CAPITULO 1

Espejo roto

Hace un tiempo que ingrese al mundo de los fics, sobre todo mi gusto por OPM, leí uno muy corto que me dejó con sentimientos encontrados, animada por Laura Paty y Kar, ya que se suponía nunca saldría de mi libreta pues decidí hacer ésta historia, basada en las emociones que desató ése fic tan pequeño, reitero agradecimiento a quienes lean ésta historia y a quienes me animaron para crearlo, también al fanficker que escribió aquélla historia que leí y me conmovió tanto.

Hace mucho tiempo que uso estos diarios como bitácora, el registro del ir y venir con mi maestro, sus palabras y enseñanzas plasmadas en estas hojas. Una vez me dijo que debería ser menos extenso al explicar, pero no creo que pueda resumir en veinte palabras los últimos acontecimientos.

También me dijo que podía cambiar un poco cómo escribo, ya que mi letra…según él le parecía muy elegante, una vez lo dijo porque hice un listado de compras y me preguntó que si así como hablaba escribía, no supe qué decir porque me era irrelevante, entonces dijo:

"Podrías escribir menos frío, trata de poner lo que piensas tú también, no sólo lo que digo."

Sensei pareciera querer fomentar algo nuevo en mí, de hecho al hacerlo empecé a cambiar un poco, se siente liberador el tratar de explicarlo todo a mi manera, así lo hice y lo haré en éste informe.

El día es gris y húmedo… amenazaba con llover, es curioso el ahora recapacitar en detalles tan pequeños, porque el gris se convirtió en un color redundante en mi vida. Gris fue el día en que el Mad Cyborg atacó mi pueblo, matando a mi familia y dejándome agonizante.

Gris el día en que mis ojos vieron la luz por primera vez en un cuerpo nuevo sintético, moldeado en metal con fibra de carbono y titanio, hecho para la batalla, protegiendo lo poco que quedó de mi persona. También fue un día gris cuando encaré a mi primer oponente como justiciero buscando al Mad Cyborg y así ejercer venganza.

Aquélla vez que conocí a Saitama sensei en ciudad Z, el cielo se tornó gris por la nube de mosquitos de aquél kaijin que casi me obliga a autodestruirme para acabarla, y para ser gris ése día… la luz salió en mi vida como hace tanto que no ha ocurrido.

A pesar de ser a simple vista una persona de criterio corto, pero no me queda decirlo ya que suelo serlo también muchas veces, así como muchas cosas he olvidado desde que soy un cyborg justiciero, cosas de cuando era humano, porque he bloqueado mis emociones para que no interfieran en mi objetivo, pero curiosamente ése hombre tan sencillo, se convirtió en la persona más importante de mi vida.

Bloqueé mis emociones para no sufrir más, no niego que al despertar fueron dolorosos los recuerdos, todo lo que padecí interfería con mi nuevo cuerpo… tenía que adaptarme y controlarlo, renuncié a todo por lograr mi venganza. Sin embargo, desde ése día he aprendido a tocar la parte humana que el sufrimiento relegó.

No hubo más días grises y si los hubo ya no me importó, Saitama ya era mi maestro, podía estar con él y compartir su espacio, con todo y ser un acosador al principio pues me ganó la curiosidad por su tremenda fuerza y agilidad.

A pesar que lo vitupearan y llamaran fraude, seguía haciendo lo suyo, lo correcto…salvar y proteger al que lo necesitara, incluso los que no parecían merecerlo, sus convicciones eran fuertes y su moral intachable, le gustaba ser héroe y pensar que podía asentar algún cambio bueno en el mundo.

Poco a poco la rutina fue más llevadera, me había amoldado y se hizo mía también, podía sentirme casi normal, sensei no era discriminativo, ni me trataba como vil objeto, para él yo era un chico tozudo que buscaba una guía en mi vida, un ejemplo a seguir. Me autoproclamé su alumno, él creía no ser la mejor opción pero no me importó, era un cachorro que fiel le seguiría hasta el fin del mundo.

La luz se hizo en mi camino y cada vez me siento más humano, desbloqueando mis sentimientos para entender más a mi maestro, ahí me di cuenta de algo…

El sol brillaba cuando confesé mi amor a sensei, tremendo y no fugaz, porque conocía cada detalle de él, cada gesto lo era todo para mí, el día y la noche, su rutina, su caminar despreocupado...incluso adoraba hasta cuando era silencioso y apático.

Sin embargo se tornó gris ése día al no haber respuesta a mi confesión, más grises y densos se volvieron los momentos cuando el silencio nos envolvió. No más seguridad, no más confianza, tampoco sensación de paz, ahora la incómoda sonrisa fría, junto con la evasión a mi persona.

Yo sentía que una parte de mi humanidad recién despierta moría cada día, no me permitía repudiarle, tampoco me indigné por su actitud evasiva.

Y eso era lo peor… la incertidumbre en que mi mente se torturó.

Y me di por vencido, por esperar una respuesta… por conjeturar , el rechazo era definitivo, mi día se volvió gris.

Saitama sensei empezó a ausentarse más, ya ni siquiera me acompañaba a las misiones, por tanto, sobra decir que muchas veces fui a dar con el dr Kuseno y duraba largas temporadas en que me reparaba. Aunque el sol brillaba en el cielo radiante, gris se tornó con la soledad del silencio y la triste realidad, estaba tan cerca pero a la vez lejos de mi obvia respuesta.

Gris fue el día en que sensei por fin me avisó que se mudaría al nuevo complejo de apartamentos de la asociación de héroes, su carrera había despuntado ahora que ya no me acompañaba…amablemente me cedió su departamento en ciudad Z para que no pasara apuros, tal vez lo hizo por no sentirse más incómodo ni mal por dejar así todo, por no decir absolutamente nada.

Por fuera yo aparentaba estar tranquilo, por dentro el mismo infierno ardía, mi entereza se desmoronaba y mi espíritu se hizo añicos.

Descubrí que tenía alma y corazón ése día gris, que el dolor me volvía a engullir lenta y dolorosamente, mucho más que el físico, atenazando mi pecho con brasas ardientes, cuando creí que no sentía nada…¡Pero era como recordar mil veces cuando el Mad Cyborg me torturó en vida! Arrancándome mis brazos y piernas, dejándome marchito, agonizante.

Como ése día gris, me quedé tirado en el suelo del departamento sin moverme, con las cortinas corridas, estático igual que un muñeco sin vida, apagadas mi pupilas como si sufriera un corto circuito…así pasaron tres días.

El ruido de mi celular me trajo de vuelta a la realidad, kaijin suelto en la ciudad, no quería pero era hora de moverse, levantarse y actuar… ya no estaría más con mi maestro, pero la vida sigue y recordé que antes de tener maestro, tenía una misión, aún podía buscar al Mad Cyborg.

Tenía mucho de no obtener pistas, su rastro se había enfriado, pero mientras tanto el volver a ser un héroe no era tan malo, daría sentido a mi vida.

"Lo que no te mata, te hace más fuerte"

Así fue que abandoné el departamento de sensei, después de sacar mis cosas, acomodarlo pulcramente y limpiarlo por última vez, volver con el dr. Kuseno no es opción ya puesto que me acostumbré a tener mi espacio personal, por alguna razón me gustaba el silencio de Ciudad Z , me era relajante y pacífico, a pesar de ser una ciudad fantasma, busqué mi propio sitio a mi gusto, vivir a mi manera mientras me preparaba para seguir mi misión…buscar venganza.

Aquí empezó mi vida de forma independiente, superando mis ilusiones rotas, pero así está mejor… salir de la duda a vivir esclavo de un tal vez.

El rechazo siempre fue seguro, ahora que sabía la respuesta era libre de poder aprender por mi cuenta, forjar mi camino sin rencor a quien me había hecho tocar mi humanidad, por darme otra razón para vivir…a quien sigo amando y me enseñó a hacer las cosas de la forma correcta, como todo un héroe, proteger al inocente y brindar ayuda a quien lo necesite.

Era gris y húmedo ése día que terminé por empacar, pero traté de pensar que era mejor así, no incomodaría a mi ex maestro ni le quitaré su preciada paz, tal vez encuentre una forma de reconstruir mi espíritu roto, él logró mantenerse estoico y firme ante abusadores y quienes lo ofendían cuando era más joven, si él no se corrompió por la sorna y maltrato…

¿Por qué no tratar de seguir ésa lección?

Ahora ha pasado casi un año desde que Saitama-san…porque dejé de pensar en él ya como mi maestro, viviera en el nuevo complejo de la Asociación de Héroes, para él se le facilitaría más frecuentar a King y a nuevas amistades, además la notoriedad de la que empezaba a gozar.

En cambio yo bueno, no es que me volviera solitario o huraño, pero una cosa que aprendí de Saitama-san era a tomarle gusto a mi espacio personal, realmente lo disfrutaba porque me hacía tener identidad propia.

Tan acostumbrado a la rutina de Saitama-san estuve, que luego empecé a cuestionarme ¿Qué es lo que me gusta a mí? Viví mucho tiempo bajo sus términos, de forma modesta y nunca me fue un problema, realmente no había mucho que ambicionara. Sólo quería un sitio donde estar en paz, atenuando mi ser.

Nunca me interesaron los videojuegos, además de mis conjeturas directas, carentes de tacto por ser demasiado…frío según me dice la mayoría, soy rudo y drástico por lo que pienso de sus tramas y la acción, como la vez que respondí que lo de jugar en equipo era para héroes débiles, pero era el tiempo que solía ser posesivo con Saitama-san al ir con King, secretamente me molestaba que pasara tiempo con él… aunque más bien me sentía mal por no ser tan entretenido y que se divirtiera así conmigo.

No comprendía su afición a los mangas que leía y lo intenté en verdad, pero el bloqueo a ciertas áreas hacía difícil que yo comprendiera o me riera, además que algunas historias dramáticas con final triste no eran una opción…reflejaban mi propio dolor.

Curiosamente encontré relajante la música, gustaba de escuchar casi todo, porque al oír las notas musicales y las ondas de sonido fluían por todo mi cuerpo, incluso aprendí rápido a tocar un instrumento, me hice de un órgano es decir un teclado electrónico e incluso un pequeño piano, sé que podía sacar el mismo tono en el teclado, pero no lo sé… el piano me hacía sentir más relajado, era como si de algún modo me conectara a otro mundo, como si cargara un programa nuevo.

Gracias a éste nuevo pasatiempo, había mejorado mucho mi atención en las batallas, me descuidaba menos pero tenía que seguir con las revisiones del dr Kuseno, hasta me construyó brazos especiales para poder tocar el piano al ver lo bien enfocado que estaba, ahora debía ser más cuidadoso conmigo mismo, Saitama-san no estaría cerca para auxiliarme como otras veces, aunque viéndolo bien, él nunca se ocupó sobre la dirección del laboratorio del dr. Kuseno, siempre regresé sólo de mis reparaciones.

Era como descubrirse día con día, me hacía sentir extrañamente bien aunque estuviera sólo, de vez en vez me lo topaba a lo lejos, incluso en el mismo lugar a Saitama-san, pues ya tenía que ir a las reuniones cuando se le requería, a veces había fiestas en ciertos lugares para festejar a los héroes, dar reconocimientos y todo eso, alguna vez fui…pero no es mi lugar, Saitama-san nunca iba y no es como si me importara, pero en el fondo deseé verlo aunque fuera de lejos, así que mis premios o lo que fuera, me lo mandaban a mi departamento actual, era mejor.

Con todo y el dolor que albergaba, saludaba cortésmente cuando lo llegaba a ver, pero para ser más sinceros, llevo mucho tiempo que empecé a evitarlo, se redujo a las reuniones de clase-S, así es… logró subir de puesto y asentarse económicamente, cuando empezó a ser requerido en las juntas, tomé el lugar más alejado de él.

Me repetí una y otra vez, que tenía que ser una etapa…esto de algún modo tenía que pasar.

Ésta es la última vez que escribo en éste diario sobre mi tiempo con Saitama-san, si de alguna forma tengo que superar esto, primero debo cerrar ésta puerta, sacar mis últimos pensamientos dedicados a él, no puedo pensar de la noche a la mañana en Saitama-san como un buen amigo, porque éste afecto…éste amor aún está vivo, he logrado evitar algunas reuniones, pero tengo que sobreponerme, sigo investigando pistas del Mad Cyborg pues hasta parece hecho adrede ha desaparecido de la faz de la tierra, y la única forma de sanar éste dolor es alejándome de aquí.

Por ahora ser héroe es lo único que me queda…al menos hasta que pueda partir con seguridad a cumplir con mi destino.

Genos dejó la pluma y cerró el diario, miró la caja a un lado de él con cosas que alguna vez tuvo en el departamento con Saitama, entre ellas un delantal rosa doblado pulcramente y un llavero con forma de jirafa, además de varias libretas apiladas con anotaciones, el rubio lo acomodó para cerrar la caja, después la cargó con gesto dubitativo, se suponía debía ponerla en el armario y olvidarse de ella junto con algunas cosas más de su mudanza hace ya tiempo, después se arrepintió y la puso a un lado de su piano en el piso, junto con su caja llena de partituras de melodías clásicas.

Volvió a sentarse en el banquillo, mirando a la puerta corrediza de vidrio que daba al balcón, era un día gris y nublado, la lluvia caía suavemente, abrió la tapa que cubría el teclado y sus manos empezaron a tocar las notas de un viejo acorde.

"Claro de Luna" de Beethoven suavemente emergió de aquél pequeño piano, mientras la tarde caía con el rumor del agua, Genos cerró los ojos tratando de sumergirse en la densa y triste canción.

La caja como mudo testigo de su inspirada melancolía con aquellas palabras inconclusas… perdidas en el tiempo sin dueño y sin hogar, sin esperanzas de un joven cyborg de reconocer su propio reflejo enmarcado en un espejo roto, símbolo de espíritu fragmentado que sólo el tiempo podrá sanar.

N/A

Continuaré ésta historia, que a mi parecer será más extensa de lo que usualmente escribo, calculo como entr capítulos según como alinee la trama, el primer capítulo está cortito pues son los pensamientos de Genos plasmados en su diario, advierto que contendrá OC , trataré de actualizar con más frecuencia aunque no digo cada cuando …ya saben el trabajo y otras ocupaciones, agradezco de antemano a quienes lean éste fic.