SaFe & SouND


Acotaciones:

... Cambio de escena.

(Y ya saben todas a quién pertenecen todos los personajes! XD)


PRÓLOGO

"El fin"

Sesshoumaru estaba sentado en la sala con la mirada fija en las noticias que exhibía el televisor, era media tarde y la luz del sol iluminaba todo aunque no llegaba directa por las ventanas del departamento. Lin lo miró un rato mientras fingía leer. Estaba sentada en la mesa del comedor, detrás de él, y esas ideas malévolas que la consumían desde tiempo atrás no le daban tregua.

Quería acercarse y hacer algo, cambiar algo. Ella era feliz con él… pero deseaba otra cosa… ¿y Sesshoumaru? A veces lo encontraba mirándola de una forma muy dulce pero diferente a la usual y entonces sentía esperanza de que él también sintiera lo mismo por ella.

Lentamente dejó el libro en la mesa y caminó un paso a la vez, en silencio, con el corazón latiéndole demasiado rápido en el pecho, acelerándole la respiración. Iba a hacerlo. Tenía que hacerlo. Rodeó el sillón y luego se acercó a Sesshoumaru, él no cambió su expresión ni despegó los ojos de la televisión como era usual.

Muchas veces antes mientras él estaba ahí viendo algo, escuchando música o leyendo, ella había llegado para sentarse a su lado… inclusive en alguna ocasión cuando era muy tarde y estaba cansada, se recostó con la cabeza en su regazo. Por eso el hombre no le prestó atención mientras se acercaba… hasta que fue demasiado tarde y no hubo nada que hacer para evitarlo.

Lin en ese punto ya no tenía un control total sobre sus acciones, sólo siguió su instinto. Se sentó sobre las piernas de Sesshoumaru, con sus torsos muy cerca y le rodeó el cuello con los brazos justo antes de besarlo.

Quiso que su boca fuera suave y cariñosa pero sabía que no podía darse ese lujo, tenía que demostrarle todo lo que sentía por él en un instante o perdería la oportunidad.

Enredó los dedos en el cabello de su nuca y lo atrajo más hacia sus labios que aprisionaron los de él un instante nada más antes de dar espacio a su lengua, Lin pasó la punta por el labio inferior de Sesshoumaru y no sintió respuesta, así que probó mordiendo un poco en el mismo lugar.

Y eso fue todo, él no pudo resistirse más y en un instante salió del shock en que se encontraba. Le correspondió.

Lin sintió la euforia recorrerla mientras la boca insistente del hombre danzaba junto con la suya, atrapando entre sus dientes la suave piel de su labio superior, dejando que sus manos vagaran por su cintura y su espalda, atrayéndola hacia su propio cuerpo. Se sintió bien, porque cada fibra de su ser ansiaba ese contacto.

No pasaron mucho tiempo así antes de que Sesshoumaru entreabriera los labios y ella tomara la oportunidad para rozar su lengua con la propia, un sonido de puro placer se le escapó inadvertido a Sesshoumaru y ella lo disfrutó. En ese instante comenzó a moverse.

Estando en esa posición pudo sentir sobre su sexo la fricción con el de Sesshoumaru y le gustó. Ella no estaba acostumbrada a todo ese remolino de sensaciones, pero bien podía perderse en ellas.

Lin siguió haciendo lo mismo, disfrutando el momento y esa victoria que no era sobre él, sino sobre sí misma y sus miedos. Adoró el sabor de su boca, los cabellos de su nuca enredados entre sus propios dedos, su pecho fuerte contra el de ella moviéndose al unísono al igual que sus caderas en un vaivén que parecía apresurado. Sí, ella lo estaba disfrutando y no se dio cuenta cuando gimió un poco entre un beso y el otro, tampoco supo cómo medio segundo después Sesshoumaru la tomó firme por la cintura ya no atrayéndola hacia él ni acariciándola, sino con demasiada fuerza… la levantó de su cuerpo y la dejó caer sobre el sofá a un lado mientras se ponía de pie.

De repente el momento mágico que estaban viviendo había desaparecido y la atmósfera se había plagado de tensión, lo vio caminar con la respiración tan agitada como la de ella, sus pasos eran frenéticos y no lo llevaban a ningún lado. Ella conocía ese ademán, lo hacía cuando estaba enojado… no, más bien furioso.

- ¿Por qué hiciste eso? –le preguntó Sesshoumaru viéndola con fuego escrito en la mirada y la voz plagada de hielo.

Lin lo vio con horror mientras se sentía cada vez más pequeña y los ojos se le llenaban de lágrimas. Pero no tuvo palabras.

- ¿Por qué? –volvió a preguntarle en un susurro y luego se acercó con los puños firmes a ambos costados. - ¡Por qué demonios lo hiciste! –le gritó estando muy cerca, de pie a menos de medio metro e irradiando furia.

Ella quiso poder hablar y explicarle muchas cosas, deseó como nunca antes ser elocuente y confesarle todos los secretos que se había estado guardando, pero no pudo, sólo se le quedó viendo con lágrimas en el rostro y un dolor penetrante en el pecho donde su corazón seguía cayéndose a pedazos.

- ¡Qué pretendías! –siguió gritándole, aunque conservó su distancia.- ¡Contéstame! Esta vez no hay salida fácil. No puedes quedarte en silencio. –bajó un poco la voz y la observó quemándola con la mirada, pero ella no pudo mover un solo músculo, estaba aterrada. – Eres increíble, imposible. –la acusó mientras se alejaba de camino a la salida. – Pensé que eras más inteligente que eso. ¡Supuse que podías entender la maldita diferencia! –le volvió a gritar otra vez deteniéndose para verla desde lejos. - ¿Cómo vamos a vivir ahora? –preguntó y luego soltó una risa amarga. - Si lo que querías era que entrara a tu cuarto a tomarte fotos, podías haberlo dicho antes. –le recriminó en voz más baja y la observó el tiempo suficiente para darse cuenta del daño que le acababa de hacer.

En ese instante Lin no pudo verlo más y cerró los ojos. No, él no pudo haber dicho eso, podría estar enojado y gritarle… eso lo entendería… pero jamás podría comprender que la hiriera así deliberadamente. Intentó respirar profundo pensando que ese momento no era más que una pesadilla, pero sus pulmones se negaban cooperar, estaban cerrados y a ella le faltaba el aire.

Sesshoumaru sintió remordimiento pero no el suficiente para atenuar su furia, así que no regresó a arrodillarse a su lado y pedirle disculpas, sino que se obligó a caminar hacia la salida sin volver a mirarla. No podía soportar verla así sabiendo que él era el único culpable de aquello.

Lin escuchó las puertas del elevador abrirse y cerrarse, pero aún cuando supo que estaba sola no fue capaz de moverse, todavía sentía que se ahogaba y que algo le oprimía el pecho con la fuerza de un elefante. Quiso abrir los ojos y ponerse de pie, deseó poder ir corriendo detrás de él y disculparse por arruinarlo todo, pero no pudo, su cuerpo no fue capaz de nada de eso. Así que se quedó ahí sentada luchado por cada bocanada de aire mientras en su mente se arraigaba la absoluta certeza de que acababa de destruir lo único bueno que tenía en la vida.


CAPÍTULO 1

"El Principio"

Once meses antes…

Lin POV

Hacía frío aunque apenas empezaba el invierno, este año sería particularmente difícil de soportar. Estaba sentada con la espalda recargada en el tronco de un árbol. El parque a estas horas de la noche y en este lugar parecía un agujero negro, ni siquiera podía verme las manos, pero eso era bueno. Si no podía distinguir mi propio cuerpo nadie más podría encontrarme, sólo tenía que ser silenciosa.

Los sonidos que me llegaban eran lo único que tenía para distraerme y luchar contra el hambre y el sueño, no deseaba dormir, no podía darme el lujo de estar desprotegida en este lugar. Pude distinguir varios grillos cantando constantemente y los pasos rápidos de los roedores que se desplazaban entre la seguridad de las sombras… y eso era casi todo. Eventualmente podía ver a lo lejos las luces de un auto pasar, pero eran tan débiles que no me preocupaban, no podían ponerme en evidencia.

Así pasé toda la noche pensando, intentando mantenerme despierta y callada… no siempre tuve éxito, y dormí unos minutos varias veces, pero de todas formas cuando el sol salió por la mañana, estaba exhausta.

Cuando poco a poco la vida comenzó a cambiar a mi alrededor supe que era momento de moverme. Los pájaros cantaban en las copas de los árboles, los autos pasaban con más frecuencia y algunos despreocupados deportistas trotaban cerca… sin saber que pasaban a pocos metros de alguien indeseable.

Respiré profundo tres veces para darme ánimo y me puse de pie con cuidado, había estado tan quieta toda la noche que me dolían las piernas. Y así comencé un nuevo día sin fecha ni nada que pudiera distinguirlo del resto.

O eso pensé.

Tenía ya varios años en las calles de Nueva York y sus alrededores… y antes de eso… ni siquiera podía recordar bien cómo se siente no estar sola. Pero sin importar cuánto tiempo pasara… aún me aterrorizan las noches y los extraños, todavía deambulaba por ahí como una sombra silenciosa, mirando sobre mi hombro cada vez que sentía a alguien cerca. Sí, eso siempre sucedería sin importar que tanto creciera.

Y además de evitar esas amenazas reales o invisibles, también huía de las autoridades como si fueran la peste. Nunca había hecho nada ilegal pero policías equivalían a servicios sociales… y hogares temporales. Odiaba eso, haría lo que fuera por nunca volver al sistema y encontrar otra casa llena de amenazas, golpes… y cosas que dolían más.

Cuando dejé el parque atrás decidí que no me alejaría mucho para volver después del atardecer, tal vez esta noche podría relajarme más y descansar algo. Aún hacía frío así que no me quité la chamarra ni me bajé la capucha, sólo seguí caminando, mirando al frente y sobre mi hombro con la mochila sobre mi espalda como mi mayor tesoro… lo único que poseía.

Con el tiempo me había vuelto buena para ignorar los horarios y las fechas. De todas formas no tenía nada importante que celebrar, ni forma de hacer más de una comida al día… así que no le vi sentido a conservar noción de tiempo.

Vi pasar la mañana mientras daba sorbos de mi botella de agua intentando engañarme y no pensar en el hambre, mientras más tarde probara algo, menos hambrienta estaría por la noche. Mientras pasaron las horas y el sol se tornó cálido, me quité la chamarra y la guardé en la mochila junto con la botella de agua, ya vacía, y el resto de mis cosas.

Caminé lentamente, buscando un lugar en donde pudiera conseguir agua, sólo necesitaba un baño público, pero cuando vas por ahí con ropa vieja y sucia y tú misma eres un desastre… las posibilidades se reducen.

Después de pensarlo mucho y considerar varias opciones opté por lo que me pareció más sencillo, fui a una gasolinera. Desde luego que no podría nada más pasar… o pedirle la llave a alguien. Pero podía esperar. Y eso hice. Miré a las personas que se detenían y luego se marchaban, conté un poco al inicio, pero perdí el interés en algún punto cuando crucé los 101 usuarios. Hasta que al fin… mucho tiempo después, un mujer entró al baño y fui a tomar mi lugar junto a la puerta. Esto debería ser sencillo, ya lo había hecho antes.

Un par de minutos más tarde la mujer de mediana edad salió y se sorprendió de verme ahí, yo le sonreí tan dulce como pude y sostuve la puerta abierta, ella no me devolvió el gesto y se marchó sin decirme nada, como si no existiera. Bueno, eso era lo mejor.

Una vez dentro puse el seguro, sólo por si algún pervertido me estaba observando, y le saqué todo el provecho que pude a mi visita. Llené la botella de agua primero, pues eso era lo más importante, y después me limpié tanto como pude y me cambié la ropa por la otra que tenía… que estaba un poco más limpia. Me lavé el cabello contorsionándome en una posición imposible y me lavé la boca con jabón aunque odiaba el sabor.

Cuando salí no me detuve a confirmar si alguien me estaba mirando, sólo caminé rápido para alejarme, si alguien estaba enojado era mejor no provocarlo con mis miradas estúpidas de disculpa y miedo.

Después de la buena suerte en la gasolinera me sentí mucho mejor y con más ánimos para evitar comer otro rato, así que sólo caminé tomando un poco rumbo de vuelta al parque donde dormí la noche anterior. Estuve muy orgullosa de mí misma cuando resistí la necesidad de comer hasta el atardecer.

Me detuve en las escaleras de una iglesia cerrada. No sé mucho de religiones, pero parecía ser católica. Después de mirar a mi alrededor para asegurarme de que nadie estaba prestándome atención, saqué la botella de agua de la mochila y la mitad de la baguette que compré ayer. Estaba un poco aplastada y no sabía tan bien como el día anterior… pero de todas formas sabía a la mejor comida del mundo.

No siempre podía conseguir algo así, entonces estaba agradecida con la mujer que me dio trabajo para ganarme ese dinero, sólo tuve que quitar las hojas secas de su jardín y ella se comportó muy amable. Claro, me tenía lástima, eso siempre sucedía. Eso pasa cuando eres una adolescente sin hogar que no habla, todos piensan que eres sorda o tonta y se compadecen de ti. Yo no tengo esas limitaciones, pero nunca los saco de su error.

Esperé hasta que las calles estuvieron vacías después del anochecer para acercarme de verdad al parque, no quería que algún loco me siguiera con la luz de día hasta mi escondite nocturno. Al final encontré un buen sitio, cercano a donde estuve la noche anterior, pero no exactamente en donde mismo, el no tener una rutina que alguien pudiera predecir y utilizar en mi contra me daba algo de seguridad.

Me recargué contra la corteza de un árbol y escondí la mochila debajo de mis piernas como siempre para sentirla segura. Respiré profundo relajándome al estar oculta y al mismo tiempo agudizando el oído y entrando en un tipo diferente de alerta.

Poco a poco me fue posible conciliar el sueño, estaba muy cansada y me dolían algo las piernas después de haber caminado tanto, así que me dejé envolver y floté un poco a la deriva… hasta que algo me sobre saltó. Alguien avanzaba hacia mí desde el otro lado del árbol, por mi espalda. Pude escuchar los pasos erráticos y la respiración agitada en el mismo instante y sólo salté y tomé mi mochila. Era momento de irme.

La oscuridad era tan espesa como la noche anterior, tuve suerte de no caer al suelo cada vez que me tropezaba, no podía detenerme, el miedo me empujaba a seguir adelante. Por instinto, seguí hacia la parte más iluminada, esa que daba hacia la calle. Pero ni cuando caminé sobre la acera me sentí segura. Aún podía escuchar la sangre en mis oídos y la fuerza con la que el corazón traba de salirse de mi pecho.

Y entonces, algo más me asustó… cómo si fuera posible.

Iba cerca de la esquina cuando de la nada salió un auto blanco a gran velocidad que se detuvo sólo cuando impactó un árbol y miles de fragmentos de cristal y metal salieron volando en todas direcciones.

Por mero instinto detuve mis pasos y cerré los ojos, pude escuchar la fuerza del golpe como si algo hubiera explotado y sentí cosas que me golpeaban, pedazos pequeños de vidrio que no supe si me hirieron o no.

Luego, el caos terminó tan pronto como había empezado, el silencio total de la noche se volvió como un vacío absoluto. Cuando abrí los ojos vi los pedazos de metal retorcidos alrededor del árbol, la bolsa de aire había salido y ahora estaba colgando medio desinflada frente a un hombre inconsciente que permaneció atado a su asiento por el cinturón de seguridad.

Sin pensarlo antes me acerqué buscando señales de otras personas en el auto, pero no sólo estaba ese hombre ¿qué podía hacer para ayudarlo? No podía llamar una ambulancia, ni gritar por ayuda… ¿sería seguro intentar moverlo? Probablemente no.

Pero en ese momento una pequeña columna de humo salió de lo que quedaba del cofre y me pareció que era demasiado peligroso esperar…tenía que ayudarlo a salir de ahí antes de que se quemara vivo.

Me acerqué y jalé la puerta, orando porque el hombre tuviera por lo menos algo de suerte y no estuviera prensado. Cuando se escuchó el sonido de metal protestando supe que por lo menos tenía una posibilidad, así que jalé más, con todas las fuerzas que tenía, y pronto la puerta se abrió totalmente.

Observé por un momento al desconocido, era joven y de piel clara, pero no vi nada más, con todo el cuidado que pude me crucé sobre él y desabroché el cinturón, su cuerpo se inclinó un poco hacia adelante, sobre mí y me asusté. Pero no era momento para tener miedo ¿cierto? Entonces salí con cuidado de no lastimarlo y luego lo tomé de los hombros.

No sé cómo es que logré moverlo. Pesaba demasiado. Nunca me había esforzado tanto en mi vida. Parecía que intentaba arrastrar todo el auto conmigo y no sólo a él.

Alcé la mirada y revisé en todas direcciones, no había nadie, nada de ayuda ¿cómo era posible que a nadie le importara? Eso me hizo enojar y me dio algo más de fuerza. Y fue así, con mis brazos abrazados a sus hombros y con su cabeza recargada en un costado de mi cuello que pude arrastrarlo dando pasos hacia atrás por varios metros hasta que mi cuerpo cedió.

Cuando las fuerzas me fallaron ambos caímos al suelo. El golpe me dolió pero salí de debajo de su cuerpo y me alejé antes de comprobar si había algún daño, no me gustaba estar tan cerca de nadie.

Fue entonces cuando inició el fuego de verdad.

Pude ver las llamas saliendo de los trozos de metal, lamiéndolo amenazante y llenando el interior del auto con humo probablemente mortal ¿explotaría? Se supone que el tanque de gasolina está en la parte de atrás, creo. No sería muy probable que el calor intenso llegara hasta ese lugar… o por lo menos eso esperaba porque no había más que unos metros entre el sitio del desastre y donde yo estaba sentada en el suelo al lado del hombre inconsciente.

¿Qué más podía hacer? Pedir ayuda seguía sin ser una opción. Podría irme y ya… pero no deseaba hacer eso, quería ayudar al hombre indefenso que tenía ahí. Era muy evidente que en otras circunstancias jamás hubiera pensado en él como "indefenso" pues era muy alto y se notaban sus músculos a través de la ropa…él era joven y fuerte… pero en esas condiciones me pareció la criatura más vulnerable del planeta.

Pero ya no podía hacer nada más por él. Suspiré y miré en todas direcciones aún buscando por ayuda o amenazas, pero no había nada. Con cuidado me quité la mochila y saqué la botella de agua y una camiseta limpia que tenía en el fondo, la mojé y empecé a pasarla con cuidado por el rostro del hombre, quitando los rastros de sangre que tenía por las cortaduras que le hicieron los cristales. Mientras lo hice, sentada a un lado de él, me entretuve a estudiar sus facciones… era hermoso, si es que se puede usar esa palabra pada describir a un hombre. Pero definitivamente él lo era, sus rasgos finos de piel blanca contrastaban de manera magnífica con su cabello que se veía platinado… un color extraño, como sobrenatural.

El contacto de la tela mojada con su piel debió sentirse frío o algo así porque pronto comenzó a murmurar cosas y a moverse un poco, como reaccionando lentamente. De nuevo no supe qué hacer. Una parte de mí quería levantarme y correr… pero él aún se veía perdido.

- ¿Qué sucede? –dijo algo coherente el hombre por primera vez y su voz suave, profunda y varonil me sorprendió. Parpadeó varias veces hasta enfocar su mirada dorada en la mía. - ¿Qué pasó? –me preguntó y yo negué con la cabeza intentando decirle que no podía hablar. Al final señalé en dirección del auto. - ¡Maldición! –exclamó exaltándome por primera vez.

Como reflejo me alejé un poco y me preparé para huir. Con cuidado se movió y sacó su teléfono del bolsillo, luego marcó un número y empezó a hablar, pero no pude prestarle atención porque finalmente alguien se estaba acercando. Vi a lo lejos a una mujer anciana que antes vi mendigar en el parque. No me daba tanto miedo, pero de todas formas no podía fiarme de ella.

- ¡Demonios! –se quejó él en voz alta de repente mientras dejaba el teléfono en el suelo y se concentraba en respirar, supuse que tenía dolor y estaba asustado. Yo lo estaría después de un accidente así.

Muy lentamente mojé un poco más la prenda que sostenía con fuerza entre los dedos y luego volví a pasarla por la frente y el cabello del desconocido, él cerró los ojos como si le doliera lo que hacía pero al mismo tiempo sintiera algo de alivio. Yo observé cómo la anciana se alejaba de nuevo y me relajé un poco.

- ¿Estás herida? –me preguntó y vi sus ojos clavados en la base de mi cuello, tenía sangre… y sí, la verdad es que algo me molestaba. Probablemente algunos de los cristales me cortaron, pero no era nada importante. – En el hospital te van a revisar. –dijo y me paralicé.

Mis dedos se congelaron en su sitio y supongo que el pánico fue muy evidente en mi mirada porque él frunció el seño un poco, podía decir que no era alguien expresivo, pero en ese momento la duda fue evidente.

Yo negué un poco con la cabeza y me puse de pie, ya tenía la mochila en la espalda como siempre, así que no tuve más que mover las piernas tan rápido como pude.

- ¡Espera! -lo escuché llamándome pero no me importó, sentí el cansancio y el dolor en todo el cuerpo, pero tampoco fue suficiente para detenerme, ni siquiera el mareo por la poca comida… sólo quería desaparecer. Hospital. Eso significaba doctores, enfermeras, trabajadoras sociales… eso no lo podía permitir.

Corrí sintiendo como el aire helado me quemaba los pulmones una y otra vez. Crucé todas las calles sin fijarme, sólo orando porque nada sucediera. Así seguí hasta que mis piernas se rindieron y tuve que sentarme antes de colapsar en el pavimento.

A lo lejos pude escuchar las sirenas, pero sabía que no me alcanzarían. Estaba a salvo, tan a salvo como podía tratándose de mí. Lentamente me concentré en recuperar el aliento.

Fin Lin POV

...

Una hora antes…

Sesshoumaru estaba de pie en la cocina, la casa de su padre hervía de vida por la fiesta que se celebraba, él no podía estar más arrepentido de encontrarse ahí. Apenas había cruzado dos palabras con su progenitor y de todas formas se las ingenió para tocar todas sus fibras nerviosas. Lo odiaba en ese momento un poco más que nunca antes, si es que era posible.

- ¿Demasiado concurrido para ti? –preguntó una voz femenina muy delicada desde la puerta y él volteó, aunque no necesitara verla para saber quién era.

- No sé por qué vine.

- Porque es la fiesta de cumpleaños de tu padre. –le aclaró la mujer sin acercarse demasiado, lo conocía lo suficiente para saber mantener su distancia. – Y porque te cansaste de escucharnos rogarte.

- Izayoi y tú son demasiado persistentes. –afirmó con sus ojos dorados muy fijos en los castaños de la mujer. – Tuvieron lo que querían, ahora me voy.

- Pero… -murmuró intentando detenerlo.

- Me voy antes de que acabe golpeándolo frente a sus amigos, Kagome. –le dijo con infinita seriedad y salió de la cocina sin importarle nada, iría directo a su auto y se olvidaría de toda la estúpida fiesta.

Cruzó la estancia llena de extraños sin mirar a nadie en especial, no se molestaría ni siquiera en despedirse de Izayoi, sólo necesitaba salir de ahí. Pasó la puerta de la entrada principal y pidió su auto al chico que se lo había recibido cuando llegó, odiaba esperar pero no tuvo más opción que tolerar los minutos que pasarían hasta que pudiera largarse de una buena vez.

- No puedo creerlo. Ni siquiera vas a decir adiós. –la voz fría de su padre flotó desde atrás de él, demasiado cerca para su gusto, Sesshoumaru no lo miró. – Algún día vas a tener que crecer y ser un hombre de verdad. –le dijo demasiado condescendiente y esta vez sí obtuvo la atención de su hijo.

- Soy mil veces más hombre que tú. Y si me voy ahora es para no golpearte en tu propia fiesta. –le espetó viéndolo de frente, irguiéndose para quedar los dos a la misma altura.

- ¿Golpearme? ¿A eso le llamas ser un hombre adulto? –se burló un poco mientras veía el auto de su hijo aparecer detrás de él.

- Es lo único que te mereces. –concluyó con la voz gélida y se dio media vuelta para subir a su vehículo.

En cuanto estuvo dentro pisó el acelerador. No tenía a dónde ir, su departamento no podía ser un buen refugio en ese momento, ese lugar para él era un santuario y no lo mancharía con los recuerdos y la furia que sentía hacia su padre en esos momentos.

Así que sólo decidió seguir manejando, tratando de olvidar todo lo que su progenitor le provocaba… odio, rencor, furia. Todo eso que no sólo sentía hacia el hombre mayor sino en porciones iguales hacia sí mismo por haberle fallado en el pasado a la única persona a la que en verdad amó.

De esa misma forma siguió conduciendo sin prestarle mucha atención a las señales de tránsito ni sentir que el fuego maldito que lo devoraba estuviera disminuyendo, sino todo lo opuesto.

En algún punto iba tan distraído que no vio a tiempo la luz roja ni al auto blanco que atravesaba la intersección, cuando reaccionó era demasiado tarde para frenar y lo único que pudo hacer fue girar el volante y salvar a los inocentes de un impacto, tomando él la culpa al estrellarse contra un árbol.

Todo se volvió negro.

CoNTiNuaRá...


Hello!

Hace literalmente AÑOS que no escribía sobre Lin y Sesshoumaru, espero que esta pequeña primera entrega les haya gustado.

Deseo publicar con regularidad, pero quisiera antes que me dijeran qué les pareció. ¿Suena interesante? ¿A alguien le gustó? ¿Alguien se aburrió o lo odió? Cualquier cosa que se les venga a la mente! Al inicio siempre es difícil saber si vale la pena seguir!

Y sí... Taylor Swift (ft. The Civil Wars) y su canción Safe and Sound tienen que ver algo por aquí!

Muchas gracias! XD