Bueno, esta historia no está inspirada en ninguna película, ni libro ni historia que yo conozca, fue fruto de una idea vaga por allí, pero que sinceramente me ha gustado como para empezar a escribirla.
Por lo tanto, quisiera que me dieran sus propias críticas para poder mejorar en aquello que podría fallar, es parte de hacer fanfics. En cuanto a los errores ortográficos, tengo muy pocos, o al menos eso creo ya que le doy mucha importancia a este aspecto, pero corríjanme si me he equivocado en algo ^^
Por ahora solo dejo las acotaciones en claro:
-Diálogo-
-Pensamiento-
-Habla su inner-
Recuerdos/ Flash Back
Esta obra está desarrollada en una época bastante antigua a la de nosotros, intenten verlo de esta forma.
0oo0o0o00oo0o0o0o0o00oo0o0o0o0o0o0o0o0o00oo0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o00o
Red Birthday
Era una noche oscura y sola en Konoha, las calles y casas estaban en total penumbra, hallándose tan solo unos pequeños farolitos que alumbraban ciertos puntos claves.
Todo parecía tranquilo y sereno, exceptuando una esquina que se resaltaba de las demás porque dominaba un aura de festejo y diversión. Se celebraba el cumpleaños número 13 de la heredera de la fortuna Haruno. Una celebración privilegiada de personas con, ciertos ingresos económicos altos.
La pequeña Haruno, al ser hija única heredaría toda la fortuna en cuanto cumpliera los 17 años de edad y aunque esta viviera en este bellísimo mundo ideal… no significaba que todas las personas lo hacían.
Japón estaba amenazado por una guerra contra los norteamericanos, en disputa de un cierto territorio que parecía pertenecerles a los estados unidenses. Parte de esta fortuna era a causa de esta batalla militar, ya que su padre era el fundador de la empresa más grande del mundo, dedicada a la aviación militar y sus equipos aeronáuticos eran muy solicitados para la República Japonesa.
La guerra en cuestión había arrasando con muchísimas partes de Japón, incluyendo su capital que había quedado devastada a causa de los bombardeos constantes, muchos ocasionados por aviones. Los envueltos pagaban el precio y muchas personas habían perdido sus viviendas, sus familiares y sus vidas.
Pero claro está, que nuestra pequeña Haruno no vivía con esta preocupación. Los lujosos salones de su enorme casa, la exorbitante suma de dinero que habían gastado en su fiesta, y los 1500 invitados que llenaba poco a poco el salón de fiesta, la tenían ciertamente consentida. Sus padres jamás dejaron que su hija prodigio se enterara del oscuro y siniestro mundo que cobraba afuera de ésas paredes. Lo consideraban… inadecuado.
El salón de fiesta estaba repleto de vestidos pomposos y trajes de tela fina. La decoración, le hacía honor al color dorado, el favorito de nuestra querida princesita. Con cintas y listones, con manteles y alfombras, adornando las mesas, sillas, esquinas de la habitación, techo y lámparas decorándolo con sumo cuidado, recalcando cada detalle, formando ese "todo" tan espectacular.
Una orquesta se hacía cargo del ambiente, con pianistas, violinista y músicos ávidos en el toque del chelo, la flauta y la guitarra. Las damas bailaban con elegancia y delicadeza, junto a su pareja masculina, que demostraba respeto y rectitud.
Y en este ambiente de lujo y distinción, se oyó el sonido agudo del cristal al ser golpeado suavemente con una cucharilla dorada.
-Mis amigos, quisiera tomar su atención, por favor- La música se detuvo de inmediato y las personas allí presentes observaron al Sr. Haruno levantarse de su asiento junto a su esposa, que sonreía orgullosa.
-Esta noche celebramos el cumpleaños número 13 de mi única hija- Los aplausos impidieron que siguiera hablando. En cuanto cesaron siguió –Les doy una cordial bienvenida a mis amigos y familiares que se encuentran en esta celebración tan especial y les ruego que en este momento, centren toda su atención a mi princesita favorita y mi futura heredera de la fortuna, Miss Sakura Haruno- Los aplausos volvieron a resonar mientras que todos dirigieron su mirada hacia el balcón sobre su cabeza, en la que unas puertas de roble oscuro se abrían para darle entrada a la niña de ojos verdes y sonrisa deslumbrantemente blanca.
Un vestido perlado apareció poco a poco a la vista de los invitados y de sus padres, tenía bordados en oro y bronce, siendo largo y pomposo, ajustado en su cintura y apretando sus pechos, dándole ese porte femenino perfecto.
Los invitados aplaudieron de inmediato, y la música volvió a sonar, después de que bajara con el hermoso vestido arrastrándolo por los escalones, cubiertos por una mullida alfombra vinotinto, que invitaba a recorrer la mitad del salón. Sobre su cabeza llevaba una coronilla dorada, de esmeraldas reales que combinaban con sus pupilas verdes.
La velada estaba fabulosa, las personas charlaban y bailaban, divirtiéndose acompañados de la música y de las estrellas.
Nuestra pequeña se encontraba en el medio de un círculo, formado por amiguitas que querían admirar su vestido.
-Princesa, ¿es verdad que te casarás a los 17 años?- Una niña rubia de ojos azules cielo le formulaba la pregunta.
-Eso dice mi padre Ino-chan pero no lo sé-
-¿Es verdad que ya tenía un comprometido antes de que naciera?- Preguntó otra niña de cabello rojizo y ojos miel.
-Pues la verdad es que ninguno de mis padres me han dicho-
-¿Cómo es el hombre de sus sueños, Haruno-san?- Otra niña, desconocida para la pelirosa, le preguntó con duda y emoción en sus ojos.
-Pues siempre he querido un hombre alto, de ojos profundos y sinceros, con una bella sonrisa, que me alegre todo los días-
Las niñas aclamaban con júbilo y acertaban sus palabras, incluso se oían un par de "yo también" dentro del grupo.
Sakura sintió un par de ojos clavados en su nuca, que parecían no querer retirarse, y se volteó con el ceño fruncido para intentar capturar a quién los poseía.
Pero nadie parecía estar a la vista, buscó brevemente con la mirada, pero nada aparecía ante sus ojos.
-Sakura-san, mírelo está viéndola- La voz de Ino-chan la sacó de su preocupación al momento, y le hizo caso a la rubia que le jalaba el vestido para que le prestara atención.
Unos ojos negros y brillosos no paraban de detallarla ni un segundo, esa piel pálida, más bien muy blanco y su cabello aplanado para atrás hizo que se sonrojara y lo reconociera al instante.
-Es Sai, princesa- Lo sabía, no necesitaba que nadie se lo dijera, era su profesor particular, un joven bastante apuesto que había captado su atención a la pelirosa al momento que la conoció.
-¿Cree que se casará con él, Miss Haruno?- La peliroja volvió a preguntar.
-Oh pues… ¿Cómo creen? Es solo mi profesor-
-Pero es muy lindo- Risas en el grupo se oyeron en el momento, y el pelinegro le sonrió cautivadoramente.
Y ella no sabía qué hacer, hora de huir.
-Ino-chan, acompáñame al baño por favor- Le pidió la pelirosa princesa, a la ojiazul.
-De acuerdo- Respondió ella al momento. Era su mejor amiga desde siempre, por lo tanto se trataban como hermanas.
Las dos niñas se alejaron de las risas y voces para entrar al baño privado de la princesita. Comenzaron a retocarse el peinado y el vestido, como 2 pequeñas damitas.
-Parece que tu profesor gusta de ti Sakura-san- La rubia solía ser directa y honesta, lo contrario a Sakura que se enrollaba para responder.
-¿Cómo puedes decir eso? Es mi profesor, tan solo me quiere como su alumna, lo que pasa es que me mira mucho y claro yo… me siento frustrada e intimidada pero no significa que guste de mi, tal vez tan solo quiere ser amable, claro mejor sería que dejara de mirarme porque me pongo nerviosa pero no parece entender lo que intento expresarle todo el tiempo, pero es que nunca le digo nada y empiezo hablar mucho y…-
-De acuerdo Sakura-san, tranquila solo opinaba- La rubia le guiñó el ojo pícaramente y le sonrió al instante. –Después de todo, usted es la princesa-
Que la llamaran de esa forma ya era normal para ella, al principio se sentía incómoda, pero al oírlo tanto de sus padres, de sus amigos y de la gente que apreciaba, lo adoptó como un apodo cariñoso.
-Bien, vámonos para la…-
La pelirosa quedó estática, la música había sido acallada súbitamente y los gritos que se empezaban a oír al otro lado de la puerta estaban cargados de horror y miedo.
-¿Qué pasa? ¿Por qué la gente grita?- Dijo alarmada la princesita cuando recuperó el habla, su fino rostro se llenó de pánico al instante.
Una pequeña mano la detuvo cuando puso su propia mano sobre el picaporte.
-No salgas princesa, puede ser peligroso para usted- En cambio, la rubia colocó una oreja pegada a la puerta y cerró los ojos. La pelirosa imitó su movimiento.
De pronto el sonido de disparos, gritos, cristales rompiéndose, súplicas, desesperos, y pavor se hizo mucho más fuerte y claro.
-¡Están matando gente!- Exclamó Sakura temblando ante lo que su oído percibía. Las dos manos de la rubia se posaron rudamente sobre los labios de la pelirosa, mientras la miraba agitada.
-Shh, no deben encontrarnos princesa, guarde silencio- Susurró intranquila mientras Sakura asentía frenéticamente con la cabeza.
-Y ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a la policía? Mi padre puede ayudar…- La rubia cerró los ojos, ya había entendido. De golpe se le empezaron a aguar los ojos y cayó una lagrimilla formando ese caminito húmedo hasta perderse en su cuello.
-Mi papá, mi mamá ¡Ellos están allí! ¡No puedo dejarlos solos!- Volvió a exclamar impotente, haciendo que una vez más Ino la callara d nuevo.
- ¡Shh! No se desespere princesa, todo saldrá bien- La ojiazul se apoyó sobre la pared y se quitó sus taconcillos plateados.
-Quítese también los suyos por favor, así haremos el menos ruido posible con nuestras pisadas-
La pelirosa acató sus órdenes sin pensarlo, sus zapatillas doradas se deslizaron por sus pies, cubiertos por las medias pantis blancas. La rubia tomó su par de zapatos y los suyos y las puso sobre un inodoro, dentro de un cubículo. Aprovechó también para traer envuelto en sus manos, un poco de papel para limpiarle las nuevas lágrimas que no parecían desistir, mojándole el rostro.
-Todo estará bien princesa-Le repetía la rubia para después darle un abrazo cargado de fuerza y energía.
Luego apagó las luces del baño y se pegó de nuevo a la puerta de madera, gateando ya que se habían quedado en penumbras. Lo único que se veía era la línea luminosa debajo de la puerta.
Muchos de los sonidos aterradores habían cesado, aunque todavía se oían algunos disparos. Dos voces determinadas charlaban entre ellos mismos.
-…Malditos ricos, se creen dueños del mundo por eso- Era una voz masculina, pero parecía molesto, se oyó otro tiro. Sus pasos resonaban por el piso de mármol blanco, aumentando su sonido.
-Calla de una buena vez, me tienes irritado con tu blah blah blah, asegura el área que ya debemos irnos- Otra voz mucho más grave y autoritaria parecía regañar a su compañero.
-¿Por qué yo? Hazlo tú mismo-
-Termínalos, he dicho-
Tras decir eso, un par de pasos se alejaron de ellas, mientras que otros seguían adentrándose hacia el salón, parecían botas masculinas.
-Imbécil, te mataré un día de estos y el amo no podrá impedírmelo en cuanto termine con este trabajo-
Sin previo aviso, se oyó otro disparo haciendo que las pequeñas niñas respingaran. El sonido agonizante de una persona fue lo siguiente. Se oyeron unos pares más, siempre terminando con un grito, una súplica o un sonido abatido.
Luego dominó un silencio total, pegaron más las orejas para intentar oír así sea lo más mínimo. Empezaban a acostumbrarse solo al sonido que hacían las botas del asesino, recorriendo el salón de fiesta cuando de repente se oyó un portazo violento, para volver a respingar más fuerte.
-Entre a un cubículo princesa, súbase al inodoro y corte su respiración-
Otro portazo más cercano se oyó y la pelirosa se levantó del suelo, tanteando un poco con las paredes para encontrarlo.
-Haga lo que haga, no emita ningún sonido ni movimiento, prométamelo princesa-
-No voy a…-
-Princesa, prométamelo-
-Te lo prometo pero ¿qué piensa hacer?- Exclamó la pelirosa desconfiada.
-Calle ahora por favor, se acerca- El susurro fue casi inaudible, pero ya estaba encima de un inodoro, tapándose la boca y la nariz con las dos manos.
El portazo del baño fue de inmediato, y la pelirosa cerró los ojos con fuerza. Prendieron la luz y ella presionó aun más sus manos contra su boca y cortó la respiración, tal como le había dicho su mejor amiga.
-¿Pero qué…? ¿Qué hace esta niña aquí?-
Sakura hizo una mueca de terror al oír el tono de asco pleno con el cual la mencionada. Cargó de nuevo la pistola, dispuesto a dispararle.
Una lágrima resbaló por sus ojos fuertemente apretados. Esperaba el tiro pero no llegaba. Abrió los ojos insegura y miró por el rabillo de la puerta del cubículo, para averiguar qué había pasado. Un vestido estaba sobre el suelo con un hombre cubierto con una capucha negra y una especie de túnica de ese mismo color, tapando su rostro con una máscara muy rara, que estaba arrodillado a un lado de la rubia.
Luego observó como guardaba la pistola en su bolsillo y pasaba sus manos detrás de la espalda de su amiga para recargarla sobre sus brazos. La cabeza de Ino le guindaba a un lado y las piernas al otro.
-¿Ya terminaste?- La voz hizo que hiciera respingar a la pelirosa y al hombre. Ino no se movió.
-¿Qué se supone que haga con esta niña?-
-Viólala, mátala qué se yo. Pero no aquí hay que irnos ya-
Y fue un flash de segundo, en el que la pelirosa observó el rostro de su mejor amiga, abriendo sus ojos azules y sonriéndole serenamente, recordando el "todo estará bien" para luego cerrarlos de nuevo y enseriarse un poco al sentir como aquél hombre se la llevaba sobre sus brazos.
-Dejarla aquí sería un total desperdicio, es muy hermosa-
-Solo te diré que no alimentaré a esa rata, es tu responsabilidad-
Las voces se alejaban hasta distorsionarse y no entender nada de lo que decían. Sakura volvió a cerrar los ojos verdes y nuevas lágrimas cayeron de ellos, empezaba ya a gimotear y al fin se derrumbó sobre sus pies, encima del inodoro.
Apretó sus piernitas contra su pecho y colocó la cabeza sobre las rodillas para amortiguar los sollozos que volvían a su garganta y a sus ojos. Y en otro flash mental, el rostro de sus padres sonriéndole le vino de repente. Se exaltó y se bajó del inodoro, corriendo hacia la puerta.
La abrió lentamente, miró hacia los lados con cuidado y no vio ni una sola alma. Salió del baño cerrando la puerta escrupulosamente y pronto pisó algo punzante y afilado.
Trozos de vidrio y cristales esparcidos por todos lados, de todos los tamaños y cubría gran parte de todo el suelo del pasillo. Hasta allí habían llegado los disparos. Pero estaba tan desesperada por encontrar a sus padres, que le hizo caso omiso al dolor y a la sangre que empezaba a correr por los pies y siguió caminando, clavándose algunos más. Las ventanas, las enormes lámparas de araña, las copas y platos, las botellas de champaña y vino, todo estaba roto. Pero aun así lo más alarmante fue lo que vino después.
Todo el suelo por donde pisaba estaba repleto de cadáveres bañados en sangre, haciendo enormes charcos, uniéndose con las demás, formando una piscina roja. Como trapos flotando a la deriva en un mar rojo, con los ojos abiertos mostrándose el horror todavía en ellos, el olor de la sangre era tan fuerte… le producía nauseas. Hasta las paredes estaban manchadas de esa sustancia.
Sakura empezó a llorar fuertemente, los sollozos podían oírse haciendo eco sobre las paredes. Con los pies adoloridos y ensangrentados corrió por todo el salón de fiesta, abriéndose camino entre los miles de cuerpos que estaban sin vida en el suelo, intentando no tocarlos.
Divisó el rostro de uno de sus primos, de su tío, de la niña de cabello marrón que hacía solo una hora le hablaba animadamente. De la madre de Ino, de su abuelo, cerró los ojos soltando más lágrimas y tropezó con una pierna, cayendo al suelo en algo mojado mientras sollozaba más fuerte. Todo su vestido se llenó de sangre, mareándola hasta ver borroso. Y en un escalón encontró el cuerpo de su propia madre boca abajo, con su cabello negro tintado de rojos a causa de la abundante sangre que todavía salía por la cabeza. No quería ver el rostro de su madre, no quería ver la expresión con el cual había muerto, no quería perturbarse más de lo que ya estaba.
Pero estaba muerta, lo sabía.
Y lloró aún más fuerte, sollozando hasta hipar. Pero una nueva fuerza le exigió buscar a su padre, antes de darse por vencida por completo. Debía cerciorarse con sus propios ojos que él estaba muerto.
Siguió el camino de los escalones, que marcaba su madre, subiendo por el balcón. Gotas de sangre hacían un camino hacia su habitación. Sakura miraba el suelo con los ojos cansados de llorar y de lamentarse, cansados de ver rojo por todas partes, de ver borroso a causa del mareo y de las lágrimas, pero en un momento estuvo frente a su propia habitación con la puerta abierta.
Un cuerpo estaba al pie de la cama, se acercó un poco más y ahogó un grito con sus manos, los sollozos fueron más fuertes y se arrodilló a un lado, soltando lágrimas sin cesar.
Su padre estaba tendido boca arriba, sus ojos expresaban ese horror con el cual ella lo miraba. La boca estaba abierta y con un gran camino de sangre que se marcaba por sus labios. Con la cabeza doblada hacia un lado sin oponer resistencia alguna.
Sakura lo abrazó como pudo, no le importaba que estuviera llenando sus hombros de sangre, no le importaba que estuviera abrazando a un cadáver, no le importaba que llorara tan fuerte, provocando que algún asesino la encontrara.
Su familia entera estaba muerta. ¿Cuál era la razón de vivir? ¿Qué la mantenía viva todavía?
Se quedó así por unos minutos, hasta que el hedor de la sangre le llegara al cerebro y hubiera demasiadas nauseas fuertes. Cuando se separó del cuerpo de su padre, cayó una bola de papel de su mano al suelo, captando la atención de Sakura.
Se agachó para recogerla y la abrió con las manos temblorosas y llenas de sangre…
El gemido que soltó Sakura resonó por sus paredes, al entender las dos palabras que estaban escritas. Resonó por las paredes de su cerebro las mismas dos palabras una y otra vez, sin cesar.
Perdóname, Sakura.
Los sollozos siguieron y muchas lágrimas más corrieron por su rostro ya empapado, poniendo el papel en su pecho y apretándolo contra él. En vez de usar ese poco tiempo para escapar… prefirió anotar las dos palabras más importantes de su corta vida. Las dos palabras que le encantaba escuchar de sus labios cuando se equivocaba, se sentía especial, querida por él.
Quería morir.
Acabar de una buena vez con esa vida, no tenía razón por el cual vivir… no sabía que la mantenía de pie todavía.
El hedor de la sangre empezaba a surtir efecto en ella, el mareo y la vista borrosa era cada vez más. Debía aspirar aire puro antes de morir, no quería que se quedara ese olor tan asqueroso en sus fosas nasales.
Salió de su habitación como una momia, caminando lento, mirando al vacío, apretando ese papel contra su pecho, miró al balcón y la vista de cadáveres fue horrible, ahora se daba cuenta del número de muertos que había en su salón de fiesta. Ni se inmutó, seguía bajando las escaleras con la mirada perdida al frente. No sabía por dónde pisaba ni a donde iba, solo quería salir de allí.
El dolor de sus pies ni se sentía, la sangre de los demás empezaba a ser parte de ella, manchaba su vestido y sus medias pantis estaban rotas y rajadas. Cuando salió por la puerta principal, se encontró con el viento frío azotándole el rostro. Temblaba y no le importaba en absoluto. Inhaló todo el aire que su pulmón podía abarcar y lo retuvo hasta limpiar ese hedor tan asqueroso de su nariz.
No oyó cuando unos pasos se acercaban a ella, solo sintió el piso detrás de su espalda y un cuerpo encima suyo.
-A esta si me la follo, maldito Suigetsu que no me deja follarme a la rubia-
Sakura salió de su trance bruscamente. ¿La rubia? ¿Podría ser…?
-Ino- Susurró débilmente.
-¿Qué dices?-
-¡Ino!- Exclamó hallando fuerzas donde ya no habían. Lo apartó como pudo y se incorporó lo más rápido como pudo, pero unas manos se entrelazaron en su cuello, impidiéndole respirar.
-Te callarás, abrirás las piernas y te follaré en un santiamén. Así funcionamos niñata-
Sakura no podía respirar, intentaba gemir pero eso le quitaba el poco oxígeno que le quedaba, tiraba de sus manos, intentando apartarlo pero le era imposible. El sonido de un disparo aflojó las manos del violador sobre el cuello de la pelirosa, recuperando el aire en un respiro profundo.
Cayó arrodillada, respirando entrecortadamente, asustada y abatida. Cerró los ojos mientras la garganta se le hacía demasiado áspera, oliendo de nuevo la sangre del violador.
-Maldita escoria humana- Una voz resentida y llena de odio mencionó las palabras con un asco infinito, otro disparo se oyó al lado de ella, proviniendo del arma de esa misma voz. Posó su mirada encima de la pelirosa, que seguía arrodillada con la cabeza gacha y el cabello rozando el piso, tapándole el rostro.
El hombre que la había salvado apartó el cadáver del violador con el pie, como si se tratara de una bolsa de papas y se acercó a Sakura cuidadosamente. Se agachó para quedar a su nivel y con el dedo de una mano, alzó su rostro desde la barbilla.
Ella temblaba y mantenía los ojos cerrados excesivamente, formando arrugas en sus párpados.
-Calma pequeña, todo estará bien- No pudo evitar recordar las palabras de su mejor amiga y abrir los ojos de golpe. El rostro blanquecino que apareció frente al de ella le era hipnotizante, sus ojos negros destellaban brillos curiosos y su sonrisa le ofrecía confianza.
El cansancio de su cuerpo recayó sobre sus hombros, dejándose desplomar por fin, ante ese total desconocido.
O0o0o0o0o00oo0o00o0oo0o0o0o0o0o0oo0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o00o0o0oo00o0
Bueno, hasta aquí les dejo la historia. Díganme entonces si vale la pena seguirla, si debo corregir alguna cosa, o si lo mejor es que deseche esta idea ya. Sus comentarios y críticas son muy importantes para seguir estructurando el fic. Es totalmente original, no lo saqué de ninguna historia, son solo ideas que van tomando forma.
Y la única forma de saberlo, es mediante el review ^^
Sayounara…
Naruhinasasusaku
