nada interesante ese día, sin embargo, un dato aparentemente trivial llamó su atención.
Archibald Cornwell, miraba por la ventana de su oficina sumido en sus pensamientos, en su cabeza sólo resonaba como mantra la fecha que vio que el diario indicaba era ese día "15 de agosto". 15 de agosto se repetía una y otra vez, había pasado un año ya de todo aquello.
En segundo plano escuchaba algo muy parecido a la voz de su socio Thomas Stevens que en esos momentos le hablaba de algunos presupuestos del negocio de venta y reparación de aparatos de radio que habían montado hace diez meses. Tom era un muchacho apuesto, su tez morena y sus ojos miel claro le daban un aire misterioso que resultaba muy atractivo para las mujeres. Su cuerpo era bien formado, de anchas espaldas y brazos fuertes, fruto del trabajo en el campo que le daban la apariencia de un hombre rudo. Al ser hijo único de un acaudalado ganadero, había gozado también de los privilegios de un joven en su condición monetaria, entre ellos, ir a la universidad de Yale donde conoció a Archibald.
Ambos se graduaron en administración de empresas y, aunque nunca fueron amigos entrañables, siempre llevaron una relación de cordial camaradería. Después de años sin verse, se reencontraron en la boda de una prima lejana de Tom y juntos decidieron emprender el negocio que en el presente llevaban.
Aunque trataba de fingir que ponía atención, en ese momento Archie no podía concentrarse en lo que decía su interlocutor. Junto con la fecha, miles de recuerdos se agolpaban en su mente bloqueando cualquier otro pensamiento que fuera ajeno a esos acontecimientos que pasaban por su cabeza.
- ...y en total nos dará por resultado ¡treinta perros y veinte gatos parlantes!- Exclamó Thomas irritado, al percatarse que su socio no había escuchado ni una palabra de su detallada explicación.
-¡¿Qué?!- Archie lo miró, confundido.
- ¡¿Qué?! ¿Acaso dije algo raro?- exclamó, con sarcasmo
- Lo siento Tom, tengo la cabeza en otro lado el día de hoy.
- ¡No me digas! ¡De verdad que no me había dado cuenta!- se burló.
- No es un buen día, ¿podemos verlo más tarde?- espetó, con el ceño fruncido ante la ironía.
- ¡Como gustes!- enfadado, el apuesto moreno se levantó y recogió los papeles del escritorio. Al salir de la oficina se topó en la puerta con Jane, la secretaria de ambos.
-Señor Cornwell, ya esta aquí el ingeniero que quería entrevistar para el puesto vacante, su nombre es Leonardo Coletti.
- Hazlo pasar Jane- indicó. Tom se encogió de hombros y volvió a sentarse cerca del escritorio.
Un hombre de mediana edad, alto, delgado, de cabello negro y grandes ojos marrón que eran cubiertos por unas gafas entró a la oficina. De primera impresión parecía casi un vagabundo con la barba crecida y el cabello descuidado. Si no fuera por la pulcritud de sus ropas bien ajustadas, cualquiera juraría que era un indigente. Sin embargo, había algo en él que le daba un aire de inteligencia y confiabilidad. Stevens se levantó de su silla al ver al personaje que tenía de frente, inmediatamente, volteó a ver la reacción de su colega que para su sorpresa tenía un gesto despreocupado y cálido.
- Señor Coletti, pase por favor- Le invitó ofreciéndole su mano- Mi nombre es Archibald Cornwell y mi socio el señor Thomas Stevens. Por favor tome asiento.
- Mucho gusto, Leonardo Coletti -el hombre con paso seguro estrechó la mano que le ofrecían y se sentó a un lado de Tom que lo observaba de manera indiscreta. Archie carraspeó al darse cuenta del escrutinio poco mesurado de su socio y le lanzó una mirada de desaprobación.
- Señor Coletti -continuó- Hemos leído su currículum y creemos que usted es un candidato en potencia para el puesto de jefe técnico- Jane le proporciono una carpeta con los datos del entrevistado -Aquí menciona que usted es de origen Italiano, actualmente residente legal en este país y que estuvo en el ejército en la pasada guerra, cuénteme, ¿Cuál era su función?
- Mi función era la compostura y mantenimiento de las radios y telégrafos de las bases militares en el frente italiano. Después fui trasladado al frente francés. Cuando terminó la guerra, fui invitado por la milicia de los Estados Unidos a colaborar con la creación de nuevos aparatos de comunicación para el ejército.
- ¿Y que experiencia tiene con la radio convencional?
- Bueno en sí no hay diferencia, el sistema del aparato del ejército es incluso más avanzada que las radios convencionales. La tecnología de válvulas que hoy se utiliza en la base lo habíamos probado ya con mucha anterioridad.
- Ya veo, y puedo preguntar ¿porqué se retiró del ejército?
- Señor, estar en la milicia de alguna manera siempre me recordará la guerra, y es algo que deseo sacar de mi mente.
- Comprendo- ...Archie sabía perfectamente a que se refería con esa expresión, sin duda, olvidar era algo que algunas personas tenían que hacer con urgencia antes que sus recuerdos los aplastarán. Él mismo se incluía en el grupo de los que debían y tenían que omitir cosas de su mente para siempre.
-También dice aquí que está trabajando con el ingeniero Edwin Armstrong- prosiguió.
- Sí, el ingeniero Armstrong es un gran científico en la industria de la radio y orgullosamente me considero se alumno. Es un proyecto que no deseo dejar, he aprendido mucho de él.
- ¿Porqué quiere este empleo?
- Bueno, en primer lugar porque necesito dinero- se sinceró- En segundo, porque su compañía se está volviendo rápidamente en líder en este ramo y estoy seguro que puedo colaborar en ello, mi experiencia se lo garantiza.
Archie sonrió complacido ante la seguridad del entrevistado, miró a su colega que se había mantenido en silencio durante la audiencia.
-Thomas ¿hay algo que desees preguntar o agregar?
- No.
- Muy bien Señor Coletti, eso es todo. Lo veo mañana para darle personalmente la resolución, esperamos que este dispuesto a empezar inmediatamente.
- Por supuesto.
- Jane le acompañará a la salida, hasta mañana.
Educadamente, ambos hombres se volvieron a estrechar las manos.
-¿Qué te parece?- preguntó, una vez que estuvieron solos.
- ¿El hombre de las cavernas?- dijo, con desdén.
- ¿Tienes que referirte a él de esa manera?- preguntó molesto.
- Vamos Cornwell, su aspecto no me da otra referencia.
- Prejuzgas mucho a las personas por su apariencia o condición, el tipo es un genio en potencia.
- ¿Y tú no lo haces también? ¡Oh!, ¡espera!, recuerdo que en la universidad eras de los que le hablaba a los más raros y guardabas sus oscuros secretos- se mofó, Archie lo miró con el semblante serio -¡Vamos Cornwell! Es una broma, ¿no me vas a decir que a primera vista no te pareció un poco desagradable?
- No, no me lo pareció y como te habrás dado cuenta no suelo prejuzgar a nadie, mi padre me enseñó a no hacerlo- se levantó de su asiento y prendió un cigarrillo mientras miraba por la ventana de su oficina ubicada en el centro de Chicago -Papá siempre me dijo que no juzgáramos a las personas, pues no sabíamos las circunstancias que había tras de ellos. Yo creo que en gran parte me lo decía por mi hermano mayor- sonrió melancólico -Él era diferente a los demás, mucho mejor persona que todos nosotros juntos. Mi hermano era muy apuesto aunque él no se daba cuenta, un inventor genial. Tenía ese aire descuidado que sólo los hombres que le dan más importancia a la mente que al cuerpo suelen llevar. Era noble y simpático, aunque constantemente sufrió el rechazo y maltrato por parte de los compañeros del colegio que no se atrevieron a conocer el magnífico ser humano que era. Aún así, nunca se quejó por ello.
- Lo siento, no sabía que tenías un hermano, no me habías hablado de tu familia ¿por qué te expresas de él en pasado?
- Porque ya no lo tengo, murió en la guerra -Tom se quedó mudo ante la íntima declaración que le hacía su amigo -Se enlistó en el ejército a escondidas. Era amante de los aviones y las maquinarias. Para nuestra sorpresa, resultó que también era un ferviente patriota y defensor de los derechos humanos. Tarde nos dimos cuenta que se marchó al frente francés y por más que papá y unos familiares trataron de persuadirlo o mover influencias para que regresara, no lo lograron. Un día nos avisaron que su avión había sido derrumbado en una batalla y había muerto, no lo podíamos creer, nunca tuvimos su cuerpo, en su lugar sólo llegaron sus pertenencias.
- ¿Cómo pueden estar seguros que realmente murió?- Cuestionó sorprendido y preocupado.
- Al poco tiempo de que llegó esa noticia, decidí enlistarme con el único deseo de buscarlo. Nunca estuve en batalla afortunadamente, investigué lo que pude pero jamás lo encontré, tomé la decisión de ir en su busca demasiado tarde.
Archie se giró hacia su amigo que lo miraba con pena.
-Pero mi hermano y esos compañeros "raros" como les llamas no han sido las únicas personas peculiares que me he dado la oportunidad de conocer sin prejuzgar y que han resultado seres realmente extraordinarios.
Sonrió tratando de aligerar el ambiente.
- A principios del verano del año pasado conocí a un hombre especial, tanto o más que mi querido Stear. Un eterno optimista que creía en el amor como ninguno. Tal era su fervor por la vida y las cosas buenas de ella, que me hizo dudar de la condición humana en sí- sonrió -La verdad no creo conocer a otro individuo como él en toda mi existencia.
- ¿Quién era ese hombre? ¿Cual era su nombre?
- ¿Quieres escuchar una buena historia Tom? Acomódate en tu asiento.
Se dirigió hacia el escritorio y se sentó frente a su amigo.
-Albert... Su nombre era Albert. William Albert Ardley- Y murmuró para si -El maravilloso señor Ardley.
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Empezamos con historia nueva. Como mi imaginación todavía esta en entrenamiento para una historia original me he atrevido a regalarles una historia basada y adaptada de uno de mis libros favoritos "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald, quien haya leído el libro o visto la película, me gustaría que de todos modos me acompañarán en esta aventura, creo que nos lleváremos muchas sorpresas con esta fusión de historias (yo misma me las estoy llevando al escribirlas). Les agradezco su lectura y sus reviews, es muy importante saber su opinión.
Les deseo el mejor de los años y que todos sus deseos se concedan. Un abrazo.
