Causa – efecto

by Mavalu


Esta serie no es muy conocida aquí en España pero tiene una pareja de protagonistas entrañable. Ella es una agente del FBI que se queda a vivir en un pueblo donde ocurren fenomenos extraños y trabaja como compañera de un policia local cuya mayor peculiaridad, además de tener un sentido del humor un poco extraño, es que carece de sentido del tacto por lo que no nota el dolor, lo que le convierte en un tipo peligroso e imprevisible con una mirada inquietante.


Capítulo 1

Audrey corría por el muelle de Haven tan rápido como le permitían sus piernas. Giró en una esquina y se dirigió directamente al barco de Duke. No tardó en oír los gritos y los ruidos que provenían de la pelea y saltó a cubierta. Se quedó quieta intentando vislumbrar el lugar exacto en el que se encontraban pero estaba anocheciendo y la visibilidad comenzaba a ser dificultosa. Un golpe llamó su atención en popa y salió corriendo hacia allí. Cuando finalmente los divisó en un rincón se quedó de piedra. Duke estaba sentado a horcajadas sobre Nathan y le estaba golpeando en la cara.

- ¡Basta!

Ambos la ignoraron por lo que se acercó y empujó a Duke para intentar alejarlo de Nathan pero le resultó imposible moverlo. Mientras pensaba qué hacer miró a Nathan que soportaba estoicamente y sin inmutarse cada uno de los golpes que recibía. Su rostro reflejaba cansancio pero no dolor, algo absurdo puesto que estaba lleno de cortes y magulladuras.

- ¡Duke! - le empujó - ¡He dicho basta! - le empujó de nuevo - ¿Me oyes?, ¡Basta!

Él se quedó quieto con el puño en alto y la otra mano sujetando el pecho de Nathan para que no se moviera. Resollaba por el esfuerzo y tenía los puños llenos de cortes sangrantes. Su cara no mostraba mejor aspecto.

Audrey posó la mano en su hombro y lo sujetó.

- Bien. Ya está Duke, ya está - añadió conciliadora – tranquilizate – susurró en voz baja.

Duke finalmente se levantó con dificultad y se sujetó el abdomen con la mano izquierda. Dio un paso atrás e intentó recuperar el aliento.

Cuando comprobó que la pelea había terminado, Audrey dirigió su atención a Nathan que parecía haberse rendido por el cansancio. A pesar de que Duke había dejado de pegarle no tuvo fuerzas para revolverse y atacar de nuevo. Se quedó tendido en el suelo con los brazos y las piernas extendidos. Tosió y le salio sangre de la boca. Se la limpió torpemente con la mano y se quedó absorto mirándola, como si no fuera suya.

- ¡Estoy harto Parker! ¡Este tío está como una puñetera cabra!

Ella le miró entornando los ojos

- ¿Qué ha ocurrido?

- Yo estaba tranquilamente cenado y sin venir a cuento ha saltado a cubierta y ha comenzado a pegarme.

Audrey lo miró incrédula

- ¿Así? ¿Sin más? ¿A santo de qué?

- Ya te he dicho que está para que le encierren en el psiquiátrico – respondió Duke airado y se frotó de nuevo el abdomen.

Ella se acercó y sin ningún tipo de pudor le levantó la camiseta y le tocó con cuidado

- Se te está formando un hematoma muy feo, deberías ir al hospital para que lo revisen.

Duke dio un paso hacia ella y torció la boca en una mueca arrogante.

- ¿Y tú como sabes eso?, ¿eres capaz de ver en la oscuridad, agente especial del FBI Audrey Parker?

Si estaba intentando intimidarla, no lo consiguió en absoluto. Estaba acostumbrada a tratar con tipos de su calaña, e incluso peores.

- En una vida anterior fui un gato. Anda, lárgate al hospital – y le dió un ligero empujón en el hombro azuzándolo.

Se cruzó de brazos mientras le observaba irse. Parpadeó pensativa, no dejaba de maravillarle el hecho de que aquel hombre le hiciera caso de vez en cuando.

Cuando por fin se quedaron solos se giró hacia Nathan y le lanzó una mirada rabiosa

- ¿Se puede saber qué demonios ha ocurrido aquí?

Él movió la comisura del labio que no tenía partida

- No le soporto

- ¡Claro! Y como no le soportas te dedicas a entrar en su barco, lo cual te recuerdo que es un allanamiento, y a comportarte como un camorrista de quince años - puso los brazos en jarras - ¿Qué narices te pasa, Nathan?

Él la contempló en silencio durante unos instantes. Intentó respirar hondo pero un nuevo ataque de tos le convulsionó el cuerpo y volvió a escupir sangre por la boca.

Audrey se acercó y se agachó apoyando una rodilla en el suelo. Le ayudó a incorporarse apoyando su espalda en la pared y pasó un dedo por la comisura de su labio inferior, mostrándole la sangre que allí había.

- ¿Ves lo que has conseguido?

- Lo cierto es que no. Te recuerdo que no me duele nada y tampoco veo ningún espejo a mano.

- No tiene gracia.

- No pretendo que lo tenga, ¿Tan mal estoy?

- Has tenido días mejores – afirmó con amargura

Él guardó un prudente silencio y bajó la mirada. Se dio cuenta de que tenía la camiseta sudada y manchada de sangre pero no supo discernir si era suya o de Duke.

- Nathan

Él levantó el rostro al oír la suave voz y buscó sus ojos. Se recreó en la extraña aunque relajante sensación que experimentaba al notar la mano de Audrey en su barbilla y parpadeó con pesadez. Estaba agotado.

- A primera vista tienes la ceja derecha y el labio inferior partidos, un ojo morado y un hematoma en la mandíbula izquierda por no hablar de las manos, que están destrozadas – se movió un poco y levantó su suéter – parece que también tienes un golpe importante a la altura de las costillas pero hay tan poca luz que podrías tener una hemorragia interna y no lo sabríamos. Hay que llevarte al hospital – acarició distraídamente el abdomen provocando que él se estremeciera y se le pusiera la piel de gallina – Huy, perdona – musitó contrariada mientras quitaba la mano y le bajaba el suéter.

- No te preocupes. Mi cuerpo reacciona de modo extraño cuando me tocas, debe ser la falta de costumbre.

Audrey levantó la ceja

- ¿De que te toquen?

- De sentirlo.

- Oh

- Si. Oh – repitió con una sonrisa en los ojos que no reflejaba su boca. Intentó incorporarse pero le fallaron las piernas – joder, no puedo levantarme – la miró de nuevo – a lo mejor tienes razón y necesito ir al hospital.

Ella hizo una mueca de agotamiento, "a lo mejor..." pensó y le ayudó a incorporarse. A pesar de estar delgado pesaba una barbaridad y el esfuerzo la hizo jadear. Consiguieron llegar al coche con dificultad y Nathan se dejó caer en el asiento del copiloto, cerró los ojos y se dejó acomodar en él. Audrey le metió las piernas y le puso el cinturón de seguridad.

Continuará...