*******NaruHina Fanfic*******


AMOR FUERA DE TIEMPO


BY: HinataBueso93

Beta: MariaTheCharmix

Disclaimer:

Todos los personajes aquí mencionados pertenecen a la brillante mente del mangaka Masashi Kishimoto. Lo único que corre por mi cuenta es la trama de la historia.

Es de fans para fans, prohibida su reproducción total o parcial. ¡Di no al plagio!


Notas principales:

La historia se lleva a cabo en la ciudad de Comayagua, Honduras (mi país) inspirada en hechos reales; (le paso a la amiga de una amiga). Al implementar ciertos regionalismos, estos se marcan con un asterisco y serán explicados al inicio de cada capítulo.

Esta narrado en tercera persona, enfocándose mayormente en Hinata.

-pensamientos-

-recuerdos-

-dialogo-

Narración.


Amarte a Destiempo…

Porque negar lo que es obvio

Fingir no escuchar, no ver, no sentir.

Te dicen que no, pero no funciona,

Quieres correr, pero tu corazón insiste en no huir.

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Caer del abismo a tus brazos,

Ahogarme en el mar que crea tu pasión.

Cerrar las puertas de la razón, no escuchar consejos;

Abrir las de la locura y dejar que te guie el corazón.

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Aunque me grite el mundo, no debes, no puedes;

Y sus miradas me condenen al destierro.

No te dejare pues tú me quieres

No te abandonare pues yo te quiero.

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Ámame y olvida lo que susurra esta gente,

Te amare aunque me griten "demente";

Nos amaremos luchando, juntos eternamente…

Nos amaremos aun después de la muerte.

(Edith Bueso-Autora)


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Prólogo.

Me preguntan si es pecado amar algo que no te pertenece.

Me preguntan cómo fui capaz de hacer lo que hice.

Como no abrí mis ojos a tiempo, como me deje envolver por tus palabras.

Me preguntan porque fui tan tonta, porque no respete las normas.

Me preguntan porque me enamore de ti. Sabiendo que no eras para mí.

¿Por qué?

Porque me envolviste en tus brazos con dulzura, porque me enseñaste a ver el mar a través de tu mirada. Y que el amor es una locura, una locura de la que no puedo salir.

Porque me hiciste sentir necesaria, porque me hiciste desear mostrarte; a través de mi amor, que merecías ser feliz, que la vida no es solo llanto y que el amor se hizo para todos.

Porque me enamore del brillo que escondía tu sonrisa y quería perpetuarlo, porque me sentí fuerte, capaz de liberar tus alas, porque quise ser un súper héroe, pero caí hechizada por ti.

Porque nadie escoge a quien amar, a quien odiar, nadie es capaz de alejar el amor y hacer que los sentimientos se esfumen, porque aunque sufrí por amarte, ame el dolor que el amor encierra, ame los momento, ame las caricias, ame los besos y los recuerdos que nadie será capaz de borrar.

Te amé desde que vi tu corazón vulnerable ante mí, te amé siendo ajeno, y de mi corazón te hice dueño, dueño y señor. Y sabes que aun en mi último aliento, en mi último día; seguiré amando tu dulzura, tu locura; eso que eres cuando estas junto a mí, esa sonrisa traviesa, esa melancolía, la agonía de desear despertar en la misma cama a diario, te amare con locura; te amare sin motivos, sin que lo merezcas, te amare. Hoy y por mil años más. En cada aliento en cada verso, en cada suspiro te amare, hoy y siempre, hasta que de mi boca salga el último aliento y mi corazón pare su movimiento… hasta la muerte, y si hay más vida después de la muerte… pues ahí te amare más.

.

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Un día, no recuerdo exactamente cuándo, alguien me preguntó si es posible amar a una persona eternamente, si es posible sentir que a pesar del daño, de los errores, de las mentiras, de las normas; a pesar de tener todo en contra; se puede seguir amando, se puede seguir luchando; y sobre todo se puede seguir creyendo, manteniendo la esperanza de que el destino se apiade al fin y les regale la dicha de cumplir su amor.

Yo solo sonreí, elevé la mirada al cielo y recordé una historia, una historia de un amor prohibido, correspondido, pero separado desde antes de ser concebido, un amor para muchos en vuelto en pecados, y por tanto destinado al fracaso, un amor que aunque era grande debía hacerse diminuto para poder esconderse y mantenerse con vida. Un amor que brillaba iluminando las noches en que a escondidas del mundo se entregaba y cuando el sol brillaba estaba destinado a negarse, a fingir que no había pasado nada. Pero no se tapa el sol con un dedo, y cuando un amor es tan puro y verdadero tiende a brillar en las miradas, tiende a mostrarse con orgullo; exponiéndose a ser descubierto, sacrificando con ello el esfuerzo que hacían por esconderlo.

Me atreví a contestar esa pregunta a través de la narración de esa historia, para que así cada uno sea capaz de juzgar por sí mismo si ese amor, si esa lucha valía la pena. Para que puedan contemplar con sus propios ojos lo que el amor nos lleva a hacer; para que vean que el destino a veces es cruel con quienes se aman, cuando la impaciencia nos gana, y que las decisiones que tomamos a lo largo de la vida pueden afectar grandemente ese amor que aunque no conozcamos aun, nos espera, espera que lleguemos a él, que por apresurados y por torpes podemos ser nosotros mismos quienes destruyamos el regalo que el destino nos tenía preparado. Y que el castigo que nos tocara por ese error puede destruir nuestro corazón y apagar por siempre la única luz que un día nuestra vida alumbro.


PARTE I

Esta historia se desarrolla en la región céntrica de Honduras; específicamente en la ciudad de Comayagua, un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan en los recuerdos y los vestigios de la brillante época colonial. Un lugar abrigado bajo la sombra de la dorada catedral y bendecida con las aguas cristalinas que bajan de las montañas.

Y como esas aguas desemboco ella; nuestra joven protagonista; en el basto mar de aquella ciudad, ignorando los peligros de las grandes bestias y la profundidad de aquel océano.

—Prométeme que te portaras bien con tu tío; sabes que él es una persona muy estricta.

—No te preocupes madre, no haré nada malo.

—Estás segura de que empacaste todo, ¿verdad?

—Claro que si tía Kurenai, y en cualquier caso, si dejo algo puedo venir después; solo estamos a dos horas de trayecto.

—No vayas a estar gastando tanto en venir—dijo su madre esta vez.

—Tranquila madre; no hare eso.

Y así se marchó de aquel tranquilo pueblo, siendo la primavera de su vida; con apenas 18 años en los que el aire campestre había sido su único compañero; sin suciedad, sin contaminación ni gases destructivos… igual que su alma.

Partió un día sábado, a las 2:00 pm llegando a las 4:00 hasta la que sería su nueva casa el tiempo que durase la práctica profesional de su carrera como Técnico en Mecánica Automotriz.

La recibieron los brazos de su primo Neji Hyuuga; a quien desde niña vio cómo su hermano, como su guía.

—Estoy feliz que estés este tiempo con nosotros, hermana. — Dijo con gran entusiasmo.

—Yo también estoy muy emocionada.

Se saludaron, estrechándose en un fuerte abrazo que duraba por más de un minuto; como siempre solían hacer al verse.

—Bienvenida. — Se incorporó el cabecilla de aquel hogar.

—Gracias tío Hizashi.

Y así finalizo su día, durmiendo en una cama diferente, cubriéndola un cielo en el que las estrellas casi no son notadas. Sucumbió al cansancio del viaje y se dejó envolver por el manto de Morfeo; se dejó llevar al mundo de sueños y aventuras, sin saber que estaba a punto de protagonizar una historia de verdad.

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Era un día soleado, lunes por la mañana, el calor se apoderaba salvajemente de los cuerpos de aquellos pobres que no podían pagar un aire acondicionado, y el aire que salía de sus ventiladores parecía venir del mismísimo averno. Si, así es Comayagua en verano, un calor sofocante que solo se compara con el ardiente fuego que emana de las personas alegres y activas de la ciudad. Ya acostumbradas al fuerte verano, caminan sin usar protección solar, como retando al mismo sol.

Ese día era muy importante para ella, ya había colocado su gabacha color azul marino, había apresado su cabello en un alto moño, se puso sus pantalones pepe color negro y llevaba en mano las herramientas de trabajo. Era muy divertido ver la cara de aquellos transeúntes que la veían caminar orgullosa, pisando fuerte con sus zapatos grandes de punta de acero y una sonrisa que compartía con cualquiera. Era su primer día de práctica profesional en un taller real, en uno con problemas reales, con nuevas experiencias y con retos que le ayudarían a crecer como profesional.

Era irónico ver a una chica tan hermosa como ella; de piel nívea, ojos claros (raros, parecidos al color de las perlas), cabello azulado y sonrisa inocente; inclinarse por una profesión como aquella; mecánica automotriz; pero no podemos culparla, lo llevaba en el corazón y no permitiría que su frágil cuerpo le impidiera volar y cumplir su sueño, ya lo había demostrado esos tres años de estudio y toda una vida de practica al lado de su tío político, Asuma; el único que nunca dudó que podría hacerlo y aunque su madre y demás parientes no les gustara, él le enseñaba todo lo que sabía de vehículos, la trataba como alguien capaz de hacer cualquier cosa; y ella no lo defraudaría, él se había convertido en la figura paternal más cercana que tenía.

Hinata Hyuuga, bajando de la seguridad de los pueblos hacia una nueva aventura en la ajetreada vida de la ciudad, una que no solo consistiría en reparar algunos vehículos, eso sería lo de menos.

—Bienvenida querida, será un privilegio tener una chica entre tanto caballero; así que muchachos— indicó la amable esposa del dueño, con una mirada recia e imponente dirigida hacia sus empleados—… espero que la respeten y le ayuden en lo que necesita.

—Muchas gracias, daré mi mejor esfuerzo—agradeció Hinata con una amable sonrisa.

Y con estas palabras inauguró su día.

Todo empezó normal, ella caminaba por los alrededores del taller intentando incorporarse; pero no se atrevía a molestar a quienes ya estaban cumpliendo su deber, al parecer los mecánicos oficiales ya tenían sus respectivos ayudantes; y sea como sea, podía sentir como las miradas extrañas se posaban en ella. Suspiro, sabía que esto pasaría, que no sería fácil demostrarles que el ser mujer no es una limitante. –"Tranquila Hinata, apenas es el primer día, no debes dejar que esto te afecte"

— ¿Podrías ayudarme? Necesito cambiar las bandas de este vehículo, y veo que estas disponible—dijo una voz a sus espaldas.

Los ojos de ella se enfocaron en el dueño de esa voz, un joven moreno; calculando parecía de una edad muy contemporánea a la de ella; tenía una sonrisa un tanto picaresca y un cuerpo atlético.

—Me llamo Inuzuka Kiba— dijo mientras le extendía la mano.

—Hinata, Hinata Hyuuga— correspondió el saludo – y será un placer ayudarte.

Ambos sonrieron, y sin perder más tiempo Hinata se encamino a la bodega de herramientas para llevarle a su nuevo jefe inmediato lo necesario para realizar el trabajo.

Si, ella tenía ciertos complejos de hombre, su habitación era un desorden… ¡pero vamos! No iba poder encontrar nada en ese lugar. Era un completo caos. Las herramientas de trabajo yacían esparcidas por todos lados, fuera de su respectivo espacio asignado.

Veamos, necesito un martillo de goma, unas llaves, un plano… bien, aquí están las llaves y el martillo, pero no veo un plano grande…

¿Necesitas algo? — Escuchó tras de sí.

Su rostro volteo al instante que escucho aquella voz; era una voz grave pero no golpeada, era suave y muy cómoda al oído.

—Si deseas puedo ayudarte a encontrar lo que estás buscando.

—Yo…Un plano…— tartamudeo con dificultad, para luego regañarse mentalmente por aquel problema que creía superado; pues sí, ella solía ser tímida cuando estaba en primaria y padecer de pánico para hablar con los demás, principalmente si se trataba del genero opuesto; pero al llegar a la secundaria creyó haber superado aquello, pues la mayoría de sus amigos eran varones y en el colegio técnico al que asistía los fines de semana era peor, pues ella era la única mujer; sin contar a las dos que atendían la caseta de comidas.

Bueno, volviendo a la bodega y al dueño de aquella voz y causante de su actual tartamudeo; solo puedo decir que al fijar sus claros ojos en los de aquel hombre, su estado empeoro, nunca había visto ojos tan hermosos en su vida, eran azules, un azul hipnótico; un azul claro y relajante, no como el resto, estos parecían hacer alusión al más hermoso cielo.

Y él sonrió, sonrió al verla adornada del más hermoso carmesí, y se alago al saberse causante de aquel sonrojo y ese tierno tartamudeo.

— ¿Uno como este?— Y en sus manos tenia justo lo que ella necesitaba. Que ironía.

Tomo la pálida mano de la joven y coloco en ella aquella herramienta. Regalándole también la más bonita sonrisa que ella, en su vida, había visto.

— ¡Hey Naruto! —Escucharon ambos en el exterior — ¡¿Acaso te fuiste a hacer la llave doce?! ¡Apresúrate!

— ¡Ya voy cejotas, no tienes que gritarme!

Y así salió de aquel lugar, mostrándole a ella el anchor de su espalda, y dejándola con un nombre incrustado en su mente e inundándola con el azul profundo de su mirada.

Naruto—

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Esa noche al llegar a casa tomó su celular y se perdió entre los mensajes de texto, contando una historia; o mejor dicho el comienzo de esta.

Ino Yamanaka a las 9:30 p.m. ¿Y era muy guapo? 7u7

Hinata Hyuuga a las 9:30 p.m. Si, (/.\\) tiene los ojos más bonitos que había visto jamás.

Ino Yamanaka a las 9:30 p.m. Wow (*0*) Hinata, es tu primer día y ya encontraste una conquista.

Hinata Hyuuga a las 9:30 p.m.: No digas eso Ino, (*/. /*) es probable que el haya pensado que soy una retrasada, no podía hablar mientras me veía.

Ino Yamanaka a las 9:31 p.m.: Pensé que habías solucionado ese problema.

Hinata Hyuuga a las 9:31 p.m.: Yo también

Ino Yamanaka a las 9:31 p.m.: Es el amor, amor a primera vista.

Hinata Hyuuga a las 9:31 p.m.: No sé qué sea, es muy luego para decir algo así, apenas lo conocí hoy y sabes que soy escéptica ante esas cosas.

Ino Yamanaka a las 9:31 p.m.: Eso es a lo que se le llama amor a primera vista, genio, te enamoras con la primera mirada, con la primera sonrisa, con la primera vez que lo vez… a veces dudo de tu inteligencia mujer.

Hinata Hyuuga a las 9:32 p.m.: ¡Oye! (¬_¬)

Ino Yamanaka a las 9:32 p.m.: A mí me pasó con mi amado Sasori, fue amor a primera vista.

Hinata Hyuuga a las 9:33 p.m.: Yo digo que él te dio algo en la bebida, te tiene idiotizada.

Ino Yamanaka a las 9:33 p.m.: Sé que no te agrada Hina, pero no es malo, el me trata bien.

Hinata Hyuuga a las 9:33 p.m.: Él está casado y tiene un hijo, y para mí eso es malo.

Ino Yamanaka a las 9:33 p.m.: Ya te dije que están separándose, pero ella esta recia a dejarlo así que el proceso está tardando.

Hinata Hyuuga a las 9:33 p.m.: Sí, el proceso lleva dos años.

Ino Yamanaka a las 9:35 p.m.: Ok, ya no hablemos de eso.

Hinata Hyuuga a las 9:35 p.m. Siempre huyes de la realidad Ino.

Ino Yamanaka a las 9:35 p.m.: Hinata, siempre he dicho que no podrías entender esto, nunca has experimentado lo que es amar a alguien con locura.

Hinata Hyuuga a las 9:35 p.m.: Me he enamorado antes, pero no he dejado que eso nuble mi cordura.

Ino Yamanaka a las 9:36 p.m.: Déjame decirte que no has amado de verdad.

Hinata Hyuuga a las 9:36 p.m.: Si ese amor va contra las normas, debe desecharse.

Ino Yamanaka a las 9:36 p.m.: Nunca lo entenderás.

Hinata Hyuuga a las 9:36 p.m.: Mejor no hablemos de eso, debo dormir temprano porque tengo mucho trabajo mañana.

Ino Yamanaka a las 9:38 p.m.: Descansa Hina, la próxima semana me voy para la ciudad así que espero te vengas a quedar a dormir unos días a mi casa.

Hinata Hyuuga a las 9:38 p.m.: Siempre y cuando no sea una molestia para tu mamá.

Ino Yamanaka a las 9:38 p.m.: Sabes que ella te adora, así que no hay excusas.

Hinata Hyuuga a las 9:38 p.m.: Está bien, cuídate mucho Ino, te quiero amiga, lo sabes.

Ino Yamanaka a las 9:38 p.m.: Y yo a ti, mi niña regañona.

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Los días suelen pasar muy rápido cuando hacemos lo que más nos gusta O eso pensaba Hinata aquella mañana, llevaba apenas tres semanas de práctica, y ese día, para su sorpresa encontró a su compañero sentado plácidamente sobre la gran mesa del taller, comiendo unas semillas de marañón tostadas.

— ¿Que haremos hoy Kiba?

—Pues, yo dormiré un poco, hoy no hay mucho trabajo realmente.

— ¿No hay mucho trabajo?

—Hoy vamos a relajarnos— comento tras un bostezo. –Hay días así en este lugar— Y diciendo esto se bajó de la mesa, boto la bolsa de semillas ya vacía en el basurero y se acomodó cerca de un muro donde recostó su espalda y se propuso a tomar una siesta, si, justo en ese lugar.

—Solo me despiertas si viene el maistro*

—Como ordene, jefe.

Hinata sonrió al verlo tan relajado, y se propuso no molestarlo, pero ella no era de recostarse y echar una siesta en cualquier parte como miro que estaba sucediendo en ese instante. Algunos estaban debajo de algún vehículo, los otros decidieron salir a buscar algo que comer; todos muy tranquilos y relajados ese día.

Pensó un instante en el relajo de la bodega y se propuso darle algo del toque femenino y acomodar aquel lugar que parecía secuela de la explosión de una bomba.

Fue directo a la bodega y hecho un vistazo, sabía que le llevaría tiempo así que empezó colocando las herramientas que estaban regadas sobre la mesa, poniendo cada llave en un respectivo clavo en la pared que tenía el número correspondiente.

—Eso te va llevar mucho tiempo, ¿sabes?

Y como solía sentir cada vez que aquella voz llegaba a sus tímpanos, su piel se erizó.

— ¿Quieres que te ayude? Tampoco estoy muy feliz sin hacer nada.

Ella solo asintió con su cabeza, mientras lo veía levantarse del suelo y sacudirse el polvo… bueno, ese traje estaba repleto de tierra, pero al menos sacudió un poco… y se encamino a su lado, haciendo exactamente lo mismo que ella.

— ¿Son muy comunes los días así?— se animó a preguntar.

—Pues no tanto, usualmente hay mucho trabajo; como ya habrás notado; pero aprovechamos estos días para relajarnos un poco.

— ¿Y el jefe no se molesta?

— ¿Por qué habría de hacerlo? Él sabe que no hay trabajo, además es una persona muy tranquila.

— ¿Llevas mucho tiempo trabajando con él?

—Diez años.

— ¡¿Diez años?!

Naruto rio un poco por la reacción de su compañera.

—Lo sé, suena mucho, empecé cuando tenía dieciséis.

—Eras bastante joven… ¿Por qué…?— Dios mío reprende mi curiosidad.

— ¿Por qué empecé a trabajar tan joven?

—No es necesario que me contestes, disculpa que sea tan metiche.

—No, no te preocupes, no me molestan tus preguntas…— hizo una pausa y se agacho para empezar a acomodar correctamente las herramientas de la parte inferior de aquella mesa. –Mi padre nos abandonó cuando estábamos niños, así que en cuanto pude comencé a trabajar para ayudarle a mi madre.

Hinata no supo que contestar a eso, pues su vida había sido relativamente estable y cómoda; es verdad que sabía lo que es que tu padre no te preste la atención necesaria; pero tenía a su madre; Hime; ella había sido toda una luchadora, además de contar con su tía Hana, y su primo Neji; no necesitaba más familia que esa.

—Ha sido una vida difícil— comentó cabizbaja.

—Hay otros que la tienen peor, ¿No crees?— dijo con una sonrisa que ante los ojos de aquella joven no reflejaba alegría, más bien era de resignación. Una pérdida de fe, un "podría ser peor" un "al menos hay vida".

—Si tú lo dices. — dijo sintiendo el sabor amargo de las palabras.

Y por alrededor de quince minutos ambos se dedicaron a seguir su labor en completo silencio, solo el sonido del metal chocando con la vieja madera del mueble aquel, y la bulla del exterior, un vehículo muy cerca, rugiendo su motor y entrando al taller fue lo que les hizo volver a la realidad.

Lo buscaba expresamente a él, a sus años de experiencia y su gran conocimiento en vehículos; cualidades que ante los inocentes ojos de Hinata lo hacían lucir más atrayente, más interesante.

Ella se quedó contemplando como charlaba con el cliente, como explicaba como todo un profesional lo que haría para solucionar su problema. Luego se sorprendió al ver como el la llamaba con su mano derecha.

— ¿Me ayudarías? Total, Kiba sigue dormido.

Ella sonrió y asistió muy emocionada. Mentalmente apunto las herramientas que ocuparían y se dirigió a la bodega, mientras tomaba lo necesario sonrió complacida y pensó –que rápido y dichoso el tiempo que pasa mientras hacemos lo que nos gusta, con la persona que nos gusta—

Era inocente, mucho, no le temía al amor; porque no conocía la inmensidad de este. Estaba embelesada con aquellos ojos, y quería que la vieran por siempre. Ella no lo sospechaba, no sabía que en su interior estaba formándose una verdadera tormenta, una que podía ser indomable, poderosa y terriblemente peligrosa, una tormenta que destruiría todo lo que había formado en su mente, en su corazón; que la haría reconstruir su mundo en base a él, que la haría edificar sus principios, normas nuevas que lo aprobaran como posible, como verdadero, como su todo.

Y así transcurrió ese día, con miradas cruzadas y una que otra sonrisa de parte de ambos; así como segundo en los que sus ojos se enfocaban en verlo trabajar tan hábilmente, con el sudor que de vez en vez hacia brillar su morena piel y se deslizaba por su frente hasta irrumpir en su enfoque, cayendo de sus pestañas desembocando como caudal de rio en el mar inmenso.

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Con el paso de cada día, se acostumbraba más al trabajo pesado del taller; y aunque en varias ocasiones llegaba a rastras hasta su casa, era feliz haciendo lo que más amaba.

—Hinata hoy nos toca cambiar los sincronizadores de la caja de ese vehículo— Indico Kiba, señalando un hermoso Toyota color negro.—Trae las herramientas de la bodega y de paso traes el lagarto hidráulico*.

—Está bien.

Comenzaron sus labores y al poco tiempo habían desmontado la caja; y extraído las partes viejas que iban a remplazar.

—Ya es medio día, iré a almorzar.

—Me quedare desarmando esto.

— ¿No iras a almorzar?

—En un momento, no te preocupes.

—Más te vale porque te necesito activa cuando regrese— comento alejándose del lugar.

Ella suspiro profundo; había cometido el horrible error de gastar el dinero antes de que acabara la semana y así no podría ir a comprar nada al comedor que quedaba frente al taller. Y para colmo ese día que pensaba llevar comida de la casa, se le ocurre al despertador no sonar y llego unos minutos tarde.

Se lavó las manos y se dispuso ir a recostarse a la bodega; justo en un cartón que solían dejar los muchachos.

Pero su sorpresa fue el ver que Naruto ya había tomado su idea, y parecía dormir plácidamente en aquel lugar.

—"Se ve tan relajado, durmiendo así de tranquilo… contagia un poco"—

— ¿Quieres recostarte también?— comento el rubio con los ojos cerrados, como si leyera la mente de la joven.

— ¿Yo? No…No… para nada, aquí puedo sentarme. — dijo con nerviosismo, como si le hubieran descubierto en alguna travesura.

Y así fue, se sentó en la entrada de la puerta, recostando su espalda en el marco de esta. Naruto abrió los ojos, mirándola con interés.

— ¿No iras a comer a tu casa?— preguntó ella con suma curiosidad.

—No me gusta ir a comer allí, prefiero comprarme unas tortillas con quesillo de la caseta— y tomando un poco de impulso se levantó y se acercó a ella— ¿Quieres que te invite a unas?

—No…no…no tienes por qué molestarte— comento un poco nerviosa.

—No es molestia, ¿vamos?

Y accediendo al fin, ambos se dirigieron al comedor y pidieron su orden para llevar; y así volvieron juntos hasta la bodega para continuar sus amenas charlas mientras recuperaban las energías.

No podía evitarlo, él tenía algo que le atraía grandemente, que hacía que su corazón latiera con mucha prisa y cuando por accidente su piel rozaba alguna parte del cuerpo de aquel hombre sentía aquel como rose celestial, y quería sentirle más cerca; nunca había sentido aquello antes, nunca su corazón se había conmocionado tanto ante una persona, nunca un hombre, un simple individuo había sido capaz de apoderarse de sus sueños y sus pensamientos constantemente.

Sus recesos los pasaba en aquella pequeña bodega, comiendo junto a él, platicando de trivialidades o preguntándole sobre cosas relacionadas al taller; ninguno había tocado su vida privada, parecía un lugar al que ninguno de los dos se atrevía a indagar aun. Ella se sentía cómoda escuchándolo platicar, era muy activo, le contaba cómo comenzó a trabajar ahí y sobre algunos casos divertidos que habían llegado al taller; como cuando una señora pago la grúa para llevar el carro porque no le encendía y cuando lo revisaron se dieron cuenta que ella había olvidado llenar el tanque de combustible. Ambos pasaban momentos amenos y muy divertidos en aquel lugar, así dejaron que terminara esa semana y dieron la bienvenida a una nueva.

Conforme pasaba más tiempo junto a él, más se sentía embelesada por aquella sonrisa tan radiante y aquellos ojos azules.

—"Acaso, ¿me estoy enamorando de Naruto? ¿Es esto posible? ¿Es el quien rompió mis murallas? ¿Acaso es el, por quien he esperado tanto tiempo, tantos años, tantos sueños?... Naruto, ¿eres tu quien pondrá de cabezas mi razón, acaso? ¿Eres tu quien se incrustara en mi alma y echara raíces?... dime Naruto, acaso… ¿esto es lo que se conoce como amor?"

Y esa misma noche al llegar a casa toco suavemente las puertas del dormitorio de su hermano y se acomodó a su lado, sin que nadie más lo notara, sin que los reprendieran.

— ¿Y eso te asusta?

—Un poco, creo— hizo una pausa y enfoco su vista al cielo blanco de aquella habitación – Nunca había sentido esto, si me han gustado otras personas pero…

—Es amor, el amor arde en el pecho y duele en los labios; el amor se agolpa en los ojos y los hace sangrar en llanto.

—Eso es lo que me aterra.

—A mí también, y sabes por qué.

—Crees que confió mucho en las personas, que soy frágil y puedo salir herida.

—Eres noble y un poco ingenua; eres pura y tiene un alma muy buena.

—Eso debería ser bueno ¿no crees?

—En un mundo tan contaminado como este, es preocupante.

—Gracias por cuidar de mí, hermano.

—Eres mi hermanita, ¿Cómo no cuidarte?— beso tiernamente su frente y mirando a sus ojos prosiguió –prométeme que tendrás mucho cuidado, que no dejaras que el amor en sus encantos te enrede, y la razón deje en coma, no quiero verte sufrir.

—No te preocupes, seré cuidadosa.

— ¿Me lo prometes?

—Por supuesto—Hinata rio aparentemente calmada, pero en su interior comenzaba a tener pequeñas dudas— tranquilo.

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—Puedo saber ¿Por qué no te gusta ir a comer a tu casa?— a pesa que disfrutaba el tiempo que pasaban comiendo en aquella bodega, esa pregunta le había invadido desde hace un par de días.

Naruto solo sonrió de medio lado para luego respirar profundamente.

—Es complicado.

—Disculpa, no quise ser metiche-

—No te preocupes—la interrumpió. No quería que ella se llamara metiche—, es solo que… no sabría cómo explicarlo.

Ella solo lo veía expectante y curiosa.

—Porque le cae mal ver a su mujer— cometo el joven ayudante de Naruto, Lee, quien venía acompañado de los dos ayudantes más jóvenes del taller, Konohamaru y Udon.

—"¿Mujer?¿acaso Naruto esta…"— por extraño que pareciera, sintió que su corazón se encogía con solo aquel pensamiento.

—Quien querría ir a verle la cara a una mujer como esa— dijo Udon.

—Sí, me da pesar con Naruto— remato Konohamaru.

— ¡Ya cállense los tres!— dijo un poco molesto el rubio. –Es fácil para ustedes estarse burlando de uno, ya los viera en mi lugar.

—La habríamos dejado hace mil años.

—Muy chistosito Lee, como si fuera tan fácil…

—Entonces ¿estás casado?— logro preguntar con un poco de dificultad.

El no respondió al instante, solo bajo la mirada y dejo de comer; como si le fuera imposible hacer cruzar los alimentos por su garganta.

Ella solo lo veía, esperando aquella respuesta con una gran ansiedad en su pecho.

—Si— dijo a secas, como si no fuese algo agradable, como si le molestara confirmar aquello.

Ella solo desvió la mirada a su plato, de alguna forma había dejado de sentir deseos de seguir comiendo.

—Ya veo— comento con un deje de desilusión que procuro no hacer notar.

—Pero es un demonio— dijo con desprecio Konohamaru.

—Sí, Naruto se merecía algo mejor que eso.

—Ya basta chicos, mejor volvamos al trabajo.

— ¡Pero aún faltan 10 minutos!

—Pero hay mucho trabajo, y debemos terminar eso pronto.

—Está bien— Contestaron los tres jóvenes con un rostro de desolación.

La joven le vio pasar frente a ella, desde ese Angulo se veía más imponente, más inalcanzable que antes.

—"Que estúpida eres Hinata"— se reprendió a si misma –"como te podía gustar alguien que apenas conoces, y ve, te acabas de enterar que está casado; espero que así aprendas la lección"— suspiro suavemente –"al menos era un pequeño gusto, debo deshacerme de lo que sea que estaba naciendo en mí, un hombre casado, como dice el dicho: ni frito ni asado"—

Después de saber aquello trato de apartarse un poco de Naruto, pues su misión era sacar de su mente el gusto por él; pues la atracción es algo que nace en la mente y como una forma de hacer prevalecer la especie, es todo cuestión de hormonas y esas cosas, así que debía controlarlas, ¿Qué tan difícil puede ser eso? Vamos, ya sabía que él estaba casado así que su mente debía aceptar que él no estaba disponible.

—Hinata…

—"Sí, ya está casado, ni modo"

—Hey Hinata.

—"No es como que el me gustara tanto, para nada"

— ¡Hinata!

— ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas Kiba?

—Te hable varias veces, pero parecía que andabas en la luna.

— ¿De veras? Perdón, de verdad lo siento.

— ¡Jajaja! ¿Sera que estás enamorada?

— ¿¡Qué!? ¡No! ¡Para nada!

—No te sulfures pequeña— y colocando su mano en el hombro de la joven comentó –El amor no es algo malo, todos nos enamoramos.

Ella sintió un malestar en la boca de su estómago –"eso no puede pasar conmigo"—

—No estoy enamorada, solo me distraje un momento.

—Está bien, como tú digas— y sonrió ladino – terminemos esto para que nos podamos ir.

—Claro…

Y así continuaron su trabajo, con más silencio de lo habitual, solo escuchando las melodías que sonaban en la radio; que para bendición de ella a esa hora Kiba programaba la emisora y sonaba algo de baladas de rock en español, si ella era fanática de esa música, así que podía disfrutar ese momento en el que las notas de héroes del silencio entraban por sus oídos y que involuntariamente, casi sin notarlo tarareaba la canción "sirena varada" junto a su compañero de trabajo.

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—"No creo que se enoje mi tío si paso por donde Ino antes de llegar a casa"—

Se bajó justo frente a la casa de su amiga; se acercó hasta la pequeña puerta de metal y llamo; muy pronto una amable señora de cabellos marrones, figura delgada y hermosos ojos café.

—Buenas Tardes Mama Naoko.

—Hola hija, que placer verte— y haciéndose un lado de la puerta la convidaba a entrar –Pasa, pasa, Ino está en su cuarto.

—Con permiso.

Ella conocía a la perfección la casa asi que se dirigió al cuarto de su amiga; quien al igual que ella no era muy ordenada que digamos.

—Solo mueve esa ropa de la cama y te acuestas.

— ¿Dónde te la pongo?

—Tírala por ahí, luego arreglo eso.

—Jajajaja como tú digas.

Ino se encontraba arreglando las uñas de sus pies; le fascinaba todo eso; a diferencia de Hinata que era muy poca a las cosas denominadas "femeninas".

—En el mensaje me dijiste que tenías algo que contarme ¿Qué pasa Hina?

—Recuerdas al chico del que te hable, el mecánico del taller

— ¿El rubio sexy de ojos azules que se aparece en tus sueños más húmedos?

—¡Ino! ¡No…No…No digas cosas así!

—Jajajaja como adoro verte así…— y cerrando el frasco del esmalte prosiguió—…dime ¿Qué pasa con él?

Hinata agacho la mirada un poco y se puso a jugar con sus dedos; como manía para liberar el estrés.

— ¿Hinata?

—Bueno, él… resulta que…— suspiro profundamente —… Está casado— soltó casi en un susurro.

Ino guardo silencio unos minutos; necesitaba más que hablar, analizar las expresiones de su amiga, que tanto había logrado avanzar aquel "gusto" por el joven rubio, que tanto le había afectado saber aquello.

—Pero no importa— comento Hinata para sorpresa de Ino –Él no me gustaba tanto— dijo con una sonrisa que su amiga pudo identificar como falsa.

—Qué bueno, entonces no hay de qué preocuparnos— dijo siguiendo el juego de Hinata –"Por qué siempre eres tan terca, debes a prender a aceptar cuando las cosas se salen de las manos"—

—Sí, no hay nada de qué preocuparse.

.

.

.

Esa noche sintió la necesidad de tomar su pequeña libreta color violeta que mantenía escondida entre su ropa; tomo una puma y dejo que su alma escribiera aquellas líneas; aquellas que de cierta manera contenía sus sentimientos; los que se negaba aceptar y los que obligaba a mantenerse esclavos en sus labios; pero que nunca impedía que emanaran en aquellas líneas que poco a poco iban plasmándose en el blanco papel y liberando su alma.

Sin sentido persigo lo prohibido

Sin mirar que tan cruel es el camino

Sin sentido deseo que seas mío

Sin querer aceptar la realidad.

.

.

Ya hace tiempo que tu amor esta cautivo

En los brazos de quien nunca te ha de amar

Ya hace tiempo que regalas los suspiros

A quien solo los sabe despreciar.

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Si aceptaras que rellene los vacíos

De silencio y soledad dante calma;

Si aceptaras hoy ser tan solo mío

Te prometo entregarte toda el alma.

.

.

Si sentido hoy se van en un suspiro

Los deseos, amores y esperanzas;

De ser tuya siempre y tú seas mío,

De ser dicha en la unión de nuestras almas.

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.

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Notas finales:

Hola mis queridos lectores; este es un nuevo proyecto que traigo para ustedes, y pues obviamente me gustaría saber su opinión sobre él.

Dejen sus reviews indicando si la historia les ha llamado la atención… y así poder continuarla


Gracias!