La entrevista

En los pasados meses, Hermione Granger fue de lo mas consciente de que la frase de su tía abuela Margaret "Sabes con quien te casas, pero no de quien te divorcias" desbordaba una sabiduría extrema.

Su breve matrimonio con Ronald Weasley fue, además de breve, la demostración de que incluso la bruja mas inteligente de su generación podia cometer errores, afortunadamente era un error garrafal que pudo corregirse con unas pocas visitas a la corte y unas cuantas discusiones con las lacrimógenas amenazas de Molly Weasley.

Por el momento, lo indispensable era encontrar un trabajo lejos de su inmaduro ex esposo; para ello se encontraba ingresando a esta empresa especializada en el desarrollo de pociones, para presentar una entrevista de trabajo para el puesto de jefa del departamento de personal.

En la investigación previa que la castaña había realizado acerca de "Magic Pot", reveló que esta empresa era seria y en ciernes. aunque desgraciadamente, pertenecía al grupo de empresas Malfoy. Pero Hermione estaba segura de que, incluso trabajando en esta empresa, jamás de toparía con un Malfoy. Su grupo empresarial tendía sus tentáculos en tantas empresas, que la castaña estaba segura de que ni siquiera de enterarían si llegara a director general de alguna de ellas.

Caminó, intentando aparentar más seguridad de la que sentía realmente. Deseó fervientemente no haber seguido los consejos de Ginny para el atuendo que había elegido vestir el día de hoy. Aunque se sentía cómoda, había recibido demasiada atención de parte de los hombres que había encontrado en el trayecto. Y no creía que fuera nada demasiado espectacular. Traje de saco y falda lápiz a la rodilla, de color cereza, con una sencilla blusa blanca y sus tacones negros. No creía destacar tanto. En sí mismo, el atuendo era normal, lo que le hacía sentir segura, era el interior. El primer conjunto de lencería comprado tras su divorcio (Hasta Luna había insistido en esa compra en específico), Un bra, tipo balcón para asentuar la forma de sus nenas, un liguero negro sencillo de encaje a juego y la ridículamente minúscula tanga que sus amigas eligieron.

Caminó segura por la entrada de la recepción, dónde la bruja tras el escritorio le dio el repaso mas breve posible antes de preguntarle el objeto de su visita. Esos pocos pasos después de aparecerse, le costaron mas de lo esperado; ese pequeño tanga se metió entre sus pliegues y se estaba frotando descaradamente contra su clítoris. El calor que inmediatamente recorrió su cuerpo en sentido ascendente desembocó en un rubor que tintó sus mejillas de un tono a juego con su traje.

Hermione rogó que la oficina donde realizarán la entrevista no se encontrara demasiado lejos. No sabía cuantos estragos podía causarle ese roce constante sobre sus partes más sensibles. Sin embargo, ajena a sus necesidades, la recepcionista la envío al quinto piso, por el alejado elevador.

Cada paso, fue una placentera tortura. Al entrar al elevador, esa diminuta y problemática prenda se encontraba ya empapada y su cuerpo evidentemente afectado. Su respiración no se mostraba tan entrecortada, sin embargo su voz se había enronquecido y un par de delatores pezones se alzaban duros y evidentes incluso sobre el saco color cereza.

Para aumentar su desgracia, en el segundo piso, el elevador se abrió y las puertas metálicas mostraron a un Draco Malfoy en plan negocios, con un traje obviamente hecho a medida y una cabellera larga hasta los hombros, pero arreglada de una forma impecable. El mercurio oscuro de sus ojos de dragón la examinaron a consciencia. Hasta el punto en el que la castaña se sintió no desnuda, si no expuesta en la sexy lencería que portaba debajo del traje.

-Hermione Granger, que sorpresa. Dime que trae a la jefa adjunta del departamento de aurores a mi pequeño negocio.

Decidida a no dejarse intimidar y tal vez demasiado envalentonada por el subidón de calor en su vientre, la respuesta no fue tan comedida como hubiera deseado; finalmente, debería haber actuado diferente con el dueño de la empresa a la que quería pertenecer.

-Malfoy, me da un enorme gusto que aún conserves la curiosidad por la jefa adjunta del departamento de los aurores. En realidad, intento cambiar aurores por hurones.

El alto rubio apoyó el brazo en la pared del elevador tras la castaña y preguntó.

-¿Algún hurón en especifico o solamente estarás mirando?

Ninguno pudo reprimir la risa después, y la castaña agradeció que no lo tomara demasiado mal.

-En realidad, estoy buscando un empleo nuevo.

-¿Y pensaste en el puesto de pocionista que estoy ofertando?

-En realidad, para tu jefa de recursos humanos.

-Eso explica lo poco Granger que luces hoy.

Y tras hacer esta afirmación, le lanzó una nueva mirada predadora que empezó en sus rizos sujetos en un recogido, su traje color cereza y terminó esos dos delatores puntos duros y sobresalientes en su pecho.

Esa mirada fue casi como una caricia sobre su pecho que provocó que la palpitación en su sexo se incrementara y Hermione sintió el temor de que en ese espacio tan pequeño el hurón botador percibiera el olor de la humedad que casi escurría ya por sus muslos.

Fue un alivio que el elevador abriera las puertas al piso cinco y ambos pudieran salir. Entonces la castaña vio que el hechizo de extensión del piso sobrepasaba la imaginación. El lugar parecía tan amplio como una pequeña catedral, pero con la decoración típica de una multinacional muggle. Deseo fervientemente pertenecer al personal de ese lugar. Y alejarse del ministerio y su espantoso ex.

Este piso también contaba con una recepción, pero el personal no abundaba. El hurón se despidió de ella con un guiño que reverberó en sus partes privadas y se alejó, presumiblemente a esa oficina que ella no había creído existente. Se acercó a la rubia sacada del aparador que se encontraba en recepción y le indicó su contacto.

Ella la canalizó a una oficina tan enorme como la sala completa del equipo de protección mágica. Ahí la atendió una bruja llamada Magnolia que fue muy amable y quedó bastante impresionada con las habilidades de la castaña. Incluso compartieron una charla amena acerca del control de equipos de trabajo compuestos únicamente de magos.

Al finalizar la entrevista, Hemione estaba bastante segura de haber conseguido el empleo. Respaldando esa idea, Magnolia le pidió no retirarse, puesto que debían tratar la propuesta económica para su puesto.

Salió un momento de la oficina para regresar, un tanto confundida, y pedirle pasar a la oficina del "jefe" para cerrar este punto.

Con un mal presentimiento, la castaña se levantó sólo para que su tanga (aún empapada) le recordara su presencia y constante ¨molestia¨. Tomó aire, con decisión, y siguió a Magnolia decididamente a la oficina del "jefe".

La caminata, no tan breve, bastó para renovar su excitación y al final, cuando entró a la oficina, la humedad casi llegaba hasta la liga de sus medias.

Entró a una oficina, relativamente mas pequeña de lo que esperaba; relativamente porque en realidad era más amplia que su nuevo piso. Sin embargo. a oficina se encontraba vacía.

Magnolia la acompañó a la cómoda silla frente al escritorio y le ofreció una bebida, que Hermione rechazó con amabilidad. Después de eso, la amable mujer la dejó sola.

Un poco mas trastornada a cada segundo, la castaña cruzó las piernas tratando de evitar que el tanga malvado se moviera. La falda subió con ese movimiento, y la presión abrió los primeros dos botones de su blusa blanca. Apenas a punto de corregir su vestimenta, Malfoy entró en la oficina a rápidas zancadas, típicas de un hombre de su altura. En la prisa por levantarse, la castaña olvidó sus rebeldes prendas de ropa y estas desviaron inmediatamente la atención del hurón, de su rostro a sus senos sobresaliendo de la blusa.

-Bien... bien...

Distraída por el cambio en los ojos del dragón, que cambiaron de un gris profundo a plata líquida, Hermione siguió con su falda levantada a media pierna y su blusa abierta, mostrando el inicio de su sexy sujetador de encaje.

-Veamos, Granger, ¿cómo es que te interesa más el trabajo administrativo que el trabajo en el campo de las pociones?

Ella se tendió a explicar cómo su experiencia le había permitido desarrollarse en la gestión del personal. Aunque fue evidente que esta experiencia se derivó de que en su trabajo como aurora, fue desestimada para el trabajo de campo, por motivos puramente machistas.

-Entiendo Granger, ahora ¿que te hace pensar que harías buen trabajo en el grupo Malfoy?

Aunque la pregunta sonara en sí agresiva, el tono grave y la profunda mirada de Draco se cerraron en torno a su garganta, impidiéndole casi tomar aire.

-En realidad, Malfoy, soy un excelente elemento, y sería un verdadero desperdicio si me ignoras.

-Te aseguro Granger, que en este momento, no puedo ignorarte.

El rubio carraspeo, porque su voz se había convertido en un susurro ronco y bajo que estremeció todas las terminaciones nerviosas de la castaña.

-Malfoy, creo que debería irme...

Granger intentó resistirse al deseo que corrió por sus venas ante la insinuación de que el rubio estaba notándola, y se levantó. La excitación se había apoderado completamente de su raciocinio y sólo podía pensar en huir de ahí antes de que hiciera alguna tontería. Caminó a la puerta, con las rodillas intentando tirarla al piso de una manera traicionera; y a punto de asir el picaporte, un cuerpo enorme se presionó tras ella, apretándola a la puerta.

-Granger, ¿acaso tienes miedo?

La cercanía del dragón hurón y su especial aroma masculino (y tal vez el hecho de que tenía mas de un año sin actividad sexual) terminaron por convencerla y se giró para enfrentarlo, y mirarlo a los ojos mientras echaba el seguro.

-En tus sueños Malfoy.

Sus manos se lanzaron a su cuello, pero sus manos fueron mas rápidas y la sujetaron efectivamente sobre su cabeza.

-¿Desesperada Leona?

-Cállate y bésame hurón.

El beso a continuación fue un enfrentamiento feroz de dientes y lengua.

Sus manos eran fuertes y definitivamente más grandes de que las de la castaña, por lo que no hubo mucha sorpresa cuando él le sujetó ambas manos con sólo su mano izquierda y uso la derecha para abrir dos botones más de su blusa. Sus senos, cubiertos por el encaje se ofrecían impúdicos, por lo que tampoco fue una sorpresa cuando uno de sus blancos dedos deslizó ese encaje para descubrir uno de sus sensibles pezones.

-¡Oh Rayos Granger!

Soltó ambos sus manos para dirigir sus labios a ese pezón recientemente descubierto y erecto y lo succionó, con fuerza, casi usando salvajemente los dientes. Los dedos de la castaña se aferraron a los rubios mechones y ninguno de los dos supo con exactitud si la intención era jalar su boca lejos o acercarla aún más.

Las manos, recientemente liberadas de la castaña, soltaron los rubios mechones para recorrer su torso con ansias.

-Estamos muy impacientes hoy Granger.

-Calla - respondió ella entrecortadamente - tu varita, la necesito... para silenciar...

No terminó la frase, Malfoy sólo escuchó lo que su cerebro, y al parecer su erección, deseaba procesar. La llevó inmediatamente al escritorio sobre el cual le dio la vuelta. Subió su falda y casi perdió los ojos al ver su trasero descubierto con todos lo detalles y sexys lacitos de su liguero y medias. Lanzó un gruñido un tanto animal que casi hizo entrar en pánico a Granger, que luchó por levantarse del escritorio, hasta que sintió sus dedos entrando en su sexo; y no pudo hacer mas que frotar sus ansiosos pezones contra la luminosa madera lacada del escritorio.

-¿Con que necesitas mi varita Granger? Aquí la tienes.

Él no se molestó en bajar el tanga, que seguía frotándose contra su clítoris; simplemente se deslizó completamente dentro de su sexo de un sólo y decidido empujón.

Ambos emitieron sonidos fuertes, animales y salvajes. En un despliegue de habilidades desconocidas, hasta para sí misma, Hermione lanzó un conjuro de silencio sobre la oficina y un sello a la puerta. Con lo poco de cordura que le restaba, después, se entrego por completo a la sensación de ser poseída.

-a-a-a-a-a-

Y esto es todo por hoy

pero, no se preocupen, falta el epílogo

Saludos

Pandora